El caos de la Belleza – Capítulo 13: Sin ayuda

Traducido por Usagi

Editado por Anyi


—Señora consorte, el viento es fuerte y su cuerpo es débil, por favor regrese al palacio.

Dijo suavemente la sirvienta del palacio Miao. Mientras miraba a la hermosa mujer que tenía delante intentaba persuadirla.

Las palabras entraron por un oído y salieron por el otro. Yao Ying quien inconscientemente asintió, pero no se movió ni un centímetro, solo miraba distraída hacia abajo desde las paredes del palacio.

Miao Ye dejó escapar un suspiro y sin decir nada más se puso de pie detrás de Yao Ying. Mientras observaba en silencio a la adorada consorte en el interior del palacio, frunció el ceño. En lo profundo de su corazón, tenía sentimientos encontrados, pues desde que la consorte Ying entró por primera vez al palacio, ella ha estado a su lado a su servicio, presenciando todo tipo de asuntos que no lograba entender, y lamentaba en su corazón el no poder decir lo que pensaba. Si ella pudiera, definitivamente la aconsejaría. Esta chica asombrosamente hermosa, pensaba que los asuntos mundanos eran algo que no podía ser forzado.

♦ ♦ ♦

El paso del tiempo era algo que podía desgastar las emociones. La fe de Yao Ying estaba flaqueando debido a las dudas que rondaban por su mente. ¿Realmente no vendrá?, sacudió los pensamientos absurdos de su corazón, repitiendo a sí misma que las noticias de su regreso a la Capital ya habían sido enviadas esta mañana. No había forma de que él no viniera. Haciendo caso omiso a sus inquietudes, se consoló y espero pacientemente.

Miao Ye miró el rostro de la consorte Ying que estaba notablemente pálido y débil. Considerando que estaba embarazada, apretó los dientes y comenzó a caminar hacia ella, para alejarla de sus pensamientos, pero se congeló en el camino. Justo en ese momento, vió cómo los ojos de la consorte Ying se abrían de par en par. Los labios sonrientes de la chica le daban a su rostro un brillo cegador que conmovía a quien lo miraba.

—Miao Ye, ha venido. Regresemos rápidamente al palacio y esperemos por él.

Sonriendo dulcemente mientras se daba la vuelta, deslumbró a todas las sirvientas y eunucos que estaban detrás de ella. Yao Ying hablaba con alegría, la sonrisa en su rostro brillaba con una inocencia conmovedora. Sin esperar la reacción de los demás, Yao Ying bajó las escaleras dirigiéndose hacia el Palacio Jing Yi.

Miao Ye la siguió deprisa, y quiso pedirle a la consorte Ying que disminuyera la velocidad, pero no alcanzó abrir la boca cuando Yao Ying se detuvo de repente volviéndose hacia atrás con una mirada que mostraba preocupación. Miao Ye estaba perpleja cuando la voz con un tono de inseguridad llegó a sus oídos.

 —¿Me veo realmente fea?

Al ver a la consorte Ying preguntar esto con tanta seriedad, Miao Ye le respondió con honestidad:

—No, esta sirvienta nunca ha visto a nadie más hermosa que usted. Además, debido a que el viento ya le ha despeinado un poco el cabello, ahora se puede ver un lado más apasionante y poético de usted.

Desafortunadamente, la respuesta de la doncella del palacio no le dio confianza. Extendió su mano para acariciar suavemente su cabello y ordenarlo.

—Regresemos rápidamente al palacio, necesito arreglar mi apariencia.

Mientras se dirigían al palacio con prisa, la sirvienta pensó que la frase, una mujer que se arreglaba para el hombre que ama, le quedaba muy bien a la consorte Ying.

♦ ♦ ♦

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Esta imagen es un fanart

El humo del incienso danza por el aire invitando a la gente a intoxicarse. En el salón que ahora se encontraba vacío, Lou Che entró en las cámaras del interior del Palacio Jing Yi, con el ceño fruncido y la habitual sonrisa tenue en su rostro, diciendo con voz ligera:

 —Lou Che saluda a la dama consorte, que esté siempre a salvo y en paz.

