La villana vive dos veces – Capítulo 3

Traducido por Devany

Editado por Maru


Artisea una vez destruyó el terraplén del río Ava buscando tenderle una trampa.

Ese día, por orden del emperador Gregor, Cedric había ido a controlar la situación en la frontera occidental del imperio. Cuando hubo terminado su tarea, el emperador le había notificado mediante un emisario que devolviera el mando y control al comandante en jefe y se apresurara en regresar a la capital.

Sin embargo, fue entonces cuando Artisea destruyó el terraplén.

Varias ciudades y pueblos fueron arrasados debido a eso. El número de afectados superaba los treinta mil. También fueron dañados varios arrozales, pero como era un buen año de cosecha, no hubo peligro de que todo el país se hundiera en la hambruna.

De cualquier manera, lo más beneficioso para él habría sido dejar el río Ava y volver a la capital bajo las órdenes del emperador. Pero Cedric se negó a hacerlo. En cambio, eligió usar el ejército para minimizar los daños de la inundación.

A pesar de sus buenas intenciones, gracias a su desobediencia al seguir actuando como comandante en jefe del ejército y no regresar según lo estipulado, despertó la sospecha del emperador.

Artisea hizo aquello porque sabía que Cedric era ese tipo de persona.

Lo mismo ocurrió cuando ella descubrió y culpó a un pueblo entero de rebeldía dentro del territorio del gran duque Evron, o cuando ideó un plan para deshacerse del gran duque Roygar, e incluso cuando la epidemia se extendió.

Aun sabiendo lo que podría pasarle, al final siempre eligió salvar a la gente. Claro estaba, que dichas acciones terminaron costándole su posición, convirtiéndolo en un fugitivo.

—Por favor, tome un poco de té.

Con tono educado, el mayordomo extendió una taza de hierro a Cedric, después tomó asiento junto a Artisea y, con otra taza de té fuerte, lleno de azúcar y leche, le dio de beber en la boca.

Como si fuera una reunión cualquiera para tomar té, Cedric se sentó frente a ellos, bebiendo de su propia taza con tranquilidad.

Artisea lo miró en silencio, pensando en el testamento de Licia.

“Si alguna vez conoces a Cedric, por favor dile que Licia vivió y murió sin arrepentimientos”

En el fondo, Licia no quería que ambos se encontraran de nuevo, puesto que eso solo significaría que finalmente Cedric había sido derrotado y llevado de vuelta a la capital. Sin embargo, justo ahora, la situación era muy diferente a lo que la chica había pensado en ese momento. Hoy, años más tarde, Cedric y sus fuerzas aún estaban vivos. Y ella, en cambio, era la que había perdido.

Artisea había sido llevada al campamento enemigo, justo ahora se encontraba cara a cara con Cedric. En estas circunstancias, Licia hubiera querido que transmitiera el mensaje. Pero Artisea no pudo cumplir la promesa que le había hecho a Licia. En gran parte, debido a su incapacidad de hablar.

Cuando el mayordomo terminó de verter todo el té en la boca de Artisea, Cedric se puso de pie.

—Salgamos.

Artisea despertó de sus pensamientos y lo miró con incredulidad. El duque, en cambio, caminó hacia ella y la levantó con suavidad.

A diferencia de con Venia, esta vez ella sí luchó por liberarse, avergonzada de ser cargada por él. No obstante, él era mucho más fuerte, por lo que le fue imposible ir contra los sólidos brazos de Cedric.

Cuando ambos salieron de la tienda, fueron recibidos por varios caballeros con uniformes militares sucios y maltratados por la constante huída.

—Su gracia. —dijeron ellos con respeto pero luego miraron fijamente a Artisea en sus brazos.

—Gran duque. ¿A dónde lleva a la mujer malvada?

—Tengo asuntos pendientes con ella.

—Nosotros la transportaremos —dijeron mientras extendían sus manos. En cambio, Cedric giró hacia un lado, evitando sus manos.

—No hablen de las personas como si fueran objetos.

—¿Qué está diciendo? Su gracia está siendo demasiado amable con ese demonio.

—Quédense aquí. Iré solo.

—De ninguna manera —expresaron asustados.

—La marquesa Rosan, no tiene ni brazos ni piernas, no puede hacerme daño.

