Traducido por Maru
Editado por Tanuki
Cuando se quitó el casco, su cabello negro fluyó sobre sus hombros. Los sirvientes lo ayudaron a quitar las pesadas armaduras de su pecho, brazos y piernas. Nunca había protegido tanto su cuerpo durante la guerra. Él había estado marchando por las calles vestido como un payaso, mientras sufría a través de la interminable gente que gritaba sobre sus cabezas. Apenas había podido soportar marchar en la perfecta formación militar, como el perro del Emperador.
—¿Por qué no cuelgas algunas pinturas aquí y allá? Es tan yermo aquí.
Sin embargo, eso no era lo que le estaba molestando en este momento. Un huésped no invitado lo había seguido hasta sus habitaciones privadas, criticando todo. Aunque estaba en medio de cambiarse, el otro hombre vagaba sin vergüenza, absorto en los alrededores.
—Esta es mi habitación.
—Estrictamente hablando, este no es tu dormitorio. Es la sala de estar que sirve de dormitorio. Este lugar es perfectamente adecuado para un huésped.
—La sala de estar para huéspedes está en el primer piso.
—Si no fuera hoy, ¿cuándo más podría visitar tu casa? No seas tan tacaño. Tengo algunas piezas de arte muy bonitas. Te enviaré un poco.
Soportó la ira creciente en su corazón; uno nunca sabría lo que realmente estaba sintiendo por su apariencia externa. Tenía una expresión gélida, mientras que sus ojos rojos se veían tranquilos y en paz.
Estoicamente, dejó que sus sirvientes lo atendieran, mientras lo vestían con un traje de abrigo. Se estaba preparando para el baile de la victoria de esta noche.
Originalmente iba a descansar, y solo se mostraría cerca del final del baile. Si no fuera por este irritante huésped no invitado.
—Solo podré ir al baile de hoy —dijo mientras se abotonaba el puño de la manga.
—Bien. Pero la fiesta no es de tres días, sino de cinco…
—¿Vas a volver a tus palabras?
—Entiendo. Mira Duque, ¿por qué odias asistir a fiestas sociales? Tenemos un delicioso vino, comida, junto con mujeres hermosas. ¿Por qué no disfrutas tu tiempo aquí?
—Ya tengo más que suficiente vino en casa. Tampoco tengo mucho de un pasatiempo en busca de comida deliciosa. Incluso sin asistir a estas fiestas, ya tengo más que suficientes mujeres.
—Mira aquí. Esa no es la única razón para estas funciones. Duque, debes ayudarme aquí. Me diste tu palabra.
—Te prometí que te ayudaría cuando te convirtieras en el siguiente Emperador.
—¿Es así? ¿Quién crees que podrá convertirse en el próximo Emperador si no soy yo?
El Príncipe Heredero se puso de pie, confiado.
—Hablaremos después de que lo seas.
Uno nunca sabía qué podría deparar el futuro. Kwiz no parecía molesto por sus palabras, sino que simplemente suspiró.
—Eres más difícil de conseguir que una tímida jovencita.
—Un joven pegajoso nunca es popular.
—¿Mmm? Oh, Duque, ¿era una broma? Era una broma, ¿no? —rio Kwiz divertido, pero el otro hombre no estaba tan entusiasmado.
—Vamos a irnos.
Quería echar a ese huésped no invitado de sus aposentos privados lo antes posible.
♦ ♦ ♦
La empleada de la tienda de ropa no pudo evitar salvar el día para esta lamentable joven señorita. Lucía tuvo que pagar más del doble por el vestido y la remodelación. Según la empleada, era el precio favorable de “hoy”. Lo racionalizó diciendo que el vestido iba acompañado de un corsé y un bolso. Sin embargo, no pudo contratar a nadie que le ayudara con el maquillaje y el cabello.
Por suerte, Lucía conocía las técnicas básicas del maquillaje y peinado. Sin embargo, cualquier esteticista profesional que la hubiera visto chasquearía la lengua para quejarse de sus miserables habilidades y la sensación general de su apariencia.
Para cuando Lucía llegó al salón de baile, estaba cansada hasta los huesos. Le dolían las piernas de correr por toda la ciudad. Además, había rehecho su maquillaje y peinado muchas veces debido a sus malas habilidades, causándole mucho estrés.
Todas las inversiones de hoy no deben desperdiciarse…
Aunque había asistido a muchos eventos sociales en su sueño, todavía estaba nerviosa y preocupada.
Ah… mucha gente. La gente me atropellará si no tengo cuidado.
