El caos de la Belleza – Capítulo 10: Un susto en la noche (1)

Traducido por Ichigo

Editado por Anyi


Los días de primavera se alargaban. Las plantas y los árboles crecían verdes. El grito de la oriole llegaba y las esposas iban en tropel a recoger la madera blanca del sur. [1]

—Puede que los días de primavera se alarguen, pero los días siguen pasando —murmuró Gui Wan sonriendo. Girando su cabeza, le preguntó a la persona que se acercaba—: Hermano mayor, ¿qué te trae por aquí?

El recién llegado tenía un rostro ordinario y un aspecto decente. Si los vieran juntos nadie creería que eran hermanos biológicos. Yu Yan He se rió, su rostro ordinario parecía erguido y honesto.

—Antes de emprender un largo viaje, quería venir a verte.

Gui Wan se rió, sin revelar la más mínima sorpresa. Bajo sus ojos había un rastro fugaz de soledad mientras preguntaba de manera tranquila:

—¿De verdad tienes que irte?

Al escuchar sus palabras que contenían un sentimiento de pena, Yu Yan He se sorprendió y asintió con firmeza confirmando su decisión.

—Gui Wan… —la llamó una vez más, sin atreverse a continuar. La tristeza lo invadió, y tal emoción se reflejó en su rostro. Quería disculparse por dejarla sola en la Capital, sin embargo, las palabras no salieron de su boca.

—Lo entiendo —lo interrumpió Gui Wan con una sonrisa, antes de volver a hablar—: Lo que no entiendo es por qué elegiste la ciudad de Jin Yang.

Esa era la ciudad natal de la emperatriz… No quería saber el significado profundo de su decisión, porque tenía una corazonada que haría temblar su corazón.

—La emperatriz está en una situación muy difícil ahora mismo, Gui Wan…

Fue una simple frase, pero tuvo un gran impacto.

—Eso no tiene nada que ver contigo, hermano —respondió Gui Wan, frunciendo el ceño.

Su corazón rechazó este tema de conversación, y una especie de sentimiento de desgana ausente surgió en su interior.

—¿Cómo no, Gui Wan? Está claro que sabes lo problemática que es la situación actual.

Al pensar en los días que su hermana mayor pasó en el palacio, se sintió culpable. Recordó el rostro de su madre, alguien que ni una sola vez le mostró un gesto de amor. Nunca olvidaría sus palabras dichas antes de su muerte.

Gui Wan apretó con fuerza sus labios, y no dijo nada. Al pensar en la conversación que tuvo con Lou Che, sintió amargura en su corazón . No quería enemistarse con él, pues sería un enemigo muy temible; y sería muy difícil y doloroso para ella… De repente, pensando en algo, preguntó sorprendida:

—¿Cómo supiste la identidad de la emperatriz, hermano?

—Lo supe cuando madre falleció. —El rostro de Yu Yan He volvía a parecer miserable.

—Hemano. —El pecho de Gui Wan subía y bajaba junto con su voz, mirando con atención ese rostro sin pretensiones, y le recordó—: Este mundo le pertenece a los hombres, y el palacio trasero a las mujeres. No es un problema en el que puedas intervenir.

—De manera tradicional, el palacio trasero y la corte imperial están muy ligados. Ahora mismo, la arrogancia de la consorte Ying ya se ha vuelto demasiado poderosa, ¿cuánto tiempo podrá protegerse la sede de la emperatriz? ¿Un año, dos… o tal vez diez?

Gui Wan no dijo nada. Mirando distraídamente a la otra persona, su corazón se sentía pesado. Después de un largo silencio, seguía indecisa, preguntándose qué decisión tomar. No importaba lo que eligiera, al final terminaría lamentándose. Era más fácil pensar en debilitar el poder de la consorte Ying que hacerlo. Al final, ¿qué pasaría con Lou Chen? Las preguntas que se formaban en su mente, la estaban haciendo entrar en pánico.

