El emperador y la mujer caballero – Capítulo 321

Traducido por Maru

Editado por Freyna


Pollyanna estiró su cuerpo en su dormitorio. Después de la cena, hizo un ligero ejercicio y se sintió bien. Probablemente dormiría bien esta noche.

Pollyanna miró a su alrededor, notando lo diferente que se veía su habitación. Mientras ella estaba fuera, era normal que el mayordomo mantuviera la casa limpia y organizada, pero parecía que su mayordomo cambió por completo el lugar durante su ausencia.

Las paredes, que estaban cubiertas con empapelados dañados y remendados por el frecuente asalto de Pollyanna, ahora fueron remodeladas. Nuevos papeles pintados limpios los cubrían. El piso y los muebles también fueron reemplazados para combinar con las nuevas paredes, haciendo que su habitación pareciera la de una dama decente. Para ser honesta, Pollyanna se sentía fuera de lugar en su propia habitación.

Pollyanna se acostó en la cama y cerró los ojos. Tan pronto como lo hizo, la imagen del emperador sorprendentemente hermoso apareció en su cabeza.

—Oh, no…

Necesito pensar en otra cosa.

Pollyanna trató de mantener su mente ocupada. Necesitaba pensar en algo complicado y, de repente, recordó las dos conversaciones que tuvo ese mismo día.

¿Qué era la felicidad? La felicidad de todos era diferente. Lo que hacía feliz a Pollyanna era muy diferente de lo que haría feliz a Sir Donau. Lo que haría feliz a Pollyanna también sería diferente a lo de Lucius I.

Pero, ¿qué había de la felicidad de Pollyanna en comparación con las otras mujeres? Pollyanna Winter era una mujer, pero ¿las cosas que hacen felices a otras mujeres también le darían felicidad a Pollyanna?

Entonces, Pollyanna pensó en otra pregunta. ¿Qué hacía felices a las mujeres? Pollyanna recordó a las mujeres de su vida. La primera en la que pensó fue en Rebecca, pero ya no vivía. Pollyanna no se sentía bien pensando en lo que habría hecho feliz a su amiga, así que fue con la próxima dama de su vida.

La señorita Tory. Lucius I le informó a Pollyanna que Tory ahora tenía un trabajo. Pollyanna había estado tan ocupada que no envió ni una sola carta a Tory, explicándole lo que estaba pasando en su vida. Pollyanna decidió que debería visitar a Tory mañana.

¿Qué había de las gemelas? Pollyanna supuso que, si la felicidad de las hermanas Bika era proporcional a la de sus maridos, las gemelas probablemente ahora llevaban una vida feliz. Vaxi y Vanessa estaban viviendo la vida que sus padres querían para ellas. Mientras no ocurra nada inesperado, las chicas llevarían vidas estables y contentas.

Oh, también está Lyana. Casi la olvido.

Pollyanna recordó a su hermanastra. No había pensado en Lyana en mucho tiempo. Lyana se casó con un hombre decente y llevaba una vida modesta. Pollyanna recordó haber visto a dos niños de aspecto saludable corriendo. Quizás Lyana ya tenía más bebés. De cualquier manera, Pollyanna pensó que era una vida decente para ella.

Muchas otras mujeres cruzaron por su mente. Las esposas, madres, hijas y hermanas de sus colegas… Y luego, estaba Stra.

El incidente más grande que Pollyanna recordó fue el embarazo fantasma. Cuando sucedió, Stra estaba extremadamente triste y Pollyanna no trató de simpatizar con ella ni de comprenderla.

Casarse con un buen hombre, tener bebés y formar una familia feliz. Esta era la definición de la felicidad de una mujer según la mayoría de la gente. La señora Bika creía que Pollyanna era extremadamente infeliz porque no tenía estas cosas, pero al menos, no forzó esta idea en Pollyanna.

Pero Pollyanna no estaba infeliz. No se mintió a sí misma sobre lo que la hacía feliz. Trabajar duro por una meta, su emperador, siempre ha sido la definición de Pollyanna de su felicidad. Por supuesto, en ese momento, su “objetivo” la estaba frenando un poco. Tenía que admitir que estaba un poco triste en ese momento.

