El Caballero Afortunado y la Princesa Condenada – Capítulo 4: Celebraciones de cumpleaños, debutantes, peleas y reuniones

Traducido por Kiara Adsgar

Editado por Yusuke


Era el primer día de la celebración del cumpleaños. El cielo era de un azul brillante sin nubes perfecto para la conmemoración del cumpleaños del rey Patrice. Los cañones ceremoniales sonaron antes del mediodía, señalando que las festividades habían comenzado.

Habiendo llegado al Palacio Real el día anterior, Sonia y Chris estaban en sus respectivas habitaciones privadas, que habían sido asignadas de antemano. Los festejos de los tres días siguientes mantendrían al Rey aún más ocupado que de costumbre. A pesar de lo cerca que estaba de Patrice, ni siquiera Sonia podía concertar una cita para una reunión privada.

Quería preguntarle sobre la línea de la familia D’Claire, pero no se puede hacer nada. Tal vez tenga una oportunidad durante las fiestas, se dijo a sí misma en un intento de optimismo, y decidió lavarse a fondo para los eventos de la noche.

—Señoras, ayúdenme a arreglarme, ¿sí?

Las sirvientas repetían:

—¡Claro, señora! —Y se ponían manos a la obra.

—¡Este es su tan esperado debut! Para cuando hayamos terminado con usted, ninguna mujer de la nobleza podría esperar estar por encima de su belleza —declaró una.

—¡Eso no hace falta decirlo! ¡Me muero de ganas de empezar! —animó otra.

—¡Eres la mejor dama que hay! ¡Es nuestro trabajo asegurarnos de que las otras damas y caballeros se den cuenta de eso! —afirmó una tercera.

—¿Uh… chicas…? —chirrió Sonia. Las apasionadas vibraciones de las criadas que se acercaban sólo servían para hacerla sentir más nerviosa.

¡¿Por qué están tan entusiasmados con esto?! Sonia inconscientemente trató de retroceder, pero las criadas se aferraron a sus brazos y se mantuvieron firmes contra su espalda. Le quitaron el vestido con feroces sonrisas en sus rostros. Sonia se quedó estupefacta por la rapidez con la que la desnudaron.

—La batalla de una mujer ya ha comenzado en el momento en que empieza a vestirse, ¡duquesa Sonia! —declaró una sirvienta.

—¡Mejor que te prepares! —advirtió otra.

—¡Apunta a convertirte en la principal reina Consorte de nuestro reino!

—¿Eh? Er… Ya estoy comprometida… —Sonia intentó discutir, pero las criadas no quisieron escucharla.

Sonia descubrió de primera mano que las criadas también lucharon como tropas en la aterradora batalla en la que todas las damas nobles apostaban su orgullo.

Las sirvientas exclamaban:

—¡Esto no está bien! —Una y otra vez mientras jugaban con la apariencia de Sonia. Sus preparativos no llegaron a un final muy deseado hasta que el sol de la tarde estuvo a punto de ponerse.

—Debemos terminar a tiempo para el baile, duquesa Sonia —dijo una criada.

—Eso es maravilloso, realmente maravilloso… —expresó Sonia. Las doncellas asintieron satisfechas al oír el genuino alivio de Sonia, ella era probablemente la única que sabía que la razón de su alivio difería del de las doncellas.

Después de pasar lo que parecía una eternidad probándose un vestido tras otro antes de asentarse finalmente, reclamaron:

—El encaje necesita ser movido o no encaja bien. —Y se pusieron a hacer las modificaciones. A partir de ahí, pasaron a decidir el peinado y los adornos de pelo que irían con el vestido.

Hubo un alboroto antes de que las criadas se pusieran de acuerdo sobre el peinado. Luego pasaron un tiempo terriblemente largo antes de decidir qué adornos de pelo debía usar. Después de eso, eligieron meticulosamente sus guantes, collar y pendientes. Las joyas que Sonia trajo de su castillo eran algunos de los adornos de la familia D’Claire que habían sido reparados. Para el toque final, sólo tenían que coordinar sus zapatos, ¡y estaría lista!

Se acabó. Por fin… ¡Estoy agotada! Así es como Sonia se sentía. Era tan agotador, que había terminado dormida en un momento dado. No puedo creer que tenga que pasar por este torbellino otra vez mañana y pasado mañana… Por mucho que me guste vestirme, hay un límite. ¡Esto es demasiado!

Indiferente a las criadas, que se sintieron aliviadas al ver que habían alterado el vestido a satisfacción, Sonia dejó escapar un largo suspiro cuando empezó a sentarse.

—¡Arrugarás el vestido, milady! —indico una doncella, obligándola a ponerse en pie de nuevo.

—Por favor, háganos un gesto cuando quiera sentarse, milady. Le reajustaremos sus faldas para evitar las arrugas —instruyó otra de las sirvientas.

—Lo siento —se disculpó Sonia.

Después de decidir una señal para indicar cuándo quería sentarse, Sonia finalmente pudo descansar sus pies cansados. Se miró de nuevo en el espejo.

Llevaba un vestido de noche destinado a las veladas. El vestido de satén de seda era de un tono rosa oscuro de ciruela con una capa de encaje rosa salmón pálido. El corpiño estaba diseñado para abrazar fuertemente los contornos de su torso. Para evitar que el pecho resultara escandaloso, el encaje cubría ligeramente su pecho hasta la clavícula. El encaje también decoraba sus mangas, que tenían piedras de imitación esparcidas por todas partes.

Sus largos guantes de noche también estaban hechos de satén de seda. Para el toque final, llevaba una gargantilla de la familia D’Clare alrededor del cuello, y el mineral de oro brillaba cuando se balanceaba. Sólo la capa de encaje se arrastraba delicadamente por el suelo, evocando una imagen de un jardín de flores bordadas.

El cabello de Sonia fue atado en un recogido alto y se dejó caer suelto en cascada. Una vez que se casara, tenía que enrollarse el pelo o llevar un velo en los eventos formales, pero eso estaba por venir. Las sirvientas habían elegido intencionadamente este estilo ya que no podría llevar el pelo suelto en los eventos formales para siempre.

—Duquesa Sonia, ¿quiere que le traiga algo ligero para comer? —preguntó una de las criadas.

—Eso sería encantador… Si lo desea, por favor —respondió Sonia. Cuando dirigió su atención a la sirvienta que se ofreció a traerle la comida, se dio cuenta de que las otras que habían estado ensordecedoras con sus chillidos se habían ido.

—¿Dónde están los otros? —preguntó.

—Se fueron a comprobar los preparativos de sir Crisford.

—Tenía la impresión de que ya tenía gente ayudándole… —expresó Sonia

—La tiene, pero necesitamos coordinar sus trajes ya que él sirve como su escolta esta noche. Invitaría a los chismes en la corte si no hubiera ninguna coherencia entre sus atuendos… —dijo la criada.

—¿Eh? ¿Mi escolta?

¿No tendría más sentido llamarlo su prometido? La mujer encargada de Sonia estaba al servicio del palacio, a diferencia de las criadas que había traído con ella. Tal vez no parece que estemos comprometidos debido a la gran diferencia de edad entre nosotros. Pero Sonia estaba demasiado avergonzada para declarar abiertamente,, quieres decir  mi prometido.

Ella lo averiguará pronto de todos modos, así que supongo que puedo dejarlo pasar, pensó, y decidió no corregir a la mujer.

Sonia engulló el sándwich de queso y jamón que la sirvienta le trajo y redujo el tiempo de espera para que Chris llegará. Alrededor de la hora en que la primera estrella de la noche revelará su brillo, Chris vino a escoltarla.

