Dama a Reina – Capítulo 44: ¿Por qué la eligió a ella?

Traducido por Kiara Adsgar

Editado por Yusuke


La dama de la corte, cuyo cuerpo era inevitablemente más débil que el de un duque, fue obligada a caer al suelo. Patrizia miró tranquilamente qué haría el duque Ephreney.

—Su Majestad, esta moza es la que se atrevió a tratar de asesinar al emperador y la reina.

—Heug, euheuheug.

La dama de la corte comenzó a llorar y Patrizia se volvió hacia el duque Ephreney.

—¿Qué quieres decir, duque?

—Esta moza actuó por su cuenta para hacer cumplir la voluntad de lady Phelps, y preparo todo esto, Su Majestad.

—Duque Ephreney, ¿qué estás diciendo? ¿Cómo puede una dama de la corte tener tanto dinero para contratar asesinos?

El duque Witherford miró al duque Ephreney con incredulidad. Sin embargo, el duque Ephreney tranquilamente hizo que trajeran a otro hombre a la habitación.

—Tráelo.

Ante las palabras del duque, otro hombre fue llevado torpemente al pasillo y el duque Ephreney lo obligó a arrodillarse.

—¿Quién es él? —Lucio preguntó.

—Él es el barón Daiwadi, Su Majestad. Es un conocido cercano del barón Darrow, el padre de lady Phelps. El barón Daiwadi creía que lady Phelps se convertiría en reina si mataban a Su Majestad, por lo que creó esta atrocidad —dijo duque Witherford.

—¡Falso, Su Majestad! —El duque Witherford gritó—. Se rumorea que el barón Daiwadi tiene muchas deudas. ¿Cómo puede esa persona contratar asesinos?

—Confesó que el dinero que usó para la contratación era, como era de esperar, conseguido a través de deudas. Si todo hubiera salido como él deseaba y lady Phelps se convirtiera en reina, entonces podría pagar ese tipo de deuda en un instante.

Cuando el duque Ephreney terminó de hablar, el duque Witherford lo miró con ojos asesinos.

Patrizia no pudo ocultar su propia mirada de consternación.

Maldita sea, si esto sucede…

—¿Entonces hay dos testigos que dicen cosas diferentes ahora? —dijo Lucio, y la habitación de repente se calmó. La elección ahora dependía de él. Tomaría la mano de Patrizia o la de Rosemond. La respuesta ya estaba establecida.

—Duque Vasi.

—Sí, su Majestad.

—No hay nada que podamos hacer sobre los testimonios contradictorios. Haré que te hagas cargo de este caso e investigues.

—Sí, Su Majestad. Investigaré todo cuidadosamente.

El corazón de Patrizia cayó al suelo. Maldición. Cuanto más tardara esta investigación, más difícil sería precisar a Rosemond como culpable. Patrizia instintivamente sintió que estaba perdiendo el control.

♦ ♦ ♦

Parado en el centro de la tormenta estaba, por supuesto, Rosemond, sentada en su celda, bebiendo té con gracia, como si no tuviera ninguna preocupación. Su rostro estaba relajado mientras tomaba su té de romero favorito y visualizaba sus planes para el futuro.

Quizás por ahora, todo estaba resuelto. Esperaba que Lucio se pusiera de su lado y terminará la investigación con un simple final feliz, pero no importaba si no era así. El duque Ephreney no era estúpido, y estaba segura de que él daría todo su esfuerzo material y mental.

¿De qué tenía que preocuparse? Ella no moriría, e incluso si fuera golpeada, lo peor que podría pasar sería perder su título de baronesa. Eso no le importaba a su potencial futuro como reina. Aunque estaba confinada en prisión, su mente ya estaba en el palacio Bain.

En ese momento, un guardia se acercó a su celda y le informó de la situación.

—Lady Phelps. La reunión acaba de terminar.

—¿Cuáles son los resultados?

—Hubo testimonios contradictorios, y Su Majestad aplazó la sentencia. El duque Vasi retomará la investigación.

—Hmmm —Rosemond asintió y el guardia volvió a su puesto. Ella sabía que las cosas no saldrían mal. Tenía muchas más cartas en la mano de lo que inicialmente se pensaba, y su trabajo nunca fue descuidado.