Su voz viajó por los corredores y entonces alguien levantó repentinamente la larga cortina. Entonces apareció la figura de una hermosa mujer vestida con el brocado más lujoso del mundo y la costura más hábil; usualmente utilizada para resaltar la belleza, pero cuando la usaba la consorte Yin, el brillo de las prendas desaparecía entre su belleza.

—Finalmente has venido. —Su tono transmitia sentimientos contradictorios, tanto de felicidad como de culpa.

—Este sujeto llegó de la capital hace tres días —expresó con firmeza, y observó a la persona frente a él.

—¿Tres días? —La voz suave y bonita de Yao Ying se escuchó temblorosa, sintiéndose herida por la frialdad de Lou Che—. Estos tres días han sido más largos que todo el último año.

Lou Che se negó a hablar y se mantuvo de pie cerca de las puertas de las cámaras del palacio.

La inquietud y el abatimiento rápidamente pasaron por el rostro de Lou Chen, pero cambió de nuevo su expresión, y fue reemplazada por una dulce sonrisa.

—Entra y toma asiento. —Con una voz dulce y delicada, Yao Ying lo invitó a entrar.

—No haré nada precipitado ya que estás esperando un hijo. Lo mejor es cuidar bien de tu cuerpo. Ahora veo que la consorte está sana y salva, mi corazón puede estar tranquilo —dijo esperando la aprobación para presentar sus respetos y marcharse de ahí.

—Espera. —Incluso la propia Yao Ying se sorprendió, y dijo con el corazón desgarrado— ¿Crees que usé una enfermedad como una razón para engañarte y hacerte venir hasta aquí? ¿Estás enojado conmigo? Nunca te mentí. —Cada palabra parecía un sollozo, queriendo recuperar algunas de las cosas que había perdido.

Mirando ese rostro uno podría sentirse profundamente conmovido. Lou Che se calmó un poco, y la consoló con gentileza:

—No te culpo, ni estoy enojado contigo. Es solo que ¿no estás arrepentida? ¿Por qué te apresuraste a regresar cuando estabas en la ciudad de Qu Zhou?

Al escuchar su respuesta, y siendo tratada como una extraña, no se sintió aliviada, en cambio se sintió triste.

—¿Ya no te importa? Todo lo que concierne a mí, ¿no te importa en absoluto ahora?

Lou Che sonrió con amargura.

—Ya estás embarazada, no pienses demasiado, solo cuídate.

—¿Por qué tengo que cuidarme?, ¿por qué? ¿Por qué he concebido el hijo de un hombre al que no amo?

Sus emociones casi se derrumbaron, por las sospechas y los celos mantenidos durante mucho tiempo, torturando sin cesar su corazón exhausto. En ese momento, perdió la razón, descuidando sus modales, y sin importarle su apariencia, Yao Ying se soltó a llorar.

Conmocionado por la situación frente a él, Lou Che frunció las cejas con fuerza y miró a Yao Ying, cuyo rostro estaba lleno de lágrimas.

—Ying-er… cálmate, necesito hablar contigo.

Consciente de su propia falta de decoro y angustia, Yao Ying se sintió bastante avergonzada. Respiró hondo, y gradualmente se detuvo el llanto. Recompuso su postura mientras calmaba su corazón, esperando a que la persona frente a ella hablara.

Le indicó que se sentara en un sofá y tomó asiento cerca de él. Escondió sus emociones con su rostro lleno de elegancia cálida y radiante.

—En el futuro, cuando nazca tu hijo, si es un niño, posiblemente se convierta en el próximo monarca. —Ignorando la expresión de Yao Ying, continuó explicando su teoría—. Creo que deberías entender, cuánto te ama Su Majestad. Ni siquiera le importa lo que opinen otras personas, su amor es solo para ti.

