—La señorita Silla debió haber notado que la personalidad de mi hermano mayor no es tan buena.
—Ah, sí…
—Pero es comprensible, porque fue traicionado. Sería raro que no fuera así dadas las circunstancias en las que fue abandonado de la noche a la mañana y le dijeron que debía renunciar a su derecho de sucesión y hacerse sacerdote, aunque, como hijo mayor del duque, no le falta de nada. Seguí leyendo “Espada y Vestido – Vol 3 – Capítulo 3 (3): El hermano y la hermana agobiantes”