El punto más llamativo del baile eran las personas charlando por todo el salón. Aunque los nobles amaban las fiestas y los bailes, se habían abstenido debido a la guerra, por lo que ahora se veían muy alegres y animados. No sería exagerado decir que todos los nobles de la capital asistían al baile hoy.
Las fiestas sociales de clase alta tenían invitaciones limitadas. Los nobles no socializaban mucho con personas fuera de su círculo social. Era casi imposible para un noble de rango bajo poder asistir al mismo banquete que ellos, a diferencia de hoy. Por lo tanto, cualquier noble que buscase tener conexiones con los de mayor rango, estaría aquí. Era una buena oportunidad para conocer gente de mayor rango y hacerse un nombre por sí mismos.
Los candelabros brillaban y las mesas rebosaban de manjares. Las mujeres nobles estaban embutidas en elegantes vestidos y joyas, mientras que los hombres con trajes sofisticados las rodeaban. La música continuó tocando suavemente de fondo creando una experiencia nocturna placentera.
Le preocupaba si podría encontrarlo entre la multitud, pero no fue difícil. Simplemente siguió las miradas y pasos de todos, y naturalmente se encontró frente a él.
Ah… Es él…
Hugo Taran.
Su corazón comenzó a latir con fuerza. Era más encantador que cuando lo vio en su sueño. Normalmente, la gente solo oía su sobrenombre: El León Negro de la Guerra. Sin embargo, diez de cada diez casos, la gente se sorprendía por su buena apariencia. No parecía en absoluto bruto o salvaje. No solo se veía sobresaliente, su atractivo y belleza eran inigualables.
Sus miradas se posarían en su cabello negro y sus ojos rojos escarlata como la sangre, y luego apreciarían su rostro esculpido. Su elegante nariz de puente alto equilibraba maravillosamente sus profundos ojos.
Cuando abría sus delgados labios todos se callarían para escuchar sus palabras. Su mandíbula fuerte y su cuello revelaban su masculinidad.
Lucía había estado apreciando su mirada hermosa con la boca abierta, cuando rápidamente volvió a sus sentidos sorprendida, mientras miraba alrededor por si alguien se había percatado de su desagradable comportamiento. Afortunadamente, a nadie le interesaba la miserable y fea señorita.
¿Matrimonio por contrato…?
Lucía tragó saliva.
¿Podré… tener éxito?
El nivel era demasiado alto. No era un hombre al que deberías atreverte a mirar, susurró su mente sensiblemente.
Kwiz, que estaba de buen humor, arrastró a Hugo por todo el salón de baile. Quería desfilar como si estuviera usando un tesoro invaluable. En opinión de Kwiz, el Duque de Taran era considerado un tesoro. Estaba haciendo todo lo posible para poner al duque de su lado.
Ninguno de los dos había declarado explícitamente si habían decidido apoyarse mutuamente. Sin embargo, el hecho de que los dos caminaban juntos y hablaban hizo que la imaginación de los demás enloqueciera. Kwiz había usado eso como ventaja, mientras que Hugo había pasado por alto sus acciones en silencio.
Hugo estaba cansado y simplemente quería irse a casa. Cuando Kwiz se convirtiera en el próximo Emperador, tendría que hacer estas cosas para ayudarlo a ganar aliados, pero eso era algo que pensar en el futuro. No le parecía necesario poner tanto esfuerzo por el bien del Príncipe Heredero todavía.
¿Qué puede ser…?
Había estado sintiendo la mirada furtiva de alguien por un tiempo. Había sido un habilidoso cazador furtivo toda su vida, por lo que podía sentir con facilidad cuándo alguien lo estaba atacando. No sentía ninguna mala intención, pero lo hacía sentirse indignado por convertirse en el objetivo de alguien. Fingió ignorancia y miró a su alrededor buscando a la otra parte.
¿Una mujer…?
Inesperadamente, era una mujer. Tenía el pelo castaño y llevaba un vestido azul; parecía una joven que acababa de llegar a la adultez. Cuando Hugo la miró, ella evitó su mirada, pero él ya había descubierto la verdad.
Estaba acostumbrado a las miradas anhelantes de otras mujeres. Sin embargo, esta chica de cabello castaño no pertenecía a esa categoría. Parecía alguien que tenía algo que decir; sus ojos estaban llenos de inquietud y se veían desesperados.
Si tiene algo que decir, vendrá eventualmente.
