Traducido por Haku
Editado por Herijo
El mundo era, por naturaleza, un lugar injusto.
La desgracia siempre caía como una lluvia inesperada y, para cuando te dabas cuenta, ya estabas empapada, temblando de frío.
Por eso, decidí ser yo quien empapaba a los demás, en lugar de ser la empapada. Decidí convertirme en esa lluvia de injusticia.
Aquel día, mientras el agua me calaba hasta los huesos, tomé esa decisión.
—Aun así, es imposible pensar que todo puede estar bajo mi control.
Ahora mismo, por ejemplo, estaba furiosa porque las cosas no salían como quería. Tan furiosa que estuve a punto de matar a un par de personas por error. No me desagradaría teñir este lugar con el color de la sangre, pero ahora mismo sería problemático. Debía contenerme.
Acaricié mi preciada cabellera dorada y dejé que su suave tacto me devolviera la calma.
Al mirar a mi alrededor, vi gente postrada en el suelo, rodeando la silla en la que estaba. Se trataban de mis esclavos, dispuestos a cortarse el cuello con gusto a una sola palabra mía.
—Señorita Elsee…
—¡Larga vida a la señorita Elsee!
—Sí, sí, de acuerdo. Pero cállense, ¿de acuerdo? Sobre todo los hombres.
Cuando se callaron, tal como ordené, me sentí satisfecha por el momento. La magia de encanto era muy útil, pero su defecto era que debía dar instrucciones para cada pequeño detalle. Mientras tanto, Bandersnatch, al percibir mi mal humor, se acercó y apoyó suavemente sus dos cabezas contra mi mano, emitiendo un gruñido para calmarme.
—Realmente, nada sale como uno lo planea.
Los planes a veces salían mal. Era algo que sabía desde hacía mucho tiempo, así que no me importaba. Sin embargo, cuando las cosas no salían bien, era inevitable sentir disgusto.
Cambiemos de tema antes de que mi humor empeore. Si lo pensaba de otra manera, esta situación también era una buena oportunidad. Sí, veámoslo así.
La causa de mi disgusto era que ella aún no había llegado hasta mí. Pero si mis peones cumplían su propósito, ya nadie podría interferir.
—Su nombre es Argento Vampear, y la acompaña una chica zorro… Je, je. Esa podría ser una mascota adorable.
Repasé mentalmente la información que había obtenido sobre mi futura novia para levantar el ánimo.
Argento Vampear. Mi novia, de cabello plateado, el opuesto al mío. Era raro que un vampiro usara un apellido, pero probablemente se trataba de una recién nacida que desconocía esas costumbres.
Contemplé una y otra vez su imagen, conservada con magia de grabación, y un suspiro se me escapó.
Es perfecta. Una belleza inmaculada, digna de estar a mi lado.
Qué sensación tan placentera sentiré al clavar mis colmillos en esa piel blanca como la nieve. ¿Qué tan dulce será su sangre? ¿Cómo gemiría su pequeña boca bajo un éxtasis que apenas podría soportar? ¿Cómo sonarían sus jadeos en mi oído? Y cuando bebiera su sangre, ¿cómo me miraría con sus ojos entornados por el placer? ¿Cuán delicioso y embriagador sería todo?
Además, su apariencia no era lo único maravilloso. Su poder mágico era de una calidad excepcional. Lo sentí en las aguas termales, cuando disipó mi maldición.
Tanto su aspecto como su magia eran de mi gusto. Como si hubiera sido creada para mí.
—¡Ah, ja, ja…!
Una sonrisa se dibujó en mi rostro de forma natural.
Solo de imaginar el momento en que la tuviera en mi poder, mis colmillos dolían, mi garganta se secaba y mi corazón se agitaba.
¿Qué le haré? ¿Qué le obligaré a hacer? ¿De qué formas nos amaremos?
Para convertir estas fantasías en realidad, me dirigí a mi esclava.
—¿Sabes lo que tienes que hacer, verdad? ¡Ah, cierto! Puedes hablar.
—Sí… Ama Elsee. Se hará como ordene.
Me respondió con una lenta inclinación de cabeza. Sus ojos tenían color, pero carecían de voluntad.
Aunque la había sometido a un hechizo de encanto por el bien de mi plan, debía admitir que era aburrido. Originalmente, esta chica era mucho más enérgica, hermosa y adorable. Era una lástima no poder ver más esas reacciones.
Con una apatía que me quitaba las ganas incluso de darle un mordisco, comenzó a caminar con lentitud. Pronto, impulsada por emociones y deseos falsos, cumpliría mi voluntad.
Cuando lo hiciera, me daría el festín de drenar la sangre de todas las chicas, incluida ella. A los hombres no los necesitaba, así que los mataría a todos.
—¡Pues bien, que comiencen los preparativos! ¡Démosle la más espléndida bienvenida a mi novia!
Este lugar no era precisamente el más distinguido, pero podía movilizar a mis siervos para prepararlo todo. Le ofreceremos la más exquisita bienvenida y me aseguraré de que no pueda escapar.
Había mucho por hacer, pero era emocionante.
Aquel día, juré que siempre tomaría lo que deseara. Dejaría de ser la despojada para ser la despojadora, la personificación de la injusticia. Y así había sido, incluso después de que me llamaran la Princesa Vampira.
Esta vez no sería diferente. Aunque se resistiera, la haría mía por la fuerza.
Y si se resistiera, sería solo por un instante. Me tomaré mi tiempo hasta que no pueda vivir sin mí. Así, al final, el resultado será un amor correspondido. Seremos la pareja dorada y plateada que todos envidiarán.
El proceso no importaba. Los obstáculos podrían ser aplastados con cuidado. Lo único que contaba era el resultado. Mientras esa chica sea mía al final, todo estará bien.
—Espérame… No. ¡Iré a buscarte, Argento Vampear! ¡Ja, ja, ja, ja, ja!
Acaricié la imagen etérea de mi novia y reí desde lo más profundo de mi corazón. El placer de la anticipación era embriagador. Reí a carcajadas, triunfante, implacable.
