Violet Evergarden – Folleto 5: Isabella York y la luz del sol primaveral entre los árboles

Traducido por Ichigo

Editado por Herijo


Ese día hubo un mediodía.

Día nublado con brisa suave.

Mi vida se compone de mañanas tempranas y noches tardías. Apenas conozco el mediodía. Por la mañana, mientras me levanto lánguidamente, vivo esperando que algo comience. Nunca pasa nada, pero aun así, me aferro al pensamiento: «Hoy definitivamente será el día». Así transcurre mi tiempo, en general.

El mediodía es casi un epitafio en mi vida. Es cuando me siento feliz con la gente, divirtiéndome, queriendo saborear ese momento para siempre, deseando que dure una eternidad. Un instante en que pienso: «Oh, tiempo, detente. Todo es tan hermoso y precioso».

Por la noche, estoy angustiada. Cualquier cosa que capten mis ojos es una molestia y quiero destruirlo todo. Me siento irritada, llena de un deseo de ruina, queriendo acelerar el fin de esta vida mía, desaparecer como una pompa de jabón. «Tú, y tú también, desaparezcan», desearía.

Mi vida es solo mañana y noche. Solo he probado el mediodía un puñado de veces.

Mi vida, desde el principio, ha sido de intensos altibajos. No tuve padre y mi madre fue asesinada por un matón. Yo, una criatura débil que debía ser protegida, crecí sin protección alguna… hasta que mi cuerpo se desarrolló y dejó de ser el de una niña. Después de repetir tantas noches, llegué a mi yo actual.

Amy Bartlett.

Isabella York.

Y ahora, otro apellido más.

Solo hay noche dentro de mí. Mi vida y mis emociones son un desastre. Nunca he intentado darles una forma limpia. Este mundo, tan poco amable conmigo, debería desaparecer. Pero una vez que conocí el mediodía, me sorprendí pensando que tal vez podría bañarme en la luz del sol una vez más. Que podría experimentar otro momento hermoso. Qué idiota soy. Estoy segura de que nunca volverá a suceder.

♦♦♦

Vientos silbantes y fuertes, soleado.

Estos son mis registros matutinos mientras espero el mediodía.

Me he acostumbrado a escribir en este diario, pero pensándolo bien, no he anotado por qué empecé a usarlo. También debería escribir cosas para releer algún día, cuando sea una anciana.

Recibí un diario con candado por mi cumpleaños. Fue un regalo desconcertante. Quizás porque solo tenía sentimientos complicados hacia la persona que me lo dio.

¿Quién es esa persona complicada? El que juega el papel de mi cónyuge: mi honorable esposo. Por lo visto, estaba profundamente arrepentido por olvidar mi cumpleaños. El hombre que desempeña este papel es de una familia digna de alguien como «Isabella York». Se supone que es diligente y prudente, con educación de alto nivel y mucha más edad que yo. Aparte de eso, ¿es estúpido o qué? A menudo me pregunto eso sobre el viejo, aunque casi lamento pensarlo.

Tengo que reír. Mi cumpleaños fue hace dos meses, querido esposo. Llegas demasiado tarde. Además, no soy del tipo que lleva un diario fielmente. Si me conocieras mejor, no se te habría ocurrido regalarme uno.

Veamos… si fuera mi hermana pequeña, me habría dado flores silvestres de colores. Decorar la mesa con ellas no llenaría mi estómago, pero mirarlas me calmaría. Si fuera mi flor violeta, seguramente me habría regalado cintas para el pelo. Después de todo, siempre me lo arreglaba. Tan suavemente, con sus dedos artificiales… era tan hábil. Honestamente, si recibiera algo de las únicas dos mujeres que he amado, estaría encantada aunque solo fuera una brizna de hierba recogida al azar.

Que fuera él quien me dio este diario fue, probablemente, un gran factor por el que no pude alegrarme sinceramente. Eso fue lo que concluí tras reflexionar sobre ese sentimiento tan sutil.