—Pero yo no lo amo —le contestó cortante a Lou Che.

—La paciencia de Su Majestad hacia ti ya es algo que nunca se había visto. No actúes así. —Como aconsejando y reprochando al mismo tiempo, Lou Che le lanzó tales palabras que encerraban escalofriantes significados.

Las lágrimas rodaron incontrolablemente por el rostro de Yao Ying una vez más. Mientras trataba de mostrar una sonrisa, pero solo logró mostrarse más triste que las mismas lágrimas.

—Si realmente es infinitamente paciente y caritativo conmigo, ¿por qué no me deja ir?

—¿Crees que Su Majestad no se da cuenta de tus acciones? Mis visitas a tu palacio, ¿es posible que él no sepa de esto? Sin embargo, nunca nos ha separado, ¿sabes por qué? Él está esperando hasta que llegues a entender, y que dejes ir tu obstinada persistencia. Tal paciencia es digna de admirar.

Con lágrimas en el rostro, pensó en las palabras que acababa de escuchar. Mientras se recuperaba de sus emociones un resentimiento creció dentro de ella, y preguntó con tristeza:

—¿Por qué me estás diciendo todo esto? ¿Es por mí o por ti?

—Es por los dos. —Lou Che suspiró y reveló una pequeña sonrisa.

—Estás haciendo esto por ti mismo. Tu cuerpo está aquí pero tu mente no, ¿en qué estás pensando? ¿A dónde está tu corazón? —Con cada pregunta sentía que su corazón se partía. Las preguntas no parecían estar dirigidas a Lou Che, sino a ella misma. Era algo que le había costado enfrentar todo este tiempo.

—Ying-er, —la llamó con suavidad.

—En lugar de aferrarse al pasado, ¿por qué no vivir en la realidad? La persona en tu corazón no soy yo, ha sido así por mucho tiempo. —Dándose la vuelta salió lentamente del lugar con gran pesar.

Congelada en su lugar, Yao Ying no pudo reunir el coraje para detenerlo. Mientras miraba a Lou Che alejarse, con su mente en blanco murmuró suavemente:

—¿Ya no te preocupas por mí? ¿Ya no me quieres?

Su voz llegó a los oídos de Lou Che, quien con una mirada perdida no pudo evitar mirar hacia atrás.

—Mientras estés en el palacio, te cuidaré hasta el último día de mi vida.

No volvió la mirada, y se marchó ignorando los gritos de aflicción dentro del palacio. Tal vez así, el dolor en el corazón de Yao Ying mermaria un poco.

Con pasos apresurados se dirigió hacia la entrada del palacio. Estaba ansioso por volver a donde estaba su corazón lo antes posible, sintiéndose más ligero que nunca.

Lou Che se detuvo inmediatamente levantando la cabeza sorprendido, al oír un retumbar de las campanas, que se extendió por todos los rincones del patio del palacio imperial. Usar la campana imperial significaba una emergencia de suma importancia, pero ¿por qué sonaba ahora?

Sin terminar de reflexionar, vio pasar a varios sirvientes corriendo desesperadamente.

—¡Esto no es bueno, la consorte esta teniendo un aborto espontaneo! —gritaban las sirvientas, mientras llevaban con ellas cosas para auxiliar a la mujer.

Lou Che se congeló en el acto mientras sentía escalofríos pasar por todo su cuerpo. Pensaba en lo que acababa de escuchar y una vez más miró en dirección al palacio. Frunciendo sus labios, dio un suspiro de impotencia dirigiéndose nuevamente a donde estaba la mujer.

Esta elección le hizo imposible salir del palacio durante siete días, hasta que la impactante noticia llegó al estado del primer ministro.

