El emperador y la mujer caballero – Capítulo 298

Traducido por Maru

Editado por Freyna


Enamorarse fue el momento adecuado. Si la persona que estaba detrás de Lucius I ese día en el acantilado fuera un hombre… Si Pollyanna Winter fuera un hombre… ¿El emperador todavía se habría enamorado?

La respuesta fue…

—No, Pol.

Su corazón latió tan rápido ese día… Los intensos sentimientos que lo abrumaron…

Ella era tan preciosa, demasiado preciosa, que ni siquiera podía atreverse a tocarla. Era aún más difícil para él ver a otro hombre acercándose a ella. La estaba manteniendo a salvo de él, pero terminó dejando que una serpiente buscadora de oro la alcanzara.

Quería protegerla. Quería asegurarse de que nadie la lastimara. Planeaba mantenerla cerca, pero esta vez, era él quien la había lastimado. La serpiente Frau hirió su orgullo mientras Lucius I terminó hiriendo su corazón.

Lucius I balbuceó:

—No quería hacerte llorar, Sir Pol… Pero supongo que fallé.

El emperador solía reírse de aquellos que creían en historias románticas poco realistas, pero parecía que Lucius I cometió el mismo error. Olvidó la realidad y provocó que su más leal caballero derramara lágrimas.

Lágrimas calientes finalmente rodaron por las mejillas de Pollyanna. Tenía los dientes apretados con fuerza. Parecía que estaba experimentando el peor momento de su vida.

Peor que cuando descubrió la verdad sobre Frau.

Pollyanna empezó a sollozar incontrolablemente.

Lucius I la abrazó gentilmente y Pollyanna no luchó contra él. Lloró en voz baja, sin hacer ningún sonido, lo que lo empeoró aún más.

—Lo siento… Es todo culpa mía, Pol… Es… cometí un error. Es mi culpa.

El emperador le acarició el pelo con cautela como si estuviera consolando a un niño. Sus manos eran amables y dulces.

Se suponía que el emperador nunca debía disculparse. Se suponía que nunca debía cometer errores, e incluso si lo hacía, no se suponía que debía disculparse por ellos. Desafortunadamente, parecía que cuando se trataba de Pollyanna, Lucius I constantemente hacía cosas que requerían que él se disculpara con ella. Quizás fue su destino estar en este tipo de relación.

—Se supone que no debo disculparme con nadie, pero sigo haciéndote daño, Pol. Lo siento. Todo es mi culpa.

Antes de que Pollyanna conociera a Lucius I, no tenía un propósito en la vida. Vivía por vivir y se estaba cansando del esfuerzo que tenía que hacer solo para sobrevivir. Justo cuando Pollyanna sintió que tenía suficiente de su vida, fue entonces cuando Lucius I le ofreció algo por lo que vivir.

Una meta.

Le hizo una oferta y le preguntó si lo seguiría.

Pollyanna fue abandonada por su propia familia. Fue intimidada y abusada por todos en su propio ejército. No tenía una buena razón para vivir y, sin embargo, trabajaba desesperadamente para vivir.

El emperador fue el primero en ver su talento. Reconoció lo duro que trabajaba. Le dijo que la necesitaba. Él le dijo que le gustaba. Aunque sabía que era una mujer, la aceptaba como caballero. La reconoció como un caballero.

Lucius I le ofreció un sueño que ni siquiera imaginó que pudiera ser suyo. Le dio la oportunidad de ser parte de su futuro. Fue un sueño tan maravilloso. Pollyanna se volvió más fuerte para él. Estudió y trabajó más duro para servir mejor al emperador.

Lo más importante es que aprendió a verse a sí misma de manera positiva. Cada vez que Lucius I la felicitaba, su orgullo por sí misma crecía.

Su vida entera cambió para mejor después de conocerlo. Tenía un sueño que perseguir. Hizo amigos. Estaba dotada de superiores a los que respetaba y subordinados en los que podía confiar. Incluso consiguió un hermano adoptivo. Todas estas cosas fueron gracias a servir al mejor emperador de la historia.

Todos trabajaron juntos para lograr el sueño del emperador. Los maravillosos momentos que pasó Pollyanna se debieron a Lucius I.

Pero ahora… Todo lo que logró… Las obras que logró… Se las iban a quitar todas. La vida de sus sueños comenzaba a romperse. Fue Lucius I quien le dio todo, pero también fue él quien lo estaba destruyendo todo. Era un hombre tan hermoso, pero estaba ensuciando todo lo que ella tenía.

La bruja que sedujo al emperador. La puta. La perra loca. La mujer helada.

Pollyanna estaba acostumbrada a cómo la llamaban. Incluso cuando no eran ciertas… Incluso cuando las cosas que la gente hablaba de ella eran horribles y feas… Pollyanna se rio de ellas. Ella estaba bien porque sabía que su relación con el emperador era pura, pero tan pronto como Lucius I confesó su amor por ella, todo lo que la gente había hablado se hizo realidad.

La historia de ella, una perra estúpida, seduciendo y engañando al emperador, ahora iba a ser verdad. Las historias que los enemigos inventaron para derribarla iban a convertirse en la verdad.

—Ella es una mujer, entonces, ¿qué esperas?

Esta era la peor oración que había escuchado sobre sí misma, y ​​ahora iba a ser una declaración verdadera. ¿Era esto realmente correcto? No importaba cuánto trabajara, ¿su género iba a ser su mayor límite?

¿Nunca podrá superar esto?

El camino imposible de la caballería fue posible gracias al emperador. Pero ahora, era Lucius I quien le estaba quitando la vida. ¿Ser mujer era realmente una maldición? ¿Fue este el final para ella? ¿Todo su arduo trabajo no iba a importar?

Si Pollyanna hubiera nacido hombre, algo así nunca hubiera sucedido. Si hubiera nacido hombre, nunca se habría visto obligada a sentirse tan miserable. Si hubiera nacido hombre, su emperador nunca se habría visto obligado a disculparse con ella de esta manera.

Pollyanna apartó a Lucius I y se secó las lágrimas.

—Su alteza, no hizo nada malo. Todo es mi culpa. Todo… Todo…

—¡Pol, deja de decir eso…!

—Le he hecho mal. Tan pronto como el príncipe tenga la edad suficiente para viajar, te lo enviaré a Jaffa.

Ella le dijo que “enviaría” a su hijo. Ella no dijo que ella misma volverá con su hijo. Lucius I se estremeció al darse cuenta de que su confesión terminó haciendo que la situación empeorara.

—Pollyanna, ¿estás diciendo que quieres renunciar a tu derecho de madre?

—Dejaré todo en sus manos, alteza. Está bien si no lo reconoce como suyo. Si lo desea, puedo criarlo aquí en secreto. Si desea tomarlo como suyo, oculte mi identidad y haga que nuestro hijo sea adoptado por una de sus futuras esposas.

—Pollyanna, nunca te pedí que dejaras de ser la madre de nuestro hijo.

—Y nunca dije que yo misma criaría a este niño.

Los ojos de Lucius I y Pollyanna se encontraron intensamente. El emperador se sorprendió por su reacción, pero la entendió; esta era la mujer que amaba, esta era la Pollyanna Winter que conocía.


Maru
Esto me duele... ¡Me quema, me lastima!

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