Espada y Vestido – Capítulo 5 (1): El banquete de la princesa Aranea

Traducido por Kiara

Editado por Shiro


Estos días habían sido muy difíciles para mí. Miré hacia el cielo del anochecer mientras murmuraba. Suspiré… Sofía, qué niña tan aterradora eres…

Aunque sólo habían pasado dos días, sentí que había pasado un mes de duro entrenamiento. ¡Oh, querida Diosa! ¿Cómo podría Su Santidad darme tales pruebas? ¿La Diosa se sintió traicionada porque planeé dejar de ser un clérigo?

Ah, tengo mucho sueño.

Apenas había dormido en los últimos dos días. Aunque sólo habían pasado dos días, todavía no podía bajar la guardia. En realidad, esta situación era mucho mejor si la comparo a cuando estaba en medio de un campo de batalla. Cuando íbamos a una guerra, continuábamos  marchando sin perder el ritmo durante días.

Me paré frente a la puerta principal de la residencia del conde y miré sin comprender la calle principal vacía. Bueno, dentro de mis expectativas, la familia del conde no me brindó ninguna ayuda, por lo que el escuadrón de Tareas Especiales decidió enviar un carruaje para recogerme. Todo lo que recibí de la condesa resultó inservible pero Ortzen, quien ya lo sabía, preparó un vestido, incluyendo zapatos, joyas y otras cosas necesarias.

En realidad, las cosas que la condesa me dio eran de buena calidad, pero ninguna de ellas se ajustaba a mi tamaño. El brazalete que me envió era del tamaño de la muñeca de un niño. Los adornos de la cintura me quedaron grandes cuando me los puse. Además, los aretes que ella dio parecían similares a primera vista, pero en realidad eran diferentes. Por lo menos, el collar estaba bien, pero Sofía me dijo que el diseño era adecuado para usar en la temporada de invierno. En este tipo de clima, el collar de piel era demasiado caliente para usarlo. Sin embargo, todavía estaba bastante satisfecho con lo que obtuve, porque estos artículos valen bastante dinero, y ahora necesitaba venderlos lo antes posible.

Mientras pensaba en qué otras excusas podría usar para obtener más artículos y venderlos más tarde, un carruaje guiado por caballos se acercó adonde estaba parado. El carruaje se detuvo justo frente a mí y el cochero saltó.

—¿Es usted la señorita Silla Epheria?

—Sí, así es.

Tenía que hacer mi mejor esfuerzo para actuar como una dama noble y apropiada esta noche, al menos para agradecer los esfuerzos de Sofía, quien estuvo enseñándome durante los últimos dos días sin descanso. Sólo necesitaba pronunciar algunas palabras de adulación, esbozar una sonrisa amistosa y fingir que era débil, ¿no?

Después de que el cochero escuchó mi respuesta, abrió la puerta del carruaje.

—¡Por ​​favor, entre!  También déjeme su tarjeta de invitación porque la necesito para entrar al Palacio Interior.

—Está bien.

Primero íbamos a pasar por la sede del escuadrón de Tareas Especiales, ¿por qué me la pidió ahora? Le di mi tarjeta de invitación al cochero y agarré con elegancia el borde del vestido para subir al carruaje. Mientras nos dirigimos al cuartel general del escuadrón de Tareas Especiales, ¿debería dormir un poco? Aunque apenas habíamos iniciado el viaje, me sentía con sueño. Cuando el carruaje comenzó a moverse, bostecé un poco y cerré los ojos.

—Mmm.

Una ligera somnolencia capturó mi conciencia como un infierno de hormigas, pero aun así me obligué a mantener los ojos abiertos.

Creía que casi habíamos llegado a nuestro destino pero, ¿por qué la velocidad del carruaje no disminuía? El cuartel general del escuadrón de Tareas Especiales se encontraba dentro del Palacio Imperial, y una vez ingresabas a esta área, a menos que hubiera una razón especial, todos los carruajes de caballos debían reducir la velocidad después de pasar por la puerta principal. Era por eso que este vehículo ya debería haber desacelerado pero, ¿por qué seguía moviéndose tan rápido? Además, el carruaje se agitaba demasiado, lo cual sólo podría significar que no nos estamos desplazando por un camino pavimentado.

¿Entré en el carruaje equivocado?