—¡No puede estar tan seguro de eso!

—Esa bruja es capaz de causar un desastre sólo con su lengua.

—Desgraciadamente, la marquesa Rosan tampoco tiene lengua —contestó Cedric, chasqueando la propia.

Dando por terminada la conversación, atravesó el campamento militar en silencio. Luego montó a Artisea en el caballo y se subió por detrás.

Como no tenía sus miembros intactos, no podía montarla en la parte de atrás, así que esta era la forma más fácil de llevarla. Artisea lo sabía pero aun así no pudo evitar estremecerse, ya que nunca antes había estado tan cerca de un hombre. El calor de su pecho contra su espalda causó que su temperatura corporal se elevara, sonrojándose en gran medida.

Cedric cabalgó fuera del campamento. La lluvia los recibió, empapando sus ropas.

Mientras avanzaban, Artisea analizó el lugar, por la forma de las montañas y los arroyos, notó que se encontraban en la región de Barquee perteneciente al gran duque Roygar.

Barquee era el granero de la parte oriental del imperio. No se podía comparar con las vastas llanuras del oeste, pero la abundancia de agua y el clima templado, permitieron que se cultivaran aquí todo tipo de cereales y frutas. El mejor vino del imperio también se producía ahí.

Pero ahora no quedaba ningún rastro de ese pasado. Mientras él cabalgaba, ella sólo podía ver los restos de casas quemadas, el humo elevándose del carbonizado suelo, y pilas de cadáveres por todos lados. La mayoría de estos eran cuerpos de hombres.

Más adelante, llegaron a la ciudad, la cual se encontraba en las mismas condiciones. Solo quedaban escombros de los muros, y unos cuantos supervivientes que, agazapados bajo los restos de sus destruidas casas, los miraban con un brillo en los ojos.

Sin despegar la mirada, Artisea observó aturdida la escena frente a ella. No podía entender qué era lo que había pasado o que tantas cosas hubieran sucedido durante su tiempo en prisión. Estaba segura que no debería haber ocurrido ninguna guerra en Barquee.

—Esto sucedió porque se descubrió que un nativo de Barquee planeó un intento de asesinato contra Lawrence con el gran duque Roygar hace doce años.

Artisea se quedó sin aliento, con su corazón palpitando desbocadamente, notando lo insólito de la situación. Era una masacre innecesaria.

Lawrence ya era emperador y tenía el ejército imperial a su disposición. El poder imperial era sólido y más fuerte que nunca. Fue Artisea quien hizo todo eso posible. Lawrence solo tenía que mantenerse limpio. Siempre había sido de esa manera, ella era quien se encargaría de tales cosas en las sombras. Esa fue la tarea que su madre le había impuesto, y Artisea cumplió fielmente con ella. Así que ahora, sin la mancha que generaba Artisea, Lawrence podría haberse convertido en el emperador perfecto.

—¿Encuentra esto sorprendente y chocante? Sin embargo, no es diferente a lo que usted solía hacer, marquesa Rosan —habló Cedric en voz baja—. Necesario o innecesario. Sé que eso es lo que piensa para ejecutar sus esquemas. Tal vez esto es algo que Lawrence consideró necesario. O cree usted, marquesa Rosan, ¿que su juicio es absoluto y el de Lawrence no lo es?

Como respuesta, Artisea lo miró sorprendida.

—Si es así, no es de extrañar que se hayan deshecho de usted.

Después de decir eso, Cedric llamó a varios de sus hombres, formó una pequeña tropa y partieron a distintos lugares de la región. Artisea acompañó a la pequeña tropa en todo momento, siendo transportada en el caballo del mayordomo. Durante el trayecto, vislumbró infinidad de lugares que habían sufrido el mismo terrible destino. Nadie se había ocupado de las plagas de langostas, tampoco se dio importancia a la restauración de los terraplenes ni a las secuelas de las guerras civiles. Lo que antiguamente era llamado granero ahora era solo un recuerdo. Todos los caminos estaban infestados de gente errante y enfermedades contagiosas. Muchos cadáveres sin recoger estaban dispersos por toda el área.

