El Conde y el hada – Volumen 3 – Capítulo 1: El novio de la Reina de las Hadas

Traducido por Den

Editado por Nemoné


—Caramba, todavía falta mucho para llegar a Londres.

Estaba cansado de tanto correr, así que se tumbó en el césped cerca de la orilla del río, murmurando en un suspiro.

Habían pasado tres días desde que se marchó de Escocia, y Londres estaba muy lejos, incluso con su velocidad que era su orgullo y especialidad.

— ¿En qué estaba pensando Lydia para irse sin decirme nada?

Incluso escuchó que fue contratada como una Doctora de Hadas en Londres y que pasaría mucho tiempo antes de que regresara. Pero aun así, solo podía decir que ella debía de estar bromeando.

También le dijeron que quien retenía a Lydia, era el Conde Caballero Azul, un humano que tenía una propiedad en el Mundo de las Hadas. Él había oído hablar de ese nombre. Sin embargo, si era el Conde que tenía el poder de hacer ceder a las hadas, entonces no debería haber ninguna necesidad de contratar a un Doctor de Hadas.

En cualquier caso, estaba decidido en traer de vuelta a Lydia, así que galopó desde Escocia. Es por eso que había hecho todo ese camino hasta Inglaterra, donde nadie de su clan había puesto un pie.

—Definitivamente la encontraré.

En ese momento, escuchó una voz cantando desde lo más alto del cielo.

—Una luna blanca, la luna blanca de la reina, una luna para el querido novio…

¿Luna?

Curioso, se puso en pie y se transformó en un joven apuesto. Llamó a la pequeña hada que volaba, saltando de rama en rama.

—Oye, pequeña dama, sí que estás de buen humor.

—Buenas noches, Sr. de cabello negro. Me dirijo a Londres, ¿sabe si este es el camino correcto?

—Sí, casi has llegado. Yo también me dirijo a Londres. ¿A qué vas?

—A darle la bienvenida al novio de Su Majestad la Reina.

—Estoy feliz por todos ustedes. Así que, ¿de qué tipo de luna estabas hablando en esa canción que cantabas?

—Es la luna de verdad.

—No bromees. No hay manera de que puedas conseguir la luna.

—La conseguimos. Incluso crece y mengua.

—Wow. Qué raro. Déjame ver.

—Solo un vistazo.

Dado que la pequeña hada estaba de buen humor, no prestó mucha atención y le entregó un anillo con una brillante “luna” blanca que estaba incrustada.

— ¿Realmente crece y mengua?

—Por supuesto.

—Ya veo. Me dejaste ver una cosa tan maravillosa, gracias.

Le sonrió mientras le devolvía el anillo.

—De nada. Ahora, me tengo que dar prisa en mi viaje.

—Uh-huh, cuídate.

Después de que la hada desapareciera más allá de las copas de los árboles, sacó la lengua.

—Qué hada más tonta.

Abrió la palma de su mano y allí estaba el anillo de la “luna” descansando.

♦ ♦ ♦

El lugar donde Paul Foreman, que llevaba la mejor ropa que pudo alquilar, estaba entrando por primera vez, era un salón que estaba abierto a los círculos sociales de moda.

Habían muchos individuos notables que asistían a esa exhibición llevada a cabo en este club de clase alta, después de todo, era un sitio común para que asistan los miembros de la alta sociedad.

Las numerosas pinturas que estaban en exhibición en la espaciosa sala, eran de los estilos actualmente populares. Además, eran seleccionados uno tras otro por la Real Academia. Todos compartían un tema central al basarse en una historia de amor y el diseño del primer período del Renacimiento; era delicado y elegante, con una belleza frágil. Fue aclamado como apropiado para el reinado de su hermosa majestad la Reina de Inglaterra.

Sin embargo, también había cuadros de jóvenes pintores que no eran conocidos. Si uno de sus trabajos llamaba la atención de una de las damas o uno de los caballeros, entonces podrían tener una oportunidad de entrar en el mundo del arte. Así que por eso, los trabajos que recién comenzaron de Paul se colocaron en un marco brillante preparado por el tratante de arte.

Aunque estaban colgados con el resto bajo el gran candelabro, por el momento, no había ningún caballero que se detuviera alguno de sus cuadros.

Le dijeron que era un poco sencillo y soso. Estaba consciente del gusto de la clase alta, pero no podía cambiar su estilo tan fácilmente. Es por eso que no esperaba mucho de esta exhibición. Además, la atención de Paul fue atraída por alguien más dentro del salón.

Había un hombre de cabello dorado, que destacaba en el centro de una multitud. Estaba actualmente en una animada conversación.

Tenía una belleza pintoresca que podía opacar las hermosas mujeres y caballeros de los cuadros. Cuando se movía, el aire de su alrededor también se movía. Era como si la luz lo siguiera a donde fuera, haciendo que las sombras también se movieran.

Pero no era en eso en lo que Paul tenía puesta su atención.

Este hombre le recordaba a alguien. Era como si fuera la imagen adulta de un chico de sus recuerdos. Un joven que había muerto de repente.

— ¿Paul, sobre qué estás soñando? Esta es tu oportunidad.

El joven pintor regresó a la realidad y, finalmente se percató que el joven que sus ojos seguían, estaba frente a su propio cuadro. El tratante de arte rápidamente lo empujó.

Cuando los dos se acercaron al joven, el tratante habló en un gesto respetuoso, como haría un comerciante de arte.

— ¿Qué opina, milord? ¿No cree que es una pintura maravillosa?

El nombre del joven Conde, que era el tema candente de los rumores de la multitud, era Edgar Ashenbert. Se decía que había regresado del extranjero esta primavera.

—En efecto. ¿Es esta Titania?

—Sí. El motivo es el de la reina de las hadas de “el Sueño de una Noche de Verano”.

Desde las sombras de la primavera, el hada de la luna estaba dormida. Los ojos del Conde, que estaban posados en el cuadro, parecían como si se hubiera enamorado de ella.

