Traducido por Naraiah
Editado por Chizuru
Corregido por Shiro
Tang Fan era el Gran Maestro de la secta TianXin, puesto que había ocupado durante casi cien años. Bajo su liderazgo, la secta se había transformado poco a poco en una fuerza de primer nivel. En la actualidad, era considerada la organización con mayores probabilidades de convertirse en la secta principal del continente Long Xiao. Alguien con semejante habilidad no podía ser un hombre simple.
Según los recuerdos de Lin Xiao, aunque Tang Fan era su Maestro, seguía siendo un enigma. A pesar de que lo trataba como a su discípulo más querido, Lin Xiao nunca había logrado averiguar cuál era su verdadero nivel de poder. Por eso, la mayoría lo consideraba un viejo zorro astuto, impenetrable y difícil de descifrar.
Por miedo a Tang Fan, Lin Xiao nunca se había atrevido a mostrarle la más mínima debilidad. Más importante aún: como secta de primer nivel, TianXin no revelaba fácilmente su verdadera fuerza. Era una lástima que incluso alguien como Lin Xiao no hubiera logrado desentrañar sus secretos.
Que Tang Fan lo llamara en ese momento era algo que Ling Xiao ya esperaba. Dejando de lado el abrupto cambio en su personalidad y el repentino vínculo con un don nadie del Pico de la Tierra, bastaba con que Tang YunQi hubiera regresado llorando para que eso fuera motivo suficiente.
En sus recuerdos, Tang Fan era un padre indulgente. Cualquier deseo de Tang YunQi —siempre que no fuera excesivo—, él lo cumplía sin dudar. Así que, tras haber sido ignorada delante de todos, no cabía duda de que habría corrido a quejarse con su padre.
—Hermano mayor, el Gran Maestro te espera en el Salón de Asamblea.
El hermano menor que lo condujo hasta allí lo dejó frente al edificio. Ling Xiao levantó la mirada hacia su fachada imponente. La placa que colgaba en la entrada, según se decía, había sido escrita personalmente por Tang Fan. A primera vista, sus trazos parecían suaves, pero en realidad escondían una firmeza tajante.
Al abrir las puertas y entrar en el amplio Salón de Asamblea, Ling Xiao notó que, aunque no era lujoso, imponía respeto. Dos sillas talladas con exquisitez estaban dispuestas una frente de la otra. En una de ellas se encontraba un hombre de mediana edad, de unos cuarenta años, con rasgos amables y elegantes. Al verlo, le dedicó una sonrisa cordial.
—Lin Xiao, has llegado. Siéntate.
Ling Xiao caminó sin mostrar expresión, aunque sus labios se curvaron ligeramente.
—Maestro.
Ese título era demasiado generoso para alguien como Tang Fan. En opinión de Ling Xiao, no solo no era digno de llamarse su Maestro; ni siquiera lo consideraría apto para ser su discípulo. Pero como ahora debía interpretar ese papel, solo podía ofrecerle esa muestra de respeto.
—Xiao, hace mucho que tú y yo, como maestro y discípulo, no conversamos en profundidad. Ahora que por fin tenemos este raro momento libre, ven, siéntate. Hablemos un poco —dijo Tang Fan con una sonrisa radiante, mientras lo miraba con afecto.
Ling Xiao no tomo ni la menor reserva y tomo el primer asiento al frente de Tang Fan.
—Tiene razón, Maestro. En realidad, hace casi dos años que no hablamos en serio.
Tang Fan acarició su barba y asintió, complacido.
—Xiao, ¿recuerdas la primera vez que conversamos? ¿El momento y el lugar?
—No muchos pueden entrar en los aposentos del Maestro. Recuerdo que fue de noche cuando me llamó por primera vez. Ese gesto tan peculiar, solo usted podía tenerlo.
Una sonrisa tenue cruzó el rostro inmutable de Ling Xiao, como si rememorara algo con afecto, sin mostrar ni una sola grieta.
—Uno envejece, y con ello también la memoria —comentó Tang Fan con un suspiro.
