El día que Han Jinsoo regresó al Imperio tras reunirse con Kim Sanghee.
Kwak Kihyun, se acercó con una sonrisa, en ese mismo instante y como ya era costumbre, salió volando hacia la cama.
—Entonces, ¿qué pasa? —preguntó Kwak Kihyun, tras incorporarse—. ¿Qué te preocupa tanto?
—Nada. Seguí leyendo “Dicen que nací hija de un rey – Capítulo 07: ¿Qué piensas de mi hermana? (1)”
¿Quiere que lo golpeé? Cualquier mujer obedecería de inmediato porque han crecido sumisas; sin embargo, golpear al emperador es peor que desobedecer. Es una falta que se paga con la vida.
Aún si lo ordena, no puedo golpearlo.
No soy como el resto de las mujeres, que jamás han conocido más allá de este infierno. Morí y renací; además, he estudiado con ahínco este mundo para sobrevivir. Seguí leyendo “Dicen que nací hija de un rey – Capítulo 06: Prefiero morir (5)”
Hace unos minutos, en el ascensor. Kim Hwanseok ordenó que lo llevaran al décimo séptimo piso.
Un hombre operaba el ascensor. Aunque la tendencia era usar piedras de maná para los aparatos y maquinaria más común, en instalaciones de alta gama, se seguía empleando a los humanos para hacer más cálida la atención.
La puerta del ascensor se abrió en el séptimo piso. Kim Hwanseok frunció el ceño. Seguí leyendo “Dicen que nací hija de un rey – Capítulo 06: Prefiero morir (4)”
Kim Sangah de cuatro años, debido al maná, estaba más desarrollada que otras niñas, pero seguía siendo pequeña en comparación a su gemelo, Kim Hwanhyuk.
—Entonces, ¿iré contigo? —preguntó Kim Sangah, su pronunciación era perfecta, igual que la de Kim Sanghee a su edad.
—Sí, Sangah va a ir al Imperio conmigo. Seguí leyendo “Dicen que nací hija de un rey – Capítulo 06: Prefiero morir (3)”
La princesa había llamado la atención, Kim Yushin lo había notado, por eso no se sorprendió por la oferta. Los rodeó a él y al sujeto en un campo de maná, para poder hablar sin ser escuchados.
—¿Cuánto ofreces? —preguntó Kim Yushin.
—Te daré trescientos millones de wons. Seguí leyendo “Dicen que nací hija de un rey – Capítulo 06: Prefiero morir (2)”
Estaba muy avergonzada.
El hombre promedio tiende a ser fanfarrón y lo prefiero así, a que sea un cobarde; sin embargo, hay límites para todo.
Claro, eso no aplica para el tercer príncipe, quien deseaba lucirse ante los cien mil espectadores del estadio, eso sin contar que ahora mismo había asientos vacíos, lugares que sin duda, estarían ocupados para presenciar el combate final. Seguí leyendo “Dicen que nací hija de un rey – Capítulo 06: Prefiero morir (1)”
Fue extraño. Sabía que era un destino turístico famoso, frecuentado por los hombres que buscan revitalizar su maná.
—Querido hermano, ¿este es el Pozo Sagrado?
Estaba vacío. Si no fuera por un viejo cartel de madera que decía: «Pozo Sagrado», el lugar no se veía diferente a otro. Se trataba de un manantial[1] que fluía de una enorme cascada, que emergía de entre dos grandes montañas. Seguí leyendo “Dicen que nací hija de un rey – Capítulo 05: El problema de ser revelado (10)”
Caí en una crisis mental ¿él solo buscaba una excusa para matarme? ¿Por qué me pedía que lo golpeara?
—Papi, ¿cómo me atrevería…?
—¿Quieres que te ejecuten?
Tenía miedo, sentenciar a muerte a una mujer era algo común y el rey estaba acostumbrado a ello. Seguí leyendo “Dicen que nací hija de un rey – Capítulo 05: El problema de ser revelado (9)”
No pude dormir. La razón: mi conversación con Han Jinsoo.
Seguía repitiendo que yo le hice algo, pero además, ahora sabía las últimas palabras que mi querido Han Jinsoo me dijo. Escucharlas una vez más, con la misma voz que recordaba fue impactante, apenas pude contener las lágrimas.
—Ah… —suspiré. Seguí leyendo “Dicen que nací hija de un rey – Capítulo 05: El problema de ser revelado (8)”
En su estudio privado, Kim Hoonsang se reunió con Alex, un erudito homosexual de setenta y seis años con el que tenía una relación estrecha. Cuando el rey era un niño, el hombre lo cuidó como una niñera hasta que ingresó a la Academia Imperial.
Sin embargo, este veía al rey como si lo estuviera maldiciendo.
Seguí leyendo “Dicen que nací hija de un rey – Capítulo 05: El problema de ser revelado (7)”
—No, ¿por qué demonios fue allí antes de la gran prueba de promoción? —refunfuñó Kwak Kihyun al enterarse que su amigo acudió a una fiesta familiar—. No, no lo entiendo.
No comprendía los sentimientos de su amigo hacia una niña de doce años. No podía ser tan buena como para que él se enamorara de ella. El amor no era común, además, cuanto mejor era un hombre, menos probable sería que se permitiera sentir algo. Y su amigo era el mejor hombre del mundo.
Seguí leyendo “Dicen que nací hija de un rey – Capítulo 05: El problema de ser revelado (6)”
Hasta ese día, me di cuenta que mi concepto de Kang Seoyoung era erróneo, creí que como toda mujer en ese mundo, solo era especial por haber concebido a gemelos con maná, pero que no podía pedir nada a un hombre. La consideraba obediente y sin ambición alguna.
—No pude averiguar qué darle… Eres mi sol, mi todo —declaró Kang Seoyoung.
Sonó sincera, aunque a mí me pareció ridículo. Él rey asintió con la cabeza, como si fuera una verdad absoluta. Seguí leyendo “Dicen que nací hija de un rey – Capítulo 05: El problema de ser revelado (5)”
Antes de la fiesta familiar organizada por el rey Kim Hoonsang, la primera en la historia del reino, en la que participarían: catorce reinas, treinta y ocho princesas y cuatro príncipes. Un extraño rumor comenzó a circular entre las princesas:
—La princesa Kim Sanghee fue neutralizada. Por eso los príncipes se preocupan tanto por ella.
—Desde su infancia. ¿Por qué los príncipes se preocuparían tanto por una princesa? Seguí leyendo “Dicen que nací hija de un rey – Capítulo 05: El problema de ser revelado (4)”
Seis días antes del anuncio de la primera fiesta familiar en el palacio.
—Padre, Kim Sanghee hizo algo increíble aunque es una niña —dijo Kim Hwanseok.
Kim Hoonsang se sentó apoyando su barbilla sobre el mentón. Seguí leyendo “Dicen que nací hija de un rey – Capítulo 05: El problema de ser revelado (3)”
Kang Seoyoung, tenía diecisiete años cuando me dio a luz y ahora tenía veintiséis. Al ver su belleza ¿quién diría que la dama dio a luz? Pero en este mundo, las mujeres dejaban de considerarse atractivas después de los veinticinco años, pero eso no aplicaba para mi madre. Una mujer que no era joven, era abandonada en el cubo de basura, como un cachorro en la calle.
Ella dio a luz a gemelos: un niño y una niña. Todo el mundo la bendijo. Dar a luz a una hija no era una bendición, pero si a un hijo. Ella había hecho un gran trabajo. Seguí leyendo “Dicen que nací hija de un rey – Capítulo 05: El problema de ser revelado (2)”