Pero, él había confirmado mi nombre. Oh, esto debía haber sido planeado por mi madrastra. Me preguntaba por qué se había quedado callada durante los últimos dos días; resultó que estaba ideando esto.

Ja… Al principio pensé que podría pasar esta noche en paz.

No debería esperar demasiado cuando se trata de esa mujer. Traté de abrir la puerta del carro, pero parecía que estaba cerrada desde afuera porque ésta ni siquiera se movió una pulgada. Ahora estaba completamente seguro. Suspiré y enrollé el dobladillo de mi vestido. En realidad, en un banquete imperial, estaba prohibida la entrada de armas pero me alegro de haber traído una. Después de sacar la delgada daga que escondi en mi pantorrilla, observé la puerta del carruaje por un momento. Supuse la ubicación de la cerradura y luego la empujé en la rendija. Con un poco de poder sagrado, entonces, impulsé con fuerza la daga para romper la cerradura.

Bien, pero no debería irme de inmediato. Si espero en silencio, el cochero nunca pensará que la cerradura de la puerta había sido rota, en su lugar, probablemente piense que la rueda del carro chocó con algo cuando escuche los ruidos. Huir después de romper la cerradura se consideraba una práctica común.

Me quedé quieta durante un rato, y luego saqué el estilete[1] que me colocaron en la otra pierna. Mordí la delgada cuchilla afilada y abrí la puerta del carro lo más silenciosamente posible. Podía saltar y salir corriendo, pero luego tendría que ir caminando para llegar al Palacio Imperial. No era necesario hacer tanto trabajo. Fortalecí mis brazos y manos con poder sagrado y me agarré a la parte superior de la puerta, levantando mi cuerpo sobre el techo del carruaje. Y al mismo tiempo, con una patada cerré la puerta entreabierta.

El sonido de la puerta fue muy fuerte, el cochero giró el cuello para mirar hacia atrás para comprobar, pero la puerta estaba cerrada y tampoco se vio a la noble dama en su interior huyendo. Tal vez pensó que estaba tratando de abrir la puerta desde adentro.

No parecía muy fuerte…

Me senté en el techo del carruaje y observé al cochero mientras sostenía el estilete. Con la condición actual de mi cuerpo, sería mejor matarlo directamente de un solo golpe para evitar futuros problemas, pero el cochero parecía fácil. Bueno, si tenía la habilidad, entonces debería haberse ya dado cuenta de mi presencia, pero como no es sí, he decidido lidiar con él más tarde.

Salté ligeramente sobre el lugar vacío al lado del cochero y con la punta del arma, lo golpeé en el cuello.

—Uhh…

—¡Cállate!

Le arrebaté las riendas del caballo al hombre, cuyos ojos se abrieron con pánico, y detuvé el carruaje. Alternativamente, éste me miró a mí y al cuchillo que usé con miedo. Su sangre corría por su cuello.

—Eso…

—No me interesa nada de lo que digas, ¡así que cállate! ¿No fue la condesa quien ordenó esto después de todo?

Era obvio que este era su plan. El cochero cerró la boca y tragó saliva. Ahora, ¿dónde era esto? A pesar de que rara vez había transeúntes caminando en esta calle aislada, no será bueno mantener esta situación por mucho tiempo. No me servirá de nada matarlo, así que creo que lo entregaré al escuadrón de Tareas Especiales. Escondí el mango del estilete debajo de los puños del vestido para que sólo se viera la punta del cuchillo, luego puse mi mano sobre el hombro del cochero.

—Conduce el carruaje hasta la sede del escuadrón de Tareas Especiales. Conoces el camino, ¿no? Conozco bien las calles dentro de la capital, así que nunca pienses que puedes engañarme. Si te atreves a jugar trucos sucios, te mataré de inmediato.

—Sí, sí.

Con el cuerpo tembloroso, recibió las riendas del caballo que le pasé. Basado en la mirada asustada de su rostro, parecía ser un matón normal, contratado al azar para hacer esto. En un momento de tranquilidad, el carruaje comenzó a moverse nuevamente.

¿Qué pasó?

Muchas personas estaban reunidas frente a la sede del escuadrón de Tareas Especiales. Reconocí algunas caras familiares, así como otras nuevas que nunca había visto antes. El capitán Jullius, quien estaba montado sobre su caballo, fue el primero en notar mi llegada e inmediatamente dirigió su caballo para que acercarse a mí.

