Villana en un otome, ¿cómo acabaron las cosas así? – Capítulo 65: El mismo nombre (9)

Traducido por Herijo

Editado por Sakuya


Muchos días después, aunque se sentía fatigado, Ratoka logró arrastrar su cuerpo lleno de pesadez hasta el campo de entrenamiento nuevamente.

En el corto camino desde la mansión hasta el campo de entrenamiento, Bellway saludó a Ratoka con un “¿vas?” y no dijo nada más.

Todos los adultos en la mansión son así. Nunca charlan sobre nada innecesario. Solo hay intercambios breves y terriblemente profesionales. Ratoka no sentía ningún calor humano de ellos en absoluto.

Aunque se sentía solo en el pueblo de Cyril, su soledad comenzó a desvanecerse mientras estaba en los cuarteles, así que ahora ha llegado al punto en el que ya no puede soportar ser ignorado.

Al igual que ayer, Bellway lo dejó atrás sin decir nada más, y Ratoka… suspiró pesadamente.

Deseaba encontrarse con Elise desesperadamente y hablar con ella de cualquier cosa.

Había demasiadas cosas dando vueltas en su cabeza, hasta el punto en que no podía organizar sus pensamientos ni saber qué hacer.

Es por eso que deseaba olvidarse temporalmente de todo.

Aunque ese era el deseo en su corazón, sabía que era muy poco probable que se cumpliera. Cambiando su deseo por algo más pequeño, al menos, quería poder entablar una conversación casual.

Si nada hubiera cambiado en su vida, sus deseos nunca se habrían hecho realidad. Sin embargo, ahora hay una persona más cerca de Ratoka de la que solía haber.

Claudia sigue siendo una adolescente con la que es fácil llevarse bien, tal vez esté bien tener alguna charla frívola con ella.

Cuando pensó en eso, aunque todavía estaba cansado del día anterior, algo de energía volvió a él.

Ratoka, que intentaba consolarse un poco, de repente miró a su alrededor. Ese hermoso cabello dorado no se veía en ningún lado por el campo de entrenamiento.

Bueno, había llegado un poco temprano. Esperará pacientemente sentado contra la pared.

No obstante, pasaron dos horas, y luego otra media hora más y Claudia aún no aparecía. Aunque se dio cuenta de que algo podría haber sucedido, aún se quedó ahí esperándola solo, ya que no tenía nada más que hacer.

Al final, Claudia nunca apareció en el campo de entrenamiento. Como Bellway le había dicho que no causara problemas, Ratoka no se movió de ahí. No sabía qué estaba pasando, ni podía hacer nada al respecto; todo lo que podía sentir era ansiedad.

Todo sobre Ratoka estaba controlado por los nobles en la mansión, no podía hacer nada por sí mismo. Los nobles tampoco le habían dicho nada sobre lo que estaba sucediendo.

Esta es la primera vez que nadie le dice qué hacer. Sintiendo ansiedad junto con una extraña sensación, finalmente Ratoka se puso de pie y se dirigió hacia la salida del campo de entrenamiento.

Otros treinta minutos habían pasado sin que nadie viniera a buscarlo. Quería echar un vistazo para ver qué está sucediendo con la situación anormal… con suerte no será regañado.

Mientras caminaba furtivamente por los caminos, de repente Ratoka se dio cuenta de que los soldados personales del Conde Terejia, que normalmente merodeaban por aquí, no estaban en ninguna parte hoy.

Sentía cada vez más que algo debía haber ocurrido. Ratoka no pudo evitar aumentar su ritmo cada vez más, hasta que empezó a correr.

Abrió una puerta que conducía a la mansión, luego de repente se dio la vuelta y se pegó a la pared, al escuchar las voces de muchas personas.

Parece que hay mucha gente ahora mismo en esta parte de la mansión. Mientras prestaba atención cuidadosa a su entorno, Ratoka se aferró a las sombras y tomó el camino hacia la habitación de Elise.

Con la espalda pegada a la pared, miró con cuidado la entrada de la mansión. Muchos de los soldados desaparecidos del ejército del Conde Terejia estaban reunidos ahlí. También vio a Bellway y al Conde Terejia entre ellos. Es la primera vez que ve al Conde Terejia en mucho tiempo.

Qué está pasando, Ratoka contuvo la respiración mientras espiaba furtivamente. Todos miraban hacia el cielo al este, sin ninguna señal de que fueran a ir a otro lugar.

Qué exactamente va a suceder en el cielo.

En su curiosidad, también miró al cielo. Aparte de la puesta de sol, no había nada. Solo el color rojizo del cielo qué Ratoka odiaba. Todo parecía un poco ridículo, todos mirando fijamente la deslumbrante puesta de sol. Entonces, finalmente apareció una pequeña mancha negra en el cielo.

Ratoka pensó que era algún tipo de pájaro, hasta que se hizo más  y más grande a medida que se acercaba, hasta el punto en que incluso podía ver su sombra en el suelo. Definitivamente no era un pájaro.

Apartó la mirada de ella, volviendo al grupo de personas cuando empezaron a hacer ruido.

—¡Mira, ¿no es ese Rashiok?

—Ah, ¡definitivamente es Rashiok!

Ratoka inclinó la cabeza ante lo que escuchó. ¿Rashiok? Parecía recordar ese nombre de un cuento que su madre solía contarle hace mucho tiempo, pero no recordaba los detalles.

Ratoka notó que las personas apiñadas alrededor de la entrada de la mansión señalaban la mancha negra en el cielo.

Entonces, deben estar señalando a ese pájaro… No, espera, no es un pájaro. La figura negra, aunque extendió sus alas y volaba por el cielo como un pájaro, era mucho, mucho más grande de lo que cualquier pájaro podría ser.

Esa forma extraña parece dirigirse directamente hacia aquí. Mientras seguía observando cómo se acercaba, se dio cuenta de que había una persona montada en la criatura parecida a un pájaro.

¿Qué es exactamente eso?

Mientras Ratoka seguía mirando fijamente a la criatura que se acercaba por pura curiosidad, a medida que se acercaba más y podía verla con más claridad, se quedó completamente sin palabras.

Poco a poco pudo distinguir lo que parecía ser Claudia montada en la criatura. Y también notó que estaba sosteniendo a alguien más pequeño en sus brazos.

Su cabello negro era iluminado por el sol de la tarde y no se movía con el viento. Sus brazos estaban bajados y completamente laxos, y Ratoka se sintió pálido de manera instintiva.

Estaba cargando a Eliza. Algo debe haberle sucedido en el fuerte Jugfena para que regrese así.

En el momento en que la reconoció, Ratoka sintió como si su corazón estuviera encerrado en hielo. Era como si estuviera tomando una ducha fría en invierno, su pecho estaba tan dolorido.

Ella es la chica a la que alguna vez deseó que muriera. Pero, últimamente, ¿qué piensa realmente de ella?

Si ella muere ahora, se verá en problemas. Ratoka no pertenece a ningún lugar, solo esa chica tiene uso para él.

Aunque es realmente frustrante admitirlo, tenía que enfrentar los hechos. Fue Eliza quien le perdonó la vida, no el conde Terejia ni nadie más.

Mientras Claudia y Eliza aterrizaron en el suelo, Ratoka solo pudo observarlas, congelado, con los ojos ardiendo.

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