♦ ♦ ♦

Mientras Gui Wan estaba sentada en el centro de la cama, pensaba que no importaba cuánto odio y renuencia tuviera en el corazón, en este momento no servía de nada. Su cuerpo no tenía fuerza, incluso hablar se le dificulta, descarto por completo la idea de resistirse. Miraba con impotencia a la dulce y encantadora niña frente a ella, quien después de aflojar los aretes y la cinta del cabello, le aplicó un tónico en la cara.

—Todo está listo ­—pronunció mirando hacia un lado de la habitación.

Al escuchar esto, Ye Li se acercó. Miró con asombro a Gui Wan, e inmediatamente comenzó a reír.

—Mo Na, trae el espejo.

Mo Na sostuvo el espejo frente a Gui Wan quien se quedó sin palabras. Su apariencia había cambiado por completo: con una tez pálida, lucía como una mujer ordinaria débil y enfermiza. Su corazón se sintió pesado, pero, si debía dejar la ciudad, primero tenía que pasar desapercibida.

Mo Na le quitó el espejo, con una sonrisa en el rostro.

—¿Mis habilidades son extraordinarias verdad?

Si las habilidades no tuvieran que ser usadas en mí, te elogiaria sin dudarlo, pensó Gui Wan en silencio. Los músculos faciales no respondían de ninguna forma, y se sentía demasiado ingenua por haberse dejado llevar de esa manera.

Ye Li se acercó a ella con un conjunto de ropa, que parecía ser de una mujer ordinaria y envolvió a Gui Wan con ella levantandola en brazos

—Es casi el amanecer, debemos irnos —susurró Mo Na mientras salía de la habitación.

En la noche oscura, tres personas salieron sigilosamente al patio trasero de la posada de descanso, donde otros cuatro individuos los esperaban a un lado con un carruaje listo para partir. Gui Wan no podía moverse entre los brazos de Ye Li, y solo era capaz de mover los ojos. Intento observar su alrededor, pero solo eran visibles las figuras de las personas que se movían en la oscuridad.

El grupo de personas se sorprendió por las acciones de Ye Li, pero no dijeron nada mientras se dispersaban para realizar sus tareas individuales.

Ye Li llevó a Gui Wan al carruaje con la mirada fija en ella.

—El camino por delante va a ser difícil solo soportarlo por ahora.

Extendió su mano para acariciar suavemente el rostro de la mujer, para descubrir que no se sentía bien. Arregló la ropa de la chica, antes de darse la vuelta y saltar fuera del carruaje.

Un poco más tarde, Mo Na entró en el carruaje, sonriendo.

—Supongo que nos haremos compañía en el camino.

Gui Wan no podía odiarla desde lo más profundo de su corazón. Además, una chica con una personalidad tan sencilla era rara de encontrar dentro del Imperio Celestial.

Mo Na era parlanchina, además de su apariencia encantadoramente conmovedora, su conversación haría que la atmósfera dentro del carruaje no fuera aburrida, y mientras pensaba en ello el carruaje comenzó a moverse.

Gui Wan no sabía si llorar o reír, ¿realmente tenía que dirigirse a Nu?

Nadie respondió a su pregunta, mientras el sonido de la risa de Mo Na y las ruedas del carruaje la devolvieron a la cruel realidad.

♦ ♦ ♦

—¿Estás cansada?

En una casa de té no muy lejos de la ciudad de Ru Shui, un hombre de porte digno le preguntó con ternura a su esposa. Con una pronunciación bastante rígida, pero llena de dulzura que hacía que las mujeres de la casa de té la envidiaran. Uno tras otro giraban la cabeza para observar la escena.

Un hombre Nu alto y poderoso con una mujer pálida y enfermiza, acompañados de una belleza encantadora. No importa cómo se mirara, el grupo era extraño, pero viendo las muestras de amor del hombre hacia su esposa, las personas se conmovieron, pues un afecto como ese era envidiable.