No era el poder del cuadro. Paul estaba sorprendido que tan solo tener al Conde mirándolo, hacía parecer que el cuadro estaba irradiando una luz brillante.

Al igual que los suaves guantes de cuero del Conde, o el nudo de su corbata, e incluso el brillo de su fino abrigo de noche, parecían una obra de arte. Incluso daba la ilusión de que había un leve aroma a flores que se desprendía de la pintura.

Ese aroma era de una mujer que se había acercado a ellos, pero pasó mucho tiempo antes que se dieran cuenta.

— ¿No es este tema el complemento perfecto para milord? —dijo la mujer con un vestido azul.

El tratante de arte no desperdició la oportunidad de vender.

—Porque, por supuesto, el Conde conocería más sobre las hadas que cualquiera de la nobleza. Incluso yo mismo he escogido la mejor pieza de trabajo de entre numerosos cuadros de hadas.

Y entonces el vendedor se giró para mirar a Paul. Se apresuró a presentarlo como el creador de este cuadro.

El Conde, que se decía que manejaba una propiedad en el Mundo de las Hadas, miró a Paul y le dedicó una agradable sonrisa.

Le dijeron que el Conde tenía poco más de veinte años. Era más joven que Paul y sin embargo, esos ojos suyos que se enfocaron en el pintor novato, parecían como los de una clientela generosa. Le preocupaba si era estúpido intentar ganar el favor del Conde.

Aunque sintiéndose un poco desconfiado, Paul fue empujado por el codo del tratante de arte y por eso se las arregló para dar sus saludos lo mejor que pudo.

—Es un placer conocerlo, Lord Ashenbert.

— ¿Pintas con frecuencia cuadros de hadas?

—Ah, sí. Realmente me gusta la literatura imaginativa de las hadas como Drayton y Spencer.

— ¿Has visto una?

— ¿Huh?

Le preguntaron si alguna vez había visto una hada antes. Sin embargo, Paul se sorprendió y se confundió; esa pregunta era una broma o iba en serio.

Su nombre, Conde de Ibrazel (Mundo de las Hadas), sin duda era romántico y despertaba el interés de la gente. Pero, Paul pensó que era solo un nombre. Habían otros nobles que tenían títulos de propiedades que no existían.

—Milord, no está bien burlarse de un joven artista inocente —dijo la mujer.

— ¿Por qué, milady? ¿No cree en la existencia de las hadas?

—Si viera que las puede ver, entonces diría que creo en ellas.

—Sí, he visto a una. Una hada que posee una belleza etérea que ninguna otra mujer de esta llanura puede igualar. Además puede hechizar a cualquiera para cautivarlos. Me pregunto si estoy en un sueño para poder hablar con alguien como usted.

—Qué halagador.

Si la conversación entre ellos dos continuaba, parecía que se olvidarían de que Paul y el tratante de arte que estaban justo al lado de ellos.

El tratante de arte le insistió desde detrás en que se apresurara y apelara más a su arte, pero Paul nació como un hombre incapaz de expresarse bien. No podía encontrar un momento en el que comentar y se sentía perdido. Sin embargo, el Conde volvió su atención a él, como si de repente recordara algo.

—Me gustaría ver algunos de sus otros trabajos, Sr. Foreman.

—Eh…

— ¿Le ha acabado gustando?

Apartando a Paul, que se había congelado por el giro inesperado de los acontecimientos, el tratante de arte se adelantó.

—Sí… Ésta Titania de aquí me recuerda a una mujer que me gusta.

—Oh, mí, eso sí que es inexcusable. ¿Es su amante?

—No, es mi amor unilateral.

—Imposible, no puedo creerlo.

—Parece que no puedo entender los sentimientos de una mujer, así que rápidamente la enfado.

—No hay forma de que no pueda entender los sentimientos de una mujer.

—Es verdad, milady. Tanto que estaría encantado si me enseñara.

—Si está bien conmigo, estaría más que contenta.

Paul no podía adivinar si realmente le gustaba su arte, o si solo lo estaba usando como precio para cortejar a la dama, pero se quedó quieto mientras los veía alejarse.

Paul pensó que le recordaba a ese chico. Pero, una vez que habló con él, su impresión fue completamente diferente.

Y por supuesto que lo sería, no había manera de que él fuera ese chico.

♦ ♦ ♦

Si duermes bajo un manzano o un árbol, las hadas te capturarán y te llevarán. Si son una hermosa mujer o un apuesto joven, entonces tienen que ser especialmente cuidadosos cuando pasen bajo un árbol. La magia de un hada puede hacer que cualquiera se duerma.

Si de repente se sentían soñolientos y se sentaban al lado del tronco de un árbol para tomar una siesta, entonces lo más probable era que no pudieran despertarse nunca más.

Y así, se dice que se convertían en la novia o el novio de un hada, aquellos que desaparecen.

—Hace mucho tiempo, incluso hubo un ancestro del Conde Caballero Azul que sin pensarlo, se echó una siesta bajo un manzano —dijo Tompkins.

Este mayordomo del Conde, estaba sentado detrás de un escritorio en una de la habitaciones de la residencia, sellando invitaciones apiladas en el escritorio.

Cuando dijo Conde Caballero Azul, se refería al maestro de esta casa, a quien las hadas llamaban Conde Ashenbert. El nombre vino después de una figura ancestral que se llamaba Lord Caballero Azul.

Para los actuales británicos, ese nombre era solo un personaje figurativo de la novela de fantasía escrita en el siglo XVI, pero quienes lo sabían, conocían que ese figura fue basada del ancestro Conde de la familia.

— ¿Y qué sucedía después de eso?

Lydia también estaba ayudando a sellar los sobres, mientras disfrutaba de una conversación sobre las hadas con Tompkins.

—Se dice que fue llevado ante la hermosa Reina de las Hadas.

El linaje del Lord Caballero Azul, que se decía que poseía poderes mágicos como el Lord de las hadas hace mucho tiempo, había perecido. Sin embargo, la familia de Tompkins, que había servido al Conde Caballero Azul generación tras generación, conocía momentos del Conde relacionados con las hadas, que también eran transmitidos.