Pero, bueno, no tenía malas intenciones. El hecho de que me regalara un diario de hermosa encuadernación, a pesar de no saber qué comprar para la chica mucho más joven que hacía de esposa, era prueba de su esfuerzo. Ya me había comprado ropa y joyas al casarnos, y probablemente pensó que esto sería adecuado para una chica sombría recluida en su dormitorio.

En cualquier caso, habría preferido un libro.

Mi honorable esposo solo actúa como cónyuge cuando de repente se acuerda. En cierto modo, debe sentir la obligación de haberme tomado como esposa. Encierra a su propia mujer en la mansión y permite que una amante, que aparentemente tenía desde antes de nuestro matrimonio, frecuente su hogar. Su apenas existente conciencia probablemente le remuerde por eso.

No tienes que preocuparte por mí. A mí tampoco me importas. Ambos vendimos nuestras almas a cambio de algo. Él consiguió un linaje noble y conexiones. Yo conseguí un medio para proteger a la niña que más amo. Los dos sellamos un contrato porque había cosas que queríamos. Si tuviera que decirlo, somos una pareja que consiguió algo incluso a costa de su propia alma. Simplemente tenemos eso en común, pero no nos gustamos en lo más mínimo. Nunca podremos ser una pareja real. Eso ya lo sabemos.

Llamo a mi esposo «viejo» en mi cabeza y creo que él probablemente me llama «mocosa insolente» en la suya. No nos llevamos bien. Fuimos criados de formas distintas. Nuestras conversaciones no encajan. Al cruzarnos, confirmamos nuestras intenciones: «No parece que vayamos a gustarnos. Si es así, ¿por qué no ser una pareja de mentira, simple y llanamente?». No teníamos que esforzarnos por amarnos. Solo coexistir. Ese fue el único punto en el que estuvimos de acuerdo.

Aun así, me pregunto si querer mantener las apariencias es propio de los aristócratas. El resultado de lo que se le ocurrió como regalo para su esposa y cómplice fue un diario. Viejo, debió haber algo mejor… como un libro.  Un libro habría estado bien.

Independientemente, como experimenté la pobreza, nunca quiero desperdiciar nada. Por lo tanto, estoy aquí, recluida en mi dormitorio, pluma en mano. Mi esposo también me dio una pluma de pavo real. Esta sí me gusta. La tinta es de un azul bonito. Un azul impresionante. Azul como los ojos de cierta belleza. Mi color favorito.

Hablando de eso, ha pasado bastante tiempo desde la última vez que le escribí, creo.

Violet. Violet Evergarden.

Al escribirlo con tinta azul, el nombre se vuelve aún más hermoso. Mi flor violeta. Mi doncella. Mi muñeca de memorias automáticas. Mi amiga.

Probablemente ya se ha olvidado de mí. Estoy perdida ahora mismo. No puedo escribir cartas. No le he respondido, así que tampoco han llegado nuevas cartas suyas. Desde que me casé, no he sabido qué escribir. Quizás porque no quería que supiera cómo estaba. Por supuesto que no querría. No quiero que la chica que me gusta sepa cómo va mi matrimonio. No quiero que se entere de que me casé con alguien a quien no amo, o que estoy sufriendo. «Qué tal, Violet. Lo estoy pasando fatal.» ¿Qué ganaría escribiéndole algo así?

 

Aah, Taylor. Quisiera verte… Pero sé que es imposible. Lo entiendo.

♦♦♦

Día cálido con brisa suave.

Han pasado bastantes días desde la última vez que escribí. Me divierte un poco releer esto, así que supongo que seguiré haciéndolo.

Intenté salir al jardín hoy. Normalmente no salgo de mi habitación. Incluso pido que me traigan las comidas aquí. Cuando mi esposo viene, comemos juntos a veces para mantener las apariencias, pero el ambiente es como el de un padre y una hija distanciados rememorando el pasado, así que nos evitamos.

Era un día cálido, el viento se sentía agradable. No es tan grandioso como el jardín de rosas de la academia, pero el de esta mansión también es hermoso. Recordé que vivo una vida en la que no tengo que tocar la tierra, así que tentativamente agarré un puñado. Habría estado de buen humor si nadie me hubiera hablado… pero después de mirar un rato los campos de flores, apareció el jardinero.