Al notar su vacilación, Yu Yan He sacó un pequeño papel de su manga, y se lo entregó. Gui Wan se quedó paralizada al ver la carta; tal caligrafía demasiado elegante solo podía pertenecer a la emperatriz. Las palabras estaban escritas con sangre, y en el papel se podía leer: “Protege la tierra, protege a mi hijo real, protege al anciano estadista”. Cada palabra quedó grabada en su corazón, haciendo surgir algunas emociones. Tal mensaje mostraba el dolor del corazón de la emperatriz.

Una imagen de la sonrisa desdichada de la emperatriz surgió en su mente; ella arrodillada llorando mientras le pedía que protegiera a su hijo y a su padre. La resolución en su sonrisa cuando habló de proteger la tierra. Pensando en ello, incluso su corazón se sintió pesado. Gui Wan solo podía sonreír con amargura, ahora mismo, sabiendo que no sería capaz de ignorar a la lamentable hermana mayor.que estaba en el palacio.

—Esto es lo que la emperatriz envió ante el Templo Hu Guo. Lo he tenido conmigo durante un mes. Hace unos días, por fin recibí otro mensaje. Después de que lo leas, debes tomar una decisión.

Durante el momento de contemplación de Gui Wan, Yu Han He sacó otro trozo de papel idéntico.

Tenía miedo de aceptar este pequeño trozo de papel con un aire tan pesado a su alrededor. Gui Wan pensó durante mucho tiempo, pero al final, lo aceptó. Al abrirlo, vio un medio poema: “La brisa de primavera se resiente de manera natural del agua implacable, sopla hacia el este y el agua fluye de manera continua hacia el oeste”. [2]

A Gui Wan le resultó difícil hablar en ese momento. Junto los dos papeles y los arrugó.

—Hermano, ¿ya te has decidido? —Enfrentó a Yu Yan He, levantando la cabeza.

Sin responder a su pregunta, Yu Yan He solo la miró con ojos llenos de dulzura.

Habían estado en silencio durante tanto tiempo, que Gui Wan casi había olvidado donde se encontraba, pero recordaba bien lo que había ocurrido durante ese medio año. Pensó en esos momentos, escena por escena, buscando respuestas.

Hace un mes, regresó a la Ladera Feng Qi para recuperar su cuerpo, evitando todas las controversias mundanas. Sabiendo que el título de la emperatriz había sido protegido, se sintió aliviada. Al mismo tiempo, encontró unos cuantos estrategas y educadores contemporáneos de prestigio, para aprender el arte de las artimañas. Se preguntó si al hacer eso inconscientemente se estaba preparando para el futuro.

Por más que lo pensaba, no obtenía una respuesta. Gui Wan suspiró resignada al notar que su hermano estaba esperando su respuesta; solo pudo sonreír al no tener una. A partir de ahora la buscaría con lentitud, tal vez podría encontrar la solución perfecta para ambas partes.

Al ver su sonrisa, Yu Yan He comprendió que había encontrado una respuesta, y se relajó. No obstante, al ver que Gui Wan se acercó a la mesa de estudio y agarró un pincel, moliendo la tinta, se quedó bastante desconcertado. Se acercó a ella, observando cómo sacaba un papel y escribía algo. Estaba a punto de acercarse, cuando ella le entregó el papel.

—Antes de que se vaya, hermano, piensa en una manera de entregarle esto a la emperatriz —dijo su hermana en un tono alegre.

Yu Yan He aceptó sin decir nada el trozo de papel, sus ojos firmes miraron las dos frases cortas: “La flor y las plantas fragantes ya han pasado, así que por qué es necesario odiar, las actividades de verano en la sombra son [también] agradables”. [3]

♦️ ♦️ ♦️

Después de despedir a su hermano mayor, Gui Wan se sentó en silencio dentro de la sala de estudio a solas. Dentro de un ambiente tranquilo, sentía una clase de soledad que nunca había experimentado antes. Debido a la conversación que tuvo con su hermano, ya no podía esconderse de las preguntas que había estado evitando. Su futuro de ahora en adelante era incierto.