— ¿Se casó el Conde con la Reina de las Hadas?

—Al parecer casi tuvo que hacer sus votos. Pero el Conde sabía de un hechizo mágico. Usándolo, consiguió ser liberado y regresar sano y salvo al Reino Humano.

—Sé lo que es un hechizo mágico.

—Oh, ¿es así? Lo que uno esperaría de un Doctor de Hadas.

Lydia era una joven que fue contratada como una Doctora de Hadas por la familia del Conde.

Un Doctor de Hadas era un especialista en hadas y, podía ver y hablar con las hadas. Incluso conocían la forma tradicional y adecuada de socializar, además de lidiar con las hadas, que eran casi olvidadas en el actual siglo XIX.

Desde el comienzo, el trabajo de un Doctor de Hadas era prestar su conocimiento de cómo hadas y humanos deberían coexistir apropiadamente y comprometerse. Tenían un deber de comerciar y negociar con las hadas.

Tomando el relevo de su difunta madre, Lydia acababa de comenzar con este trabajo, y todavía era una novata inexperta, pero pensaba que tenía la motivación y el orgullo de un experto.

—Así que, Señorita Carlton, ¿qué tipo de hechizo es?

—Oh, Sr. Tompkins, ¿no lo sabe?

—No. Esa parte no se transmitió en la historia, por lo que siempre he tenido curiosidad por saber cuál es.

—También tengo curiosidad. Dímelo, Lydia.

La voz era de Edgar, el actual Conde Caballero Azul. Se cantoneó en la habitación y colocó un trozo de papel sobre la mesa.

—Tompkins, esta es la lista de invitados adicionales, ¿bien?

— ¿Serán todos estos?

—Probablemente. ¿Estarán las preparaciones de la comida a tiempo?

—Lo tendré resuelto.

Tompkins tomó el desafío irrazonable que le propuso Edgar como si cojiera un guantelete.

Bueno, realmente se comprometió. Parecía que él pensó que decir “No puedo hacerlo” sería como agitar una bandera blanca como mayordomo.

La primavera había comenzado así que cada día en Londres se llevaba a cabo un banquete o un baile. Era natural que Edgar dijera que estaría organizando una velada, pero la fecha que eligió era demasiado pronto.

Sin embargo, las preparaciones de Tompkins eran aún más rápidas que eso, por lo que Lydia estaba asombrada.

—Oh, y sí, Lydia, también eres uno de mis invitados. Debería llegarle una invitación a tu padre pronto, así que asegúrate de no olvidarte.

Qué, jadeó Lydia, deteniéndose en su trabajo de sellar las invitaciones.

—No, ¡un baile es demasiado imposible para mí!

—No te preocupes, no solo los nobles asistirán.

Incluso si decía eso, si un miembro de clase media de la sociedad iba a asistir, entonces seguramente serían de una familia adinerada.

—Y además, no hará falta actuar formal. No es un baile real. Oh, sí, la Duquesa Masefield, ¿recuerdas haberla conocido en la ópera? Dijo que le gustaría volver a hablar sobre las hadas contigo. Ahora que pienso en ello, ¿sabías que su marido, el Duque, era primo del profesor de tu padre?

No sabía eso.

Pero sin darse cuenta, un muro había sido construido a su alrededor, dejándola sin la opción de negarse.

Incluso si su padre era reconocido como un erudito y aceptado por sus peculiaridades, a su hija no se le debería permitir actuar de forma inapropiada con un noble que estaba relacionado con él.

Era la estrategia habitual de Edgar.

—Pero no sé bailar.

— ¿Tompkins, cuándo llegará el profesor de baile?

¿Huh?

—Hoy en la tarde.

—Y, así, Lydia, no debería haber ningún problema.

¡Hay un problema mayor!

Era lo que realmente quería gritar, pero con Edgar frente a ella mirándola de esa forma, Lydia se quedó con la boca abierta y perdió la voluntad para hablar.

—Por el momento, estará bien mientras mantengas la forma. Al final, bailarás solo conmigo. Oh, sí, no puedes bailar con nadie más que yo. ¿Entendido?

— ¿Por qué…?

—Porque me pondré celoso.

Lo dijo con cierta frialdad, mirándola directamente a los ojos, pero Lydia solo podía sentir que se estaba burlando de ella. Siempre era así a cualquier hora del día.

Por supuesto, Edgar no tenía ningún conocimiento con respecto a las hadas a pesar de que obtuvo el título de Conde del Mundo de las Hadas. Es por eso que Lydia fue contratada forzosamente como la Doctora de Hadas privada de la familia del Conde.

La chica de diecisiete años que vivía en las afueras de Escocia, no pudo negarse después de que recibió el sello oficial de aprobación de Su Majestad la Reina. Y así se había acostumbrado a tener una oficina en esa gran casa noble, además de vivir en la gran ciudad de Londres en los últimos tres meses.

Sin embargo, todavía no podía entender en qué estaba pensando este Conde.

Hablaría con palabras dulces y que le derriten el corazón a cada mujer que conociera. Era un hombre que utiliza su aspecto dotado y su mente calculadora para aparentar lo más atractivo posible.

Lydia estaba perfectamente consciente que no podía tomar en serio ese tipo de palabras suyas. También sabía que esas palabras que sonaban atractivas a los oídos, eran solo sus medios para obtener lo que deseaba de las personas.

Pero, lo que no podía entender era dónde estaba la diversión en llevar a una chica del campo como Lydia a un baile.

Si su deseo era llevar y mostrar a una chica rara que era una Doctora de Hadas, entonces sería un buen momento para que se cansara de eso.

—Desearía que el hechizo de la luna también funcionara en ti —murmuró Lydia en un suspiro.

— ¿Hechizo de la luna?

—Es verdad, es un hechizo que ahuyenta a las hadas persistentes.

— ¿Señorita Carlton, es ese el hechizo mágico que se decía que usó el Conde Caballero Azul?