—Apenas llegué a tiempo… —dijo.

Chris llevaba un largo abrigo de noche verde oscuro con un grueso adorno dorado. Los botones dorados adornaban la sencilla camisa blanca debajo del chaleco con intrincados bordados de color rosa salmón. Un broche de mineral dorado sujetaba el pañuelo ciruela alrededor de su cuello.

En la mitad inferior usaba unos leggings con algo de elasticidad. Las botas largas y esposadas que le llegaban a las rodillas estaban adornadas con grabados. Eran de un tono de siena.

Su traje usaba los mismos colores que Sonia usaba en puntos estratégicos, creando una sensación de consistencia cuando estaban juntos. En general se veía suave, ni indecente, ni exagerado.

Debería haber esperado esto de un caballero de palacio, pensó Sonia, hipnotizada por su elegante figura, pero en cuanto vio su rostro, ella sintió pena de que no se afeitará esa barba… y sus hombros cayeron con un profundo suspiro

—¡Es como dijeron las criadas! Realmente has crecido maravillosamente como una delicada flor —dijo Chris admirado con una sonrisa. Al parecer, también la había estado valorando.

Al darse cuenta de que podía leer la expresión de autoconciencia escrita en su rostro, Sonia no pudo evitar sonrojarse al bajar los ojos con vergüenza.

—Como su acompañante, había planeado servirle de “accesorio” y preparé un atuendo relativamente sencillo. Pero cuando las dos criadas que me servían se enteraron de lo que pasaba con sus criadas que vinieron a verme, se encendió su espíritu competitivo. “¡Tienes que causar más impacto si vas a escoltar a una joven!” Decían… antes de que las cinco me abordaran… Fue impresionante —relató Chris, y su voz se debilitó al final. Debía estar recordando el momento, ya que un sudor frío le corría por la cara. Cuando una de las sirvientas se acercó, su gran cuerpo se estremeció.

Cinco criadas… Sólo puedo imaginar lo terrible que debe haber sido. En realidad, sólo cuatro me abrumaron. Sonia no pudo evitar reírse de la imagen mental de las cinco sirvientas que se unieron a Chris, obligándolo a cambiarse de ropa.

—Tengamos una noche tranquila, sir Chris.

—¿Toda la noche? ¡Pero si acabamos de empezar! ¡Vengan! ¡Disfrutemos al máximo! —respondió Chris, y le ofreció su mano cubierta por un guante blanco.

Sonia gorjeo alegremente:

—¡Definitivamente! —Y tomó su mano.

♦ ♦ ♦

A lo largo de la celebración del cumpleaños, el rey Patrice aparecía en el balcón principal para saludar al público y presentar discursos mientras todavía había luz del día durante las horas de la tarde. La reina y los dos príncipes hacían apariciones junto a él, respondiendo a los vítores del pueblo.

Luego el rey Patrice pasaba sus noches en el gran salón hablando con todos y cada uno de los nobles que habían venido de lejos para desearle lo mejor. El rey irradiaba dignidad al recibir a sus invitados desde lo alto de su extravagante trono en el centro del estrado. Sentado a su lado, una elegante sonrisa descansaba en los labios de la reina Cordelia.

El príncipe heredero, el príncipe Enrique, se sentó en la silla del otro lado, mientras que el príncipe Severin se sentó en una silla situada al borde del estrado, mordisqueando la comida dispuesta en la estrecha mesa que se extendía ante ellos.

—Presentando a Su Gracia, la duquesa D’Claire, Sonia D’Claire, acompañada por sir Cristford Cortot!

Este era un saludo formal, una vez llamado, el noble presentado requería que se pavoneasen pomposamente por una alfombra roja para acercarse al rey Patrice.

¡Los saludos formales son tan agotadores! me acurrucaría y moriría si alguien viera cómo me veo bajo mi vestido… Sonia debía inclinarse hasta estar casi en cuclillas con la espalda recta y realizó una reverencia. Era una reverencia de piernas arqueadas.

La posición puso una gran cantidad de tensión en sus muslos. No ayudó que tuviera que mantener la posición hasta que el rey Patrice dijera:

—Puedes levantarte.

Duele, pero se considera un decoro adecuado que una dama lleve una máscara de compostura mientras realice reverencias. Con ese pensamiento en mente, Sonia lo soportó con los dientes apretados.

—Puedes levantarte —dijo el rey Patrice.

Escondiendo su alivio interior, Sonia puso su mejor sonrisa mientras se levantaba.

—Sonia, es bueno verte de nuevo. ¿Qué pensaste al volver a casa después de todos estos años? —preguntó. Mientras aún mantenía su dignidad de rey, Sonia se sintió aliviada de ver que la trataba con su habitual bondad. Esta era la primera vez que ella interactuaba con él en un ambiente formal.

—Me alegro de verte. El resto del personal del castillo es muy diligente. Me sentí aliviada al ver que el castillo se veía igual que antes de que partiera hacia la abadía —respondió Sonia, amañando los detalles del estado de su castillo para mantener las apariencias.

—Me alegro de oírlo. Estaba preocupado ya que tenías que heredar la pesada responsabilidad de servir como la dama del castillo a pesar de tu corta edad.

—Sólo hago esto bien porque tengo su amable apoyo, Su Majestad.

El rey Patrice le dio a Sonia una amplia sonrisa antes de dirigir su atención a Chris.

—¿Qué te parece, Chris? ¿Qué piensas de la vida más allá del palacio?

—Su Majestad, la encuentro muy agradable —respondió Chris con una reverencia.

El rey se rió alegremente y se burlaba.

—¡Me atrevo a decir que suenas como si estuvieras disfrutando de la vida más allá del palacio! Veo que prefieres estar al lado de una bella y joven dama, después de todo.

La cara de Sonia se puso roja como la remolacha, pero Chris mantuvo su compostura mientras respondía suavemente:

—No sólo es extremadamente educada para su edad, también tiene una disposición alegre.  Y como usted dice, es muy hermosa y encantadora. Me siento como un joven otra vez.

La cara de Sonia se volvió de un color rojo aún más profundo.

—¿Es eso cierto? Me alegro de que ustedes dos sean tan compatibles. Que disfruten de esta noche al máximo.

—Gracias, Su Majestad.

Después de otra reverencia formal, Sonia puso su mano sobre el brazo de Chris, y los dos se despidieron.

—¿Hicimos lo correcto? —Sonia decidió dirigir la pregunta en su mente a Chris—. ¿Estuvo bien… que no le dijéramos a su Majestad sobre el aplazamiento de la boda?

—Sí, es mejor así —respondió Chris—. Le envié una carta de antemano explicando la situación. Si lo discutimos en presencia de otros nobles, algunos podrían sospechar y empezar a meter las narices donde no deben. Por eso Su Majestad no abordó el tema intencionalmente.

—¿Pero no hay un buen número de personas con una impresión equivocada sobre nosotros? Algunos parecen pensar en ti como mi guardaespaldas —declaró Sonia.

Chris se detuvo en seco.

—¿Eh?

Miró fijamente a Sonia con sus ojos marrones claros saltones de sorpresa.

—Um, uh… ¿Dije algo extraño? —preguntó ella mientras jugueteaba con el dobladillo de su vestido.

—¿Significa eso que no te importa si la gente piensa que estamos comprometidos? —preguntó Chris, esta vez fue el turno de Sonia de mostrar sorpresa.

Sintiéndose incómodos por todo el intercambio, ambos bajaron sus miradas al suelo inmaculado. La mano de Sonia se apartó naturalmente de su brazo. Sin nada que sostener, nerviosa, movió sus dedos. Echando una rápida mirada a Chris desde debajo de sus largas pestañas, vio que él llevaba el puño hasta la boca, y que su cara también estaba sonrojada.

