Nuestro Matrimonio Político – Capítulo 2

Traducido por Kiara

Editado por Ayanami


— ¿Cuáles son tus pasatiempos, princesa Matilda?

Ella dio una sonrisa irónica al juego de té, mientras pensaba para sí misma, esta “Princesa” es una mujer desequilibrada que fue ignorada hace años.

El Emperador y ella, estaban tomando té otra vez.

Matilda inclinó pensativamente la cabeza hacia un lado mientras respondía:

— ¿Aficiones? Tal vez… ¿Ajedrez y backgammon [1]?

A decir verdad, ella realmente no tenía un verdadero pasatiempo. El ajedrez y el backgammon eran ejercicios tácticos y estratégicos. Si bien se había sentido complacida de que su padre fuera su oponente, había sentido que tenía que mostrarle su fortaleza, ofreciéndosela, desesperadamente, a ella. Pero, a decir verdad, a ella realmente no le gustaba el ajedrez o el backgammon, solo porque su padre era su oponente, ella los había disfrutado.

La lectura y el manejo de la espada los había aprendido, porque eran una necesidad. Tampoco estaba segura si coser y tejer podrían considerarse pasatiempos.

Se detuvo a preguntarse si era una mujer aburrida, pero solo la hizo sentirse aún más deprimida.

Esto no funciona, ella debería comportarse como una adulta. Estaba en otro país ahora. Debería estudiar sus deberes reales para que, cuando comience, el Emperador frente a ella no se vea agobiado por sus deficiencias. Estaba segura de que esto era lo que se requería de ella.

—Quizás juguemos juntos un día de estos—dijo con su usual sonrisa refrescante.

—Sí, cuando tenga tiempo—respondió Matilda sonriendo—Es muy probable que nunca haya tiempo.

Después del té, que debió parecer un momento adorable y feliz para los espectadores, los sirvientes, pero no para ella, se sentía vacía, Matilda regresó a sus habitaciones.

♦ ♦ ♦

Han pasado diez días desde la llegada de Matilda a Barenshiaga, Leandroth hizo un esfuerzo para ver a Matilda. La hizo preocuparse por haber faltado a sus promesas  y le pidió disculpas. Como estaba demasiado ocupado para cenar con ella, acordaron una próxima reunión para otro de sus descansos. Matilda no pudo encontrar una buena razón para rechazarlo, ya que la invitó a unirse a él a pesar de estar ocupado, ella decidió aceptarlo. Como no se verían por un tiempo, Matilda pensó en cosas de las que podrían hablar.

Matilda se sorprendió al escuchar que Barenshiaga aceptaba la alianza política a través del matrimonio. Sentada en una silla de wisteria [2], su recién descubierta cosa favorita, en el corto tiempo que tenía en el palacio, abrió un libro sobre la historia de Barenshiaga. Había comenzado a leerlo desde que le dijeron que estaba comprometida con el emperador de ese país, lo terminó y volvió a empezar varias veces. De niña había leído la historia de Barenshiaga como parte de sus asignaturas tuteladas, ahora lo leía como una futura ciudadana de dicho territorio. La invadió una sensación extraña e inexplicable, pero no insistió en eso, y se concentró en el libro. Después de unos minutos de lectura, levantó la vista, y su cuerpo se estremeció. Entonces se puso de pie y miró hacia el jardín a través de su ventana cerrada. En el patio, podía ver a Leandroth y una mujer de clase noble conversando amistosamente. Esto es algo que ella había visto en varias ocasiones. El Emperador siempre sonreía y era amistoso, haciendo reír a la mujer como si le estuviera haciendo cosquillas. Era bueno para hablar y hacer que la gente se sintiera cómoda con él. Mientras miraba a la deslumbrante pareja, suspiró y regresó a su silla.

Solía pensar que llamarle “Princesa” era algo increíble. Ella solía creer que mientras trabajara arduamente podría lograr lo que quería. Pero perseverar por tanto tiempo la agotaría y estaría cansada. Se preguntó si debería regresar a casa, pero ya no tenía un lugar ahí. La habían nombrado “Princesa” para el mundo, pero solo era un trofeo para mostrar y aumentar la moral de sus ciudadanos. Pensó que había estado ayudando a su padre, manejando horarios, preparando té, pero estas eran solo trivialidades. A veces, iba al campo de batalla, pero ella solo estaba ahí como decoración, un marcador de posición para mostrar a los soldados que la realeza estaba con ellos.