—Sí. Para rechazar la propuesta de un hada, tienes que decir: “Solo si me concedes la luna que cambia constantemente”. Dado que es absolutamente imposible, las hadas solo se pueden rendir y marcharse.

—Ya veo. Debido a que las hadas son leales a las promesas que hacen. Así que nuestro Lord también fue liberado de su cautiverio gracias a eso.

Al ver a Tompkins asentir de manera profundamente conmovedora, vio a Edgar acercarse al lado de Lydia y se recostó contra el escritorio. Él la miró y le dedicó una significativa sonrisa maliciosa.

—Soy persistente, así que no me rendiré tan fácilmente. Haré lo que sea necesario para presentarte la luna.

Parecía que estaba un poco molesto porque Lydia lo llamó “persistente”.

—Quise decir que solo deberías decir eso a tu principal interés amoroso.

—Tú eres mi principal.

Te refieres a la mujer que está frente a ti en ese momento.

—Es por eso que estoy un poco curioso, eso significa que has usado ese hechizo en alguien antes, ¿correcto?

—Eh…

Su corazón dio un vuelco ante su astuta intuición.

—Dijiste que desearías que funcionara en mí también. ¿A quién repeliste?

—A-A un hada.

—Así que se te propuso un hada.

—No era una real…

—Siento que me han derrotado. Así que hubo otro hombre a parte de mí que se enamoró tanto de ti.

— ¡Es-Estás equivocado! No fue así, solo era un hada un poco extraña. Verás, no es como si se hubiera enamorado, sino más bien como si quisiera ponerle las manos encima a un humano.

—Entonces, ¿hubo otros?

— ¿Huh?

—Hombres que se enamoraron de ti.

— ¡Por supuesto que no hubo! Todos se asustaban porque siempre estaba con las hadas. Recibí algo parecido a una carta de amor de un chico una vez. ¡Y solo era un reto que le hizo su grupo de amigos!

Después de darse cuenta de lo que había dicho, se avergonzó terriblemente por  decir honestamente algo como eso. No hacía falta decirle a él qué había pasado realmente.

—Los chicos son ineptos a la hora de expresar sus sentimientos. La única forma para poder acercarse a la chica que les gusta es ir más allá de una broma.

Seguro, podían haber casos como esos, pero no podía creer que era lo mismo en su caso.

Por otro lado, Lydia estaba impresionada de que Edgar no se riera de su historia. Nunca había hablado con alguien sobre eso antes porque pensó que era un acontecimiento que la gente encontraría gracioso. Para esos chicos, solo fue una simple broma.

Pero estaba confundida consigo misma por sentirse aliviada porque no se rió de ella.

Los ojos malva ceniza de Edgar la miraron con amabilidad pero al mismo tiempo, lascivamente.

Cuando sus ojos se encontraron, no sabía qué hacer y se sentía perturbada. Y sin embargo, en la parte tranquila de su mente, se recordó a sí misma de que él utilizaría ese mismo truco con cualquiera para engañarlos. Probablemente, la razón por la que podía permanecer tranquila era porque sabía que él originalmente era un ex-criminal ladrón.

Se imaginaba que realmente sabía que Lydia no se sentiría atraída por él sin importar cuán dulce hablara. Es por eso que sentía que a veces había algo así como una amistad entre ellos. ¿O solo era la imaginación de Lydia?

Edgar se dio cuenta que el mayordomo acababa de salir misteriosamente de la habitación, antes de que lo supiera. Colocó su mano para sostener la de ella encima del escritorio, tan naturalmente que no pudo reaccionar a tiempo para evitarlo.

—Pero, sabes, en realidad quiero agradecer al hecho de que solo hubieran chicos torpes a tu alrededor.

Lydia intentó apartar su mano, pero la agarraba fuertemente. No era tan fuerte como para ser contundente, solo lo suficientemente gentil para que la envolviera.

Quizás eso podría haber sido el motivo por el que no podía realmente reunir su fuerza para luchar.

—Lord Edgar, ha llegado un paquete del Sr. Slade.

La voz que interrumpió era de Raven.

Este joven de piel morena trabajaba como el sirviente de la familia del Conde y era el sirviente en el que Edgar más confiaba. Cuando ambos estuvieron en la vida del bajo mundo en América, era leal hasta el punto de que haría cualquier cosa si era para proteger a su amo.

Sin ninguna otra opción, Edgar soltó la mano de Lydia para volverse hacia Raven.

— ¿Raven, no fue la primera cosa que te enseñé tomar la indirecta y actuar de forma inteligente?

¿Es eso algo que realmente debería ser la primera cosa en enseñarse?

—Sí. Sin embargo, el otro día me dijo que ayudara a la señorita Carlton cuando estuviera en problemas.

—Ya veo —dijo Edgar mientras fruncía el ceño.

Raven no estaba bromeando. Antes de conocer a Edgar, fue entrenado para no tener ninguna emoción y fue tratado como un arma, así que debe ser difícil para él tomar la indirecta.

— ¿Qué debería priorizar?

—Eso depende de la situación y el momento. Tienes que adaptarte a las circunstancias… Oh, no, está bien, dado que pudiste decidir que Lydia estaba en problemas justo ahora.

Raven normalmente carecía de expresión facial. Pero el pequeño parpadeo pareció ser que estaba aliviado de que Edgar no le reprochara nada.

—Así que… Slade, dijiste… Ah, ese tratante de arte. Ábrelo. Es un buen momento. Quería mostrárselo a Lydia.

La cosa que Raven colocó encima de la mesa era un cuadro de un hada de colores tenues de aproximadamente un pie y 4 pulgadas.

A su pesar, Lydia se inclinó para ver más de cerca.

—Mi, qué hermoso.

—Fue hecho por un joven pintor, pero me gustó.

— ¿El pintor era una mujer?

—No me refería al pintor, sino al cuadro. Pensé que esta Reina de las Hadas se parecía a ti, por lo que quería tenerlo en mis manos a toda costa.

Se volvió para mirar a Lydia intensamente otra vez.