Chris tosió para aclararse la garganta. Como si tomara eso como una señal, Sonia levantó la cabeza.

—Bueno, verás, pensé que todavía estabas incómoda a mi alrededor. Como tal, yo, uh, me imaginé que deberíamos ver cómo se desarrollan las cosas un poco más. Además, hace poco que has dejado la Abadía Real. Ahora que has entrado en la vida social, tal vez quieras disfrutar de estar en sociedad por un tiempo…

—¿Qué… quieres decir con eso? —preguntó Sonia.

—Exactamente como suena. ¿Por qué…?

La dulce atmósfera que había estado colgando sobre ellos hace apenas unos momentos se desvaneció sin dejar rastro. Hirviendo de rabia, Sonia sintió como si la sangre que circulaba por sus venas hubiera empezado de repente a fluir hacia atrás. Asustado por el cambio abrupto que se produjo en Sonia mientras dibujaba sus cejas en un profundo ceño que ardía de furia, Chris inconscientemente retrocedió.

—En otras palabras, ¿quieres decir que debería fraternizar con otros hombres? —empujó ella.

—Esa es una forma de verlo —respondió Chris.

—Si me enamorara de alguien y él me correspondiera, ¿no te importaría que traicionará tu confianza? —exigió.

—No creo que haya un hombre vivo que no se enamore de ti —respondió con una leve sonrisa y un brillo de tristeza en sus ojos. Pero Sonia estaba demasiado abrumada como para adivinar la razón—. Hace poco que has dejado la abadía. Se te prohibió el placer de la vida como mujer mientras estuviste encerrada allí todos estos años. Debes continuar experimentando las alegrías de vestirte, conversar con hombres y mujeres, y enamorarte. Eso es lo que el rey Patrice desea para ti.

¿Rey Patrice?

—¿Y estás de acuerdo con esto? ¿No te das cuenta de que me estás dando permiso para engañarte? ¿Que podría decidir cancelar nuestro compromiso?

Chris no pudo responder a ninguna de las preguntas. Su sonrisa simplemente se profundizó…

—Entiendo a la perfección como es. ¡Me voy a ir por mi cuenta ahora! —Sonia se quebró, subiéndose las faldas y huyendo tan rápido como sus piernas podían llevarla.

—¡Princesa!

Ignoró la voz de Chris que la llamaba mientras corría por el salón de baile para salir. Sus lágrimas querían salir a borbotones, pero luchó por contenerlas por miedo a que se corriera el maquillaje y todos se dieran cuenta de que estaba llorando.

—¿Qué fue eso? ¡¿Qué está pensando?! ¡Sir Chris es un imbécil! ¿Y qué si sólo soy una niña ignorante? —gimió molesta. En su loca carrera a través del oscuro jardín, el pie de Sonia quedó atrapado en una rama que sobresalía. Justo cuando estaba a punto de caer de cara…

—¡Cuidado! —gritó un hombre. Se dio cuenta de que sus brazos la sostenían por detrás. Dando un suspiro de alivio, Sonia se agitó para ver quién soportaba su peso.

—¿Estás bien, Sonia? —preguntó el joven con una voz amable y dulce que le hizo cosquillas en los oídos.

—¡Príncipe Severin!

Después de asegurarse de que sus pies estaban bien plantados en el suelo, Severin apartó sus brazos.

—¿Qué estás haciendo aquí? —preguntó Sonia.

—Me preocupé cuando de repente saliste corriendo del salón de baile, así que vine a buscarte. Es peligroso para una mujer de la nobleza correr a ciegas, y nada menos que en la oscuridad —respondió.

—Gracias… Ahora estoy bien —dijo Sonia.

Severin rozó suavemente su dedo contra el rabillo del ojo de Sonia.

—A mí no me parece que estés bien. ¿Chris te hizo algo? —preguntó.

Esto le pareció extraño a Sonia. ¿Estaba Severin observando a Chris desde lejos? Si la vio salir corriendo de la habitación como si tratara de escapar de Chris, sin duda explicaría por qué la persiguió preocupado, pero era difícil creer que era el mismo Severin que evitó tocarla cuando le hizo una visita hace pocos días.

Esta noche Severin no sólo la tocó como de costumbre, sino que la salvó de caer. Era natural que la tocara con tanta amabilidad.

—Príncipe Severin…

Las lágrimas que había logrado contener comenzaron a derramarse por sus mejillas. Enterró su cabeza en el pecho de Severin y lloró libremente.

♦ ♦ ♦

Una vez que Sonia finalmente dejó de llorar, Severin la llevó de la mano al viejo y familiar cenador.

—¡Todavía está aquí! ¡Increíble, esto me trae muchos recuerdos! —exclamó Sonia.

Aunque la entrada al cenador estaba normalmente restringida a la realeza, aparentemente se había hecho una excepción para el baile. Las lámparas estaban esparcidas por todo el jardín para que la gente pudiera caminar libremente, sus suaves luces iluminaban tenuemente los bancos y las áreas circundantes.

Sonia y Severin entraron en el cenador y se sentaron en un banco de mármol construido en la base de un pilar. Cuando Sonia era pequeña, aquí era donde su madre la traía normalmente. Su madre disfrutaba sentándose con la madre de Severin, la reina Cordelia, con una taza de té en medio de la dulce fragancia de la rosaleda que la rodeaba, aquí en este mismo cenador.

—Siempre veníamos aquí en primavera y otoño, ¿no es así? Salíamos a correr en la hierba y empezábamos a leer, dibujar o jugar con los perros y los gatos… —recordó Severin. Cada dirección a la que apuntaba se perdía en la oscuridad de la noche, pero Sonia reconoció cada lugar como un área de juego que había disfrutado en el pasado..

—Era divertido en ese entonces… Mi primer pensamiento del día era “¿qué juegos puedo jugar hoy?” —dijo Sonia pensando en el pasado, sintió que su madre y su padre la habían mimado de verdad cuando era una niña.

Aunque todavía era demasiado joven para empezar a aprender los modales de una dama de verdad, no cambió el hecho de que nunca había sido duramente amonestada o disciplinada por un comportamiento impropio de la hija de un noble.

¿Y si estos terribles terrores terrenales estuvieran plagando a las Clara también? ¿Mis padres me dejaron hacer lo que quisiera porque temían que la muerte me llevara en cualquier momento? Golpeada por la sensación de náusea de que la oscuridad que se extendía por la hierba se arrastraba hacia ella, Sonia cerró los ojos. Debió apretar la falda de su vestido con fuerza también, porque Severin envolvió sus manos alrededor de los puños de Sonia con un suave sonido de cierre.

Jadeando sorprendida, Sonia levantó la cabeza para mirar a Severin a los ojos, sólo para que él le ofreciera una suave sonrisa. Su corazón se aceleró locamente al ver que era tan dulce como la fragancia de las rosas.

—¿Te has peleado con Chris? —preguntó.

Sonia bajó la mirada, la mención de su nombre le recordó lo que Chris había dicho.

—No fue una pelea. Es sólo… —dijo Sonia, arrastrándo las palabras.

—¿Sólo qué? —pregunto Severin. La mirada de Sonia cayó aún más bajo al darse cuenta de lo cerca que estaba el rostro de Severin cuando él la miró a los ojos, instándola a continuar.

Su cara se sentía caliente. Nunca antes un hombre la había mirado a los ojos así, así que Sonia no estaba segura de cómo responder. Su mente enredada, repetía todo lo que Chris le acababa de decir.