 

Señora, por favor mire cuanto desee. Si hay algo mal, lo arreglaré—, dijo, con aspecto serio y nervioso. ¿Acaso se pueden “arreglar” los jardines? Están bien como están.

El silencio era doloroso. Le pregunté por una flor que me causaba curiosidad, y quizás él se alegró, porque emocionado empezó a darme una explicación de especialista.

«Mierda», pensé. Resultó ser un parlanchín.

 

Es en momentos así que siento cuánto me desagrada tratar con la gente. Siempre que tengo que escuchar a alguien hablar sin parar, siento que me usan como desahogo. Debería simplemente escuchar y divertirme. Pero me encuentro sofocada y queriendo huir. Mientras seguía asintiendo con una sonrisa forzada, el anciano mayordomo me dio la oportunidad de cortar la conversación avisando que mi té estaba listo. El jardinero parecía abatido. Era joven, probablemente quería que elogiaran su trabajo. Salí del jardín, fui a mi habitación y, después de beber el té, pensé por fin: «Debería haberlo elogiado más». Lo más probable es que ese sea mi verdadero trabajo. Después de todo, en la superficie, soy la señora de esta mansión. Aunque tenga una personalidad tan problemática, aquella chica realmente pasó tres meses conmigo.

Después del té, decidí bailar vals sola un rato.

♦♦♦

Vientos bochornosos, nublado.

Me encontré con mi esposo. Aparentemente, vino a recoger equipaje. Más que encontrarme, irrumpió en mi habitación. Me preguntó si estaba bien; respondí «estoy viva». Me preguntó si quería volver a casa; respondí «no». Me preguntó si no iría a la fiesta de excompañeras; respondí que no. Me preguntó si necesitaba algo; respondí que no. Cuando me preguntó mi color favorito, recordé los ojos de Violet. Dije «azul». Preguntó por qué. Cuando dije «es el color de ojos de la persona que me gusta», mi esposo intentó abrazarme a la fuerza. Me resistí vehementemente. Fue tan repentino que terminé tosiendo y vomité todo lo que había comido. Fue entonces cuando mi esposo finalmente se recompuso.

«Si te acercas más, te vomitaré encima.» Esta frase también funcionó.

Parece que mi esposo tuvo una pelea con su amante. Pero, ¿tenía que intentar ponerme una mano encima, después de que ambos acordamos no enamorarnos y vivir como quisiéramos? Por esto no entiendo a los hombres. En realidad, no es por ser hombre. Estoy segura de que esta persona es un caso perdido. Se parece a mi antiguo yo en qué cree que está bien dañar a otros si es infeliz.

Aah, esto me molesta. Correr hacia otra mujer solo porque tu novia te da la espalda… realmente detesto ese tipo de cosas. Eso no es amor. No tiene fe en su amante. Me siento mal por ella.

Mi esposo lo soportó bastante bien mientras le decía muchas cosas desagradables, y luego salió. En cuanto a mí, lloré mientras limpiaba el desastre.

 

Quiero ver a Taylor. Quiero ver a Taylor. Quiero ver a Taylor. Quiero pasar mi tiempo solo con alguien a quien pueda apreciar.

♦♦♦

Lluvia después de un día nublado, sin viento.

Hoy llueve. Como era un día lluvioso, tendría que cepillar a fondo el pelo de Taylor. Su pelo es hermosamente rizado, un problema en días así. Tenía tanto sueño. Pero había trabajo que hacer. Tenía que levantarme y cepillar el pelo de Taylor.

Eso pensaba cuando abrí los ojos. Busqué a esa niña de pelo rizado por un momento, pero no la encontré. Soy idiota. La busqué seriamente durante treinta segundos. ¿Habrá salido sola? Si se topa con un secuestrador, estará acabada… Tengo que hacer algo, pensé mientras saltaba de la cama.

Fue entonces cuando caí en la cuenta.

Taylor no está aquí.