Apartó su interés a un lado. Sin embargo, su mirada tenaz continuó molestando sus sentidos sin descanso. Ahora, la estaba mirando de vez en cuando para ver qué estaba haciendo. No conversó con nadie, ni bailó; simplemente continuó mirándolo. Por un momento, cuando estuvo solo, la vio dar un paso hacia él.
Pero tan pronto como alguien se acercaba de nuevo, ella retrocedería. Frunció el ceño sin querer. Eventualmente, la fiesta terminaría y aún no se había acercado a él.
Ah… Es imposible acercarse a él…
Se sentía como si fuera el protagonista de hoy. La gente no lo dejó solo en absoluto. No había una solo persona normal en su círculo de conocidos. Sobre todo, el Príncipe Heredero Kwiz Hesse el Noveno, no se apartó de los alrededores del Duque.
El principal instigador de mi horrible matrimonio está ahí. Pensó Lucía hacia su hermanastro.
No estaba particularmente molesta con el Príncipe Heredero. Aunque los dos compartían los mismos lazos de sangre, él no tenía responsabilidad de cuidarla como una verdadera familia. Nacieron de un útero diferente, por lo que no eran diferentes de ser extraños.
La fiesta finalmente acabó y ella no pudo transmitirle ni una sola palabra. Olvídate de hablar, ni siquiera pudo acercarse a él.
Ah… ¿Qué hago? ¿Asistirá al baile de mañana?
No estaba segura si asistiría al baile de mañana y si esa noche era realmente su única oportunidad. Lucía decidió que también asistiría al día siguiente.
♦ ♦ ♦
Habían pasado cinco días. Hoy era el último. Aunque la capital había sido sede del baile durante cinco noches, nadie parecía cansado. Lo más probable era que, tan pronto como terminase la fiesta, la mayoría de la gente estuviera cansada y se quede en casa por un tiempo. Sería muy tranquilo entre la alta sociedad durante un tiempo.
Sin embargo, en comparación con la primera y segunda noche, muchas personas no asistieron. La mayoría de los que asistían al baile de esa noche eran adictos a la fiesta. De lo contrario, estarían a la caza de un compañero para pasar tiempo a solas en los oscuros pasillos o el jardín.
No todos estaban allí para disfrutar de la fiesta. Había personas con grandes apetitos que se deleitaban con las delicias que ofertaban, los que querían hacer nuevas conexiones, y los que miraban coquetos en busca de una discreta aventura. Al contrario que los demás, estaba la solitaria Lucía, que estaba fuera contra la pared, bebiendo una copa de champán sin alcohol.
Había pasado los últimos cinco días de pie toda la noche con tacones, y le habían provocado un intenso y ardiente dolor. Su corsé no era demasiado molesto, pero estaba estrechando su pecho considerablemente, dificultando la respiración. Aunque tenía hambre, solo podía probar un poco cada vez debido a ello.
Aunque la fragancia de la comida era atrayente, la trataba como una decoración de fondo. Era incómodo ir al baño, así que se arregló con una sola copa de champán para mojarse los secos labios.
Sintió que realmente el hambre intensificaba la depresión. Estaba muy deprimida en ese momento. No sabía si era porque tenía tanta hambre que sentía como si su estómago estuviera pegado sobre su columna vertebral, o si era porque no pudo acercarse al Duque en los últimos cinco días. En cualquier caso, los dos habían causado igualmente mucha angustia a Lucía.
Miró al hombre con un abrigo negro en la distancia. Parecía superior en comparación a cualquier otra persona en el lugar, ya fuera apariencia o estado. Era alto, con hombros anchos y cintura estrecha. Su cuerpo tenía proporciones ideales. Aunque no podía verse su cuerpo debajo, cualquier podía decir que estaba bien tonificado.
No quedaba mucho tiempo ahora. Ni siquiera podría saludarlo cuando terminase la fiesta. No estaba segura de si tendría la oportunidad de reunirse con él después de eso.
Al menos pude mirarle a la cara hasta el punto de no arrepentirme.
Había estado acosando al hombre discretamente durante las últimas cinco noches. Admitía que se había obsesionado demasiado con eso. No era para nada molesto mirarlo. Era un hombre guapo que era agradable a los ojos. También era divertido observar a la gente a su alrededor. Especialmente cuando las mujeres presionaban vulgarmente su pecho contra él…
Era una creación hermosa, pero no intentaba ganar favores con su apariencia. Su expresión siempre era fría, sin ninguna alegría, enojo, tristeza o placer. A veces fruncía el ceño ligeramente o enarcaba las cejas. Cuando se reía, solo sus labios sonreían con cinismo. Sin embargo, algunas personas harían todo lo posible por observar sus reacciones con solo esas respuestas.