Mientras estaba perdida en pensamientos profundos, alguien tocó la puerta. Se puso de pie, y al abrir, abrió la boca para preguntar quién era, cuando vio a Lou Che parado afuera. Dentro de su elegante sonrisa había un significado oculto que no podía captar. Detrás de él había un grupo de guardias, y también dos criadas de aspecto eficiente e inteligente.

—Señor esposo, ¿qué ha pasado? —preguntó, un poco sorprendida.

Lou Che observó a Gui Wan salir de la sala de estudio. Frunciendo con ligereza el ceño, le lanzó una señal a los guardias. Al verlos dispersarse, se acercó al marco de la puerta bloqueando la línea de visión de Gui Wan. Mientras hacía una señal para que le pasaran una capa, envolvió con suavidad el cuerpo de Gui Wan.

—Acabas de recuperarte… ¿no te dije que te cuidaras? —le habló con una voz suave.

Al ver a Gui Wan salir de la casa; su bello rostro, sorprendió a los demás, por lo que no pudo evitar bajar la cabeza y besar ligeramente su mejilla. Cuando tocó su suave y delicado rostro, una tenue fragancia se desprendió. Era como si estuviera embrujado cuando sus besos densos y suaves, se posaron en el lado de la cara de Gui Wan, en su cuello.

Una sensación de adormecimiento se extendió por su cuerpo, y Gui Wan giró su cabeza para evitarlo. Desde que regresó de la Ladera Feng Qi, Lou Che había estado actuando más afectuoso, y sintiéndose nerviosa, no sabía cómo reaccionar. Por el rabillo de su ojo, se dio cuenta de que las dos sirvientas aún estaban detrás; de inmediato se sintió avergonzada.

Lou Che soltó con ligereza a Gui Wan al notar hacia dónde miraba, y se rió por lo bajo.

—Aquí están las criadas que he elegido para ti, ellas se encargarán de tu dieta y vida diaria a partir de ahora.

Gui Wan frunció el ceño sintiéndose insegura. Su sirvienta personal siempre ha sido Ling Long. La finca estaba llena de sirvientes, por lo que recibir de repente dos sirvientas personales le causaba una sensación extraña. Sintiendo que algo había sucedido, dio un vistazo y vio que los guardias de hace un momento ya se habían extendido por todos los rincones. La seguridad del patio había sido reforzada. Esto la hacía dudar aún más.

Las dos doncellas caminaron hacia el frente, arrodillándose ante Gui Wan mientras hablaban:

—Soy Ru Qing, saludo a la señora.

—Soy Ru Ming, saludo a la señora.

Las dos personas no solo actuaban sincronizadas, también hablaban al unísono; incluso el tono de sus voces era con exactitud el mismo. Gui Wan se asombró en secreto, no sabía que había sirvientas tan entrenadas en la finca.

Al ver que Gui Wan no rechazaba la situación, Lou Che se sintió aliviado. Tan pronto como salió de la asamblea de la corte imperial, hizo algunos preparativos. Debía proteger bien a su mujer, quien parecía que siempre se las arreglaba para hacer algo inesperado, afectando su estado de ánimo. Además, la situación parecía haberse vuelto cada vez más seria. Dejó escapar una pequeña risa, pensando en secreto.

¿Será que los mimos también pueden volverse adictivos?

Gui Wan les ordenó a las criadas levantarse. Cientos de pensamientos pasaron por su cabeza, desde el mensaje de la emperatriz de hace un momento, a Lou Che protegiendo a la consorte Ying en la corte. De repente, sus sentimientos eran un lío.

Lou Che arrastró a Gui Wan hacia el comedor para la cena, y en el camino, ella descubrió que habían más guardias que de costumbre en la mansión del Primer Ministro. Esto confirmó sus sospechas: algo había sucedido. Además, viendo el comportamiento de Lou Che, el asunto estaba relacionado con ella. Incluso si pensaba en ello no podría adivinar la situación. Despejando un poco su cabeza, se rió de sí misma por pensar demasiado, pues no era el momento para hacerlo. Lo que necesitaba ahora era pensar cómo persuadir a Lou Che y ayudar a la emperatriz a fortalecer su posición

Seguía pensando en este problema, incluso a la hora de dormir. Las dos criadas eran inteligentes y se comportaban bien; eran rápidas para completar sus las tareas, al igual que Ling Long. El único problema era que no les gustaba hablar ni reír, como si fueran personas hechas de madera, algo a lo que Gui Wan no estaba acostumbrada.