Pollyanna siempre pensó que estaría feliz de seguir a Lucius I dondequiera que fuera. Quería estar siempre un paso, o quizás medio paso, detrás del emperador. Ella se habría contentado con esa vida, pero ahora, parecía que Lucius I quería que ella se acercara a él.

¡Oh, Estofado de Perro!

Pollyanna le dio un fuerte puñetazo a la almohada. Pensó en su hijo que se había quedado en Sitrin. Si no hubiera tenido a Estofado de Perro, no, Gerald, ¿habría confesado el emperador su amor por ella? Él le dijo que ocultaba sus sentimientos por su felicidad, por lo que Pollyanna asumió que la respuesta era no.

Quería culpar a Frau de todo, pero sabía que eso no era cierto.

¡¿Por qué tuve que beber?! ¿Por qué? ¿Por qué? ¡Por qué!

Pollyanna ahora estaba segura de que el alcohol era un gran obstáculo para la felicidad.

♦ ♦ ♦

Al día siguiente, Sir Donau se preparó temprano para salir de la capital. Pollyanna quería que se quedara un rato más, pero no dijo nada. La acompañó todo el camino hasta Jaffa, lo que significaba que había estado lejos de su familia durante demasiado tiempo.

Pollyanna llenó de regalos las bolsas de Sir Donau.

—¿Por qué sigues metiendo cosas en mi bolso? —protestó— No puedo tomarlos todos. Hay demasiados.

—Son sobornos. —Pollyanna juntó las manos cortésmente y le dijo—: Por favor, asegúrate de decirles buenas palabras para mí. Haga que esta situación sea lo más saludable posible.

Estaba preocupada por sus dos antiguos superiores. Si se enojaban con ella… Sabía que Sir Bika no vendría hasta Jaffa ya que estaba ocupado trabajando como virrey, pero sin duda Sir Baufallo sería libre de ir tras ella. Pollyanna se imaginaba a Sir Baufallo viajando hasta la capital solo para castigarla. No creía que fuera capaz de soportar la decepción de los dos hombres mayores a los que tanto respetaba.

Sir Donau le dijo:

—Por favor, no te metas en problemas.

—Está bien, lo tengo.

—Y no vuelvas a huir. Sabes que no tiene sentido, ¿verdad? Este continente es solo un gran reino ahora, y no es tan grande de todos modos. Deberías saberlo, ya que tu pasatiempo es estudiar mapas.

—Dije que lo entendí.

—Por favor, sé feliz.

Pollyanna, sintiéndose incómoda, se frotó los dedos. Ella estaba bien entrando en sus treintas ahora. Ella era la cabeza de la familia Winter. Era una mujer adulta y lo tenía todo, sin embargo, la gente a su alrededor seguía diciéndole que encontrara la felicidad. Fue una situación muy confusa.

¡La estaban presionando para que se volviera feliz!

¿Me veo así de infeliz e inestable para todos?

Sir Donau la miró con ojos esperanzados. Sabía que su hermana era una mujer capaz, pero tenía un largo camino por delante. Para una persona casada, Pollyanna, una chica soltera, parecía ingenua y joven. Solo porque ahora estaba casado, Sir Donau se sentía más maduro.

Pollyanna vio a su hermano irse y cuando ya no estaba visible, regresó a su habitación para prepararse. Iba a visitar el castillo real, pero como todavía estaba de vacaciones, no podía usar su uniforme azul.

Afortunadamente, Pollyanna tenía muchos atuendos apropiados para entrar al castillo. Cuando el mayordomo la vio preparándose, dijo vacilante:

—Señora, tiene muchas túnicas, así que no es necesario que use esos pantalones…

No vestía de manera diferente a lo habitual, pero el mayordomo todavía estaba preocupado por lo que pudieran decir los otros nobles. Pollyanna no ha cambiado, pero la forma en que los demás la vieron sí cambió. El mayordomo estaba seguro de que la gente juzgaría a Pollyanna con más dureza por su ropa.

Pollyanna respondió con frialdad:

—No te preocupes, soy más poderosa que la mayoría de ellos.

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