—¡Señorita Epheria!

—Lo siento, ¿llego tarde?

Justo después de terminar mis palabras, le arrebaté las riendas del caballo al cochero y lo pateé. Éste cayó y rodó mientras gruñía de dolor; estaba exagerando demasiado. Entonces, la velocidad del carruaje de caballos disminuyó, y tan pronto como se detuvo por completo, el asistente Ortzen y los demás entraron en escena.

—¿Fuiste secuestrada? —preguntó el ayudante Ortzen mientras miraba al cochero que cayó al suelo.

—La residencia del conde nos informó que la señorita se había negado a asistir al banquete, así que estábamos considerando irrumpir en la mansión.

—Secuestrado… ermm, creo que es correcto. Fui secuestrada.

Después de algunas reflexiones, era correcto decir que fui secuestrada. Whoa, esta era una experiencia completamente nueva. Alguien me había secuestrado. Si les dijera a mis otros camaradas del escuadrón de Caballeros Sagrados que me habían secuestrado, se reirían a carcajadas aferrándose a sus estómagos. Hmm, no. Creo que sus reacciones no tendrían precio si les contara sobre el caso de intento de violación. Apuesto a que les sería difícil creer mis historias.

—A pesar de que esa escoria es la culpable, no es necesario que te esfuerces por descubrir el verdadero cerebro detrás de este accidente. Definitivamente lo hizo mi madrastra.

—Lo detendremos primero por el momento.

Ortzen ordenó a algunos de sus hombres que se llevaran al cochero. El capitán Jullius, quien había bajado de su caballo cuando estaba hablando con Ortzen, me extendió la mano para que bajara, porque aún estaba sentada en el asiento del entrenador.

—¿Estás bien?

—Por supuesto que estoy bien… sólo…

En el pasado, al capitán Jullius ni siquiera le importaba cómo me las arreglaba para bajar del carruaje o del caballo. Tan sólo levantándome cuando estaba a punto de montar el caballo. Pero ahora, extendió su mano en una postura perfecta para escoltar a una dama noble. Mirándolo, me sentí realmente conmovida, de alguna manera sentí que se me salían las lágrimas.

Por desgracia, capitán Jullius… ¿qué tan difícil debió ser para usted recibir la guía de Ortzen en estos dos días? Era tan triste que mi corazón se sintió realmente culpable. Recordé que cuando fui ascendida a la posición de capitán y tuve que ir a mi primer debut social, también sufrí un momento difícil en manos de mi adjunto. Pero aún así, tuve suficiente tiempo para prepararme sin renunciar a mi sueño. Mientras tanto, capitán Jullius… siento que he cometido un gran pecado. Puse mis dedos ligeramente sobre su palma y bajé del carruaje.

—Debes haber sufrido mucho.

—Un poco.

—El capitán Jullius puede actuar con calma cuando sólo seamos nosotros dos.

—Pero Ortzen me dijo que no me relajara hasta que pase el dia de hoy.

—Está bien. Sé muchas cosas sobre el banquete. Si te equivocas, te lo diré de inmediato.

Aunque era la primera vez que asistía a un banquete como mujer, he asistido a muchos banquetes como hombre. Naturalmente, me era mucho más familiar y competente el rol de un hombre. Ahora, el problema era que si fuera descuidada podría actuar como un caballero en vez de como dama…

—No nos queda mucho tiempo, ¡prepárense rápidamente! —dijo Ortzen después de que terminó de manejar al cochero.

Llegaré tarde con seguridad si no me preparo rápidamente. Tenía que cambiarme el vestido, y mi cabello ahora estaba desordenado porque tomé una siesta en el carruaje. Entré rápidamente al edificio junto con el capitán Jullius.

⧫ ⧫ ⧫

El banquete organizado por la primera princesa Aranea se celebró en el pabellón dentro del palacio interior. El palacio exterior del Palacio Imperial casi no tenía ningún punto de control de seguridad, pero el palacio interior era diferente. Sin mencionar que era más difícil para los plebeyos, incluso los nobles necesitaban tener un permiso de entrada o una invitación para ingresar. Se podría decir que el verdadero Palacio Imperial comenzaba una vez se atravesaba la puerta al palacio interior.