Gui Wan tomó ligeramente un trago del té que tenía en la mesa, mientras observaba de reojo a quienes los rodeaban, y encontró ridículo el comportamiento de los presentes. ¿Podría ser que la gente en el mundo viera las cosas con tanta superficialidad? ¿no ven la realidad? Dando un profundo suspiro, comenzó a preocuparse, por cómo resolvería el problema que estaba enfrentando. ¿Podría ser que realmente se verá obligada a ir a la Capital Nu?

—Tienes que comer algo, pronto entraremos en la ciudad de Ru Shui.

Esa frase le recordó lo que realmente estaba sucediendo. Entonces, Gui Wan giró la cabeza para mirar a Ye Li, pensando que él era el culpable de todo lo que estaba sucediendo. Desafortunadamente su voz había sido sellada, incapaz de producir sonido, así que solo podía mirarlo con frialdad.

Haciendo una expresión de sorpresa y usando su encanto, Ye Li miró profundamente a Gui Wan, acercándose de manera lenta y sensual para susurrarle en el oído.

—No me extraña lo que dicen de las mujeres del Imperio Celestial. Ya sea sonriendo, molestas o tristes todas sus expresiones son hermosas. Incluso ahora con tu expresión de furia, haces que mi corazón lata sin parar. De ahora en adelante, no dejes que otros hombres te vean en este estado.

De reojo observo como Mo Na sonreía, Gui Wan se sentía avergonzada cuando Ye Li le decía ese tipo de cosas. No estaba ni feliz ni enojada, ni siquiera sabía cómo reaccionar a ello, los rasgos de personalidad de la gente Nu era completamente diferente a los de la gente del Imperio Celestial. Eran audaces y no solían esconder sus sentimientos.

Ye Li notó el disgusto de la mujer y decidió no seguir expresando sus sentimientos. Se dedicó a comer, pero en ese momento se escuchó algo retumbar.

Una ráfaga de polvo se elevó en la carretera principal, esparciéndose por las calles. Mucho después, unos guardias llegaron y se instalaron en la casa de té, organizándose en filas. El silencio se hizo presente mientras todos miraban hacia afuera, ya era extraño ver a los guardias reunidos, pero lo más sorprendente era ver a dos mujeres jóvenes dirigirlos, y eso fue lo que más maravilló a los presentes.

Al ver a los guardias y las dos sirvientas, Ru Qing y Ru Ming; los ojos de Gui Wan brillaron con intensidad. Pronto sintió un apretón en su hombro, seguido de alguien tomándola como si se hubiera desmayado cayendo en un abrazo generoso.

—¿Qué pasa? Señora esposa, ¿te sientes mal? —le dijo Ye Li cerca del oído con un tono llenó de preocupación. Solo Gui Wan quien estaba cerca, pudo ver claramente la advertencia juguetona, pero contundente en su expresión.

Con su hombro bloqueado por el agarre, no pudo poner ni la más mínima resistencia. Gui Wan solo pudo apoyarse impotente contra el hombro de Ye Li, mientras todos los demás pensaban que la enfermedad que aparentaba tener estaba causando problemas nuevamente. Nadie se dio cuenta de la verdadera escena frente a ellos.

En el fondo, Gui Wan se sentía desesperada e inquieta, recordaba todo lo que sucedió desde su primer encuentro en Qu Zhou. Había caído completamente en desventaja, perdiendo toda ventaja en el asunto. Ya sabía que alguien estaba controlando todo detrás de escenas, pero no había logrado dar con ninguna pista a pesar de haber estado atenta a las conversaciones en los últimos días, y sin dejar escapar un solo detalle.

Ru Qing y Ru Ming desmontaron sus caballos y caminaron hacia la casa de té. Miraron con atención el interior, escaneando rápidamente a las personas presentes en el lugar. Con una mirada de decepción en el rostro, le indicaron a sus caballeros, entrar en el establecimiento y descansar.

Ru Qing caminó al frente y preguntó al dueño de la casa de té:

—Estos últimos días, ¿por casualidad ha visto pasar a una mujer realmente hermosa?