¿Eres estúpida, Isabella? Eres Isabella ahora, ¿no? Ya no eres Amy. Taylor tampoco está contigo. Hace mucho tiempo que no, ¿por qué pensaste eso? ¿Por qué la buscaste? Incluso medio dormida, esto no debería haber sucedido.

Incapaz de hacer nada con este vacío y tristeza inconfesables, golpeé mi almohada con fuerza. «Ugh, ah, aaah, uugh…». La golpeé muy, muy fuerte, varias veces. «Uuuugh, ah, ugh…». Con cada golpe, mis lágrimas salpicaban las sábanas.

Esto pasa a veces. Siento como si las personas que ya no están y las vistas que ya no puedo ver siguieran aquí. Como una ilusión. Los recuerdos grabados en mi cuerpo me hicieron buscar a mi pequeña hermana.

¿Taylor también verá esta lluvia? ¿Lloverá donde vive? Me pregunto dónde vive. ¿Desayuna allí? ¿Le dan de cenar? ¿Alguien cepilla su pelo en días lluviosos?

Mientras las lágrimas corrían, miré por la ventana. Un trueno retumbó, sobresaltándome y haciéndome caer sobre la alfombra. El rayo debería haber caído aquí. Si lo hubiera hecho, causando problemas terribles a esta mansión, quizás me habría sentido un poco mejor. Tuve esta fantasía durante todo el día.

♦♦♦

Aire húmedo, nublado después de tiempo soleado.

Hoy tuve dolor de estómago, así que fui al baño constantemente. Pienso en esto cada vez que tengo mi período, pero ¿por qué tiene que ser un mecanismo tan duro? Si yo fuera el Dios creador, ¿haría algo así? Además, es cuestionable si necesito esta función. Probablemente no. Quiero que alguien me la quite. Aunque, en realidad, tengo miedo de quitármela. No me gusta el dolor. Soy débil. Se me llenan los ojos de lágrimas solo por mi tos constante. Es tan doloroso.

No quería asociar eso con mi período, pero inevitablemente, me encontré pensando en el heredero. Un problema impuesto a nuestra pareja de mentira. Todavía está archivado. Si mi padre muriera, probablemente podríamos engañar a todos con un hijo que mi esposo engendrara con otra. Tendríamos que hacer parecer que yo di a luz o adoptarlo. Había opciones. Me gustan los niños, podría criar incluso al hijo de un extraño, pero me sentiría mal por ellos. Es mejor estar con su verdadera madre. Yo no soy necesaria para eso, pero soy indispensable para el plan de vida de mi esposo, así que no habría divorcio.

Después de escribir esto, me horroricé al darme cuenta de que pensaba en los niños como un «dispositivo». Para, para… fuera todo eso. Personas como yo existen por padres que no piensan en sus hijos. ¿Qué ganaría una víctima convirtiéndose en agresora? Tal como pensaba, dejemos esto archivado.

Aunque mi día a día consista solo en mañanas, el mediodía podría llegar. Hubo dos mujeres en mi vida que me enseñaron eso. Las cosas se arreglarán solas.

Aah, para empezar, hubiera sido genial no ser una persona… sino algo que pudiera dividirse. Si mis sentimientos interfirieran menos con la reproducción, y si no fuera una carga física, podría haberlo pensado. Caray, que mi esposo me atacara tuvo bastante impacto. «Estoy bien; esto está bien», me dije. Pero en realidad, nada de resultar herida está bien.

♦♦♦

Día de luna creciente, nublado con vientos intensos.

Lo pasé fatal. ¿Alguien disfruta con estas cosas? A mí no me divierte. ¿Cómo decirlo? Escándalos, chismes. Ese tipo de cosas.

El incidente fue impropio de esta mansión tranquila. Parece que el jardinero y una de mis doncellas se estaban besuqueando en la habitación de mi esposo. Como él dejaba que su amante anduviera por casa y no volvía a menudo, probablemente bajaron la guardia. He estado allí; es una habitación con atmósfera única: hermosos muebles negros, monturas de animales esperando a un amo ausente. No es ideal para una cita secreta, pero tenía ambiente. Y sensación de placer culposo. Probablemente disfrutaron teniendo citas allí. No puedo decir que fuera bueno. Eso seguro. Pero eran jóvenes, no muy lejos de mi edad. Ojalá los hubiera perdonado con una reprimenda.

