Boda relámpago – Historia paralela 2: Los hijos de Jiang Li

Traducido por Akatsuki

Editado por Ayanami

Corregido por Meli


Guan Xiao Yan y Jiang Li tenían dos pequeños: la hermana mayor Jiang Xi y el hermano menor Jiang Yu, con una diferencia de un año y medio.

Cuando Xin Xin tenía cuatro años, Guan Xiao Yan intentó desarrollar su intelecto a partir de la poesía Tang.

Aunque su dominio del idioma no era bueno. Como madre que era, lo toleró.

—Buena niña, sigue a mamá y leé… —dijo con la niña en brazos—. Noche primaveral, durmiendo hasta el amanecer.

—Noche de primavera, durmiendo hasta el amanecer —repitió con obediencia.

—En todas partes se escuchaba el canto de los pájaros.

—En todas partes se oía el canto de los pájaros.

—Viene la luna, el viento sopla la lluvia —Leyó Guan Xia Yan, pero la niña no la siguió— Xin Xin, ¿por qué no estás leyendo?

—Mamá… —Xin Xin la miró—. Aquí dice: «Llega la noche, el viento sopla la lluvia.»

Avergonzada y derrotada por una niña de cuatro años. Guan Xiao sacó un libro de cuentos: «Todas las historias» y continuó:

—Buena niña, deja que mamá te cuente otra historia.

—Mamá es la mejor~. —contestó, sus ojos negros brillaron con dulzura.

A los ojos de un niño, una historia era más interesante que esas aburridas poesías de Tang.

Guan Xiao Yan abrió una página al azar.

—¡Te contaré la historia de Caperucita roja!

—Mamá, me contaste esa historia ayer. —Frunció los labios.

—Entonces, ¿Blanca Nieves y los siete enanitos?

—La contaste anteayer.

—¿Hija del mar? —preguntó con impotencia.

—No quiero. La sirenita muere al final…—balbuceó.

—Mi pequeña, no llores. —Guan Xiao Yan estaba angustiada, así que le dio unas palmaditas en la espalda—. Te contaré una historia feliz… ¿Qué hay de la historia del caracol?

—Escuché esa historia al menos diez veces. La tía del jardín me lo cuenta…

—Entonces, mí preciosa, ¿qué quieres escuchar? —exclamó abatida.

—Fantasmas… —contestó luego de vacilar por un momento—. Quiero escuchar la historia de un fantasma con las luces apagadas…

Guan Xiao Yan sintió que una ligera brisa pasaba por su cuello… Entonces,  las luces se apagaron.

—¡Jiang Li! —Guan Xiao Yan apretó los dientes. Se levantó y persiguió a Jiang Li hacia su estudio.

♦ ♦ ♦

Cuando Yu tenía tres años, solo decía «padre» y «madre», ambos sospecharon que podría tener problemas psicológicos.

—No te preocupes. —Jiang Li consoló a Guan Xia Yan—. Nuestros hijos y nietos son y serán bendecidos.

Un día, ambos estaban sentados en la alfombra, armando un rompecabezas con sus hijos.

—Hermano estúpido, no puedes hablar… —Xin Xin se burló de Yu.

—Tonta —la insultó Yun antes de que sus padres pudieran intervenir.

—¿Qué dijiste? —XinXin molesta, se acercó a él.

—Dije que eres una tonta. Cada vez que tomas una pieza del rompecabezas lo pones en el lugar equivocado. XinXin tonta.

Todos estaban estupefactos, XinXin, completamente derrotada, comenzó a llorar. Guan Xiao Yan trató de consolarla, pero ella escapó a los brazos de Jiang Li.

—Mi XinXin no es tonta. —Jiang Li le besó las mejillas—. Tu hermanito es un tonto.

—Hijo, ella es tu hermana, no una tonta —refutó Guan Xiao Yan, mientras abrazaba y besaba a Yun. Se sentía terrible, la primera palabra de su hijo hacia su hermana había sido «tonta».

—Pero ella es una tonta… —murmuró Yun, aferrado al abrazo de su madre.

La niña volvió a llorar.

Guan Xiao Yang comenzó a sudar. Pellizcó suavemente las mejillas de su hijo.

—Hijo, ¿dónde escuchaste esa palabra?

