Traducido por Dragox
Editado por Susibet
Al día siguiente, desafortunadamente el clima empeoró y continuamos avanzando hacia el dominio real de Jugfena mientras lloviznaba. No podíamos determinar la hora del día porque no podíamos ver el sol y teníamos que avanzar con cuidado para no terminar desviándonos debido a la poca visibilidad.
Con los alrededores neblinosos, seguimos caminando por el camino correcto y llegamos frente a un bosque que era mucho más denso que cualquier bosque dentro de Kaldia. Se decía que un bosque primitivo alguna vez cubrió toda el área y que lo que queda de este es ahora conocido como “Bosque de Monstruos”. Pude oír lo que sonaba como sonidos de bestias e insectos proveniente del bosque junto con los sonidos de la lluvia cayendo.
—Este lugar da una mala vibra…
Esta opinión vino de uno de los soldados. Tal vez se debe a la lluvia pero incluso cuando es verano, se siente frío en el aire. Los soldados probablemente también están cansados, todos siguieron marchando en completo silencio.
—Gunther, aumenta nuestra velocidad a un punto en que no nos perdamos de nuevo.
—Entendido. También quiero salir de aquí lo antes posible. Incluso estando afuera del Bosque de Monstruos, mi corazón late nervioso.
Incluso Gunther, quien es alguien tan temerario pensaba de esa manera y este camino tenía una atmósfera sombría. Mientras sostenía las riendas de mi caballo, miré hacia el bosque a mi derecha. Debido a la lluvia, el contorno era oscuro y no pude verlo claramente. Aunque todavía hay una distancia hacia el bosque, se sentía como si el Bosque de Monstruos fuera una presencia amenazante, Tal vez esto es porque el bosque ocupa una larga porción de mi campo de visión.
Pero mientras estaba concentrada en el bosque, escuché exclamaciones de celebración de los soldados al frente.
— ¡Puedo verlo! ¡Hemos llegado al fuerte Jugfena!
Al oír esto, los soldados celebraron. Al otro lado de la llovizna, la sombra de una estructura hecha por el hombre estaba apareciendo lentamente.
Mientras nos acercamos, pude ver gradualmente el contorno y las características de la gigante fortaleza. El fuerte Jugfena es el único lugar en el que personas viven dentro del dominio real Jugfena, el agua caía sobre el fuerte hecho de soca negra pulida y metal y tenía torres esparcidas uniformemente con la bandera de Arxia sobre ellas con paredes más altas que las de la Mansión de Colinas Doradas en la que vivo. A diferencia de los castillos en la capital real, este no tenía elementos decorativos en absoluto pero su naturaleza sistemática parecía súmamente magnífica.
Los soldados del ejército de Kaldia no habían salido de Kaldia antes e incluso Claudia que debería estar acostumbrada a los castillos de la capital real, todos ellos miraban el fuerte de hierro negro con la boca abierta. Yo no era la excepción. Frente a este fuerte abrumadoramente hermoso, el ejército de Kaldia avanzó todos con una tonta expresión fascinada.
—Mm, Elena-dono, por allá.
Claudia quien parecía tener la vista de una bestia salvaje, estaba apuntando a la base del fuerte. Su vista era lo suficientemente buena como para encontrar una semilla en una gran cocina.
—Es Eliza, no Elena.
—me equivoqué de nuevo… Lo siento.
Acorté mi corrección usual ya que a estas alturas, prácticamente me había rendido y enfoqué la vista donde Claudia estaba apuntando. Como mi caballo seguía avanzando, cuando nos acercamos más por fin pude ver aquello a lo que Claudia señalaba.
—Ese es… ¿el campamento de los refugiados?
Rodeando el fuerte, completamente diferentes a las tiendas de campaña a las que estoy acostumbrada, había hileras de tiendas de campaña simples, del tipo que usan los soldados. Estaban esparcidas por los lados del fuerte como podía ver.
Incluso cuando estaba lloviendo, podía ver gente entrando y saliendo de las tiendas de campaña, sin preocuparse de la lluvia. Entonces desvié la mirada hacia nuestro destino, el fuerte que nos tomó tres días de marcha en llegar. Nos detuvimos frente a las puertas del fuerte y como mi comandante militar principal, Gunther reportó nuestra llegada al guardia de la entrada. Frente a mí había unas puertas gigantes de madera detrás de una malla de cadenas de hierro, realmente podía darme cuenta de que este castillo estaba hecho para ser una fortaleza.