Su sola presencia hacía que la gente se detuviera. Naturalmente, exudaba una presencia imponente que suprimía la de los demás. Tenía la dignidad de un gobernante y la compostura de los fuertes.
Los que lo miraron de lejos se sorprendieron con la hermosa apariencia del Duque de Taran, pero los que conversaron con él pudieron entender por qué a este duque se le dio el título de El León Negro de la Guerra.
Los hombres dominantes, a diferencia de los no dominantes, siempre tenían mujeres merodeando a su alrededor, alineadas por la lujuria.
Lucía podía entender a las numerosas mujeres que intentaban hablar con el duque. Tenía una alta posición y mucha riqueza; era joven y guapo; tenía todo lo que uno podía pedir. No tenía esposa ni compañera. Incluso buscando en todo el mundo, sería difícil encontrar alguien comparable a él. Era el más raro de los raros. Si ella tuviera una posición más alta en la sociedad, no habría dudado en unirse a esas mujeres en este momento.
Si tuviera pecho más grandes por lo menos…
Ahhhhh…
Había otra persona igualmente fatigada como Lucía en ese momento. Su nivel de estrés había aumentado más alto que el de ella. Las basuras inútiles que se pegaban a él como pegamento estaban probando su paciencia mientras se preguntaba cuándo se callarían y perderían.
Sinceramente, echaba de menos el campo de batalla. Podía callar a la gente tanto como quisiera en ese lugar. Su pequeña alegría en la vida era decapitar a los que lo llamaban demonio. Era bueno que ahora no hubiese armas. Confió en su propia paciencia, pero no al cien por ciento.
Hugo desvió sus ojos rojos hacia una esquina. Nadie notó que había estado observando a una persona en particular todo este tiempo.
Nada ha cambiado.
La mujer de aspecto frágil con cabello castaño rojizo había estado parada en el mismo lugar mientras sostenía el mismo vaso todo el tiempo. Durante los últimos cuatro días, no se había cambiado su vestido azul pastel.
No asistía regularmente a las fiestas, pero era lo suficientemente sensato como para saber que las mujeres no usaban el mismo vestido al día siguiente. En un baile de cinco días como este, tendrían al menos tres vestidos y los rotarían. Si eran tan pobres que ni siquiera podían pagar tres vestidos, sería mejor si no apareciera en absoluto. Ni siquiera podía ganarse el desprecio de quienes la rodeaban. No la vio tratando de conversar con nadie, ni siquiera una vez.
¿Es dinero?
Si estaba interesada en su dinero, sería mejor si pudiera decírselo por adelantado. Estaba preparado para darle una suma de dinero sin hacer preguntas. Admiraba su espíritu inflexible.
Originalmente, planeó asistir solo el primer día, pero luego decidió asistir también al día siguiente. Le interesaba saber si ella estaría allí al día siguiente. Ella se había pegado a una esquina con el mismo vestido y había seguido mirándolo. Si intentaba captar su atención usando el mismo vestido todo el tiempo, quería transmitir el mensaje de que había tenido éxito.
El segundo día, tampoco se había acercado a él. Él podría haber ido a iniciar una conversación con ella, pero no lo hizo. Estuvo esperando que ella se acercara primero. Se sentía como un juego con la victoria sobre la línea.
Al final, ella había establecido un récord de asistir a la fiesta durante cinco días seguidos. Kwiz estaba muy feliz, aunque no había asistido todos los días para ganarse su favor. Al final, la mujer no pudo acercarse a él y había mantenido la larga distancia entre ambos.
Probablemente se deba a estas basuras.
Todos estaban seguros de que habían hecho todo lo posible para impresionar al Duque, pero tan pronto como Hugo les dio la espalda, planeó borrar a todas esas personas de su mente.
Siento que se me acercará si estoy solo… Intentaré encontrar una zona donde no puedan encontrarme.
Había estado asistiendo a las fiestas de los últimos cinco días y gran parte de su curiosidad por la mujer había desaparecido. Kwiz, que se había pegado a él como un chicle todo el tiempo, se había ido a algún lugar.
—Discúlpenme un momento.
Cuando Hugo solicitó su compresión, todos expresaron su renuencia y vieron desaparecer su espalda. Asumieron que regresaría después de ocuparse de sus asuntos y lo esperaron mientras charlaban alegremente entre ellos.