Solo por estar ahí, su presencia alentaba a los soldados a ser más receptivos con los comandos, mostrando una mejor productividad. A pesar de su exagerado desarrollo, era solo una niña. Cuando se enfrenta con lo desconocido, estaría nerviosa y querría escapar rápidamente. Sus pensamientos deben parecer egoístas, pero no era tan malo ¿verdad?

El emperador era amable, sin embargo, ella sospechaba de sus motivos. Mirando por la ventana, pensó en volver a casa. De ese modo no tendría que perseverar más. Ella, no quería tener que vivir así. Su padre, el rey, había querido un hijo. Su prometido, el Emperador, quería una Emperatriz que ocultara a su amante. Nadie quería a Matilda. Estaba sentada, recostada en su sillón de glicinas, mirando a lo lejos. Recordó que había traído veneno con ella. Miró hacia abajo a su pecho, el pequeño vial colgaba de una cadena entre sus pechos. A cada princesa real se le da esta medicina secreta, porque tienen que casarse lejos de casa y puede que terminen en una vida o situación que sea insostenible.

Matilda era la única hija del enfermizo Rey de Icecoreta, por lo que se le había enseñado y alentado como la futura Reina. Sin embargo, aunque su padre aún amaba a la madre de Matilda, sus consejeros lo animaron a volver a casarse. Se casó con la hermana menor de su difunta esposa. A pesar de ser parientes, la nueva Reina y Matilda no eran cercanas. Ella no era mala, sino solo muy distante. Cuando Matilda cumplió dieciséis años, la reina dio a luz a un bebé y otro el año posterior. Matilda aún trabajaba duro, con la idea de que ella sería la futura Reina de Icecoreta. Pero su padre se alejó de ella, tanto, que ya no sentía que fuera parte de la familia. Él nunca se preocupó por ella como su hija, como lo hacía con sus hijos. En la cultura de Icecoreta, un niño no era completamente humano hasta que alcanza con éxito la edad de siete años, antes de eso, todavía eran hadas y si mueren, regresan al mundo de las hadas. Matilda había sido criada como reina porque había tenido pocas opciones, pero los concilios decidieron que una mujer no podría suceder al trono, ella no tenía ese derecho. La sensación de ser, no deseada, creció año tras año. Todavía realizaba sus deberes, yendo a reuniones, ceremonias y bailes. Su hermano menor fue nombrado Príncipe Heredero una vez que cumplió siete años. Después de tres años, cumplió diez, pero la ceremonia de ascensión no se había llevado a cabo. Parecía, que se debía a que ella todavía estaba llevando a cabo los deberes de la Corona. A pesar de todo esto, anhelaba el amor y el reconocimiento de su familia. A pesar de la creciente sensación de abandono y soledad, no había bebido el veneno.

Su boda seria en un mes y veinte días…

Si tomaba una gota de esta medicina, una vez al día, ella moriría en diez días.

Tomó el frasco de su escote y lo sostuvo a la luz del sol. Era un líquido azul en una hermosa botella. Centelleaba en la luz.

Haría las cosas fáciles.

Te quiero. Me gusta…

Ella, sonrió amargamente. Tan tonta como era, teniendo fantasías sexuales tan vivas sobre el hombre, con el que solo se había encontrado unas pocas veces.

Quizás sus hermanos estarían tristes. Se habían hecho cercanos durante el tiempo que practicaban artes marciales juntos. Pero superarían su dolor con el tiempo, eran brillantes y sanos.

En cuanto a su padre y Leandroth, sabía que no les importaría si ella se había ido.

Pensó que sería correcto casarse por interés político y convertirse en emperatriz. La unión mantendría las apariencias. Originalmente, ella habría estado agradecida por un atraso, pero era agotador tratar de parecer sincera y agradecida.

♦ ♦ ♦

Cinco días pasaron con ella en ese estado de duda.

Leandroth, que se tomó el tiempo para encontrarse y charlar por alguna misteriosa razón, estaba sonriendo y charlando en los jardines y patios con mujeres nobles y de alto rango. Ella nunca fue invitada a estas citas.

Respiró y exhaló profundamente, estaba cansada.

Había estudiado de todo, desde política, economía, ética, comercio, esgrima, estrategia y tácticas para ayudar a su padre desde su infancia. Ella, incluso actuó como la secretaria de su padre, por lo que podía entender las complejidades de manejar los asuntos de estado.

Para mantener a su padre cerca, estudió artes marciales. Se aseguró de nunca ser una vergüenza para él, estudiando sobre la vestimenta, joyas y practicando técnicas sobre cosméticos, lo necesario para no dejar en verguenza a su padre ni a su reino cuando estaba socializando. A pesar de su miedo al campo de batalla, se dirigió a él para aumentar la moral de las tropas.