Pero, por la conclusión, mi esposo se enfureció. Aparentemente, llegó a casa por casualidad y los encontró. Sus gritos resonaron hasta mi habitación. También el sonido de muebles rompiéndose. Era aterrador. Los gritos de hombres son algo que odio. La violencia, otra.

Y empeoró a partir de ahí. Hubo silencio, luego pareció que alguien abría las puertas, así que miré por la ventana. Aunque el viento nocturno era helado, la pareja fue expulsada sin poder llevarse sus pertenencias. Las puertas se cerraron sin piedad; se quedaron temblando fuera, incapaces de moverse. Mi esposo debió estar furioso. Podía entenderlo. Es duro que hagan algo así en tu dormitorio. A mí tampoco me gustaría.

Pero no podía sentir simpatía con él. Incluso si desahogó su ira echándolos, ¿qué les pasaría a ellos? ¿A los expulsados sin un centavo? ¿Convertirse en mendigos? ¿Ladrones? ¿Ser asesinados? ¿Vender sus cuerpos? No podría imaginarlo. Incluso si pudiera, a él no le importaba. Por supuesto que no. Mi esposo nunca tuvo dificultades.

Quise darle una represalia. Eso pensé, por alguna razón. Más que irritación hacia mi esposo, era hacia el destino, Dios y este mundo, que siempre me fastidiaban.

¿Qué hice la última vez que me enfadé tanto? Tomé a una niña pequeña como mi hermana menor.

Así que me puse en marcha. Dudé un instante, y luego fui a las habitaciones del servicio y pedí que sacaran las pertenencias de la pareja. Todos parecieron consternados de que la misteriosa nueva esposa, casi muda desde su llegada, mostrara tal iniciativa. Tomé sus cosas, salí por la puerta trasera y caminé por un sendero oscuro. Efectivamente, encontré al dúo perdido, sollozando.

—¿Qué hacemos?

—No deberíamos haberlo hecho.

Lloraban tomados de la mano. Más que borrachos de su propia tragedia, era una escena verdaderamente trágica.

—Oigan. Olvidaron esto. Tomen—, les llamé, entregándoles el equipaje.

—Señora, ¿es usted?

—Así es.

—Lamentamos profundamente…

—No busco una disculpa.

 

Quizás debería haberles dado dinero, pero no tenía, así que les di el adorno para el pelo tallado que llevaba, que habría recibido como regalo de bodas, y las joyas de mi ropa. Arranqué los bonitos botones. Si los vendían, podrían conseguir algo para el viaje. Los dos estaban sorprendidos.

—Hum, ¿es realmente usted, señora?

—No preguntes lo mismo.

—¿Por qué hace esto?—, preguntaron, a lo que me encogí de hombros.

—Pensé que lo necesitarían.

—¿Aunque hicimos algo inexcusable en su hogar?

—Seguro que sí. Aun así, esta forma peligrosa de echar a alguien es… cruel.

—Pero…

—No mataron a nadie, así que al menos debo darles sus cosas. Me disculpo en lugar de mi esposo—, dije claramente. El chico lloraba bastante.

 

Había otro motivo. Sí, oh jóvenes afligidos. Otra razón por la que los salvé. ¿Por qué? Bueno…

Porque nadie va a salvarme nunca.

 

Nadie lo sabía, pero yo quería que alguien me salvara, todo el tiempo. ¿No podían verlo? Era verdad. Siempre quise ser salvada. Necesitaba salvación. O si no, podría ahorcarme uno de estos días. Quería que alguien me salvara antes de eso.

Que alguien me salve. Que alguien me salve. Que alguien me salve.

 

Estaba sola, desolada, sintiendo que iba a morir. Pero nadie me ayudaría. No tenía a nadie que me tomara de la mano en este camino oscuro. Por lo tanto, iba a hacer por otros lo que nadie haría por mí. Todo. Esa era mi lógica. Mi venganza contra Dios.