Aunque terminó como un desorden incoherente contado fuera de orden, Severin escuchó atentamente y ocasionalmente asintió con la cabeza mientras murmuraba, un ajá de vez en cuando. Le ayudó a calmarse gradualmente mientras contaba su historia.

Cuando llegó al final, Severin inclinó su cabeza hacia un lado mientras gemía profundamente haciendo un sonido de hmmm. Después de pasar por encima un minuto, miró a Sonia a los ojos y le dijo:

—Chris es tan directo como una flecha, así que creo que te ha dicho cómo se siente honestamente. Sin rodeos, está tratando de ayudarte, no de hacerte daño.

—¿Recomendando a su prometida que lo engañe? —respondió ella.

—No creo que él estuviera recomendando eso. Es sólo que interpretaste algo de lo que dijo para significar eso —respondió Severin.

—Realmente lo estás defendiendo. ¿Es porque es tu instructor de espada? —Sonia enloqueció. Severin se encogió de hombros al ver que ella hacía un mal gesto—. Te guste o no, llegas a conocer a una persona cuando pasas más tiempo con ella, además ya no me asocio con él.

—¿Porque ahora está conmigo?

 —No es por eso —respondió Severin encogiéndose de nuevo de hombros y sacudiendo la cabeza—. Dejé de interactuar con él antes de eso. Ya había tenido suficiente.

—¿Suficiente de qué? —Sonia no pudo evitar preguntarle de qué estaba harto.

—No te pongas tan seria. No es que me haya cansado de Chris o algo así —dijo Severin. Apoyó uno de sus codos en el borde del respaldo. Sus largos dedos se extendieron por su finamente cincelada barbilla. Había un brillo lustroso en él a pesar de su apariencia apática, llenando el pecho de Sonia de dolor.

Tan solo le llevaba tres años. ¿Cómo podía una diferencia de edad tan pequeña hacerle parecer mucho más viejo? ¿Fue todo esto una ilusión creada por la profunda oscuridad de la noche?

—Me cansé de la espada. Después de considerarlo detenidamente, me di cuenta de que no me interesaba convertirme en caballero. Estaba aprendiendo esgrima y combate de Chris como parte de mi entrenamiento de caballero, ya ves —explicó Severin.

—¿Pero no son esas las habilidades que necesitas para perfeccionarte como miembro de la familia real? —preguntó Sonia.

—Ya soy bastante decente sin ella, lo creas o no.

—Entonces, ¿qué estás haciendo hoy en día?

—Supongo que se podría decir que estoy a cargo de entretener a nuestros invitados —respondió Severin.

Los ojos de Sonia se entrecerraron al recordar lo que Chris le había dicho; Severin se encargaba de entretener a las damas.

—¿Estás imaginando algo grosero? ¿Cómo si me encargara de atender a las damas, por ejemplo? —preguntó Severin.

Su mirada debió haberla delatado. En lugar de intentar negarlo, Sonia simplemente asintió con la cabeza. Su franca honestidad hizo que Severin se riera a carcajadas.

—¡Ajá…! Eres tan honesta como siempre, Sonia. Sé que hay rumores al respecto, pero no me entretengo sólo con mujeres —explicó.

—¿Es eso un hecho?

Miró los ojos azules como el cielo de Sonia, que a su vez también lo examinaron sospechosamente. La expresión y la profunda mirada de Severin tenía tal intensidad que ella no podía apartar la mirada.

—Me invadió la alegría cuando supe que aún no te habías casado con Chris —confesó.

Por un breve segundo, Sonia no pudo respirar. Después de un largo momento de silencio, finalmente se las arregló para preguntar:

—¿Por qué? —Pero tenía miedo de que su voz dócil y ronca no llegará a Severin.

Sin embargo, él debe haberla escuchado. Es cierto que sólo la oyó por lo cerca que estaba su cabeza. Bajando la mano que había estado apoyando perezosamente en su barbilla, llevó sus manos al hombro de Sonia.

—Me sorprendió ver que te has convertido en una dama tan encantadora durante el tiempo que estuvimos separados. Cuando te vi tan enferma en cama, parecías tan débil y frágil… Me hizo querer protegerte.

—Príncipe Severin…

Su repentina confesión hizo que todos los engranajes de la mente de Sonia se detuvieran, dejando su mente completamente en blanco.

—Con su permiso… y si no es demasiado tarde, ¿puedo robarte de manos de Chris…?  —preguntó. Aunque su mente estaba en blanco, captó cada palabra de su propuesta y se aferró a ellas, sujetándolas con fuerza.

Como si el algodón de azúcar se enredara alrededor de sus cinco sentidos, Sonia era incapaz de mover un músculo. Sin embargo, los latidos de su corazón continuaron corriendo furiosamente. No mostraba signos de detenerse, sólo latía más rápido todavía.

La causa de su situación interna estaba justo delante de sus ojos. Su hermoso rostro se acercó gradualmente, para que Sonia pudiera ver el reflejo de su cara en sus bonitos ojos azules. ¿Su piel brillante era sólo un truco de su mente?

Oh, sí. Probablemente sea el polvo de brillo de lamé… Sus ojos se fijaron en Severin mientras pensaba, es tan bonito, que no necesita ese polvo.

—Así que aquí es donde fuiste. Te he buscado por todas partes, princesa.

Una barba apareció repentinamente a la altura de los ojos, haciendo que Severin casi saltara de su piel mientras recuperaba la compostura.

—¡Caramba!

—¡Sir Chris…! —exclamó Sonia. Iluminada por la luz de las lámparas, fue capaz de identificarlo. Sin embargo, sus ojos no estaban en Sonia, sino enfocados en Severin.

Su cortante y amenazadora expresión era evidente incluso en la luz tenue, y Severin estaba claramente desconcertado por ello.

—Su Majestad lo llama, príncipe Severin. Aunque sólo sea de nombre, he oído que se suponía que serviría como anfitrión esta noche. ¿Es este el momento de socializar en el cenador? —exigió Chris.

—Sólo estaba comprobando que Sonia estuviera bien —dijo Severin.

—Por favor, déjamela a mí. Vete, ahora. No debes hacer esperar a todas esas damas —respondió Chris. A pesar de las espinas en sus palabras, varias personas deben haber venido a la mente al mencionar “todas esas damas”, ya que Severin se puso de pie y reajustó su ropa.

—¡Se me olvidaron por completo…! Debo regresar al salón de baile de inmediato —declaró. Esta vez no se olvidó de besar la mano de Sonia antes de decir—: Sonia, disfrutemos de una larga charla durante el té de la tarde la próxima vez. Hasta entonces! —Sin esperar su consentimiento, se lanzó al oscuro jardín.

Ahora que estaba a solas con Chris, Sonia se sintió terriblemente incómoda. Apretando fuertemente sus faldas, miró fijamente el suelo de mármol con los hombros tensos. No podía soportar levantar la cabeza y mirar a Chris a la cara.

Tan densa como era en la formas del romance, por haber pasado su vida en la Abadía Real, incluso ella sabía lo que que Severin estaba a punto de hacerle. Hipnotizada por su rostro, ella no había podido rechazar sus avances.

—Deberíamos regresar nosotros también, princesa —dijo Chris.

Sonia miró sorprendida la gran mano que le había ofrecido. Luego levantó lentamente la cabeza para mirar su cara. Chris le sonreía como siempre lo hacía.

¿Por qué? ¿Por qué intentaba tratarla con la misma amabilidad de antes? Obligada a enfrentarse de nuevo a la realidad, sentía como si su corazón se hundiera lentamente en un manantial helado.

—No estás enfadado conmigo, ¿verdad? —preguntó.

