Traducido por Shroedinger
Editado por Hime
«¿Perdóneme? ¿Estoy aquí? ¿Hola?»
Había techos con veletas que lo hacían confuso desde la distancia, pero cuando realmente los revisó, solo notó unos veintitrés más o menos.
Después de terminar su revisión, Lakis saltó desde lo alto de la torre del reloj. El siguiente techo al que fue, era una catedral cercana. Esta vez subió al campanario y empezó a buscar algo en serio.
Sin embargo, lo que quería no apareció fácilmente.
«Oye, ¿Vas a seguir ignorándome? ¡Dije que estoy aburrido!»
Lo que Lakis buscaba ahora, era una marca. Era algo así como un rastro utilizado entre la gente del inframundo (especialmente aquellos que aceptaban solicitudes), y estaba esparcido por todo el lugar. Básicamente era una red de comunicación.
Generalmente, tenían la costumbre de poner esa marca en los lugares sagrados, lo contrario de sus raíces en las sombras. Por eso Lakis había subido a la torre del reloj para identificar catedrales y santuarios cercanos. Estaba buscando una marca y pensaba comisionar a alguien en el inframundo.
Pero esta vez, de nuevo, su labor fue en vano y frunció el ceño.
Encontró algunas marcas, pero no eran lo que estaba buscando. Quería hacer una solicitud, pero no estaba dispuesto a perder el tiempo con un aspirante al azar a medio hornear.
Después de un tiempo, se encontraba una vez más en el techo de otro edificio con una cruz. Y de dónde colgaba el papel…
«¡Lakis!»
En ese momento, la voz que estuvo en silencio por un tiempo quizás debido al continuo desprecio del rubio, gritó con voz aguda. Pero incluso si no fuera así, Lakis también había notado lo mismo.
Su mano salió disparada a la velocidad de la luz, golpeando donde dictaban sus sentidos. Por un instante, el breve sonido de algo chillando resonó en el área hueca.
Al momento siguiente, los agudos y fríos ojos de Lakis fueron recibidos por un pájaro de plumas negras. Tan pronto como quedó atrapado en las garras del ex rey del inframundo, se convirtió en humo y desapareció.
«Eh, ¿qué diablos? ¡El maldito pájaro acaba de desaparecer!»
Los ojos del rubio brillaron intensamente mientras observaba cómo el humo negro se esparcía por el aire.
“No era un cuervo corriente. Me pregunto si tiene una imagen adecuada.”
Odín, también conocido como el Cuervo Negro o el distribuidor de información del inframundo.
Lakis había pensado que su marca eran plumas, pero ¿Podría ser realmente un cuervo?
«¡Lakis! ¿Es ese cuervo lo que estás buscando?»
“Eres tan ruidoso. Cállate, necesito pensar.”
El bicho estaba emocionado de ver a Lakis reaccionar así por primera vez, por lo que balbuceó aún más en su cabeza.
Lakis lo ignoró y frunció el ceño. Se paró en lo alto del campanario, reflexionando un momento. No podía estar seguro de si su solicitud se había cumplido o no, porque esa era la primera vez que le pedía a alguien del inframundo algo de esta manera.
Antes, lo hacía él mismo u ordenaba a sus subordinados que lo hicieran, y no había nada que no pudiera lograr con ambos métodos…
En realidad, todavía desconocía si el cuervo sospechoso de antes pertenecía al Odín que estaba buscando. Así que decidió comprobar primero las marcas de los santuarios restantes, y saltó al techo lateral.
Luego se movió rápidamente. Sus pasos no produjeron ningún sonido.
♦ ♦ ♦
—Uf, el infierno.
Mientras tanto, en ese momento, Odín sintió que una de las marcas que había dejado en el Este, se había extinguido. Su bonito rostro se distorsionó terriblemente.
—¿¡Qué bastardo se atrevió a meterse con mi marca…!?
Como sospechaba Lakis, no había enviado una solicitud a Odín hace unos momentos. Por lo general, para obtener una solicitud, un cuervo tenía que confirmar la cara de un cliente y luego se lo contactaba por separado.
Sin embargo, el cuervo que Odín había dejado como marca fue aplastado por la mano de Lakis y se encontró con una muerte prematura en el acto. Por eso exactamente el cuervo se convirtió en humo y desapareció.
Por supuesto, el ave que Odín había usado como marca no era real sino algo más cercano a una ilusión. Pero no pudo evitar enojarse.
Se sentía inquieto porque quería descubrir qué bastardo ignorante se había deshecho de su adorable cuervo de inmediato. Sin embargo, ya había dejado el Este. Y encima de eso, el asesino de su cuervo fue tan rápido y preciso que ni siquiera logró ver las puntas de su cabello, y mucho menos su rostro.
¿Quizás esto lo había hecho aquel novato pretencioso que buscaba su lugar como distribuidor de información? Después de todo, recientemente estaba ocupado moviéndose de un lugar a otro, obteniendo información para Arachne.
Odín apretó los dientes. Desde que había oído de él, ese delincuente lo estaba poniendo un poco de los nervios.
Hizo que la bandada de cuervos volantes acelerara aún más.
Maldita sea, si tan solo el informe de ese cuervo no fuera tan sospechoso.