¿Eh?
Lucía, que lo había estado acosando, se sorprendió por su comportamiento inesperado. No parecía del tipo que deambulaba por las fiestas. Por lo general, permanecía en el mismo lugar y la gente lo rodeaba. Era la primera vez que se iba solo a algún lugar. Lucía dudó por un momento, pero luego decidió seguirlo. Podría ser su primera y única oportunidad.
Hugo caminaba tranquilamente; sintió que alguien lo seguía desde atrás.
¿Qué estoy haciendo en este momento?
Se rio para sí mismo. Le resultaba gracioso que pasara por tantos problemas para escuchar lo que una mujer tenía que decir. No era de los que perdían su tiempo con cosas inútiles. Habría terminado si simplemente la hubiese ignorado.
No estaba interesado en llevarla a la cama. Para él, había dos tipos de mujeres: las que quería llevar a la cama y las que no. Fue la primera vez que sintió curiosidad por una mujer de este último tipo.
Ha sido bastante aburrido estos días.
La alta tensión, las tropas que fueron arrastradas por la locura y la sensación de la sangre caliente y pegajosa. Estaba anhelando tales cosas. Salió de sus pensamientos errantes sobre la guerra. En cualquier caso, tenía mucha curiosidad por el objetivo de esa mujer.
Se dirigió hacia el jardín del este. La luna brillaba con mayor intensidad allí, pero debido a eso, no era un buen lugar para un romance secreto. Probablemente era el mejor lugar para estar solo sin tener que escuchar un fuerte gemido.
Se acomodó junto a la fuente que aún no se había llenado de agua. El lugar estaba a la intemperie hasta cierto punto. No había gente alrededor, pero no estaba tan desolado. Estaba satisfecho con la elección del lugar. Volvió la cabeza al oír el crujido de las hojas secas. Cuando apareció una mujer, la pequeña diversión de su interior voló muy lejos.
—Hugo…
Una mujer rubia bien dotada brillaba como una joya bajo la luz de la luna. Su expresión se tensó ante la aparición de la mujer, que tenía un rostro igualmente encantador.
—Solo he permitido que me llame por el nombre en el pasado, Señorita Lawrence.
La joven se quedó sorprendida mientras sus ojos temblaban. Había trazado una línea con sus respetables y frías palabras. Le quitó el privilegio de llamarlo por su nombre y no la llamó por el suyo como en el pasado. Sofía lo miró con ojos que brillaban con lágrimas mientras se mordía los rojos labios.
—Por favor, disculpe mi rudeza, Su Gracia.
—¿Interrumpí su paseo?
—No. Me di cuenta de que Su Gracia iba caminando y…
—Me sentiría agradecido si se marchara ahora.
—Solo por un momento… Solo un momento es todo lo que necesito. Su Gracia, por favor…
Suspiró en voz baja.
—¿Hay alguna palabra más que decir entre nosotros?
—… Eres demasiado cruel. ¿Por qué me haces a un lado tan fríamente? Creía que compartíamos nuestros corazones a la vez.
—Señorita Lawrence, nunca he compartido mi corazón con nadie —respondió con indiferencia, que estaba a punto de estallar en un río de lágrimas. —Solo comparto mi cama.
Sofía no podía creer lo que escuchaba mientras sus ojos se anegaban en lágrimas. Sus hombros temblaban mientras secaba sus lágrimas con un pañuelo.
Hugo no se molestó en consolarla y se quedó a una distancia con las manos detrás de la espalda. Empezaba a irritarse. Esa era precisamente la razón por la que dejó de jugar con mujeres solteras. Siempre rompían las reglas.
Era frustrante verla así, así que se volvió de espaldas a ella.
—No hay nada bueno de arrastrar esto con palabras.
Sofía miró al hombre que había interpuesto una pared entre ellos con ojos resentidos. No podía creer su frialdad. Mientras miraba hacia su espalda, sus sentimientos de resentimiento cambiaron lentamente por algo más caliente. Sofía corrió y lo abrazó por la espalda.
Envolvió sus brazos alrededor de su firme pecho y enterró su cara contra su espalda. Estaba llena de emoción cuando el calor de su cuerpo se impregnó contra ella. Se arrepentía al pensar en su apasionada noche juntos. Sus pechos se presionaron contra su espalda con una ardiente pasión, pero él cerró los ojos y se zafó de su abrazo sin corazón. El cuerpo de Sofía temblaba al verlo darse la vuelta y alejarse para mantener cierta distancia. Él no le dio el menor margen de maniobra.