—No hay nada de ella que se parezca a mí.

—Lo hay. Es adorable y mística, y si fuera a abrir sus ojos cerrados, pensé que estaba seguro que tendría los mismos ojos verdes dorados que tú. La hermosa Titania, es la misma imagen que tengo de ti.

Ahí va de nuevo.

Lydia miró a Raven pidiendo ayuda. Sin embargo, parecía que decidió que iba a “tomar la indirecta” esta vez. Evitó sus ojos.

—Ya sé, hagamos que el pintor haga un cuadro contigo como modelo. Sería el más adecuado para colgar en esta casa.

—Eso es imposible, no modelo.

—Solo tienes que sentarte en una posición relajada. Es una gran idea. Si fueras tú en una pintura, entonces no te enojarías si te besara, ¿verdad?

Edgar apoyó los labios contra la durmiente Titania. Incluso si no creía que se parecieran, Lydia aún se inquietaba.

— ¡De-Detente!

Lydia no pudo contener su ruego.

— ¿Por qué?

—Deja de decir cosas como que nos parecemos y de hacer cosas como esa. Me hace tener ideas raras. ¡Y no me gusta la idea de hacer que hagas lo que quieras con una pintura mía!

—No es como si lo fuera a usar por una razón obscena.

—Huh… ¡N-Nunca dije algo así!

— ¿Estabas imaginando algo más que un beso?

Él definitivamente era un mujeriego por mirar divertido el rostro de Lydia volverse rojo.

—Oh, no soy tu juguete. Hacerme aprender a bailar y decirme que sea una modelo, si no puedes darme la luna, ¡entonces es imposible!

Si el hechizo de la luna funcionara realmente, desearía que sellara a este hombre para que no dijera tales tonterías. Oh, entonces, qué vida más feliz podría llevar.

Sin embargo, nunca funcionaría en Edgar, que la miraba divertido tanto como podía.

—Entonces, por el momento, concentrémonos en bailar. Raven, serás su compañero de baile.

— ¿Qué? ¿Voy a bailar con él?

—Porque fue de repente, el profesor no puede traer a un asistente. Es por eso que, Raven, no debes enfadarte solo porque te pise el pie.

—Sí.

Lydia miró tímidamente a Raven, quien respondió humildemente.

Tienes que estar bromeando.

Raven era completamente leal a Edgar, pero era implacable con sus enemigos. Estaba llena de un miedo insondable de practicar el baile con Raven, después de que le dijeran que fue entrenado para ser un asesino insensible.

No era como si lo odiara como persona, pero cualquiera querría mantenerse alejado de cualquier posibilidad que pueda provocar al asesino sediento de sangre que dijo que era difícil controlarse a sí mismo.

—Oh, Lydia, pronto entenderás que con los pretendientes humanos serás más feliz con rendirte de intentar alejar a los hombres persistentes.

Parecía que el hechizo de la luna tenía un efecto contrario en Edgar.

—Es un poco más malvado que de costumbre —murmuró Lydia mientras suspiraba.

Quadrille, Waltz y Gallop.

Lydia estaba completamente confundida y en problemas con los primeros pasos de los bailes que estaba aprendiendo por primera vez.

Raven era como un juguete mecánico de cuerda en sus pasos precisos, lo que lo hacía más problemático cuando solo cometía un pequeño error, que la desestabilizaba y casi los hacía caer, por lo que ella naturalmente lo pisaría un sinnúmero de veces.

—L-Lo siento…

—Está bien…

Nunca soltó una palabra de dolor, ni mostraba ninguna expresión, pero en ese pequeño momento, Lydia estaba segura de que estaba enfadado.

Pero aún así, se preguntaba cuándo y con quién aprendió Raven a bailar.

Y, porque estaba pensando en algo que no estaba relacionado, cometió otro error.

—Oh, jovencita, no es así. El pie derecho va primero, después gira.

El profesor de baile, que los guiaba mientras tocaba el violín, era un hombre delgado. Hablaba con una voz excesivamente aguda.

— ¿Por qué no tomamos un descanso? No podemos dejar que se lastimen por emocionarse el primer día.

Quien se sintió aliviado ante la sugerencia del profesor fue probablemente Raven más que Lydia.

Conduciendo al profesor a la habitación siguiente donde las bebidas estaban preparadas, Raven y él salieron de la habitación, dejando a Lydia sola. Se dejó caer en la silla junto al alféizar de la ventana. Un gato de pelo gris apareció frente a ella.

—Whoa, ahora, Lydia, ¿qué estás haciendo?

Era un gato hada y el compañero de Lydia. Actuaba como un caballero usando una corbata y se paraba en sus patas traseras junto a la ventana. Apoyaba las manos en las caderas, pero solo se veía como un gato de arriba a abajo.

— ¿No puedes adivinar mirando? Bailaba.

—Hmm, pensé que estabas pasando factura al Sr. Raven.

En lugar de enfadarse con los comentarios irónicos de Nico, se deprimió al pensar que tenía razón.

— ¿Nico, fui tan horrible?

—Era más como un arma letal que un baile.

— ¿Crees que Raven está enfadado…?

—No te molestes. Si fue una tarea ordenada por Lord Edgar, entonces la tomaría incluso si fuera una tortura.

¿No es un poco duro llamarlo tortura?

Lydia cerró los labios con tristeza.

—Uh… Disculpa.

Pensó que oyó una pequeña voz como el débil sonido de una campana. Miró alrededor en busca de la fuente, pero no había nadie.

—Ah, me había olvidado. ¿Lydia, está el Conde aquí?

—Creo que sí, pero ¿qué pasa?

—Esta pequeña dama dice que tiene negocios con el Conde.

Levantó su cola esponjosa para revelar que había una pequeña hada encima.

El hada lucía un vestido amarillo hecho de pétalos de flores, e hizo su camino subiendo por el pelaje grisáceo de Nico para acercarse y hacer una pequeña reverencia a Lydia.

—Es un placer conocerla, Doctora de Hadas.

— ¿Eres una hada de las flores del campo?