Si ella muriera por la guillotina, se aseguraría de no ir sola.

♦ ♦ ♦

Cuando Patrizia regresó al palacio de la reina, su máscara de calma se desmoronó, revelando una expresión de furia. Petronilla miró a su hermana, notando que algo andaba mal.

—¿Pasó algo, Rizi? —Petronilla preguntó con cuidado.

—El duque Ephreney está decidido a hacerme perder. No puedo hacer nada con él —murmuró Patrizia con voz enojada. El duque Ephreney debe haber reclutado o amenazado a un noble de clase baja que no causaría problemas, incluso si las cosas salían mal.

Si esto continuaba, Patrizia continuaría viendo sus esfuerzos retroceder. El emperador amaba a Rosemond, y con un resultado ambiguo, él siempre se volcaría a su lado.

El rostro de Patrizia se arrugó de frustración. Su vida había estado en peligro y, sin embargo, saldría perdiendo.

La frente de Petronilla se arrugó y Patrizia se dio cuenta.

—¿Qué es? —Patrizia preguntó.

—Estoy preocupada. ¿Por qué la eligió a ella?

Era una pregunta razonable. ¿Por qué el duque Ephreney eligió a Rosemond? Ella puede tener el favor del emperador, pero seguía siendo la hija de un noble inferior. El duque seguramente valoraba la línea de sangre más que cualquier otra cosa. No estaba claro por qué eligió a Rosemond sobre la reina, y Patrizia dudaba que alguna vez lo descubriera.

—Ni siquiera sé —suspiró Patrizia.

—Quizás tengan una relación física —sugirió Petronilla.

—Eso es demasiado extremo —dijo Patrizia sacudiendo la cabeza. Si eso fuera cierto, el duque Ephreney sería severamente castigado por tocar a la mujer del emperador. El estado de Rosemond no era tan alto como para ser destruido, pero dado el afecto del emperador por Rosemond, había una alta probabilidad de que se impondría un castigo severo.

Patrizia se frotó la frente varias veces.

—Me pregunto qué pasará ahora —murmuró.

—No se puede hacer nada ahora, Rizi —dijo Petronilla, para consternación de Patrizia—. Hemos hecho todo lo que teníamos que hacer. No puedes presentar más evidencia ahora. Solo tienes que dejarlo a la voluntad del cielo.

La voluntad del cielo. Patrizia pensó que era una idea tranquilizadora y suspiró brevemente. Pero lo que la hizo suspirar aún más fue la realidad . No tuvo más remedio que dejarle todo a los dioses, tal como dijo Petronilla.

Patrizia le pidió a Mirya que trajera un vaso de su jugo de fresa favorito para enfriar su mente sobrecalentada. Era hora de pensar con la cabeza tranquila otra vez.

♦ ♦ ♦

Se vio obligado a darse cuenta ese día. La mujer que conocía hasta ahora no le mostraba su lado completo, y ella no era tan amable y gentil como él pensaba.

El era el emperador. Su reina podría haberse reído de su estupidez por haber sido influenciado por una concubina, pero no creía que ella lo hiciera si supiera lo que era estar en sus zapatos.

Para él, su amante era todo en la vida, un pilar que lo apoyaba, su alimento que lo hacía durar. Incluso siendo un emperador no pudo evitar enamorarse. La reina, a pesar de su actitud distante hacia él, tendría que aceptarlo.

Era un concepto más allá del bien y del mal. La supervivencia tiene prioridad en cualquier situación. Además, él era el único descendiente directo de la línea de sangre real. No tenía más remedio que enamorarse de ella. Ella lo atraparía.

Sin embargo, quedó claro que había un velo que no había notado antes, y una mujer diferente estaba parada detrás de él. Era sucia y fea, pero presentaba con un rostro bello y bueno.

Cuando miró los ojos del duque Ephreney en el salón del consejo hoy, no tuvo más remedio que enfrentar el hecho de que estaba equivocado. Tenía que reconocer plenamente ese día. La mujer que había conocido era solo una ilusión. No sabía si fue su propio error, o si ella lo engañó deliberadamente, pero lo que él sabía es que ella era una ficción completa.