Tratando de contenerse, la voz de Sonia salió en un gruñido profundo, aunque ella pareció no darse cuenta, Chris levantó las cejas con una sonrisa irónica y preocupada.

—No me parece justo después de haber dicho que quería que conocieras y te asociaras con tanta gente como fuera posible… Es sólo que…

—¿Sólo qué?

—El príncipe Severin no es actualmente lo suficientemente bueno para ti. No creo que debas llevar tu relación con él más allá de esto —aconsejó Chris.

El cuerpo de Sonia instantáneamente comenzó a arder de rabia.

—¿Por qué no? ¡Somos viejos amigos! ¿Por qué no podemos reunirnos para divertirnos recordando los viejos tiempos? Como dijiste, tú eres el que me dijo que socializara con un montón de gente!

—Esas fueron las órdenes de Su Majestad —respondió Chris.

—¿Qué…?

Incapaz de encontrar qué decir a continuación, Sonia simplemente miró a Chris con la boca abierta. Su mirada llena de ira se dirigió hacia el hombre que tenía enfrente; una multitud de insultos corrió por su cabeza.

—¿Todo lo que haces es por orden del rey?  ¡Soy plenamente consciente de que el rey Patrice arregló nuestro matrimonio! ¡Estaba perfectamente dispuesto a aceptarlo! Claro, tu barba y tu pelo corpulento es un poco… ¿Repulsivo? Eso se hizo evidente después de que confirmé mis preferencias personales, pero eres un gran tipo, creo que llegará el día en que te acepte, con barba y todo. ¡He estado tratando de desarrollar sentimientos por ti por derecho propio! Pero estás priorizando las órdenes del rey ante todo, ¡¿no es así?!

—¡Princesa…!

—¿Me llamas princesa porque el rey te lo ordeno? Si el rey te hubiera dado la orden, ¿habrías pasado por alto lo que el príncipe Severin estaba a punto de hacerme? Si el rey te lo ordena, ¿me entregarías a otro hombre?

—Eso es…

—No quería oír nada más. Ni una palabra más. —Las lágrimas que había mantenido a raya le caían por las mejillas—. ¡Soy dueña de mi propia vida! ¡Haré lo que quiera! ¡No me importas! ¡Pasa el resto de tu vida con tus amadas órdenes del rey poco me importa!

Chris intentó tomar la mano de Sonia cuando ella se dio la vuelta para marcharse, pero ella retiró su mano.

—¡Vuelvo a mi habitación!

 Ansiosa por alejarse de él, huyó tan rápido como sus pies pudieron llevarla.

♦ ♦ ♦

¡Sir Chris es un imbécil! ¡Estoy harta! ¡Voy a hacer lo que quiera! Sonia corrió a los aposentos asignados a ella en el Palacio Real mientras enjugaba con fervor las lágrimas que fluían de un lado a otro.

Una joven noble llorando mientras corría por los salones del palacio debe haber sido una visión peculiar, pero las miradas ardientes y las voces de los espectadores no podían alcanzarla como estaba ahora. Además, como había estado recorriendo el tranquilo jardín a la sección del palacio restringida solo para el rey, su familia y amigos cercanos solo unas cuantas doncellas sorprendidas la vieron, Sonia llegó al ala donde estaba su habitación sin encontrarse con nadie.

Apenas podía oír la música de baile a lo lejos. Los invitados estaban probablemente en medio de las fiestas. Afortunadamente, todavía era demasiado pronto para que hombres y mujeres compartieran sus tiernos afectos.

Corriendo tan rápido como podía, Sonia se quedó sin aliento. Se arrastró lentamente mientras luchaba por recuperar el aliento.

¿Cuándo fue la última vez que lloré tanto que me dio hipo? Sonia se preguntó, su mente estaba pensando en el pasado. Estoy bastante seguro de que fue cuando me notificaron que el menor de mis hermanos mayores había muerto. Su muerte había reducido su familia a una sola persona, ella, y se había llenado de tristeza e incertidumbre. ¿Qué se suponía que debía hacer de ahora en adelante? ¿Cómo se suponía que iba a vivir? ¿Para qué se suponía que iba a vivir?

En ese entonces, se sentía como si hubiera sido abandonada en un páramo sin brújula. No sabía qué mano tomar.  ¿A quién debería acudir para pedir consejo?  ¿A quién podría acudir para transmitir esta indescriptible pena? Aunque había buscado las enseñanzas de Dios en la Abadía Real, el hecho era que Dios sólo le sonreía y nunca le extendía la mano. No era como si la abrazara con fuerza. El ídolo que tenía delante de ella había sido sólo un símbolo.

Un accidente se había llevado a los padres de Sonia. Su joven corazón herido apenas podía comprender la razón por la que la llevaran a la Abadía Real inmediatamente después de su pérdida.

Ella había querido calor. Sin embargo, todas las personas que la tranquilizaron con un simple abrazo habían muerto. Joven como era, sabía que la resbaladiza, fría y blanca estatua no podía ofrecer lo que buscaba. Tal vez el problema era que adoraba a la estatua en lugar del Dios de la Biblia, pero no sabía la diferencia.

Sonia había llorado, llorado y llorado con tanto pesar, y Pamela había llorado con ella.

—Tampoco tengo madre o padre. Estoy sola. —Le había confiado Pamela. Ante la misma situación, se abrazaron y lloraron.

Sonia tenía muchas ganas de ver a Pamela. Quería expresar sus sentimientos.

—Pamela —llamó Sonia el nombre de su amiga, ahogando sus lágrimas.

—¿Sonia…?

Sorprendida al oír la voz familiar que venía de atrás, Sonia se giró lentamente.

—¿Pamela? ¿Eres tú? —preguntó.

Con un vestido rojo y negro con flores de verdad prendidas en un vestido de gala, algo en su atuendo se veía diferente de las otras mujeres de la nobleza. Era brillante y sexy.

Sonia estaba tan sorprendida por el fuerte contraste con la imagen inocente y alegre que tenía de Pamela en la abadía que se olvidó de llorar.

—¿Qué? ¿Por qué pareces tan sorprendida? ¿Parezco graciosa? —preguntó Pamela.

Sonia sacudió la cabeza, todavía estupefacta. En realidad, el vestido le quedaba precioso. No se parecía a algo que ella hubiera esperado ver usar a su vieja amiga. No con esa combinación de colores o el diseño maduro, y mucho menos con el pintalabios rojo vivo que adornaba sus labios. Pamela miró a Sonia con una ligera sonrisa, y sintió que su mejor amiga había madurado mucho más rápido que ella.

¡Pero esta es definitivamente Pamela parada frente a mí! ¡Mi insustituible mejor amiga! La visión de Sonia comenzó lentamente a desdibujarse una vez más.

—¡Pamela! —Sonia lloró y se lanzó sobre su amiga en un ataque de lágrimas—. ¿Qué estás haciendo aquí? Fui a la abadía el otro día, pero dijeron que tu familia vino y te recogió.

—Mi tío organizó mi fiesta de presentación. Quiere casarme tan pronto como pueda —respondió Pamela. Su boca se torció con desagrado y apretó la falda de su vestido—. Pensé que estarías aquí esta noche, así que te estaba buscando.

—¡Lo mismo digo, Pamela! —indicó Sonia.

—Te vi con sir Chris, pero te perdí de vista después de que te separaras. Así que esperé a que volvieras hasta que llegara el momento de la presentación de  debutantes. ¡Pero nunca apareciste! Pregunté por ahí si alguien sabía lo que te había pasado.

—¡Ah! ¡La presentación! ¡Lo olvidé por completo! —exclamó Sonia.