—Sí, llámeme Marigold.

Ya veo, así que es un espíritu de caléndula.

— ¿Qué tipo de negocios tienes con el Conde?

—Mi maestro me encomendó un regalo para el Conde Caballero Azul. ¿Podría hablar con él?

Por la actitud cortés y el alivio de oír que era una especie de hada inofensiva, Lydia asintió sin pensarlo demasiado.

—Sería mejor preguntarle al mayordomo que está en la entrada. Pero, no creo que te pueda ver Edgar. ¿Podrías transformarte en forma humana?

—No soy muy buena en eso.

A pesar de que dijo aquello, el cuerpo de Marigold desapareció en un abrir y cerrar de ojos. En cambio, allí estaba de pie una niña pequeña que llevaba un vestido de pétalos de flores.

—Desafortunadamente, no puedo transformarme en adulto.

Con la apariencia de una niña de cinco años, parecía bastante extraño para ella que le hablen de una manera cortés, pero no se podía evitar ya que ella es una hada.

—Creo que eso podría estar bien. Ah, todavía tengo la práctica de baile. Nico, guiala.

El profesor y Raven entraron en la habitación. El hada inmediatamente regresó a su forma pequeña y se agarró a la cola de Nico.

—Ahora, señorita, continuemos con la práctica.

Insistida por el profesor, Lydia una vez más se paró frente a Raven.

—Primero comencemos con un paso del Waltz.

El profesor comenzó a aplaudir al ritmo.

Mezclada con el ritmo, la voz de la pequeña hada llegó a sus oídos, cuando estaba a punto de marcharse con Nico.

—Ah, finalmente podremos recibir al Conde Caballero Azul como el novio de su majestad la Reina.

¿Qué?

Hace mucho tiempo, hubo una Reina de las Hadas que intentó casarse con el Conde Caballero Azul. ¿Podría ser esa hada la mensajera de esa reina?

No hay manera… ¿Pero realmente consiguieron traer la luna como prometieron? Si es así, y Edgar termina aceptando, eso significa que tendría que casarse con un hada.

Llegando a esa conclusión, Lydia entró en pánico y sus pies se enredaron.

—Señorita Carlton, cuidado.

Raven la agarró del brazo para sujetarla, pero Lydia estaba preocupada pensando, así que instintivamente la cogió por sorpresa.

Trató de empujarlo, pero se tropezó con el dobladillo de su falda y cayó.

— ¡Ah!

Se estrelló contra Raven y ambos cayeron al suelo, aplastándolo por completo debajo de ella. En primer lugar, dado que era descendiente de asiáticos, era mucho más pequeño y esbelto que el inglés promedio.

Los dos cayeron magistralmente juntos.

—Ow… L-L-Lo s-siento mucho Raven. Qué torpe soy…

Intentó apartarse de él, pero llevaba una falda de crinolina y tratar de levantarse era más complicado de lo que parece.

—Ah, ¿están los dos bien?

El profesor finalmente se acercó a ellos, pero aparentemente no era del tipo denso y no le ofreció su mano para ayudarla a levantarse.

En ese momento, el rostro inexpresivo de Raven, que estaba justo enfrente de Lydia, cambió levemente a un ceño fruncido. Sintió el agudo aguijón de la malicia y en un instante se le puso la piel de gallina.

Uh-Oh, ¿perdió la paciencia?

Pero, justo cuando pensó aquello, el hombro de Lydia fue inmovilizado. Vio la imagen destellante de Raven deslizando su mano por el bolsillo y sacando un cuchillo. En ese momento, escuchó la voz del profesor.

— ¡Di tus oraciones, perro de Príncipe…!

¿Qué? ¿Por qué el profesor de baile sabe acerca Príncipe?

Sin embargo, sin darle tiempo a reaccionar, Raven hizo a un lado a Lydia con fuerza. Se lanzó hacia el profesor y hizo un rápido movimiento con su cuchillo.

— ¡Noooo!

Lo que escuchó a continuación fue el grito del profesor.

Más el ruido que vino después, el grito que Lydia dejó escapar al ver lo que había dejado caer frente a sus ojos, había sido más ruidoso.

Instantáneamente, Edgar entró corriendo en la habitación con el mayordomo, pero en ese momento, el profesor se había ido. Parecía que había escapado por la ventana dejando atrás el dedo que Raven le cortó.

—No puedo soportarlo más —murmuró Lydia.

Desde que entró en escena con Edgar, constantemente temía por su propia seguridad.

Si era un peligro relacionado con las hadas, entonces su estado de ánimo podría estar preparado para eso, pero no quería estar involucrada con incidentes sanguinarios.

Para empezar, Edgar estaba en una condición de escapar de una organización misteriosa que tenía a un hombre llamado Príncipe como su líder. Además, parecía que planeaba empezar una guerra contra ellos.

Mientras estuviera contratada por la familia del Conde, se preguntaba si cosas como esa iban a suceder una y otra vez.

La idea de que tal vez debería renunciar, pasó por su mente. Pero este era un trabajo decente como una Doctora de Hadas. Incluso si Edgar no era un verdadero miembro de sangre de la familia Ashenbert, existían tierras que fueron heredadas por esta familia Conde que todavía coexistían con las hadas, por lo que todavía había algún uso para una Doctora de Hadas novata como Lydia.

Si fuera a regresar a Escocia, sería llamada un bicho raro, como siempre había lo sido, y estaría esperando por ofertas de trabajo que pueden o no llegar.

—Así que, Raven, eras el objetivo del profesor.

—Sí, me llamó “el perro de Príncipe”.

Mientras pensaba en algo, Edgar pasó delante de Lydia una y otra vez.

— ¿Qué significa esto?

—Los más probable es que sean un grupo que se opone a Príncipe. Sabían que Raven estaba con Príncipe en el pasado y pensaron que era parte de su plan que viniera a Inglaterra.

—Entonces, ¿por qué no le dices que ambos están en contra de Príncipe?