He estado haciendo esto mucho tiempo. En el pasado, recogí a una niña pequeña. La hice mi hermana. No me atrevía a decirlo, pero resonaba en mi mente. Ofrecer ayuda a amantes ingenuos era un impulso nacido de conocer la pobreza.

—¿Tienen adónde ir?

—Pienso llevarla a mi ciudad natal.

—¿Y los billetes de tren?

—Si vendemos lo que nos dio… probablemente podamos…

—Los cambistas se aprovechan de las personas, no puedes confiar en el precio que te digan. Escucha. Vas a protegerla. Si alguien los ataca, no importa cuán aterradores sean, no le des la espalda a esta chica.

—Señora, ¿qué es usted?—, preguntó él, y yo sonreí con desdén en la oscuridad.

—Soy Isabella York. Aunque ahora tenga otro apellido.

 

Hablamos un poco más y eso fue todo. Me pregunto si lograron llegar a salvo.

♦♦♦

Viento húmedo, lluvia.

El sol llegó hoy. Amy Bartlett se convirtió en Isabella York, y obtuvo otro apellido… después de cambiar bastante, llegué a mi yo actual. Pero una cosa nunca cambió: mis bronquios eran tan débiles como siempre. Mientras recibía tratamiento, pensaba en el cielo y el infierno. Son lugares diferentes, pero podrían ser similares una vez que te acostumbras. Los atributos son opuestos, claro. Pero quiero decir que, una vez te acostumbras a algo, tu pensamiento se adormece y lo aceptas. Eso es resistencia. Una habilidad humana. Maravillosa, además.

Y en cuanto al porqué pensaba en esto era porque el médico me dio un sermón.

—Señorita Isabella, por favor tenga cuidado de no tomar demasiada medicina.

Me habló sobre la resistencia a los medicamentos. Que si tomabas la misma medicina, el cuerpo se acostumbra y deja de funcionar bien. La sobredosis no debe ocurrir, y es malo tomarla constantemente, incluso cuando me sentía bien, solo por ansiedad. No pude mirarlo a los ojos por vergüenza, miré la pelusa de su suéter todo el rato.

—No debe volverse dependiente.— Palabras hirientes salían de su boca. —Usted es la única que puede curar su cuerpo, la medicina solo ayuda. Es común que las personas con enfermedades pulmonares estén deprimidas…

Cállate; guarda silencio.

—Salga, dé un paseo, asista a alguna fiesta, señorita Isabella. Estar en casa todo el día no es saludable.

No sabes nada. No sabes nada.

—Ya se ha graduado, es una buena mujer casada, usar su estatus social le haría bien.

No digas tonterías. Este cuerpo siempre será una prisión.

—Si sigue así, no vivirá mucho tiempo.

 

¿Quién dijo que quiero vivir mucho tiempo? ¿Quién? Ni una sola vez lo dije. Sin embargo, si me dijeran que muriera ahora, lloraría. El médico no hizo nada malo, pero lo maldije en mi cabeza porque no tenía con quién desquitarme. Pudo notarse en mi actitud. Me sentí mal por ello. Para mostrarle gratitud y disculpa, salí a despedirlo.

Era la primera vez en mucho tiempo que salía de la mansión. Estaba el asunto del jardinero, y mi esposo intentando agredirme… así que estaba demasiado perturbada y no podía dar un paso fuera. Después de ver al médico subir al carruaje, volví enseguida, pero por un instante, vi a alguien con pelo rubio parecido al de Violet en la distancia. Me detuve en seco. Solo un segundo sentí que se parecía; la magia se disipó pronto. Al mirar mejor, era un hombre. Me reí de mí misma por reaccionar así solo por el pelo rubio.

♦♦♦

Brisa tranquila, clima frío y luego cálido.

Me dijeron que no tomar el sol era malo, así que decidí salir porque no había más cosas por hacer. Pero no quería que me vieran. Escondiendo la cara bajo una sombrilla, fui a lugares poco populares a ver las flores estacionales y la vegetación. Solo me deprimía en la mansión, así que esto me animó un poco. La sombrilla casi se voló con el viento. ¿No podría el viento llevarme consigo? Nadie estaría triste si perdiera la vida. Quiero desaparecer.