El capitán Jullius era el líder del escuadrón de Tareas Especiales, por lo que tenía permiso para ingresar al palacio libremente, pero el mío era un caso diferente, porque sólo soy la hija de un conde. Dicho esto, necesitaba una tarjeta de invitación, pero desafortunadamente ese maldito cochero la había tomado. En cualquier caso, aún podía entrar al palacio sin ningún problema porque el capitán Jullius garantizaba mi presencia. Por lo general, los nobles estaban acompañados por un cochero o un sirviente, por lo que usar una tarjeta de invitación podría permitir que hasta dos personas ingresaran al palacio.

—Señorita Epheria, bajemos.

El capitán Jullius primero se bajó del carruaje y luego me acompañó cortésmente. Me conmovió profundamente la diferencia en su actitud de hoy con respecto a la que había tenido en nuestras reuniones anteriores. ¡Ortzen, sin duda, había cambiado a una persona! Bajé del carruaje y traté de comportarme lo más elegante y sereno posible para igualar sus esfuerzos. Luego, con calma, bajé los ojos. Tenía que mantener mis modales y pretender actuar como un cervatillo asustado.

—El capitán del escuadrón de Tareas Especiales, Sir Jullius Rizar. Confirmado —dijo el jefe de asistentes mientras revisaba los libros de registro después de que los guardias imperiales verificaron si traíamos armas. Entonces, el jefe de servicio me miró al ver que estaba uniendo mi brazo con el del capitán Jullius.

—Por favor, identifíquese.

—La hija mayor del conde Epheria, Silla Epheria.

El asistente Ortzen me había dicho en innumerables ocasiones que perder la tarjeta de invitación se consideraba una ofensa para el anfitrión del banquete, por lo que tenía que hacerme el tonto y no decir la verdad. El jefe de asistentes, quien debía haber memorizado a todos los participantes del banquete, inclinó la cabeza. Revisó rápidamente la lista de invitados y luego abrió la boca.

—Alguien de la familia del conde Epheria ha entrado ya usando la tarjeta de invitación.

—¿Qué?

¿Alguien más? ¡Ya va! ¡¿Será que el cochero no rasgó la tarjeta de invitación, sino que se la entregó al portero de la mansión?! Hice todo lo posible para ocultar mi vergüenza y pregunté con voz tranquila.

—¿Quién ha venido de la familia del conde Epheria?

—La segunda hija del conde Epheria, Roanne Epheria.

Oh, ella era la media hermana de Silla… eso significaba que ahora también se había convertido en mi media hermana. ¿Entonces mi querida madrastra envió a su propia hija al banquete en mi lugar? El banquete organizado por la primera princesa era una gran oportunidad y sería un desperdicio dejarla pasar. Parecía que ella quería encontrar un buen esposo para su propia hija. Ya veo, jaja. Me aferré aún más al brazo del capitán Jullius y suavemente dije:

—Creo que hay un malentendido pero, aún podría entrar si el capitán Jullius garantiza mi identidad, ¿verdad?

—Sí, pero… Sir Jullius Rizar, ¿está dispuesto a ser el garante en nombre de la señorita Silla Epheria?

—Lo garantizo.

—Está bien, confirmado.

Luego, los guardias también revisaron minuciosamente el cuerpo de nuestro cochero, tras lo que el asistente principal se hizo a un lado para darnos paso después de tomar algunas notas en la lista con su pluma. Los guardias imperiales que vigilaban la entrada también se apartaron para liberar espacio, y volvimos a nuestro carruaje para entrar al palacio interior.

En general, los banquetes celebrados dentro del palacio se dividían en dos tipos, los informales y los formales. Anteriormente, los banquetes se realizaban por razones obvias, como celebraciones de victorias de guerra, matrimonios de miembros de la familia imperial, compromisos o nacimientos de miembros de la familia imperial, anunciar la sucesión de nobles de alto rango y otras razones irrebatibles. Pero últimamente, también se llevaban a cabo algunos banquetes con la simple razón de que «El clima de hoy es agradable pero me siento aburrido. Reunámonos y tengamos una buena conversación, ¿de acuerdo?».

En términos de escala, los antiguos banquetes eran obviamente abrumadoramente grandes, pero últimamente se celebraban numerosos banquetes informales. Además, no sólo era la familia imperial, sino que también los nobles de alto rango podían pedir permiso para celebrar un banquete en el pabellón del palacio. Por lo tanto, habría entre dos y tres tarjetas de invitación con borde dorado repartidas entre los nobles en una sola semana. Si también incluyera los banquetes celebrados dentro de las residencias de los nobles no sería exagerado decir que había un banquete todos los días.

