¡No!
Angustiada por completo, agarré el brazo de Lissandro y lo sacudí con fuerza.
—L-Lissandro, ¿poh qué eztá atao ashí? ¡Ez dololoso! (L-Lissandro, ¿por qué está atado así? ¡Es doloroso!)
—Ah… eh. Majestad, ¡es peligroso! Seguí leyendo “Bebé tirana – Capítulo 32: ¡Me jaré cago de Aidah!”
¿Por qué Mabel está aquí?
Preocupado por que pudiera resultar herida, Esteban disipó al instante su magia. Se exponía a un ataque, pero eso no le importaba ahora mismo; la seguridad de Mabel estaba por encima de la suya.
—Mabel, ¿por qué has venido aquí? Es peligroso. Seguí leyendo “Bebé tirana – Capítulo 31: Tómame bajo tu protección”
—Aidan.
Una voz grave resonó en la sala.
Inclinado sobre una rodilla, Aidan levantó la cabeza. En sus ojos escarlatas se reflejaba un hombre sentado en lo alto de un trono: Veron Arthur Deblica. Su larga cabellera púrpura le llegaba hasta el cuello. Parecía que los rumores de que el emperador loco de Deblin se pasaba el día encerrado en su laboratorio, saltándose las comidas y dejándose crecer el pelo, eran ciertos. Un par de ojos amatistas miraban con atención a Aidan; eran realmente de un perverso tono púrpura. Seguí leyendo “Bebé tirana – Capítulo 30: ¡No periés! (¡No peleéis!)”
—Wienvenio (Bienvenido) —murmuré.
Cuando sonreí alegremente y estiré el dedo índice, la avispa se posó despacio en él. Mi antiguo yo habría tenido miedo, pero mi nuevo yo era diferente.
Sé que la avispa es amistosa.
Sin embargo, mis habilidades se limitaban únicamente a la comunicación. No podía evitar que la avispa se enfadara y me picara. Seguí leyendo “Bebé tirana – Capítulo 29: La mascota del palacio”
En ese momento, el emperador regente apareció ante mí. Con un golpe de su espada, el suelo tembló y un furioso vendaval barrió toda la zona. El enmascarado que recibió el golpe hizo todo lo posible por bloquearlo, pero pronto salió despedido hacia atrás.
—¡Mabel! Mabel, ¿estás bien?
A pesar de haber venido corriendo, no le faltaba el aliento. Al instante, me apretó las mejillas con las manos temblorosas. Seguí leyendo “Bebé tirana – Capítulo 28: Te metiste con Mabel, así que ahora estás condenado”
Dejé caer la galleta que tenía en las manos al ver las dos caras nuevas que tenía ante mí. Dos caballeros fornidos y musculosos habían aparecido de la nada.
—¿Quién…?
—Somos sus nuevos guardias personales encargados de escoltarla, Majestad. Estaremos a su servicio a partir de ahora. Seguí leyendo “Bebé tirana – Capítulo 27: Debo hacer algo”
Me apresuré a agarrar el dobladillo de la ropa de mi padre. Me miró con una sonrisa cálida, como si las expresiones frías de su rostro nunca hubieran existido.
—¿Qué pasa, Mabel?
—Ozcah.
—¿Oscar? Sí, hace mucho que no lo veo. Seguí leyendo “Bebé tirana – Capítulo 26: Aléjate de mi hija”
Un tembloroso Gustav informó de inmediato a Esteban. Esperaba que soltara un bramido estruendoso, pero permaneció inesperadamente tranquilo.
Su Majestad no es el tipo de persona que pasaría esto por alto.
—Mm, ¿Su Majestad? Seguí leyendo “Bebé tirana – Capítulo 25: Quema todas las flores del jardín de inmediato”
La repentina aparición de la inédita mina de cristales de poder provocó una gran convulsión en el Imperio. Los nobles hartos de influencia del duque Javier ahora estaban de buen humor, hasta el punto de que se enviaron mensajeros de casa en casa a difundir la noticia.
En poco tiempo, las noticias llegaron a oídos de Esteban. Llamó de inmediato a su antiguo consejero. Seguí leyendo “Bebé tirana – Capítulo 24: ¿Eh? ¿Está sonriendo?”
Al día siguiente, busqué a Xavier en cuanto terminé de desayunar.
—¡Avie!
—¿Sí, Majestad? Seguí leyendo “Bebé tirana – Capítulo 23: Los tratos tienen un precio”
[Vamos al bosque. Ululato. Y comamos conejo.]
[Ululato. Suena bien.]
[Vamos.] Seguí leyendo “Bebé tirana – Capítulo 22: Oigo hablar a los animales”
Sorprendida por el rostro —demasiado hermoso para un niño— de este chico desconocido, una mano apareció por detrás de mí y lo empujó.
—Te dije que hicieras silencio. Mabel se ha sorprendido —lo reprendió Oscar y me dio palmaditas en la espalda. Mis ojos saltaron del chico de cabello dorado a Oscar repetidamente.
Ahora que lo pienso, tienen más o menos la misma edad. Qué lindos. Seguí leyendo “Bebé tirana – Capítulo 21: Acaríciame también la cabeza”
En la sala de conferencias del palacio real de Ermano, los nobles y consejeros esperaban a que la reunión diera inicio. Pero, por alguna razón, el ambiente era diferente al habitual. Se debía a que era la primera asamblea a la que asistiría el emperador recién coronado.
—¿Aún no es la hora?
—Ajem, aún quedan cinco minutos. Seguí leyendo “Bebé tirana – Capítulo 20: Estoy muerto”
Esteban había estado manteniendo desesperadamente la distancia con Mabel durante los últimos días, temeroso de que las cosas empeoraran entre ellos si se acercaba a ella. Tras presenciar lo bien que se lo pasaba sin él, le resultaba más fácil controlar su ansia.
Casi la abrazo en ese momento. Seguí leyendo “Bebé tirana – Capítulo 19: Este país está condenado”
—¡Afuea! (¡Afuera!)
Para recopilar información de forma eficaz, necesitaba salir y escuchar lo que decía la gente, en lugar de quedarme encerrada en mi habitación todo el día. Lalima era una charlatana, pero como la niñera vigilaba 24/7 los cotilleos, era difícil enterarme de casi nada desde aquí.
Por eso había empezado a exigir activamente los paseos. Al principio la niñera me sacaba gustosa, pero ahora que quería salir varias veces al día, estaba preocupada. Seguí leyendo “Bebé tirana – Capítulo 18: ¿Acaba de ignorarme?”