Tal vez los refugiados se dan cuenta de que Claudia y yo somos de alta alcurnia ya que vamos montadas, sus miradas estaban posadas en nosotros. Solo nos miraban, no había gran expresión en sus rostros. Algunos se quedaron mirando silenciosamente, otros perdieron el interés y regresaron a sus tiendas de campaña. Todos lucían muy delgados, podía darme cuenta que parecían exhaustos y demacrados.
Lo siento pero en este momento no estoy aquí para darles la bienvenida. Pongo lo que acabo de ver en un rincón de mi mente.
Mientras tanto, la gigante puerta al frente se abrió. Gunther dio la orden para que todos avancen y entramos lentamente al castillo en columnas de soldados que marchaban. Había una hilera de soldados a cada lado, dejando suficiente espacio para que pasaramos por el centro. Pasamos entre las hileras de soldados mientras entrábamos al fuerte. El fuerte estaba muy iluminado por antorchas y pasamos por algunos establos en el primer piso que abarcaban un gran espacio en el que muchos caballos descansaban.
—Muchas gracias por venir, Vizcondesa Kaldia.
—Le agradezco su bienvenida. Como fue prometido, he traído cincuenta soldados del ejército de Kaldia.
Estábamos siendo guiados por soldados del fuerte y el caballero que había sido el mensajero para el dominio de Kaldia el otro día vino a saludarme. Supongo que debe de ser nuestro enlace con el fuerte. Como hoy el caballero no llevaba su casco y tenía su cabello suelto, se veía más joven. Si acaso, diría que su apariencia actual encajaba mejor con su edad. Aunque no tengo idea de qué edad tiene.
—En nombre de mi señor el conde Einsbark, muchas gracias a tu espíritu noble y puro.
El hombre se arrodilló y me saludó en una pose especialmente caballerezca y con gestos ceremoniales, con su mano derecha tocando su hombro izquierdo. Como era de esperarse de un caballero de verdad, sus movimientos eran elegantes y llenos de gracia.
En cuanto a Claudia cuyo sueño era convertirse en caballero, sus ojos brillaban de emoción al ver al caballero hacer su saludo formal. Esto es malo, esa es la expresión que tiene justo antes de perder el control.
—Lamento los inconvenientes apenas haber llegado pero me preguntaba si mis soldados podrían descansar pronto. Como tuvimos que encargarnos inesperadamente de la exterminación de una bestia mágica en el camino, están un poco cansados.
—Por supuesto.
El caballero le dio instrucciones a los soldados que nos habían estado guiando y mis soldados fueron al segundo piso con ellos.
Mientras tanto, le ordené a Claudia que trajera a las dos mujeres. Esas dos mujeres que traje conmigo de la aldea Cyril, cuando entraron por primera vez a esta fortaleza de roca y metal, estaban muy asustadas como para fijarse siquiera en los refugiados y parecían no tener idea de qué hacer. Por el momento, solamente voy a decir que son criadas de Claudia y mías y que mañana haré que Claudia las acompañe de regreso a la aldea Cyril.
—Así que, solo por hoy estaría bien si nos prestan una habitación para estas criadas?
—Ah, hay bastantes habitaciones extras. No hay problema.
El caballero asintió a mi segunda petición y continué hablando.
—Todavía no he oído su nombre. Me disculpo por no preguntar hasta ahora.
—No hay problema. Le agradezco por el respeto que me ha mostrado. Permíteme presentarme, soy Ergnade Einsbark. Soy el líder del primer Escuadrón de Caballería en el fuerte Jugfena. como estoy encargado de ser el contacto con ustedes, creo que nos vamos a conocer muy bien. Estoy a su servicio.
¿Einsbark? Ese no era un nombre que esperaba oír de él.
Como había sido mandado como caballero mensajero, pensé que solo sería un caballero de bajo rango pero pensar que era un comandante militar. Lo que es más, como su apellido es Einsbark, significa que está emparentado con el conde que es el líder aquí. Con un rango tan alto, ¿él va a ser nuestro contacto?
Me pregunto qué es lo que pretende el conde Einsbark al elegir a tal persona para ser nuestro contacto. No saber lo que ese viejo zorro astuto, el sagaz y veterano conde Einsbark, pueda estar planeando o pensando, hace que se asome mi feo hábito de estar en guardia y desconfiar.
Capítulo 38 de la novela ya disponible en Kovel Times edición 22.