Todas las jóvenes nobles que se convirtieron en debutantes ese año fueron presentadas individualmente durante la celebración anual del cumpleaños. Sonia debía hacer cola y esperar su turno para salir al frente de la corte.

—No puedo creerlo… ¡¿Cómo podría olvidarlo?! —gritó.

—Se realiza durante las tres noches del festival, así que no te preocupes por perdértelo esta noche.

—¿Ya lo has hecho? —preguntó Sonia.

—Mi tío se pegó a mí como pegamento para que lo hiciera. Como puedes ver, a él no le importa lo que hago ahora que está terminado —dijo Pamela con un encogimiento de hombros. Sonia se sintió aliviada al ver que seguía siendo la misma Pamela que conocía. Era un testimonio de que no estaba tan lejos de la impresión que tenía de su amiga.

—De todos modos, ¿qué está pasando? Encontré tu habitación y te estaba esperando aquí afuera. No esperaba encontrarte llorando en el pasillo… ¿Por qué no está sir Cristford contigo como siempre?

—¡Pamela!

Ante la pregunta de Pamela, de pronto recordó por qué había estado llorando, Sonia cayó sobre su amiga en otro ataque de lágrimas.

♦ ♦ ♦

Sonia recibió a Pamela en su habitación y le contó lo que pasó de principio a fin. En algún momento, se dio cuenta de que había una criada a mano. Con toda probabilidad, Chris había arreglado que ella estuviera aquí. A menudo se impresionó por la sensibilidad mostrada en su amable consideración, pero esta vez no la había perseguido.

¿No es este uno de los momentos más importantes para ir tras la chica? En cambio el solo tiro el clavo más lejos.

—Sir Chris sólo se ha resignado a casarse conmigo por las órdenes del rey… —dijo Sonia. Ese hecho hizo que su visión se nublara a causa de las lágrimas que amenazaban con salir una vez más—. Por eso insiste en llamarme princesa en lugar de usar mi nombre.

La sospecha se había desviado en su cabeza vagamente, sin tomar nunca una forma clara. Corriendo desarraigada por el caos de las perturbaciones sobrenaturales, trató de no añadir otro elemento de inquietud a la pila de problemas. Tal vez por eso su corazón puso una fina cortina sobre sus dudas. Pero ahora que esos extraños sucesos se habían calmado, el telón se abrió para que ella se enfrentará a su “matrimonio” de nuevo. Y al hacerlo, encontró…

—Sonia… Toma un poco de té —sugirió Pamela, colocando la taza y el platillo delante de ella—. Sé que es tu sirvienta, pero dadas las circunstancias, me encargué de pedirle que lo preparara.

Pamela instó de nuevo:

—Toma un poco. —Antes de que Sonia recogiera la taza. También había bocadillos como galletas y un pastel en capas dispuesto en la mesa ovalada bellamente tallada. Cuando Sonia miró con ojos enrojecidos a la criada a su lado, la mujer sonrió suavemente y movió la cabeza.

—Gracias —dijo Sonia y tomó un trago del té ámbar con vapor que se movía y se balanceaba en la taza. Una suave dulzura mojó su boca seca, aliviando sus nervios. Sólo ahora se dio cuenta de lo áspera y seca que se sentía su boca al llorar demasiado.

—Pamela, eres increíble.

—¿Cómo es eso?

Sonia sonrió suavemente ante la mirada desconcertada de Pamela al recibir de repente un cumplido.

—Puedes ver cómo estoy y mostrar tu preocupación sin ser autoritaria. Eres capaz de darme con suavidad exactamente lo que quiero… Siempre he admirado eso de ti, hasta nuestros días en la abadía. Lo haces tan casualmente pero con una calidez que derrite los problemas que me atormentan. Los actos de bondad que muestras tienen ese poder, Pamela… Estoy seguro de que harás muy feliz a algún afortunado.

Después de escuchar en silencio la confesión de Sonia, Pamela volvió a gruñir con voz profunda:

—Eso no es verdad. —Sorprendiendo a Sonia. Dejó caer su mirada como si fuera a cortar a Sonia de su línea de visión mientras continuaba.

—Sólo piensas eso porque tenía demasiado miedo de hacer lo contrario.  Siempre estaba cuestionando a todo el mundo, desesperada por asegurarme de que nadie pudiera albergar odio hacia mi. A diferencia de ti, tenía miedo de salir herida si dejaba salir mis emociones o era fiel a mis propios deseos.

—Pamela… No me di cuenta de que tú…

—De todos modos, volvamos al tema que nos ocupa, ¿sí? La forma en que sir Chris te está tratando es un problema mucho más grande que yo, ¿no es así?  —preguntó Pamela, levantando la cabeza con una sonrisa.

Abrumada por su inflexible sonrisa, Sonia asintió con la cabeza.

—Sí —dijo.

—Aún así… la actitud de sir Chris no me sienta bien —dijo Pamela—. Pensé que durante vuestro compromiso y luna de miel, bueno… seríais tan cariñosos que estallarían en sonrisas cada vez que os mirarais a los ojos.

—Tal vez es mi culpa por desmayarme cuando nos conocimos —sugirió Sonia.

Teniendo en cuenta la escena, no podía culpar a Chris por lo que hizo o dijo. Después de todo, lo rechacé sin rodeos a través de mis acciones, en lugar de sólo con palabras.

—Cielos. Fue realmente cruel por mi parte desmayarme simplemente porque no era el príncipe Severin —reflexionó Sonia—. Pero creo que “sentirse libre de ir a engañarme” es demasiado…  aunque engañar… Sir Chris no dijo que debería hacer trampa, pero…

—¿No es lo mismo? —Pamela intervino en un tono sin tonterías que silenció a Sonia. Esta era la razón por la que Sonia se había enfurecido tanto—. Supuestamente una vez en la luna azul, oirás hablar de parejas de la nobleza donde cada partido persigue libremente hazañas románticas con la bendición de su cónyuge… Tal vez sir Chris apoya tales actos de infidelidad. He oído que como caballero real, no le faltaba nada en cuanto a actividades románticas.

Sonia se puso tensa a medida que cada palabra salía de la boca de Pamela.

—¿Eh? Es la primera vez que oigo eso…

—Escuché los chismes mientras esperaba mi presentación de debutante. Vosotros dos llamasteis bastante la atención durante vuestra audiencia con el rey Patrice, ¿sabéis?

Pamela empezó a contar los chismes que había escuchado.

Así que sir Crisford ha decidido finalmente sentar cabeza.

¿Crees que vivirá en la casa de su esposa una vez que se case?

¡Si tan sólo pudiera haberme acostado con él una vez primero!

¡Es bueno que no lo hayas hecho! Se rumorea que ha tenido una reciente pelea con el príncipe heredero y su esposa.

¿En serio? Me pregunto si los rumores de sus encuentros con la princesa heredera eran ciertos después de todo. 

Tal vez por eso Su Majestad está tratando de distanciar a sir Cristford del palacio.

Esto demuestra que algunas damas no tienen nada que hacer, incluso para el gran Caballero Diamante.

¿Sabe la chica D’Claire algo de esto?

He oído que ha pasado la mayor parte de su vida en la Abadía Real, así que dudo que esté al tanto de tales chismes mundanos…

Es probable que ni sepa lo necesario para para satisfacer a sir Cristford? ¿Qué opina usted?

Ella es de una de las casas más ricas del reino. ¿No es eso suficiente para satisfacerlo?

Pero la línea D’Claire también…

—Escuché silenciosamente hasta ese punto, pero luego me llamaron, así que tuve que subir a la plataforma. No sé qué se dijo después de eso… —concluyó Pamela. Su voz estaba llena de simpatía pero cayó en oídos sordos.