—Hay muchas mujeres que son realmente hermosas. A medio kilómetro de aquí hay una viuda vendiendo tofu, es muy hermosa —respondió el dueño con una sonrisa.

Todos dentro de la casa de té estallaron en carcajadas. Ye Li tampoco pudo contenerse y se rió en voz baja. Bajó la cabeza para mirar a Gui Wan y sus ojos revelaban arrogancia y diversión.

Al escuchar al propietario enumerar interminablemente a las mujeres a las que encontraba hermosas, Ru Qing comenzó a perder la paciencia por lo que Ru Ming cortó fríamente la charla del propietario.

—¿Quién está hablando de esas mujeres ordinarias? La mujer que buscamos es más…

En ese momento se detuvo, pues no era capaz de describir la apariencia de Gui Wan en detalle.

—En cualquier caso, alguien que es difícil de olvidar con una sola mirada, es extremadamente hermosa.

Todos hicieron silencio, justo antes de romper en carcajadas de nuevo.

Ru Qing agitó su mano para evitar que Ru Ming siguiera hablando. Sacudiendo un par de veces su cabeza, se retiraron sigilosamente de la casa de Té.

—El asunto no debe publicitarse.

Asintieron mientras miraban a la nada.

—¿Quién podría haberse llevado a la señora? No hay ni una sola pista —susurró.

—Todo es por nuestro descuido. —Ru Qing se mostró avergonzada.

—La señora de la posada en Qu Zhou, es probablemente la única que vio a las personas que secuestraron a nuestra señora, pero no recordaba nada al despertar.

—Tal pérdida de memoria debió ser causada por algún tipo de manipulación mental de artes marciales o hechicería —respondió Ru Ming rechinando los dientes.

—Los espías del Primer Ministro de Estado han comenzado la investigación, pronto deberíamos tener noticias o alguna pista.

Como si estuviera consolando a Ru Ming, Ru Qing sonrió con ligereza, pero luego esa sonrisa desapareció, dejando a las dos jóvenes sumidas en la tristeza. Pronto escucharon algo detrás de ellas, era un grupo de comerciantes; uno de ellos estaba apoyando a su esposa que estaba gravemente enferma. Mientras pasaban junto a ellas vieron a la mujer enferma, y de forma inconsciente le cedieron el paso al hombre que cuidaba de su esposa dando un paso atrás. Él las miró con frialdad, y ellas sintieron escalofríos sin entender la razón. Además, les resultó raro que una mujer hermosa estuviera acompañando a esas dos personas. Después de ver a las pocas personas Nu entrar en su carruaje y dirigirse hacia la ciudad de Ru Shui, Ru Ming regresó a la realidad.

—Después de descansar un poco, pongámonos en marcha de nuevo. Todavía tenemos que seguir buscando el paradero de la señora.

Ru Qing asintió levemente, mirando cómo se alejaban los comerciantes Nu. Sin saber la razón, su corazón parecía sentirse vacío, como si algo estuviera mal.

♦ ♦ ♦

Ya habían pasado unos días desde la última vez que escuchó la vivacidad de la gente. Gui Wan yacía dentro del carruaje, sus ojos llenos de tristeza, y su cuerpo aun drogado no tenía ni la más mínima fuerza para levantar las cortinas del carruaje. Su corazón estaba abatido, ella ya lo sabía, ya no estaban en la ciudad.

En su momento de reflexión, las cortinas del carruaje se levantaron repentinamente revelando la silueta de una persona alta y con una sonrisa coqueta. Ye Li se sentó junto a ella, y Gui Wan cerró los ojos, no estaba de humor para soportarlo.

Ignorando su estado emocional, Ye Li extendió sus brazos, y tocó ligeramente algunas partes del cuerpo de Gui Wan, quien abrió los ojos y lo miró perpleja. Él solo sonrió a modo de disculpa tomando una pastilla muy pequeña, la cual introdujo con gentileza en la boca de la mujer.