♦♦♦

Aire espeso, temperaturas tibias.

He estado pensando todo este tiempo en la “resistencia” de la que me habló el médico hace un tiempo.  ¿Qué le pasa a la gente cuando no tiene resistencia? Morirían en invierno de frío y también en verano de calor. Morirían por la enfermedad más pequeña o la herida más mínima. Lo que quiero decir es que la resistencia debe ser una capacidad con la que se dotó a las personas para sobrevivir en todo tipo de entornos. Tanto la felicidad como la infelicidad se vuelven comunes con la rutina. Hay muchas cosas insoportables sin resistencia. Y al mismo tiempo, con resistencia, te vuelves insensible.

En el pasado, solo podía estar triste o feliz con lo que recibía. Cuando el dolor se vuelve rutina, piensas que no se puede cambiar. Quizás igual con la felicidad. Cuando un día maravilloso se vuelve rutina, se convierte en normal. Cuando te separas de alguien, entiendes cosas como: «Aah, ¿así que era lamentable?» o «Aah, ¿fui bendecida?». Cuando eres capaz de ver las cosas desde un punto de vista objetivo, por fin lo reconoces. Es algo que no puedes reconocer cuando estás en la confusión. Porque tienes resistencia contra ello.

Por lo tanto, fue después de convertirme en Isabella York y luego ser despojada del nombre para ser señora de otra familia, que me di cuenta:

Aah, esos días fueron irremplazables.

Mi vida probablemente terminará aquí, pero si pasara ante mis ojos, no recordaría este lugar. Recordaría a mi hermana pequeña y a la mujer a la que declaré mi primer amor. Recordaría compartir sopa de restos de verduras con mi hermanita, dormir abrazada a ella en días fríos, y que ella, con palabras incoherentes, me llamara «Hermana mayor». Solo eso. Y haber bailado con la chica más hermosa en el baile de la academia. Eso es todo.

Durante esos tiempos, fui extremadamente afortunada. Solo me doy cuenta ahora, tanto tiempo después de perderlos.

De todos modos, ha sido muy difícil últimamente. Siento que mi resistencia se debilita. Mi resistencia a la tristeza. Se debilita. Todo es doloroso. Sofocante. Quiero ayuda. ¿La gente vive con tanta soledad? Se suponía que estaba acostumbrada a la tristeza, ¿no? Y a estar sola. Cuando mamá murió. Cuando dejé ir a Taylor. Cuando me despedí de la chica que me gustaba. Estaba triste entonces.

Estás acostumbrada, ¿verdad? Sopórtalo.

Dame resistencia, Dios. Quiero no tener emociones. No necesito sentimientos. Dame resistencia para seguir viviendo sola. O si no, Dios, al menos dime que Taylor es feliz. Solo con eso, puedo esforzarme hasta morir.

Es tan difícil; estoy tan triste.

Hoy llovió.

Estoy sola.

Hoy hizo sol.

Estoy tan, tan aburrida.

Hoy estuvo nublado.

Mis toses han sido terribles, está saliendo sangre.

Hoy hizo sol.

Que nadie me toque, que nadie me toque.

Hoy hizo sol y llovió a ratos.

Ya es de mañana.

También era de mañana dentro de mí.

No habrá mediodía.

Hoy llovió.

Llovió dentro de mí también.

Hoy fue… Hoy fue… Hoy fue…

¿Y mañana?

Mañana y pasado mañana. Al día siguiente y el de después.

Iba a estar sola para siempre, ¿no? Nunca pasaba nada bueno. La luz del sol nunca brilló sobre mí. La mañana simplemente continuaba. No tenía sentido si el mediodía no llegaba. ¿Por qué estaba viva? Si solo iba a tener mañanas contemplando mis sueños, no tenía sentido. Si nunca iban a suceder momentos hermosos, ¿cuál era mi propósito? ¿Mi impulso para querer vivir? ¿Qué vistas quería ver?