Sólo eran los chismes desconsiderados de un puñado de señoras en el baile. Pero el contenido era más que suficiente para herir a Sonia.

Está teniendo una aventura amorosa con la princesa heredera. ¿Es por eso que sir Chris sigue presionando para aplazar la boda? ¿El rey Patrice eligió a sir Chris para mí como una forma fácil de deshacerse de él? No puedo creer que lo hiciera después de que lo he tratado como un padre. ¿No fui nada más que un simple peón?

Reconocido como el Diamante más fuerte de la historia, otras naciones temían a Cristford Cortot hasta el punto de que se advertían mutuamente, no dude en retirarse si aparece en el campo de batalla. El rey Patrice no podía simplemente exiliarlo por cometer un crimen de intriga romántica. En cuyo caso…

—¿Está el rey Patrice usando nuestro matrimonio para echar a sir Chris del Palacio Real mientras se asegura de que permanezca en Pharrell…? Y me eligió a mí porque soy ignorante del asunto —supuso Sonia. Mientras más analizaba la situación, un dolor agudo le presionaba el corazón. Luchando por que el aire llegará a sus pulmones, tuvo que respirar profundamente varias veces.

—Sonia, ¿estás bien? —preguntó Pamela. Su mano rodeó los hombros de Sonia. Terminó soportando el peso de Sonia mientras se hundía.

—¿Debería seguir con esto…? Ya no estoy segura —respondió Sonia. Sabía que este matrimonio con Chris era muy bueno tanto para ella como para la línea D’Claire. Se dio cuenta de que era difícil para los de noble cuna casarse sólo por amor. Las relaciones siempre se podían construir después de que se dijeran los votos. Tal era la naturaleza del matrimonio entre la nobleza. Sonia nunca se había desanimado por esto porque sus padres eran un ejemplo de un matrimonio así, y había visto cómo se querían y cuidaban mutuamente. Pero Chris ya amaba a la princesa heredera.

Y aquí… yo… estaba empezando… a desarrollar sentimientos por sir Chris… Sonia no podía casarse con él, si él no correspondía sus sentimientos.

—¿Es por eso que… sir Chris me dijo que me asociara con un montón de gente? De esa manera él podría… —La voz de Sonia descendió gradualmente—. ¿Estar con la princesa heredera? ¿Iba a usarme como su fachada para verla…?

Las dudas se elevaron implacablemente una tras otra. A pesar de darse cuenta de que eran suposiciones egocéntricas, la sospecha desbordante se acumuló en su corazón, impregnando el resto de su cuerpo. Sonia envolvió sus brazos alrededor de su cuerpo tembloroso. Temblaba horriblemente a pesar de no tener frío. Su cuerpo no quiso escuchar una vez que el shock tomó el control. Era una sensación que conocía bien, de cuando había perdido a su familia hace todos esos años.

—¡Pamela…! —Incapaz de contenerse, Sonia gritó y se apoyó en Pamela.

—Sonia… Pobrecita… —Pamela abrazó a Sonia y le dio una palmadita en la espalda—. Dime, Sonia. ¿Por qué no cancelas tu compromiso con sir Cristford? —sugirió.

—No puedo… El rey Patrice arregló esto. No me corresponde hacer esa llamada…

—¿Qué estás diciendo? ¡Usted es de la casa más poderosa en términos económicos del reino! Si el Señor lo quisiera, ¿no estarías sentado en el trono en su lugar? Su Majestad no ignorará la opinión de alguien de una casa tan prominente —insistió Pamela.

—Pero…

—Sonia, deberías ir a decírselo al rey. Entonces tú y el príncipe Severin podrán finalmente estar juntos después de todos estos años de anhelo por él…

—Pamela…

Sonia notó que la sonrisa de Pamela se veía espeluznantemente oscura mientras continuaba empujando y pinchando, pero se convenció de que era debido a las sombras colgantes de la noche.

♦ ♦ ♦

El segundo día de la celebración del cumpleaños había llegado.

El ambiente era ruidoso cuando Sonia finalmente completó su presentación de debutante.

Eso no fue una sorpresa. Ella era de las más prominentes casas nobles del reino. Sin mencionar que el mismo rey era su patrocinador. Era un poderoso y rico patrocinador.

Además, Sonia era la joven y encantadora hija del linaje D’Claire. Su pura inocencia recordaba a una rosa en plena floración.

Aunque Pamela había estado con ella al principio, Sonia se dio cuenta de que su amiga se había ido a algún lugar después de la presentación. Sonia mantuvo el acto azucarado mientras trataba de escapar de la multitud, pero las personas se pegaron a ella como pegamento con continuas sonrisas en sus rostros. Asustada por tanta atención, los ojos de Sonia buscaron a Chris por reflejo. Pero no lo encontraron por ninguna parte. En lugar de decepción, la ira surgió.

¿Qué es lo que le pasa? ¡No ha venido a hablar de anoche ni a ofrecer una excusa ni nada! ¡Puede ir a disfrutar de su cita con la princesa heredera, para lo que me importa!

—¿Sonia?

Los ojos de Sonia cayeron sobre el joven que se había acercado a ella desde el grupo de nobles que le rodeaban y apoyó una mano en su cintura.

—¡Príncipe Severin!

Severin le ofreció una dulce sonrisa. Se volvió hacia la multitud de hombres y dijo:

—Tendrá que disculparnos. El rey Patrice requiere a la duquesa Sonia. —Con un brillo desafiante en sus ojos.

Severin era el segundo hijo del rey Patrice. Bajo su mirada amenazadora, los nobles no tuvieron más remedio que echarse atrás en silencio. El desagradable sonido de varios hombres chasqueando sus lenguas fue lo suficientemente fuerte para que Sonia lo oyera.

—Por aquí —dijo Severin, llevándola enérgicamente al balcón. Con algo de distancia entre ella y la cacofonía de la música y la excitación, Sonia sintió que la tensión entre sus hombros se derretía. La suave brisa fue todo lo que se necesitó para enfriar la temperatura creciente de su cuerpo.

—Toma, bebe un trago —dijo Severin, mientras le ofrecía un vaso delicadamente elaborado. Sonia lo aceptó agradecida.

—Gracias. Me moría de sed…

Viendo a Sonia vaciar el vaso de un solo trago, Severin se rió ligeramente. Pero un momento después, una expresión agria reemplazó su alegría.

—¡Increíble! De todos esos hombres, ni uno solo tuvo la decencia de ofrecerte un trago —se quejó molesto.

Los nervios tensos finalmente se relajaron, Sonia sonrió mientras agradecía a Severin.

 —Pero usted se dio cuenta, príncipe Severin. Gracias. Me estaba costando mucho alejarme de esa multitud.

—Bueno, te estuve observando todo el tiempo —confesó en un dulce susurro.

—¿Eh…?

Severin sonrió irónicamente al ver la sincera sorpresa de Sonia. Se acercó lentamente, inclinándose un poco mientras se apoyaba en la barandilla del balcón.

—¿Olvidaste lo que dije anoche? Fui sincero en  cada palabra —dijo Severin.

¿Puedo robarte de manos de Chris? Pasó por la mente de Sonia. Al igual que su intento de besarla antes de que Chris apareciera anoche. El rostro de Sonia se puso rojo brillante al tener la hermosa cara de Severin tan cerca de nuevo.

—Todavía no has besado a Chris, ¿verdad?

—¿Eh? Uh, bueno, en realidad… —La voz de Sonia se desvaneció en un inaudible murmullo al final.