Acostada, pensaba repetidamente en el problema. Tratando de encontrar la raíz del asunto, y pensando en la mejor solución. Quería ayudar a la emperatriz, pero sin causarle ningún daño a la consorte Yin. Lo pensó durante mucho tiempo sin obtener ningún resultado. Tal vez todos los asuntos mundanos eran así, no había forma alguna de satisfacer a ambas partes.

Justo en ese momento en el que su mente era un caos, percibió un sutil aroma. Su cuerpo se relajó y sus pensamientos se hundieron de manera gradual. Tal comodidad hizo que suspirara de satisfacción. Tenía la sensación de que había algo que no estaba bien con este aroma, pero antes de que pudiera reaccionar la oscuridad la envolvió por completo…

En su sueño nebuloso, parecía que había alguien que se cernía sobre su cama.

¿Quién es?

Esto no estaba bien, no era un sueño. Gui Wan abrió bruscamente los ojos. Se incorporó y captó una sombra negra. Austada, Gui Wan gritó con ligereza, y sorprendido por su reacción, el intruso se marchó. Al verlo salir, Gui Wan dejó escapar un suspiro de alivio.

Por otro lado, sonidos de pelea comenzaron a llegar desde el exterior: el hombre de negro se había topado con los guardias. Gui Wan se levantó de la cama, y salió del cuarto con pasos ligeros. Al sentir el viento se dio cuenta que estaba empapada de un sudor frío.

Miró hacia el patio, para ver que el hombre de negro estaba luchando con dos personas: las criadas Ru Qing y Ru Ming. El intruso era sin duda muy hábil en las artes marciales, pero las dos criadas no se quedaban atrás. Cada golpe era implacable y penetrante, nada descuidado. El sonido de la lucha se extendió, y no mucho después, los guardias aparecieron para rodearlo. Gui Wan observó con frialdad desde donde estaba. Cuanto más lo pensaba, más extraño le parecía la situación. Ella no entendía nada de artes marciales, pero sentía que conocia al hombre de negro… Como si lo hubiera visto en alguna parte.

En esta noche oscura, Gui Wan observaba con atención la pelea entre los tres, siendo rodeados por los guardias. Aunque no entendía la situación, podía ver que las dos nuevas criadas se acoplaban perfectamente para trabajar en equipo. Miró al intruso una vez más, y sus dudas se profundizaron al entender que esta misteriosa persona no quería hacerle daño. Se preguntaba cuál sería su verdadero objetivo.

Ella se encontraba junto a la puerta de la habitación, distraída por un sinfín de pensamientos, cuando de repente sintió un calor. Una prenda exterior adicional colgaba sobre su cuerpo. Al girar la cabeza se encontró con los ojos preocupados de Lou Che.

—Entremos, ten cuidado de no resfriarte —dijo su voz cálida y suave.

Él también había venido después de escuchar la pelea, pero a pesar de su preocupación, ella se quedó en su sitio sin moverse.

Lou Che ayudó a Gui Wan a ponerse una prenda de vestir y le arregló ligeramente el cabello. Al cogerle la mano, y sentir que estaba un poco fría, la ira brotó en su corazón. Dando medio pasó adelante, se interpuso en la línea de visión de Gui Wan. Levantando un poco su mano para hacer una señal, los guardias actuaron con una rapidez asombrosa. Extendiéndose en forma de abanico, levantaron sus arco y cargaron sus flechas, apuntando hacia el hombre de negro.

