Un deseo navideño – Capítulo único

Traducido por Shaey

Editado por Yonile

Corregido por Sharon


Era Nochebuena, y una niña huérfana estaba sentada encima del tejado con una galleta y un vaso de leche a su lado. Estaba sola pero feliz en la fría noche de invierno. Debajo suyo se extendía la ciudad envuelta en blancas hojas de nieve y brillantes destellos de luces danzantes. También había gente cantando y bailando alrededor de las calles, y algunos salían de la iglesia después de la misa. Todos llevaban esa gran sonrisa cálida y alegre, dibujada en sus rostros, por lo que ella se contentó con esa vista encantadora.

Sobre el vasto paisaje de la ciudad existía una torre con un gran reloj. Con sus ropas harapientas, ella se levantó del lugar donde estaba sentada, y se quedó allí, levantando sus dos brazos delgados como si fuera tan alta y poderosa como el gran reloj, como si fuera la dueña del mundo. Entonces cerró sus ojos y escuchó la dulce melodía de la música alegre, sintiendo junto al viento la dulce fragancia de la noche, dibujando en su rostro una sonrisa.

Era en esta época en que los niños pequeños se acurrucaban junto a sus mantas cerca de las chimeneas con sus vasos de leche y galletas recién horneadas. También era la época en que colgaban sus calcetines allí antes de dormir, y se despertaban para verlos en la mañana llenos de sus preciados deseos. Ella podría haber hecho lo mismo si hubiera tenido un hogar como los demás niños.

Las campanas del reloj sonaron cuando dieron las 11:00.

Pensó que podría haber deseado un vestido bonito o una bolsa llena de dulces. A pesar de sus pensamientos, el susurro que le confió al viento contenía un anhelo diferente, un deseo que había estado en su corazón por mucho tiempo: tener una familia con la cual pasar la Navidad.

Cuando abrió los ojos, se encontró de pie frente al reloj de la torre, sobre una baranda de hierro negro a su alrededor que evitaba que se cayera, con los dedos de sus pies al borde de la terraza.

Una mujer gritó su nombre, así que se giró para ver. Pudo visualizar a una hermosa mujer de mediana edad con un vestido floral blanco y el pelo recogido en un moño que caminaba agraciadamente hacia ella. Su madre le preguntó por qué no se había vestido todavía, y ella miró hacia abajo para ver su ropa de harapos sucia aún puesta. Su madre le cogió las manos suaves, y entraron para cambiarle la ropa.

Y en ese momento antes de Navidad, ya no era una niña huérfana.

Cuando estuvo limpia, vestida, y sus sucios rizos cortos fueron atados cuidadosamente, cenaron juntos. ¡Nunca había visto tantas comidas deliciosas juntas! Podía saborearlas todas mientras escuchaba las canciones navideñas que sonaban en la radio como plano melódico de fondo. Era feliz, pero había algo que no encajaba.

Se sentó a la izquierda de un hombre que probablemente era el marido de su madre, su padre, cuyas cejas estaban arrugadas mientras hablaba por teléfono. La madre se sentó a su lado, comiendo en silencio. Un chico mayor, su hermano, se sentó a su lado y le sonrió con tristeza.

¿Por qué el ambiente era tan desolado cuando tenían tanto por lo que se podía celebrar?, se preguntó mientras veía la torre del reloj.

Después de la cena, su padre la llevó a dar un paseo. Hablaron de trenes, aviones y montañas rusas, porque siempre había soñado en subirse a ellos algún día. Su padre prometió comprarle boletos para el parque de diversiones a ella y a su hermano mañana. Le preguntó si iba a acompañarlos, pero él sacudió la cabeza diciendo que tenía trabajo que hacer. Le suplicó, diciéndole que Navidad sólo venía una vez al año. Pero aún así, siguió negándose. ¿Acaso no podía cambiar unos días de trabajo para estar con su familia?

Caminaron más lejos en el silencio que se había establecido. Ella miró por encima del reloj de la torre que parecía más alto ahora que estaba en el suelo. Cerró los ojos y rezó en silencio para que su padre se subiera a la montaña rusa con ellos y disfrutara de la temporada. Solo esta vez, para que viera lo que se estaba perdiendo.

Cuando abrió los ojos, vio a una pequeña familia de vagabundos en el callejón cerca del reloj de la torre, y notó que estaban aplaudiendo y riendo bajo la tenue iluminación de las parpadeantes luces navideñas. Un tipo grande, que podría ser su padre, estaba bebiendo una botella de cerveza mientras observaba a su familia con una gran sonrisa en su rostro. Una mujer, que podría ser su esposa, cantaba y aplaudía a sus dos felices hijos.

No tenían nada más que una barra de pan, mantequilla y unas cuantas botellas de bebidas baratas, pero no estaban tan melancólicos como su familia esta noche.

La chica le preguntó a su padre si podían comprar comida. Él protestó, por supuesto, porque acababan de cenar. Le preguntó por qué, y ella señaló la dirección del callejón.

Los niños dijeron innumerables gracias cuando recibieron los regalos de su padre, ya que fue él quien los compró. El grandote le dio la mano a su padre, y la esposa le dio un beso en la mejilla. Su padre sonreía satisfecho todo el tiempo, y ella estaba contenta de verlo así.

Cuando estaban a punto de salir del callejón, el niño más pequeño de aquella familia corrió tras ellos y les entregó una pequeña caja a la niña huérfana, que no era huérfana esa noche. Dijo que era todo lo que podía dar a cambio de su amabilidad. Ella le agradeció y lo abrazó. Él sonrió y les deseó una feliz Navidad antes de volver corriendo y desaparecer en la oscuridad.

—Vamos, querida. Es hora de que nosotros también lo celebremos.

Y cuando escuchó eso, la chica supo que él iría con ellos mañana al parque y se subirían juntos en la montaña rusa.

Así que cantaron, rieron y bailaron al ritmo de la ciudad. Y cuando empezaron a cansarse, se acurrucaron junto al fuego, con su madre cantando una canción de cuna. Era una noche perfecta, y todos tenían esa sonrisa cálida y alegre dibujada en sus rostros.

Ella se acurrucó en la manta junto a la chimenea con su leche y galletas a su lado. Y cuando la niña huérfana que no estaba sola esa noche cerró los ojos, supo que estaba contenta con esa vista exultante.

Se sentó en el familiar hormigón frío justo cuando el reloj de la torre daba las doce.

Y con el repiqueteo de la campana, era una chica huérfana otra vez.

Sintió una caja familiar en su mano, y vio que era la misma de sus sueños. La abrió y vio un pequeño y viejo relicario dentro, que tenía el retrato de un hombre que tenía sus mismos ojos, y una mujer que tenía los mismos rizos y la misma curva de los labios que ella.

Miró su leche y galletas, que ya estaban parcialmente consumidas. Miró el reloj y la inmensidad que se extendía debajo de él. El viento frío le erizó el pelo mientras respiraba el aroma de aquella noche maravillosa, y una sonrisa iluminó su rostro. Para otros, podría haber sido solo un sueño. Pero para esta niña huérfana, era una realidad que permanecería en su corazón para siempre.


Shaey
Bello one-shot, me hiciste derramar lágrimas en cuanto lo traducía. ¡Oh mi pobre corazón sentimental!

Yonile
También necesito pañuelos :c Qué one-shot tan bonito u.u.

Una respuesta en “Un deseo navideño – Capítulo único”

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