— ¿Podría haber una oportunidad de explicarlo a unas personas que de repente nos atacarían? Pero, bueno, dado que son un grupo que Príncipe todavía no ha tocado, no deberían ser una amenaza.

—Pero, Lord Edgar, si sabían acerca de mí, ¿no sabrían acerca de usted también?

Se detuvo y cambió las cosas en su mente.

—Sí, podría ser. Tomemos precauciones por si acaso.

La sede de Príncipe y su organización estaba en América. Más que nada, estaba más allá del gran Atlántico. Debió de tomar bastante tiempo antes de que determinaran la ubicación de Edgar, y durante ese tiempo, él obtuvo su título de Conde y estableció una posición social estable en la sociedad de Inglaterra. Lo hizo de tal manera que nadie pudiera ponerle las manos encima fácilmente.

No solo eso, sintió el indicio de que planeaba su venganza contra aquellos que lo atormentaban, pero por el momento, estaba en la alegría de vivir, disfrutando de la nueva vida que ganó.

Lydia esperaba que simplemente lo dejaran y se olvidaran de su terrible pasado y venganza, pero quizás eso era algo difícil de pedir. Era indignante tener que ser el objetivo de los enemigos de tu enemigo.

Incluso si era involucrada en una confrontación sangrienta, la razón por la que Lydia no se marchó de allí probablemente era porque estaba preocupada por lo que se avecinaba.

No estaba segura de qué más podía hacer para ayudar, además de su trabajo como una Doctora de Hadas, pero como estaba involucrada en convertir a Edgar en el Conde, esperaba que contribuyera y nutriera el linaje. Eso también sería por el bien de las hadas que vivían en sus propiedades, así que quería ser de ayudar para él.

Mientras pensaba eso, Lydia se dio cuenta que Raven tenía la mano vendada.

— ¿Raven, te lastimaste?

—Solo es un raspón.

—Um, lo siento. Fue mi culpa por caerme encima de ti.

Si era Raven, normalmente no se lastimaría cuando luchaba contra un solo hombre.

Edgar la miró.

— ¿Caer encima? Bueno, ahora… Creo que me gustaría ser el compañero de práctica empezando desde mañana.

Lydia se imaginó como si fuera a caerse encima de Edgar, pero sintió que eso era algo terriblemente ridículo por suceder, y la hizo apresurarse a responder.

—S-Si fueras tú, entonces no podría practicar tranquilamente.

— ¿Eso quiere decir que eres consciente de mí?

— ¿Huh…? ¡Eso es imposible! ¡Odio cómo tienes motivos ocultos!

—Pero, sabes, pienso que incluso Raven tendría motivos ocultos. ¿No es verdad?

Raven, a quien se le solicitó una respuesta, pensó por un momento, y respondió seriamente con un “probablemente”.

—Así que, ¿cómo estuvo?

—Ah, ¡caray! ¿Qué estás preguntando? ¡Ya detente!

Lydia se puso roja y se apresuró a interrumpirlos. Edgar se rió para sí mismo y Raven era su habitual yo inexpresivo.

—Porque será vergonzoso para Lydia, cuéntamelo después en secreto.

—Sí.

—No digas “sí” a eso.

Acababan de descubrir que eran el objetivo de alguien y debería haber sido una situación seria, pero ¿por qué son estas personas tan despreocupadas y optimistas?

Su mente estaba llena de incredulidad.

En ese momento, el mayordomo apareció con un mensaje.

—Milord, tengo noticias de que el verdadero instructor de baile fue empujado por las escaleras de su casa cuando estaba a punto de salir y se torció la pierna. Envió una carta de que sería difícil para las clases de baile durante un tiempo. El mensajero llegó con ese mensaje justo ahora.

—Ah… —Edgar lo dijo con una voz similar a un suspiro—. Así que fue calculado deliberadamente. Tompkins, elige un nuevo instructor de baile cuidadosamente y lo más pronto posible.

—Sí, milord. Otra cosa, hay una pequeña dama que pregunta si el Conde todavía no está disponible para verla.

—Oh, sí, lo había olvidado.

Lydia lo recordó y levantó la mirada. Cuando recordó su responsabilidad como una Doctora de Hadas, sus sentimientos de Edgar siendo irrazonable se esfumaron de su mente por completo.

— ¡Marigold! Me había olvidado de ella también. ¿Edgar, ya las has conocido?

—Oh, ¿así que es una conocida tuya? Todavía no la he visto. Justo cuando Tompkins vino a notificarmelo, escuchamos tu grito.

— ¡Gracias a Dios! Fue antes de que la conocieras. Edgar, es un hada. Parece que va a ser algo problemático, así que iré contigo para ver qué quiere. Y, una cosa más, no debes, por supuesto, aceptar la cosa que trajo para ti.

Le dirigió una mirada inquisitiva, pero asintió. Después de sentarse en el sofá, le dijo al mayordomo:

—Trae a la señorita aquí.

La señorita Marigold había perdido por completo su energía desde la primera vez que entró con buen ánimo, apareciendo de una manera bastante deprimida.

— ¿Es realmente un hada? —le susurró Edgar a Lydia.

—Dijo que no podía cambiar a una forma más mayor que esa.

—Qué mal. A menos de que tuviera diez años más, incluso yo dudaría en cortejarla.

Lo dudó. Parecía del tipo que ponía una buena cara incluso a un bebé.

Tal como lo pensaba, la trató con un comportamiento apasionado mientras lo saludaba cortésmente como si fuera una dama. La tomó de la mano y le ofreció tomar asiento.

—Milord, mi señora me confió traerle el regalo prometido. Era la cosa que deseó cuando mi señora le pidió matrimonio en el pasado.

— ¿Matrimonio…?

Edgar no podía entender a lo qué se refería, así que Lydia se lo explicó.

—No se refería a ti, pero le hizo la propuesta de matrimonio a uno de los antepasados del Conde Caballero Azul.

—Ahh, esa historia de la que estabas hablando con Tompkins. Así que era verdad… Lo que significa, Marigold, ¿es tu señora una Reina de las Hadas?