—¿Qué hice mal? Todo lo que hice fue confesar mi amor a mi amante. ¿Por qué me envías rosas de separación? Eres demasiado…
—¿Amante dices?
Hugo chasqueó la lengua. ¿Cómo podía ser esta chica tan estúpida?
—Te dije la verdad desde el principio. Dije que te guardaras tu corazón para ti. Me prometiste que lo harías. ¿Finges ignorancia ahora?
Sofía no lo había olvidado. No había olvidado que sería abandonada tan pronto como le hablara de amor. Sofía era muy consciente de ello. Todas las mujeres antes que ella habían experimentado lo mismo. Pero este hombre frío había llamado su nombre con tanta pasión mientras la abrazaba con calidez que se olvidó de todo.
Sofía siguió los pasos de todas las mujeres tontas antes que ella. Cayó en la categoría llamada “las mujeres del pasado”.
—¿No podemos… empezar de nuevo? Su Gracia, no le mostraré mi corazón otra vez. Está bien si abraza a otras mujeres. Por favor, déjeme quedarme a su lado.
—Era una flor hermosa, Señorita Lawrence. Arranqué esa flor y la coloqué en un jarrón. Pero el destino de las flores es marchitarse y nada más.
Los labios de Sofía temblaron al imaginarse como una flor marchita. Cada una de sus palabras mutiló su corazón.
Mientras ella era su amante, se sentía como si tuviera el mundo en sus manos. Había sido apasionado y cálido. Tampoco dudaría en consentirla con regalos caros. Cuando decía que había visto algo bonito, él se lo regalaba al día siguiente. Desfiló todos sus talentosos collares y pendientes en todas las fiestas a las que asistió, e incluso cuando insinuó su relación, él no había expresado ninguna objeción.
Un día, una mujer que tuvo relaciones pasadas con el Duque le advirtió.
—Si deseas permanecer a su lado un día más, no intentes acercarte. Disfruta de tus días hasta el momento en el que recibas esas rosas, Señorita Lawrence.
En ese momento, ella había tratado esas palabras como una tontería. Cuando se dio cuenta de la verdad, ya era demasiado tarde. Sofía se había hundido demasiado y él se había ido, dejándola con nada más que un ramo de rosas amarillas.
—La esposa del Conde Falcon había sido escogida por otro, ¿no es ella nada más que una flor marchita?
Había pasado mucho tiempo desde que se separaron. Pero Sofía se había acercado a él después de que había oído rumores volando alrededor. La esposa del Conde Falcon era ampliamente conocida por tener tres maridos muertos. Sofía no podía manejar el hecho de que había sido rechazada por una mujer así.
A medida que su reunión se fue alargando, Hugo se fue irritando cada vez más. Rápidamente escudriñó el bosque cubierto de hierba. Alguien había estado escuchando a los dos todo este tiempo. Hugo estaba seguro de que sería esa mujer. Su objetivo no era mostrar su relación pasada con esa chica. Tenía curiosidad por lo que tenía que decirle, pero ahora se había vuelto demasiado molesto.
—No tiene por qué decidir con quién duermo. No piense tan bien de sí misma.
—Ella es una mujer maldita, Su Gracia. Simplemente me preocupo de que el daño pueda afectarte a ti mismo.
Se había esforzado mucho para acostarse con Sofía. Ella no se había acercado primero a él, sino que fue él quien le había pedido un baile y la sedujo hacia su cama. Había disfrutado de una aventura de estilo diferente al de sus mujeres pasadas. Ella era más bella y materialista. En el futuro, planeaba encontrar a una mujer frente a ella.
—Señorita Lawrence —su voz era increíblemente fría y sobresaltó a Sofía. —Odio ser consumido por la emoción. Por lo tanto, no me enfado. Es un desperdicio desagradable estar lleno de ira. Si continúa enojándome más de lo que estoy ahora, tendrá que pagar por ello. Hasta ahora, todos lo que me hicieron enfadar lo pagaron con sus vidas.
La cara de Sofía se vació de sangre y palideció, tan blanca como una hoja de papel.
—No me haga enfadar.
Los labio de Sofía temblaron mientras lo miraba con una cara pálida por un momento, luego se dio la vuelta y huyó con todas sus fuerzas. Observó su figura desaparecida con ojos fríos, luego fijó su atención en cierto lugar.
—Salga. Es hora de dejar de espiar como un gato ladrón.
Gracias por el cap 🐢
Hugh pagó después con todo el karma😂😂