El caballero era un viajero errante. Su mayor aspiración era un día rescatar a una princesa de las fauces de un terrible dragón, y luego casarse con ella.
Debido a que había demasiados caballeros compartiendo esta misma aspiración, y pocas princesas secuestradas por terribles dragones, la demanda excedió la oferta, causando mucha agonía para el caballero.
Todo lo que podía hacer era viajar de país en país, montando sobre un caballo blanco tan escuálido como un palo, mientras cargaba su espada larga que tenía incontables abolladuras debido a que no tenía dinero para reparaciones.
Cada vez que llegaba a un lugar, preguntaría:
—¿Su princesa ha sido secuestrada por un terrible dragón?
Normalmente recibiría por respuesta un no, y miradas de simpatía, porque cada caballero que había pasado antes había hecho una pregunta similar. Sin embargo, este día, su destino fue alterado por una carta que cayó del cielo.
Un pájaro de orígenes desconocidos había pasado volando sobre su cabeza, y una carta cayó de su cuerpo. El caballero la recogió del piso y la abrió para echar un vistazo. Decía:
“Un terrible dragón me ha secuestrado. No quiero casarme con él. Quien sea que recoja esta carta, ¿podría por favor rescatarme? Estoy en un castillo al suroeste de la ciudad Kalor. Hay un dragón feroz.”
Los alrededores del castillo estaban completamente silenciosos; ningún sonido podía ser escuchado. En la parte más alta, una silueta blanca estaba de pie. Debido a la distancia no podía ver su expresión claramente, pero ella parecía estar esperando ansiosamente a que el guerrero llegara.
El caballero miraba la silueta con pasión.
Oh Dios, que pura e inocente luce, debe de estar terriblemente asustada desde el día que fue encarcelada por el dragón.
¡Él tenía que rescatarla!
Un gigante dragón rojo yacía dormido en el pasto fuera del castillo. El caballero se desmontó silencioso de su caballo, y se acercó solo a la bestia, con su espada alzada.
El terrible dragón se despertó alarmado, y dió un penetrante rugido al levantar la cabeza. El caballero apretó el puño de la espada, y se armó de coraje para atacar.
El hombre y el dragón lucharon. Y al final, el caballero salió victorioso.
Mientras presionaba sus brazos chamuscados, sacó la larga espada que había estado perforando el corazón del terrible dragón, y la sangre tiñó todo su cuerpo. ¡Se sintió lleno de poder!
La sangre le hizo ver borroso, así que se frotó ambos ojos. Pudo ver vagamente las puertas del castillo abriéndose, y una silueta blanca corriendo hacia él. La princesa debería de estar viniendo para declararle su amor. El caballero sintió como si estuviera a punto de morir de felicidad.
¿Y luego? Bueno, el héroe caballero, y el príncipe rescatado, vivieron felices para siempre.