—De papá.

♦ ♦ ♦

Un día, cuando XinXin tenía seis años, peleaba con su hermano en la sala sobre cuál era el animal más poderoso del mundo.  Ella eligió a su padre y él a un panda. Era fanático, sus juguetes, ropa y accesorios eran de este animal.

Curiosa, Guan Xiao Yan se escondió en el dormitorio para escucharlos.

—Si no me escuchas, no te acompañaré a jugar —lo amenazó XinXin, pero él ni se inmutó y permaneció en silencio. Ella agregó—: También le diré a mi padre que no juegue contigo, papá me escuchará.

—Mamá me puede acompañar —dijo Yu, luego de dudar por un momento.

—Mamá es estúpida, jugar con ella será aburrido.

—¿Soy estúpida? —Apareció la iracunda Guan Xiao Yan—. La comida que comes todos los días la preparo yo. Si soy estúpida, ¿por qué no cocinas tú?

—Mamá, ¿cómo puedes comparar tus habilidades en la cocina con una niña de seis años?

Meli
Esto pasa porque su esposo se la pasa menospreciando a Guan Xiao Yan. YanYan, lectoras, ¡eso es violencia!

♦ ♦ ♦

Cuando Yu tenía siete años, un día XinXin llegó a casa de la escuela llorando, dijo que su maestra de matemáticas le confiscó un manga y la criticó frente a su clase.

—A partir de ahora, no se te permite leer manga durante la clase. Te has portado mal —la amonestó Guan Xiao Yan.

—Admití que estaba equivocada, pero la maestra se negó a devolverme el manga —murmuró XinXin en su defensa,

—Es correcto que fueras castigada.

—¡Pero la maestra le dio mi manga a su hijo!

—La maestra tiene el derecho. ¿Quién te dijo que leyeras manga durante las clases?

—No importa. Papá te comprará otro —la consoló Jiang Li y le dio unas palmaditas en la cabeza.

—Oye… —Guan Xiao Yan lo golpeó en la mejilla con sus palillos—. La estás echando a perder.

—Si estás dispuesta a darme tu nuevo juguete panda, te ayudaré a vengarte —intervino Yun.

Guan Xiao Yan creyó que era una tontería, hasta que al día siguiente, escuchó que la maestra de matemáticas de XinXin tuvo un problema con su computadora durante su clase. Todos los materiales de su curso se reemplazaron por filas y filas de pandas que aparecieron al presionar un botón. Sin poder detenerlo, tuvo que buscar la ayuda del personal de mantenimiento, dejando a un grupo de niños riéndose de ella. Por supuesto, la más feliz fue XinXin.

—Hijo, ¿tú hiciste eso? —preguntó Guan Xiao Yan angustiada por las noticias.

Yu asintió con la cabeza, entre sus brazos se encontraba el juguete de panda que había pertenecido a XinXin.

 —¡Jiang Li! —lo llamó en busca de ayuda.

—No puedo hacer nada —contestó con tranquilidad desde el sofá donde estaba sentado—. Nuestro hijo es un genio.

—Está bien si tú padre es un genio, pero me preocupa que te vuelvas igual que él. —Le golpeó con suavidad la frente.

—Mamá, —Yu se pegó a su pierna—. Puedes estar segura. Solo yo soy un genio, XinXin es una tonta.

—¡No soy una tonta! Además, no puedes llamarme por mi nombre. ¿No tienes modales?

—Eres una estúpida. Ni siquiera sabes lo que es un código fuente…

—Tú, me vuelves loca.

Guan Xiao Yan se sentó para observar el furor de la guerra verbal. Agradecida de que su hijo no le preguntara qué era un código fuente.

♦ ♦ ♦

Cuando Yu había crecido bastante, pero todavía no sabía cómo atarse los cordones de sus zapatos, XinXin, a menudo, lo ridiculizaba e incluso lo llamaba «cerdito estúpido».

—¿Sabes quién es el «cerdito estúpido»?

—Lo sé. —contestó sin dejar de observar sus cordones—. Es el hermano del «gran cerdo estúpido».

En ese momento, Guan Xiao Yan, que estaba detrás de ellos, se secó el sudor y pensó que era una suerte que no dijera el «hijo del viejo cerdo estúpido».

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