Su mente no podía olvidar el recuerdo del momento en que fue envenenada. Gui Wan se retiró inconscientemente, para descubrir que no había escapatoria mientras miraba con duda a Ye Li, quien inocente se encogió de hombros, riendo.

—No hay necesidad de tener miedo, es para aliviar los tendones blandos de su cuerpo.

Gui Wan podía mover una parte de su cuerpo, ya que el canal de acupuntura se ha desbloqueado recuperándose bastante del daño. Con urgencia, levantó la mitad superior de su cuerpo, y abrió las cortinas del carruaje, sin importarle el dolor, ni que se estuviera congelando. Descubrió un paisaje nunca antes visto.

Los cielos era de color amarillentos, tanto que era difícil de distinguir si eran arena o tierra en aquel sitio vacío que parecía cubrir kilómetros. La mitad de la puesta de sol parecía ser roja como la sangre, renderizando todo el cielo, luciendo como una pintura de paisaje, o una escritura grandiosa y heroica, caligrafiada por los cielos, revelando el espíritu heroico audazmente libre y sin restricciones del desierto. Era una escena de desierto sin nada artificial o creado por el hombre.

—Tan hermoso… —murmuró con suavidad Gui Wan, aturdida por la hermosa vista.

—Una vista tan asombrosa de la naturaleza, hace que uno se sienta infinitamente pequeño.

Mirando sin palabras a Gui Wan con una sonrisa, Ye Li también suspiró. Muchas mujeres del Imperio Celestial que habían estado allí antes; lloraban, o hacían berrinche, porque la desolación del lugar las asustaba. Solo los ojos de ella, eran capaces de ver la belleza del paisaje en un solo vistazo. Sintiendo la magnificencia y el poder de ese lugar remoto, suspiro una palabra cariñosa,

—Las hábiles manos de Mo Na pueden haber camuflado su bello rostro, pero no pueden ocultar la clara magnificencia de su temperamento y gracia incomparable.

Cuando Gui Wan soltó distraídamente la cortina, y miles de sentimientos se acumularon en su corazón. Aunque estaba conmovida por el paisaje tan hermoso que estaba frente a ella, la situación en la que se encuentra no la deja sentirse tranquila. Pronto recordó, la última vez que vio a Ru Qing y a Ru Ming. Han pasado unos veinte días de viaje, por lo que ya se ha alejado mucho de su tierra natal, y ha llegado a esta nación desconocida, ¿qué debería hacer? ¿Y cómo iba a volver?

—No te preocupes, solo espera uno o dos días, y tu cuerpo podrá restaurar su movilidad. Los dolores también desaparecerán —le dijo a Gui Wan en tono de disculpa pensando en lo autoritario que había sido.

Mirando a Ye Li, y una vez más el maravilloso paisaje exterior, se calmó un poco. Se recordó a sí misma que no podía entrar en pánico, y sin importar lo que pasara debía pensar en una manera de dejar que las noticias llegaran al Imperio Celestial; esa debía ser su prioridad.

A lo largo del camino pensó en cómo hacerlo. Pensaba en todos los tipos de arreglos ingeniosos de Ye Li, y todos los pasos perfectamente planificados que había tomado, junto con la gran posibilidad de que alguien lo estuviera ayudando a mover los hilos detrás. Definitivamente no debía entrar en pánico, en esta situación, un solo paso en falso y todo se perdería, no, eso no podía permitírselo.

Sus movimientos eran más libres, y su razonamiento había comenzado a ir más rápido de lo normal. Gui Wan se inclinó hacia el costado del carruaje, descansando para alcanzar la paz mental y, al mismo tiempo, ingresando en un estado profundo de su pensamiento. Sin embargo, una melodía llegó a sus oídos, moviendo ligeramente su cuerpo miró hacia afuera una última vez. En ese desierto no se podían ver otras figuras humanas. Desconcertada, sin idea de donde provenía aquel canto, que parecía se la canción folklórica nativa de la tribu Nu. Tal melodía y ritmo era diferente de las canciones del Imperio Celestial y también se cantaba en el idioma Nu. Además, las palabras “Suo Ge Ta” se podían oír vagamente en la letra. Gui Wan estaba muy sorprendida, aunque ya había escuchado esas palabras en numerosas ocasiones, no sabía el significado real detrás de ellas.