Por ahora, lo más importante era la solicitud de Arachne. Así que ocuparse del marcador faltante era una segunda prioridad. Por supuesto, ya que ni siquiera había considerado dejar pasar aquello, planeaba golpear al bastardo después de lidiar con las cosas de Arachne.
Sus ojos rosados que se asemejaban al sol poniente resplandecieron entre la bandada de cuervos negros.
Y así, voló hacia la ciudad de Carnot en el oeste, para confirmar personalmente si el informe de su cuervo era cierto o no. Como era de esperar, necesitaba terminar su trabajo lo antes posible e ir a moler a golpes al novato.
Por supuesto, desde el punto de vista de la persona incomprendida, era un asunto injusto, pero en este momento, Odín no tenía la menor idea de que era un malentendido.
♦ ♦ ♦
—¡Hasta luego, señorita Yuri!
Anne-Marie se había detenido brevemente en la cafetería después del trabajo y, mientras me saludaba con una sonrisa, su figura se fue alejando gradualmente de mi vista. Y mientras la miraba, mis pies también giraron en la dirección opuesta. Planeaba seguir recto sin pasar por mi casa.
La subasta era a las siete y treinta, así que todavía me quedaba una hora.
—¡Yuri!
Fui a donde solía quedarse Leo, que era un lugar que solía ser un monasterio. Ya no había nadie que fuera allí porque ahora estaba en ruinas.
Una vez que llegué al sitio, Leo corrió hacia mí moviendo la cola y me saludó feliz.
—¡Krreung!
—Hola, Leo. ¿Está bien lo que te dejé?
—¡Mn! No lo toqué. Es propiedad de Yuri.
Acaricié la cabeza de Leo y luego me dirigí a la sala de oración del monasterio. Había algo que anteriormente coloqué allí. Tan pronto como llegué a esa habitación, me desnudé.
No me sentí exactamente avergonzada de estar desnuda frente a otras personas, así que no dudé incluso si había alguien a mi lado. Además, ni siquiera me quité la ropa interior. Pero Leo, que me estaba siguiendo, se quedó sin aliento al verme así, y rápidamente se dio la vuelta y tapó sus ojos.
No me molesté con su reacción, y terminé de desvestirme. Luego me puse la ropa que había preparado de antemano. Después de lo cual solté mi cabello trenzado y lo até en una cola.
—Leo. Por favor, cuida mi ropa hasta que vuelva.
Momentos después de que hablé, el chico vió a través de sus dedos y me miró. Luego corrió hacia mí con ojos parpadeantes.
—Kng.
—Espera, me dejaras pelos.
Leo, que curiosamente estaba frotando su cabeza contra mi pierna y dando vueltas a mí alrededor, se puso un poco malhumorado ante mis palabras y se retiró.
—Te traeré dulces de melón cuando regrese. Compórtate bien estando solo.
Dejando a Leo que estaba saltando de emoción ante el sonido de un caramelo de melón, me puse una capa y salí del monasterio.
♦ ♦ ♦
La seguridad en la subasta secreta era minuciosa. Cuando alguien con una capa negra se acercó al edificio, el portero de la puerta le bloqueó el paso.
—¿Puedo ver su identificación?
La identificación de la que hablaban aquí era una pequeña placa de oro grabada con la marca de la subasta.
La persona que llegó a la casa de subastas la sacó a pedido del portero.
—¿Viniste sólo, sin sirviente?
—Si.
Una voz neutral surgió de debajo de la capa oscura ante la pregunta del portero.
—Se le proporcionará una guía. Si necesita algo, dígaselo.
A veces, los clientes llegaban solos a la subasta, sin sirvientes, por lo que el portero llamaba a un guía sin decir nada más.
—Bienvenido a la casa de subastas. Permítame que lo guíe al salón principal.
Un guía bien vestido se acercó al cliente y lo saludó. Tanto el portero como el guía se cubrían la cara con máscaras. Antes de que el guía dirigiera a la persona al lugar donde se llevaría a cabo la subasta, hizo una solicitud:
—Antes de que hagamos eso, tienes que quitarte el abrigo.
La persona bajo la capa negra levantó obedientemente la mano y se bajó la capucha.
—Por aquí por favor.
El guía asintió con la cabeza después de confirmar con su vestimenta revelada y luego comenzó a caminar hacia adelante.
Yuri lo siguió. Ella ya había preparado una máscara con anticipación porque sabía que le pedirían que se quitara la capa antes de ingresar al lugar. La máscara que preparó era blanca y sin características únicas, por lo que no dejaría ninguna impresión sin importar quién la viera.
—Este asiento está demasiado atrás. Acércame a la plataforma.
—Lo siento. El frente ya está lleno.
—Si no hay espacio, ¡Haz uno! ¿No sabes quién soy?
El lugar de la subasta era muy grande. Mientras Yuri seguía a su guía, vio a alguien discutiendo con otro guía.
—Señora, disculpe, ¿Puede hacerse a un lado un momento?
Al escuchar la voz que venía detrás de ella, la mujer que llevaba una hermosa máscara decorada con rosas y joyas se dio la vuelta con irritación.
—¿Quién eres tú para decirme que dé un paso…?
Pero no pudo terminar su oración.
Por la persona que se reflejó en sus ojos al momento siguiente. Todo su rostro estaba cubierto con una máscara blanca y, a diferencia de ella, que usaba una media máscara, ni siquiera se podía ver su boca.