Severin entrecerró los ojos y dijo:

—¿Eh? ¿Con que es así?

—Bueno nosotros… yo… él, uh… no hemos… todavía —confesó Sonia desanimada con su cabeza agachada, causando que el príncipe estallará en una carcajada alegre.

—¡Eres como un niño cuando me burlo de ti, Sonia!

—¡Eres horrible, príncipe Severin!

—No pude evitarlo… ¡Estas igual que cuando jugábamos de niños en el pasado! —exclamó Severin. Estaba doblado con su frente presionada contra la barandilla porque no podía parar de reir.

—Me había olvidado de eso… Solíamos hacer bromas todo el tiempo, pero siempre terminamos atrapados… —recordó Sonia.

—Eras una pésima mentirosa. Decias la broma al ir a disculparte antes de que pudiéramos llevarla a cabo —señaló Severin.

—Sólo porque pensé que todas las bromas que se te ocurrian no serían divertidas si hubiera sido la receptora —dijo Sonia en su defensa.

—¿En serio?

—Sí, de verdad. ¿Recuerdas cómo llenamos el tarro de azúcar con orugas? ¿O esconder un gato en la sala de música para nuestra profesora que odiaba terriblemente a los animales? En todo momento era un manojo de nervios… —le recordó Sonia.

Pero te quería tanto, que te perseguía constantemente para estar junto a ti…

—Ya he superado ese tipo de cosas. Soy un adulto maduro ahora —dijo Severin. Después de que las palabras salieron de su boca, jadeó—: ¡Ah! —Como si un pensamiento se le hubiera ocurrido de repente—. No me sigues viendo como el “Príncipe Bromista”, ¿verdad? —preguntó.

—No, ya no… Fuiste una excelente escolta allá atrás.

—Gracias a Dios —susurró Severin al escuchar la respuesta de Sonia—. Sería horrible si todavía me vieras bajo esa luz. Especialmente desde que estoy tratando de proponerte matrimonio.

Sorprendida por sus palabras, Sonia se quedó mirando fijamente a Severin aturdida. Él le sostuvo suavemente las manos, y sus ojos de color aguamarina se abrieron de par en par en el desconcierto. Había un toque de vergüenza en la expresión de su cara que parecía tan suave como las manos que sostenían las suyas por encima de los guantes.

—Nunca antes me había declarado. Así que, bueno, estoy luchando por encontrar las palabras que te hagan perder la cabeza, pero lo digo en serio.

—¿Por qué me querrías después de que hemos estado separados tanto tiempo…? —,Las palabras con las que Sonia finalmente se las arregló para decir sonaban desesperadamente dudosas. No pudo evitar sentirse insegura. Era la primera vez que alguien le proponía matrimonio.

—¿Recuerdas lo que dije? Durante nuestra muy esperada reunión, cuando fui a desearte suerte… sentí el destino en el momento en que puse mis ojos en ti. Lo único que pude pensar fue que quiero protegerte.

—Príncipe Severin… Pero el rey Patrice ya ha decidido que sir Chris sea mi prometido…

—¡No hay problema! —Severin tranquilizó a Sonia, apretando sus manos y acercando su rostro desconcertantemente—. ¡Vayamos a ver al Padre,  no, al rey Patrice, juntos! Le diremos de nuestro amor mutuo y que cancele tu compromiso con Chris! ¡Vamos ahora mismo!

Afirmando que era mejor golpear mientras el hierro estaba todavía caliente, Severin tiró de Sonia en un intento de llevarla al salón de baile.

—E-Espera… ¡Detente, príncipe Severin! —dijo ella con su corazón latiendo un poco más rápido de lo normal—. Todo esto es tan repentino… No estoy lista todavía…

—Se supone que debes actuar bajo el impulso del momento en situaciones como estas… ¿O la idea de casarte conmigo… te molesta?

—No… no me molesta —respondió Sonia, su cara se puso roja.

Aunque la respuesta arrogante de Severin.

—Por supuesto que no. —Le pareció extraña, continuó explicando su razonamiento.

—Pero sir Chris ha tenido la gentileza de cuidarme desde hace algún tiempo. Me reconfortó mucho el estímulo que me ofreció… Me gustaría discutir esto con él antes de hablar con Su Majestad…

—¿Significa eso que aceptas mi propuesta?

Sonia asintió tímidamente.

—Sir Chris está fuera por negocios esta noche, así que… mañana. Se lo diré durante la última noche de la celebración. Me gustaría esperar a decírselo a Su Majestad hasta entonces…

—Muy bien, Sonia —respondió Severin, mostrándole una brillante sonrisa.

Esto es lo mejor. Sir Chris está enamorado de otra persona, de todos modos. Incluso si nada pudiera salir de ese romance, Sonia dudaba que pudiera competir con una dama que él amaba con la devoción de permanecer soltero y verdadero durante todos estos años.

Además, el príncipe Severin fue mi primer amor. Esto es lo correcto, estoy segura. 

♦ ♦ ♦

Iglesia Central Real.

La música bulliciosa y las risas joviales que llenaban el Palacio Real no viajaban tan lejos. Aquí, no había nada más que puro y tranquilo silencio.

Chris se arrodilló ante el altar y se ofreció para rezar. Sólo tenía un deseo…

—Sir Christford, siento haberle hecho esperar —le dijo el Papa a Chris, saliendo de una habitación en la parte de atrás de la capilla.

—Está bien. No he sido capaz de tomarme el tiempo para rezar en profundidad…  así que encontré este tiempo de espera muy purificador —dijo Chris mientras se ponía de pie para enfrentarse al Papa.

Su atención se dirigió hacia un paquete que el Papa sostenía tiernamente con ambas manos. Era largo y estaba envuelto en la rica y dorada tela de una vestimenta.

—¿Está es…?

—Así es… el jefe de la familia D’Claire le pidió a su querido amigo, el entonces Papa, que hiciera esto hace dos generaciones. Por favor, tómelo. —El Papa se lo ofreció. Chris lo aceptó tímidamente.

—¿Puedo verlo? —Con la permisiva inclinación de cabeza del Papa, Chris comenzó a desenvolver el material con cuidado—. ¡Esto es…! —Jadeó al quitar la tela.

Era una espada con la hoja conectada a la empuñadura. Emitiendo una luz plateada, era cegadora.

Envolviendo su mano alrededor de la empuñadura, Chris alzó la hoja a los cielos. Se superponía con el contorno de la cruz que decoraba el altar con total perfección.

—¿La hicieron intencionadamente con la forma de la cruz…? —preguntó Chris.

—Así que ya lo sospechaba —afirmó el duque William—.

No se da cuenta de que ha dejado de servir al señor cuando encargó esto —respondió el Papa.

—Es muy desafortunado que no estuviera listo a tiempo para salvar a los padres o hermanos de Su Gracia… —dijo Chris con remordimiento. Ante sus palabras, el Papa también bajó la cabeza.

—Los hermanos de la duquesa Sonia murieron en su camino para recuperar esta espada. Sólo puedo imaginar su remordimiento.

—Debo salvar a Su Gracia, ¡sin importar el costo! —confesó, sosteniendo la espada brillantemente blanca hasta la cruz.

—Sir Chris, confío en que tendrá éxito en esta búsqueda. Tengo fe en ti, el hombre más fuerte y afortunado del reino.

—Tienes mi palabra de que usaré todo mi poder y suerte para salvar a Su Gracia de esta terrible maldición. —Viendo la voluntad firme que arde en los ojos de Chris, el Papa impartió—. Rezaré desde la distancia para que el Ángel de la Victoria les sonríe a los dos. —E hizo la señal de la cruz.

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