Villana en un otome, ¿cómo acabaron las cosas así? – Capítulo 210: La primavera en Kaldia (6)

Traducido por Herijo

Editado por Sakuya


Después de confiar la carta a un soldado, regresé a la oficina y saqué el certificado de matrimonio de Gunther del cajón.

El número de personas que pueden escribir es limitado, así que es probable que la persona que redactó esto no esté relacionada con ellos, sino que sea el alcalde del pueblo o un experto. La casa de los padres de Gunther ya no existe y él no está afiliado a ningún pueblo, así que este certificado seguramente provino del pueblo de su esposa.

Al confirmar el nombre del alcalde del pueblo de Neza al final del documento, decidí investigar el asunto de inmediato. No puedo dejarlo pendiente por mucho tiempo.

Y en mi camino, pensé que podría llevar también a Mefuri, ya que parecía estar desocupada. Fui a la habitación donde se suponía debía estar.

—Mefuri, vine a entregar la ropa… Ah, Eliza.

Me topé con Vanita en el pasillo, quien llamaba a Mefuri usando su torpe lenguaje de Arkshia mientras tocaba a la puerta.

Parecía estar ayudando a las sirvientas. No le había pedido específicamente que hiciera nada, por lo que lo estaba haciendo por voluntad propia.

—¿Vanita?

Por un instante, su expresión se tornó incómoda, pero luego retrocedió unos pasos para permitirme llegar a la puerta.

Mefuri lo había estado evitando especialmente Sinceramente, no creí que Vanita quisiera encontrarse con ella, pero parece que estaba equivocada.

—Mefuri, soy yo. Voy a abrir la puerta.

Toqué y la llamé, pero como Vanita estaba conmigo, no hubo respuesta. Sin dudarlo, abrí la puerta y encontré a Mefuri de pie junto a la ventana abierta, observándome.

A juzgar por su apariencia, no portaba un arma. Así que aunque Vanita intentara ingresar, probablemente solo habría intentado huir. Al parecer, no tenía intenciones de causar problemas.

—Parece que Vanita vino a entregar la ropa.

—Déjala fuera de la habitación. Vanita tampoco quiere verme, ¿cierto?

Era frustrante. La víctima intentaba acercarse, mientras que la responsable se retraía.

—Mefuri, sal y recoge tu ropa de manos de Vanita.

Conteniendo un suspiro, se lo ordené con firmeza. Con una expresión imperturbable, se movió lentamente alejándose de la pared.

Luego, con timidez, tomó su ropa de Vanita, quien estaba parado, esperando, fuera de la habitación.

¿Estaba realmente evitando el contacto? Si Vanita hubiera sido el evasivo, lo habría entendido, pero ¿qué hacía que Mefuri fuera tan reacia?

Había escuchado que su magia se deterioraba con el tiempo. No puede ser que simplemente con el trivial contacto diario pueda causar daño.

Vanita observaba a Mefuri, visiblemente asustada, con una mirada difícil de descifrar.

Internamente suspiré, pensando en cómo manejar la situación entre ambos. Mefuri y Vanita tendrían que convivir en esta mansión durante los años venideros. Mi plan era asignarles algún tipo de labor o educarlos una vez que se adaptaran al lugar, pero eso no sucederá si siguen evitando encontrarse.

Bueno, podría ser un poco abrupto, pero necesito cambiar la dinámica.

—Vanita. ¿Tienes algún plan después de esto?

—¿Eh? No, señora.

Ante la repentina pregunta, Vanita respondió con dificultad.

—Entonces prepárate para salir. Mefuri, tú también. Acompáñame al pueblo de Neza.

Ignorando sus miradas inquisitivas, me apoyé en la pared, instándolos a que se prepararan. A regañadientes, acataron.

Desde que la mansión del señor se trasladó al centro del territorio, el pueblo de Neza había cobrado vida con más personas circulando. Al parecer, el bosque entre la carretera y el pueblo se ha ido despejando con los años y ahora los comerciantes viajan con frecuencia por la ruta.

—¿Señora feudal? ¿Existe algún problema con este pueblo?

—Solo vine para confirmar un detalle. Es un asunto personal, así que no te preocupes demasiado.

Dado que ni Vanita ni Mefuri sabían montar, viajamos a lomos de un draconis, atrayendo de inmediato las miradas de todos.

Aunque habíamos logrado disipar sus temores, parecía que seguían en alerta. Este recelo, originado por la oscura historia de la familia Kaldia, probablemente perduraría. Esas heridas tardarían en sanar.

—¿Un asunto personal… dices?

—Exacto. Tenía una pequeña duda sobre un certificado de matrimonio emitido por este pueblo.

Mientras nos dirigíamos a la residencia del alcalde, expliqué brevemente mi propósito. Con una expresión confundida, el alcalde preguntó: —¿Encontraste algún error en el certificado?

—No, se trata del certificado de Naje Take y un soldado del ejército territorial, Gunther Powell. pero…

—¡Ah! Si te refieres al certificado de matrimonio de Naje, lo recuerdo bien. Naje es… ¿la recuerdas? Cuando eras pequeña, un grupo de ladrones del país vecino invadió… Fue una de las chicas secuestradas en ese entonces.

—¿El incidente de hace siete años?

—Exactamente. Desde aquel suceso, ha mostrado temor hacia los hombres… Sin embargo, pensé que había superado su trauma cuando entregó el certificado de matrimonio, parecía realmente feliz.

No pude evitar sonreír ante las palabras del alcalde.

Entiendo. Recordaba a las chicas afectadas por el incidente de hace siete años, aunque no sus nombres. Nunca imaginé que una de ellas sería la esposa de Gunther. Sin duda, los soldados han patrullado los pueblos con regularidad desde ese evento. Gunther también hizo visitas personales.

—Sin embargo, debido a esos antecedentes, fui especialmente cuidadoso al redactar ese certificado…

—El documento está correcto. Sin embargo, los soldados afirman desconocer el matrimonio de Gunther. Por ello vine a confirmar. Es posible que Gunther lo haya mantenido en secreto por consideración a su prometida.

—Es cierto… Gunther visitaba el pueblo a menudo, pero nunca mostró un vínculo especial con Naje…

El alcalde percibió la extrañeza y frunció el ceño, pensativo. Es inusual que una pareja recién casada mantenga su relación en secreto, incluso de aquellos cercanos. En circunstancias normales, los rumores surgirían, como pasó con Paulo.

—¿Debemos consultar a la propia Naje? —propuso el alcalde con cierta inquietud.

Asentí en respuesta.

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