A pesar de su cautela, Leah se sintió atraída por esos ojos sonrientes. Sabía que Ishakan era un hombre hermoso y excepcional, aunque a veces la hacía temblar con su desvergüenza.
Pero cuando la miró, sus ojos feroces se suavizaron. No había manera de que ella pudiera rechazar a este hombre. Leah negó con la cabeza y se apoyó en su pecho, e Ishakan la abrazó como si hubiera estado esperando precisamente eso. La mano que acariciaba su columna era cálida y firme. Seguí leyendo “Matrimonio depredador – Capítulo 97: Átame”