Como en un sueño, hoy, mañana, para siempre. Para siempre. Para siempre. Para siempre.

El mediodía no iba a llegar, ¿verdad?

♦♦♦

Día bastante soleado con vientos cálidos.

Llegó una carta.

Estoy escribiendo en el diario correctamente por primera vez en mucho tiempo. Ese maravilloso joven. El de pelo rubio y ojos azules como Violet. Me trajo una carta de Taylor. Es un cartero de la compañía postal CH, donde trabaja Violet. Violet no me ha enviado cartas, ¡pero se acordó de mí y de mi hermana, y le importó!

Esa niña se escapó sola del orfanato, o eso escuche. Qué sorpresa. Ya ha crecido tanto al punto de hacer algo como eso. Aah, me pregunto a quién se parece con esa imprudencia. Debe ser a mí.

¿Qué hago? ¿Qué hago? Ya estoy feliz solo porque me buscara. Y me envió una carta. Quiere verme. Pensar que algo tan maravilloso sucedería… aah, ¿qué hago? Lloro mientras escribo. Hay manchas de lágrimas por todas partes. Me pregunto si vendrá a verme algún día, de adulta.

Se siente como si el tiempo se hubiera detenido hasta ahora. Así que las cosas buenas sí suceden. Simplemente resistía cada día, paciente. Mi corazón había estallado y estaba a punto de descartarme. Aah, aah, pero…

Si vivo, habrá días en que llegará el mediodía, ¿eh, Taylor?

♦♦♦

Con el tiempo, el mundo y yo envejeceríamos. Mi visión, antes fría, cambiaría de color. Aumentarían las cosas que me importaban y las que no. Aun así, lo cargaría todo y viviría. Viviría, viviría y viviría. A lo largo de mi vida, tendría días como este.

Según el «repartidor de felicidad» rubio de ojos azules, ahora familiar y con puesto clave en la compañia, hoy era el día en que ella obtendría la independencia. Era su orden entregarme correo específicamente designado. Estaba agradecida. Terminé endeudada con él de por vida. Sería genial pagárselo algún día.

Desde que recibí la noticia, no pude quedarme quieta, salí desde la mañana. Era la mañana de un tranquilo día de primavera. Aún un poco frío. Con un chal, temblaba. En la parte trasera de la mansión, esperando mi destino.

Aparte de mi flor violeta, eres la única persona a la que quiero seguir esperando siempre.

Después de un rato, en medio del paisaje inmutable, pude ver tu figura hermosamente cambiada. Montada en motocicleta, apareciste elegante.

Aah, pero te has puesto tan hermosa. Has crecido fuerte. Me enteré. No podías memorizar los nombres de las ciudades, eh. Y aún te regañan por tu letra desastrosa. No has corregido tu manía de evitar las verduras que no te gustan, ¿verdad? ¿Ya tienes a alguien que te guste? Supe del viaje con tus amigos. No vengas corriendo tan deprisa. No huiré. No huiré de aquí. Está bien. Camina con calma. Realmente, gracias por venir a verme. He estado esperando todo este tiempo.

Con una sonrisa como el sol, dijo: «Aquí está su correo, señora…» —casi diciendo «Isabella», sacudió la cabeza y se corrigió— «Aquí está su correo, señorita Amy Bartlett».

Con manos temblorosas, firmé para recibir la entrega. Mientras escribía, como era de esperar, lloré.

—No deberías llorar, hermana.

Su dulce voz me hizo cosquillas en los oídos. Ambas nos tomamos de las manos al mismo tiempo.

—Sí, pero estoy tan feliz de que estés tan bien…

Aah, Dios.

—De ahora en adelante, siempre estaré a cargo de esta área. Seré exclusiva para ti para siempre, hermana.

Siempre te he resentido y maldecido.

—Sí, sí.

Pero por hoy, déjame darte las gracias.

Dios, yo…

—Taylor, sabes…

Intentaré seguir viviendo, solo un poco más.

Porque atesoro el mundo en el que vive esta chica.

 

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