Quería ser útil para su padre y el reino. Trabajó duro en sus deberes. Solo quería ser una hija amada. Anhelaba que él viera que ella, era necesaria.

En Icecoreta, una mujer no podía ser coronada.

En lo más profundo de su corazón, siempre había esperado que su padre cambiara esa ley. Se sentía como si estuviera atrapada en el hielo, congelada para siempre.

Ella quería nacer hombre, quería ser necesitada tanto como su padre necesitaba a su hermano

Ella quería ser vista.

Sacó la brillante botella azul de su pecho.

—Esta es mi vida…

Se quitó el colgante, sacó el corcho de la botella y colocó una gota en el dorso de su mano. Vaciló un momento, pero al final lo hizo, lamió la gota azul clara.

¿Era un truco de su mente o estaba temblando debido a la medicina?

Reprimió el vigoroso temblor, volvió a colocar el corcho y se colocó el collar alrededor del cuello.

El líquido titilante era hermoso.

Ella, realmente quería descansar tranquilamente. Nadie necesitaba una mujer fea y pervertida como ella. No podía negar esa verdad, pero aún la entristecía.

Sin embargo, a pesar de la tristeza, las lágrimas no cayeron.


[1] Backgammon: El backgammon es un juego de mesa para dos jugadores que aúna el azar con profundos conocimientos estratégicos. El objetivo es conseguir sacar fichas del tablero antes que el jugador rival.

[1] Wisteria: algunos ejemplos de este tipo de silla.

[Nota: Unas palabras de Zuben: Siempre que mi querido lector esté leyendo esto, no tengo ni idea de cómo es el futuro hasta el próximo capítulo. Si me apresuro a leer esto definitivamente no lo terminaré. Traduciendo capítulo por capítulo, todavía hay una posibilidad <. <. Sean buenos con ustedes mismos allá afuera. No seas como esta deprimente princesa.]

Kiara
he decidido dejar algunas notas del traductor anterior, ya que a muchos lectores en los comentarios de los capítulos en inglés les parecieron interesantes y me siento mal por borrarlos. Nuestra querida Matilda, ha sido muy rechazada, y se encuentra tan deprimida, pobrecita, no pensé que la historia, tomaría este giro, esperemos que el emperador se dé cuenta de lo que está sucediendo, porque bueno, la pervertida de Matilda tiene unos sueños, tan realistas, ¿realmente son sueños?

12 respuestas a “Nuestro Matrimonio Político – Capítulo 2”

  1. haaa ella esta en depresion y nadie se da cuenta de eso y esto es tan real en el mundo real… Espero que su estado de animo mejore.
    muchas gracias por la novela

  2. Ese nivel de anhelo es peligroso. Ella debería sentirse conforme con lo que es, lo que ha alcanzado. y sus propios triunfos, no ahogarse en los que no. No pensé que tomaría la gota… pero, espero nunca llegue a la 10.

  3. Ja ja ja ja a mi que se me hace que el emperador es un pervertido y algo le hizo XD 😏😏🔥🔥

    Muchas gracias por el capítulo 💜🌸💜

  4. ¿en serio soy la única que piensa que quizás el padre de Matilda no sea tan malo?
    En concreto me centro en dos cosas:
    1- amaba a la madre de Matilda que murió, probablemente cuando ella nació. Quizás Matilda se parece a su madre o quizás al inicio no quiso verla por no encaramarse y después la culpa ya no lo dejó acercarse.
    2.- El innegable hecho de que una mujer no puede ser coronada. Esta clase de leyes a pesar de todo no son tan fáciles de cambiar porque involucran los valores, creencias y tradiciones de la nación.
    Por otra parte ser la “primera” sería incluso peor para ella. El trono es una carga muy grande, y dado que el país es eminentemente machista, Matilda tendría una gran oposición e incluso podría desencadenar una guerra civil.

    Al menos es lo que pienso hasta ahora. Probablemente me equivoque y todos tengan razón en que es un hijo de puta.

  5. Un desgraciado el padre, y no sé pero me parece que el prometido le ha cambiado el contenido por otra cosa (afrodisíaco), porque yo tampoco creo que aquello sean sueños.

  6. Que desgraciado el padre de Matilda, tan machista, ambicioso,insensible y frío con su hija (será que el autor se inspiro en Enrique VIII (?) Tiene un cierto parecido a lo que era ese rey) Ojalá ella cambie su baja autoestima con apoyo de Leandroth le demuestre al rey de Icecoreta que vale más de lo que él piensa.
    No demore tanto en actualizar, gracias por los capítulos.
    Saludos.

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