—Sí. Su Majestad es la Reina de los Campos de la Luna.

— ¿Es linda?

—Oh, mi, sí…

¿De qué te estás entusiasmando?

Por supuesto, si Edgar realmente estaba ansioso por eso, entonces no habría ningún motivo para Lydia detener esta proposición de matrimonio.

—Pero, ¿la reina es igual de pequeña que tú? Entonces, es difícil para mí excitarme.

—No hay nada de lo que preocuparse. No habrá necesidad de eso.

— ¿Qué? Entonces, ¿tu tipo no tiene ese tipo de cosas? Entonces, no habrá nada divertido para mí…

— ¡Ese no es el problema aquí!

Si dejaba que los dos hablaran, entonces las cosas se irían por las ramas. Lydia le pellizcó el brazo y los interrumpió.

—Marigold, cuando la promesa fue hecha con la reina, el Conde debió de pedir la luna. ¿Estás diciendo que has traído la luna contigo?

—Sí. Pero… ¡Ha sido robada!

Rompió en llanto.

— ¿Robada, dices? De verdad que hay malvados malhechores. Pequeña dama, ¿nos podrías contar qué sucedió? Podríamos ser de alguna ayuda…

—Edgar, guarda silencio.

Le dijo Lydia y se volvió hacia la pequeña chica.

—Regresa a casa con tu reina. El regalo que fue robado no podía haber sido la luna. Además, la luna está en el cielo nocturno incluso ahora. Es por eso que el Conde no se casará con tu reina.

—Oh, no. Nosotros realmente obtuvimos la luna. ¿Estás segura de que la luna que está en el cielo es la verdadera? Porque la luna que nuestra majestad encontró realmente cambia de fases.

—Qué increíble. Me hubiera gustado verla.

Lydia estaba tratando desesperadamente de evitar esto y enviarla de vuelta, pero aún así Edgar estaba abriendo la boca despreocupadamente.

—Sí, me hubiera encantado mostrársela. Todos nosotros creíamos que inmediatamente le gustaría y aceptaría la proposición de nuestra majestad. Pero… Antes de que lo supiera, había sido intercambiado por algo como esto. Justo ahora, lo iba a sacar para asegurarme mientras esperaba ver a al Conde.

Lo que Marigold sacó, parecía una roca ordinaria de cualquier parte de la carretera.

—Estoy segura de que la robó. Esa horrible hada…

— ¿Robado por un hada? Entonces, sería imposible para los humanos recuperarla.

Mientras era abatida, la pequeña hada asintió. Incluso si fuera un Doctor de Hadas, que era un experto en el negocio de las hadas, no podrían crear una oportunidad con un problema que no estaba relacionado con los humanos.

—Me detuve y hablé con él mientras estaba de camino. Ahh, fue mi culpa por mostrar la “luna” en ese momento.

Era una lástima, pero no había nada que pudiera hacer.

—Oh, ¿Marigold, no hay forma de que puedas regresar con los tuyos?

—Seré castigada por su majestad.

—Pero, no hay nada que puedas hacer si fue robada. Estoy segura de que te perdonará.

— ¿Hay alguna forma de que crear una luna como la de antes?

— ¿Crear? Eso era algo extremadamente extraño, formada por el poder milagroso de la Madre Naturaleza…

Casi soltó todo, pero se contuvo y rápidamente negó con la cabeza.

—No, la luna de la luna, solo existe una luna en la Tierra.

—Hmm, ¿pero no hay reinas de las hadas conocidas por el mundo bajo el nombre de Diosas de la Luna como Diana o Titania? Si era un hada de la luna, entonces pensé que sería fácil para ella crear una pequeña luna.

—Su reina no es un hada de la luna, más bien más como un hada de la luz de la luna. Un grupo de pequeñas hadas como ella son encarnaciones de las flores de campo cercanas, o insectos, o animales pequeños. Son personificaciones de algo en el paisaje. La más alta entre esas hadas suele ser una reina que representa a la luna.

—Oh, ya veo. Qué maravilloso. Así que eres una encantadora caléndula, ¿lo que significa que también hay tréboles y margaritas? ¿O grillos y saltamontes?

Edgar continuó de muy buen humor.

—Puede ser difícil para ti regresar de inmediato, ¿así que por qué no te quedas aquí por un tiempo? Lydia, no sería maravilloso para ti tener a una hada como invitada. Podría tener la excusa de que ella intentó todo lo posible para tratar de recuperar la “luna”.

Marigold levantó su rostro lloroso como si estuviera un poco aliviada. Era una hada de campo buena. Lydia decidió que si era algo como eso, entonces no debería haber problema.

Era preocupante lo bajo que los estándares de Edgar estaban en contra de los peligros de las hadas, pero mientras no aceptara la “luna” entonces no podría ser llevado al Mundo de las Hadas.

Ya que no hay que preocuparse de la “luna”.

De la nada, Nico se desplomó sobre la mesa. Crispó sus bigotes y luego se rascó la nariz.

—Tengo un mal presentimiento.

Después de decir eso, miró de cerca la pequeña roca que estaba encima de la mesa.

— ¿Qué es? ¿Es sobre el hada que engañó a Marigold?

—No estoy seguro, pero tengo un mal presentimiento. Y, además, esta roca tiene moho.

Moho, una roca que estaba en el agua. Lydia también tuvo una ligera sensación de malestar.

—No puede ser —dijo para sí misma.

— ¿Milord, qué deberíamos hacer con el objeto olvidado por el instructor?

A las palabras del mayordomo, que apareció, su humor se deprimió aún más.

Lo que dejó atrás: cuatro dedos. La vista de aquello, que estaba grabado en los ojos de Lydia, ese recuerdo insoportable volvió a su mente.

—Estoy seguro de que no volverá a buscarlos. ¿Por qué no se lo lanzamos a algunos perros callejeros?

Lydia vio el lado desalmado de Edgar en ese instante, y en ese momento, tuvo la espantosa sensación de que todo iba a ir en una mala dirección, sacudió la cabeza furiosamente para alejar eso.

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