Por supuesto, no tenía la intención de responsabilizar a su concubina por esto. No tenía la intención de condenarla. Ella no era una persona que él pudiera juzgar en primer lugar. Él se dio cuenta de que ella no era exactamente el tipo de persona que él pensaba que era.

Él suspiró. Entonces esto es lo que tenía que ser…

♦ ♦ ♦

Bajo las órdenes de Lucio, el duque Vasi buscó investigar el asunto y revelar la verdad. Dado que todas las pruebas presentadas por ambos lados fueron falsificadas, cazar la verdad era lo mismo que cazar peces en tierra firme.

Al final, el duque Vasi no tuvo más remedio que informar “evidencia insuficiente” al emperador. La traición era un crimen poderoso que podía destruir hasta tres generaciones, y el castigo sólo se llevaba a cabo después de la presentación adecuada de la prueba. Cualquier evidencia presentada también aumentaría la probabilidad de explotación política.

Al final, la investigación colapsó. Lucio retiró los cargos contra el barón Daiwadi y el barón Phelps, luego expulsó a las dos damas de la corte que testificaron. Fue el resultado más limpio, y todos estuvieron de acuerdo.

Patrizia sufrió el mayor daño por el incidente. Decidió conformarse con llamar a la concubina solo por Rosemond y ya como baronesa Phelps. Eso solo fue un buen resultado.

♦ ♦ ♦

Rosemond tuvo que renunciar a su título de baronesa, pero no se vio obligada a abandonar el  castillo de Bain. Reemplazó a todos los sirvientes allí y redujo su número. Rosemond se dio cuenta de que tener demasiadas sirvientas y damas de honor la dejaba vulnerable a los traidores, y tomó medidas decisivas.

Glara, mientras tanto, parecía aliviada.

—Lady Rosemond, estoy tan contenta de que haya sido absuelta.

—¿Contenta? —espetó Rosemond—. Me quitaron el apellido Phelps. ¿Crees que es bueno?

Glara quería decir que era una suerte que Rosemond viviera, pero mantuvo la boca cerrada por miedo al castigo. Todavía estaba impresionada de que a pesar de que le habían quitado el título a Rosemond, ella seguía siendo la concubina del emperador.

—Pero lady Rosemond, usted es la única amada de Su Majestad. No se desanime. Cuando se convierta en reina, ¿de qué le serviría un título noble bajo?

Rosemond la ignoró.

—Fui estúpida al contratar a esos tontos. La próxima vez, tendré que encontrar asesinos más confiables. Dios mío. No puedo creer que se hayan retirado sin confirmar la muerte. Fueron un desperdicio de dinero. —Rosemond gritó enojada.

Pero Glara pensó que Rosemond debería estar más feliz de no ser declarada culpable de traición. ¿No fue este un gran logro? Ya era bastante malo que intentara matar a la reina, pero también había herido al emperador. Rosemond, sin embargo, no estaba satisfecha con su escape estrecho.

—Haaah… al menos he reducido la cantidad de perturbaciones innecesarias —murmuró Rosemond, luego cayó en una planificación más silenciosa.

Glara se preguntó qué estaba pensando esta vez. Aunque había participado en todas las conspiraciones de Rosemond, la dama de compañía había estado asustada por los recientes acontecimientos. El interrogatorio sólo la había llevado a desarrollar una terrible ansiedad.

Rosemond abrió la boca para hablar, y Glara la miró nerviosa.


Kiara
Como odio que se haya salido con la suya, era algo que se veía venir, pero la odio, solo representa el mal, esta horrible mujer. ¿qué planes horribles tendrá en mente ahora?

7 respuestas a “Dama a Reina – Capítulo 44: ¿Por qué la eligió a ella?”

  1. Rosemoond se libero, pero sus planes cada vez que hace de las suyas va perdiendo al emperador el otro se va dando cuenta de la verdadera cara de su amante

  2. Como cuando haces trampa en el examen y el que no pudo sacar su acordeón para copiar le dice al profe jajajaja 🙁 mejor me río para no llorar de frustración

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

 

error: Contenido protegido