Continuaron hablando de trivialidades durante un rato, en su mayoría recordando anécdotas del pasado. Finalmente, Tang Fan mencionó a su querida hija. Tang YunQi era, en verdad, una princesa mimada, y todos sabían que Lin Xiao siempre la trataba con frialdad. Incluso Tang Fan lo notaba, pero no le preocupaba.
Sabía bien cuán caprichosa podía ser su hija, y por eso nunca le pedía a Ling Xiao que se rindiera a sus deseos. Solo le pedía que, de vez en cuando, la complaciera en pequeñas cosas, para evitar conflictos innecesarios. Después de todo, seguía siendo una niña, una que se preocupaba mucho por guardar las apariencias, especialmente delante de los demás discípulos.
Tras casi dos horas de conversación, Tang Fan finalmente lo dejó marcharse.
Fingiendo ser Lin Xiao, su actuación había sido impecable, relajada, sin el más mínimo error.
Al abandonar el Salón de Asamblea, Ling Xiao recorrió los largos pasillos con aire despreocupado, su sonrisa ensanchándose con cada paso.
Qué viejo zorro tan astuto.
Nueve de cada diez frases de esa conversación habían girado en torno a recuerdos del pasado. Si no hubiera absorbido la memoria de Lin Xiao, habría sido descubierto.
Lin Xiao era un hombre frío, casi sin corazón. Sin embargo, su popularidad dentro de la secta TianXin era sorprendentemente alta. Para alguien externo, esto resultaría incomprensible, pero él, que ahora poseía sus recuerdos, entendía sus motivaciones a la perfección.
Para ganarse la confianza de los demás, a menudo ofrecía ayuda como si fuera algo involuntario. Esas “casuales” muestras de generosidad solían darse cuando el otro estaba en apuros, por lo que eran vistas como un acto providencial, y muchos de esos discípulos lo recordaban como alguien que había sido bueno con ellos en un momento clave.
Lin Xiao había explotado esa táctica con inteligencia. Por eso tantos miembros de la secta lo respetaban, e incluso lo adoraban. El frío y distante hermano mayor, bajo esa fachada indiferente, ocultaba un corazón cálido. O al menos, eso era lo que todos creían…
Pero salvo unos pocos discípulos de confianza, nadie sabía que había un propósito detrás de cada una de esas acciones. En realidad, Ling Xiao solo había absorbido sus recuerdos por conveniencia. Nunca imaginó que ese hombre ocultara semejante secreto.
Ambición… Qué cosa tan valiosa.
Con eso, Ling Xiao llegó a una conclusión: ya que lo estaba suplantando, bien podía ayudarlo a cumplir su modesto deseo.
—Hermano mayor, por fin has regresado —dijo un joven al reconocerlo. Su rostro se iluminó de inmediato, y corrió hacia él, sin aliento, para susurrarle—: ¿Encontraste lo que buscabas?
Ling Xiao sonrió.
Zhou Peng, ¿eh?
—Ya que este hermano mayor se encargó personalmente, por supuesto que todo fue sencillo. Como si solo tuviera que extender la mano.
Sabía perfectamente a qué se refería Zhou Peng. Fue, de hecho, por haber encontrado ese objeto, que el verdadero Lin Xiao perdió la vida.
Zhou Peng se quedó perplejo por un instante. Nunca antes había visto a su hermano mayor sonreír con tanta dulzura.
♦ ♦ ♦
You XiaoMo había planeado volver a su dimensión cuando regresara a la secta TianXin, con la intención de esparcir en el suelo las semillas de nivel uno y dos. Sin embargo, tras lo ocurrido esa mañana, no se atrevía a hacerlo. ¿Quién sabía cuándo volvería a aparecer alguien a buscarlo?
Pasó toda la mañana leyendo en su habitación, sin atreverse a bajar la guardia. Finalmente, al ver que Ling Xiao no venía, decidió que ya era seguro salir. Se miró el estómago y concluyó que, incluso si el cielo se desplomaba, eso tendría que esperar hasta después del almuerzo. Por supuesto, pensamientos como ese solo eran válidos cuando Ling Xiao no estaba cerca.