Puso su oído pegado a la ventana para escuchar mejor y Ye Li se comenzó a reír.

—¿Estás escuchando la canción? Esta es una que todos los Nu sabemos cantar, ¿te gusta?

Giró la cabeza para mirarlo, no quería prestarle atención, pero la canción era realmente cómoda y agradable de escuchar. Tocaba una fibra profunda y siendo capaz de hablar de nuevo preguntó:

—Suena bien, ¿qué canción es esta? —Cuando habló, descubrió que su voz sonaba tan ligera y frágil como la de un insecto.

Ye Li, frunció ligeramente el ceño.

—Para explicarlo en tu idioma Han. Esta canción es una oda a la diosa, también es una canción que los Nu cantamos para expresar nuestro amor a la persona que amamos.

Un atisbo de comprensión apareció en el rostro de Gui Wan, mientras Ye Li se divertía al ver las expresiones de la mujer.

—¿Quieres saber qué dice? Te la cantaré.

Dejándose llevar un poco, Gui Wan lo miró mencionando.

—No hay necesidad de molestar al hermano Ye Li.

Sabía que ella era alguien tan tranquila e indiferente como las nubes ligeras y la brisa, pero también sabía que lo que ella buscaba era distanciarse. Así que Ye Li actuó como si no hubiera escuchado su respuesta y se aclaró la garganta. Cerró los ojos y se acercó a ella, mientras canta en voz alta en el idioma Han:

Suo Ge Ta, ah, Suo Ge Ta

Perla parecida al agua

Ataúd de jade con forma de nube

Tu apariencia como un ángel, brillante y clara

Soy tu sirviente leal

Por tu hermosa sonrisa

Estoy dispuesto a renunciar a lo mejor del mundo.

Suo Ge Ta, ah, Suo Ge Ta

Claro es el sol naciente

Nublado es el resplandor rosado de la mañana

Tu apariencia como una diosa, impecablemente hermosa

Soy tu caballero confiable

Por tus dulces palabras

Estoy dispuesto a defender nuestra patria expansiva

Suo Ge Ta, ah, Suo Ge Ta

El cielo es el horizonte

El mar es la esquina

Tu cuerpo de hada, luminosamente brillante

Estoy dispuesto a ser tu cariñoso amante

Por tu ternura amorosa

Estoy dispuesto a renunciar a mi libertad y mi vida.

La voz clara y brillante de Ye Li envolvió todo el carruaje en un canto suave y agradable. Su voz era como un imán acompañada de rastros de ternura, haciendo eco en toda esta vasta tierra de desierto sin final. Gui Wan medio cerró los ojos, sin mirar directamente a Ye Li, sin embargo al escuchar un canto así de hermoso sus sentimientos comenzaron a ser confusos, mientras piensa en sí misma, en Lou Che y en su patria.

Las pocas personas fuera del carruaje que escuchaban la canción, sonreían porque habían regresado a su ciudad natal; sentían felicidad y nostalgia. Justo cuando todos estaban profundamente inmersos en sus pensamientos, un hombre apresurado montado en un caballo apareció en el horizonte.

—Su alteza real, el príncipe Ye Li. El príncipe mayor ha venido a saludarte.

El canto dentro del carruaje se detuvo repentinamente, Gui Wan también abrió los ojos, ¿qué, Ye Li tiene un hermano mayor? Al levantar la mirada para encontrarse con la de Ye Li, vio un rostro con una expresión compleja, un rastro de intoxicación, un rastro de preocupación, y también un rastro de ternura.

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