Por lo general, los invitados no tenían que llegar exactamente a tiempo a un banquete informal como el de hoy pero, por supuesto, era grosero llegar demasiado tarde; por lo que se debía llegar aproximadamente una hora después de la hora indicada en la invitación. A diferencia de los banquetes formales, era más burdo llegar temprano al banquete informal, era preferible llegar tarde.

Aun así, tal vez porque el banquete de hoy fue organizado por la exigente primera princesa Aranea, el pasillo hacia el salón de banquetes estaba vacío. Si se tratara de cualquier otro banquete informal, podría ver a otros invitados reunirse en las afueras mientras charlaban o caminaban hacia el pasillo además de sólo nosotros dos.

Por cierto… mi media hermana, ¿verdad?

No la había conocido en persona todavía, pero había escuchado muchas cosas sobre ella de Sofía. La hermana menor de diecisiete años que adoraba arrebatar al azar los vestidos nuevos de su hermana mayor. Gracias a ella, apenas tenía qué ponerme. Incluso si los vestidos nuevos de Silla no se ajustaban a su talla, no sería razonable, e igualmente se los llevaría. Su personalidad era horrible, bueno, ¿qué se podía esperar de una hija que no aprendió nada bueno de una madre como esa?

Todos los sirvientes dentro de la mansión ignoraban a Silla, ¿no? Podía imaginar cómo sería la media hermana, quien ha maltratado a Silla, sin siquiera conocerla en persona. Apostaba a que ella crearía un problema apenas entre en el salón de banquetes. En el pasado, todas las señoritas me amaban, así que no sé cómo lidiar con ellas ahora… Si sólo estuviera dentro de mi cuerpo original podría lidiar con Roanne fácilmente.

—Estoy preocupado.

—¿Sí?

El capitán Jullius, que caminaba silenciosamente a mi lado, expresó de repente.

¿Preocupado?

—Capitán Jullius, no necesitas estar preocupado. No soy débil.

—Y esa es exactamente la razón por la que estoy preocupado. —Sus ojos grises temblaron un poco cuando me miró—. Con sólo el poder de la familia del conde Epheria, sería difícil contener a la señorita por su cuenta. Creo que debe haber alguien con mayor autoridad ayudándoles en la oscuridad.

—Sin embargo, los guardias dentro de la mansión del conde son débiles.

En realidad, los guardias privados del conde podrían considerarse decentes para una familia noble que se originó fuera de la capital, pero sus estándares aún estaban muy por debajo de los nuestros. Pero aun así, gracias por su preocupación de todos modos.

Alcé la vista y miré al capitán Jullius. A diferencia de antes, esta vez caminaba lentamente para adaptarse a mi ritmo, así que caminamos juntos uno al lado del otro. Aunque este era el resultado de las enseñanzas de Ortzen, se sentía increíble. Quería acariciar su cabeza, pero era demasiado alto. Si levantara demasiado mi brazo, mi manga se arrugaría. Umm, no importaba, estará bien.

—Por favor, ven por aquí un momento. —Agarré su muñeca y lo conduje a uno de los balcones del pasillo. El pabellón dentro del palacio que se usaba principalmente para banquetes, generalmente tenía algunos balcones redondos instalados en el pasillo con cortinas en la entrada. Esos balcones estaban destinados a ser utilizados si alguien tenía asuntos privados y necesitaba retirarse del banquete por un tiempo.

Le ordené al capitán Jullius que se parara cerca de la balaustrada en el balcón y luego me subí a ésta. Si alguien estuviera abajo, podría llegar a sentir nauseas porque actualmente estamos en el tercer piso del edificio. Aunque otros tendrían la posibilidad de ver algo dentro de mi falda, no verán nada porque ya estaba oscuro, por lo que no había problema. Además, ¿qué había para ver de todos modos? Llevaba calzoncillos debajo del vestido.

—¿Señorita Epheria?

En esta posición quedaba más alta que él, y el capitán Jullius, quien me miraba, me llamó mientras confundido me cuestionaba con su expresión sobre lo que pensaba hacer.


[1] Estilete: es un tipo de daga o cuchillo con una hoja muy larga y aguda de varios diseños, utilizada principalmente como arma punzante.

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