Ese día, el comedor parecía más concurrido de lo habitual.
¿Habrá sucedido algo?, se preguntó You XiaoMo, aunque no le dio demasiada importancia. Lo único que realmente le preocupaba era que se acabaran los platos del día, así que se apresuró a entrar.
No sabía si era solo una impresión suya, pero notó que las personas que iban y venían —incluso quienes ya estaban sentadas— le lanzaban miradas extrañas. La mayoría lo observaba con detenimiento, como si lo evaluara, y de vez en cuando murmuraban entre ellas, visiblemente desconcertadas.
You XiaoMo no se daba cuenta de que ya se había vuelto bastante famoso. Tras recibir su bandeja del cocinero, echó un vistazo al comedor, pero no encontró ninguna mesa libre. Justo cuando empezaba a dudar hacia dónde dirigirse, una voz familiar lo llamó desde cerca:
—¡Hermano pequeño, aquí!
Al girarse, vio que se trataba del hermano mayor Fang ChenLe, quien le hacía señas desde su mesa. Por coincidencia, había un asiento libre junto a él. Sin dudarlo, You XiaoMo caminó hacia allí con su bandeja en las manos.
Aunque solo habían pasado un par de días desde la última vez que se vieron, Fang ChenLe seguía siendo tan cordial como siempre. Incluso le acercó la silla. You XiaoMo le agradeció con educación antes de sentarse, y el otro le miró su bandeja y sonrió.
—Hermano pequeño, ¿vas a comer tan poco?
You XiaoMo asintió.
—Es suficiente para mí. No estoy acostumbrado a comer mucho.
Fang ChenLe soltó una carcajada. Era la primera vez que escuchaba a alguien decir que no estaba acostumbrado a comer mucho. Hasta donde sabía, comer era un instinto humano.
Pero fue el único que se rió.
Los demás discípulos en la mesa no pudieron evitar mirarse entre sí con desconcierto. Finalmente, uno de ellos no logró contenerse por más tiempo.
—Hermano menor, nos hemos enterado de que tienes una relación cercana con la estrella en ascenso de la división guerrera, Ling Xiao. Esta mañana, incluso regresaste con él.
You XiaoMo alzó la vista, sorprendido, y se dio cuenta de que todos los que habían oído esas palabras lo miraban. Finalmente comprendió por qué lo habían observado de forma tan extraña al llegar. Al parecer, el incidente de esa mañana ya se había esparcido. No era difícil adivinar quién había difundido la noticia: fuera quien fuera, debía de estar entre los discípulos que lo habían acompañado más temprano.
Al ver todas esas miradas ardientes, You XiaoMo solo pudo soltar una risa incómoda.
—En realidad, es un malentendido…
—¿Cómo puede ser un malentendido? ¡Muchas personas lo vieron! —exclamó el discípulo, frunciendo el ceño. Claramente pensaba que You XiaoMo estaba tratando de encubrir algo.
—Lo digo en serio… es solo un malentendido —repitió You XiaoMo, sintiéndose cada vez más incómodo bajo tantas miradas inquisitivas.
¿Qué más podía decir? No podía explicar que había descubierto el secreto de Ling Xiao y que ahora lo estaban amenazando. Nadie le creería, a menos que lo experimentaran por sí mismos.
—Está bien, no lo acosen más —intervino Fang ChenLe con calma—. Dijo que es un malentendido, así que déjenlo estar. Al fin y al cabo, el comedor es para comer, no para andar esparciendo rumores.
Con esas palabras, logró rescatar a You XiaoMo de su incómoda situación. Probablemente, era el único en todo el comedor que no sentía la más mínima curiosidad por la relación entre ambos.
Cuando los demás finalmente se marcharon, You XiaoMo le dio las gracias en silencio. Fang ChenLe solo le respondió con una sonrisa cálida y le dio la bienvenida de nuevo.
Sí, este es el tipo de hermano mayor que se ajusta a la imagen que tengo en mente, pensó You XiaoMo con alivio.
¿Y Ling Xiao? ¡Ese no es ningún hermano mayor!