Viendo tal alboroto, Gui Wan entendió que en poco tiempo el intruso se convertiría en un erizo. Dejó escapar un suspiro y se volvió a su habitación. Al momento de girar, un movimiento inesperado del hombre de negro llamó su atención.

De repente, el hombre de negro obligó a Ru Qing a retroceder dos pasos, metió la mano en su pecho y sacó un accesorio de una pulgada de largo. En la oscuridad, una débil luz plateada parpadeó y Gui Wan se congeló. Esta cosa, no había manera en que pudiera olvidarla. Era el veneno del insecto de Nu…

El hombre de negro levantó la flauta corta y sopló, pero ningún sonido se produjo. Las dos criadas y los guardias se sorprendieron.

—¡Cuidado! —gritó Gui Wan, recordando cómo funcionaba.

—Que todos se dispersen —les ordenó Lou Che a los guardias, frunciendo el ceño..

Los guardias retrocedieron varios pasos ampliando el círculo que habían formado. Justo cuando todos estaban perplejos, escucharon un zumbido acercándose al centro del patio. Dentro de la oscuridad, echaron un vistazo, y descubrieron a un grupo de gusanos inidentificables.

Nunca se imaginaron encontrarse con algo así, por lo que todos se alteraron. En ese momento caótico, Lou Che habló con frialdad:

—Enciende el fuego.

Al escuchar la orden, incluso los bien entrenados guardias, no reaccionaron de inmediato. No mucho después, el patio se iluminó con un fuego tan brillante como el día. Los insectos le tenían miedo a la luz del fuego, y desaparecieron sin dejar rastro, incluido el hombre de negro.

Ru Qing, Ru Ming y los guardias se arrodillaron al unísono, sin atreverse a hacer un movimiento. El rostro de Lou Che era como siempre, sus sentimientos estaban ocultos y sonrió de manera cálida antes de hablar:

—Muy bien, están todos perdonados.

Al oír esto, dejaron escapar un suspiro de alivio, abandonando de inmediato el patio. En un instante, el lugar volvió a hundirse en la oscuridad.

Lou Che se dio la vuelta, y al ver el bello rostro de Gui Wan oculto en las sombras, la consoló con suavidad:

—No te preocupes, yo me encargaré.

Mostrando solo una sonrisa, Gui Wan no respondió nada. Sus ojos se posaron en el centro del patio, sintiendo que dentro de esta escena de ausencia y oscuridad, hasta su corazón se había hundido en un espacio tan inconmensurable.

De pie junto a ella, Lou Che no mostraba ninguna emoción. Sus pensamientos eran un caos, pero pensando en lo que sucedió por la mañana y que ahora la gente de los Nu irrumpía en su casa por la noche, no pudo evitar preguntarse si alguien estaba filtrando los secretos de la corte imperial.

Después de todo lo ocurrido esa noche, Gui Wan no volvió a dormir.


[1] Las primeras líneas de este capítulo provienen en realidad del verso final del poema Chū chē  que significa Sacar el coche/carro/carruaje. El poema en sí está registrado en el clásico chino, Shī Jīng o Libro de la Poesía / Libro de las Odas en la sección Xiǎo yǎ u Odas Menores del Reino.

[2] La brisa de primavera se resiente naturalmente del agua implacable, sopla hacia el este y el agua fluye continuamente hacia el oeste.El poema sirve para expresar los sentimientos de dolor en la tan preciada época primaveral. El agua fluye implacable mientras desafía la brisa que sopla hacia el este, mientras sigue fluyendo hacia el oeste, expresando lo rápido que pasa el tiempo, y la brisa primaveral no puede hacer nada al respecto.

[3] La flor y las plantas fragantes ya han pasado, así que por qué es necesario odiar, las actividades de verano a la sombra son [también] agradables. Esta es una respuesta al poema anterior. Gui Wan está animando con optimismo a la emperatriz diciendo: “ya que la fragante primavera ya ha pasado, ¿qué sentido tiene odiar? ¿No son igual de agradables los exuberantes tonos verdes del verano?”. Es decir, hay que apreciar el presente y dejar de lado el pasado.

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