El desastre político que manejaba el imperio no era algo de un año o dos, sino que era algo que se llevaba cargando desde hace mucho. El emperador Gregor era egocéntrico y egoísta, un hombre que ponía su autoridad por delante de la vida de su pueblo. La lucha por la sucesión solo terminó arruinando al ya de por sí acabado país. Artisea tomó la iniciativa para que eso ocurriera.

Sin embargo, ella siempre pensó que una vez Lawrence tuviera el poder, él sería capaz de restaurar el imperio.

Había esperanza para el imperio cuando Licia era emperatriz. Incluso después de su muerte, mientras estaba al lado de Lawrence, Artisea siempre se esforzó por mejorar las cosas y cambiar la situación de su gobierno. Pero ahora, la familia imperial parecía haber abandonado todo.

Entendió al fin lo que Cedric estaba tratando de decirle con todo esto. En lugar de condenarla con palabras, como lo hizo Venia, parecía querer mostrarle las consecuencias de sus acciones.

—Miraila está muerta. Escuché que seguía regañando a Lawrence por el tema de las mujeres.

El día que llegaron al pueblo de los rebeldes ubicado al otro lado de la cordillera norte, él le dio la noticia. No obstante, Artisea estaba demasiado agotada por todo lo anterior como para sorprenderse.

En el pueblo de los rebeldes, lo único que quedaban eran las tumbas, grandes cruces de madera que proyectaban miles de sombras.

Para ser exactos, más que una aldea rebelde, era una zona de refugiados. Muchos huyeron a estas zonas cuando el emperador Gregor mató a los padres de Cedric, acusándolos de traición. Más tarde, la verdad saldría a la luz y el imperio reconocería su error. La lista de los buscados también sería levantada, permitiendo que los que huyeron pudieran recuperar sus vidas en otro lado. Aún así, ninguno quiso abandonar el pueblo donde vivían, confiando y apoyándose mutuamente.

Licia también era de este pueblo, y en vida la familia de Venía también se escondió aquí. Cedric, que no tenía otros parientes de sangre, encontró consuelo entre los aldeanos. Artisea lo sabía. Aunque acababa de enterarse de la construcción de estas tumbas, era obvio que la masacre en esta zona había sido terrible.

¿Cedric hizo todas estas tumbas él mismo? ¿Me trajo aquí con la intención de hacerme reflexionar?

Después de estar de pie en silencio durante mucho tiempo en la colina con vistas a todo el pueblo, Cedric la llevó de vuelta al campamento militar con él.

—No creo que hayas imaginado que Lawrence terminaría así, marquesa Rosan —dijo, recibiendo como contestación silencio por parte de la chica.

—Sabía que era cruel y perverso. Pero si hubiera empezado a luchar por el trono, estaba convencido de que la derrota habría sido peor que la muerte.

En realidad, Artisea estaba más ansiosa por otro asunto.

¿Por qué no pregunta por Licia? ¿Acaso no quiere saber cómo murió la santa, que trató de protegerlo a toda costa?

Tanta era la crueldad de Lawrence con las mujeres, que la propia Miraila había sido asesinada por intentar pararlo. Cedric ya debería darse una idea del trato que les daba Lawrence. Por lo tanto, sería lógico que culpara a Artisea por quitarle a Licia y obligarla a casarse con alguien como él.

Pero no lo hizo. Su rígido rostro se mostraba impasible, como una estatua pública erigida en una plaza del pueblo.

—Pero no esperaba ver tal tiranía. ¿Por qué demonios está haciendo esto? Ahora que el Imperio de Crates le pertenece. ¿No tiene el deseo de proteger a su pueblo, de salvar y hacer grande este lugar?

Artisea no sabía qué decirle. No era que importara de todos modos, le seguía siendo imposible hablar sin su lengua. Así que solamente atinó a mirar el suelo, conflictuada, con una sola cosa en mente.

¿Por qué Lawrence hacía todo esto?  

No obstante, no pudo seguir pensando en ello al escuchar las siguiente palabras de Cedric, que le hicieron levantar el rostro sorprendida.

—Idea un plan.

Una respuesta en “La villana vive dos veces – Capítulo 3”

  1. Que fuerte es Cedric y que inteligente es Artisea, pero aún así en esta vida no pudieron nada contra la maldad,

    Gracias por la actualización 🥰

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