La Emperatriz se volvió a casar – Capítulo 15: La ira de Heinley

Traducido por Kiara Adsgar

Editado por Sakuya


Reina solía visitarme a diario, pero no había aparecido en los últimos dos días. Hasta donde puedo recordar, no nos habíamos comunicado desde que la doncella de Rashta pretendía ser yo. Solo unas pocas horas antes de esa revelación, Reina había estado jugando en mi habitación. Mi humor se volvió sombrío cuando recordé su canto y la última vez que lo abracé. ¿Debería criar un pájaro, como acaba de decir la condesa Eliza?

No. Otras aves no serían como reina.

— ¿Estás pensando en Reina?

La condesa Eliza parecía entender mis pensamientos más íntimos mientras miraba por la ventana. Sonreí torpemente y no respondí. Extrañaba a Reina, pero si lo decía en voz alta podría interpretarse como si quisiera ver al Príncipe Heinley. Debido a eso, fui cautelosa.

En lugar de buscar una respuesta, la condesa Eliza sacó un vestido rosa claro del armario. El vestido tenía menos adornos y una caída sencilla, era un poco menos extravagante que los vestidos de los últimos tres días.

—No irás a un gran banquete esta noche, así que te vestiré con más elegancia, Su Majestad.

Mañana es el último día de las celebraciones de Año Nuevo, así como el día del banquete especial. No obstante, dado que los asistentes generalmente cambian año tras año, se realizaba una cena previa la noche anterior para que los invitados se familiarizaran, como mencionó la condesa Eliza. Era un poco irrazonable usar un vestido extravagante para la cena cuando era solo una reunión relativamente pequeña.

—Gracias, como siempre.

—Me siento honrada.

Gracias a los preparativos de la condesa Eliza, mi cabello liso estaba ondulado y mi piel pálida se veía rosa. Con su ayuda, me puse el vestido y observé mi imagen en el espejo, luego me fui al palacio central.

Nadie trabaja durante las grandes vacaciones, pero quería ver algunos documentos. Fui a mi oficina y busqué en la lista de invitados el banquete especial. Además de tener que mantener una conversación cortés con los invitados extranjeros, tengo que familiarizarme con su cultura para no ofenderlos accidentalmente.

Los invitados más notables son el Príncipe Heinley y el Gran Duque Kapmen. El príncipe Heinley es especialmente una figura prominente.

Tengo que tener cuidado con el Gran Duque Kapmen también…

El Gran Duque Kapmen fue el único invitado de otro continente, que provenía de la gran nación desértica de Rwibt. Fue invitado no solo porque era un gran hombre, sino también porque era un estudiante extranjero que se graduó con el más alto nivel de la academia de magia. No había mucho intercambio entre los continentes, y los comerciantes no tardaron mucho. Poco se sabía sobre la etiqueta de la corte de Rwibt. Uno de los pocos libros sobre la nación fue “El viajero”, escrito después de la visita de un aventurero al país desértico. Escuché que el Gran Duque Kapmen se había burlado del libro y dijo que no era para nada preciso.

—Ha estado estudiando en el extranjero durante unos años, y debería ser tratado como si fuera uno de nosotros…

Después de una larga investigación y aprendizaje, llegó el momento de la cena.

Cuando salí de mi oficina, encontré a la condesa Eliza y a Sir Artina esperando de pie fuera de la habitación, se veían nerviosas “¡Su Majestad!” cuando me vieron

—Me preguntaba si debería entrar.

—He estado pendiente de la hora.

A instancias de la condesa Eliza, volví a mi habitación donde me retocó el cabello y el maquillaje, antes de dirigirme al palacio oriental.

— ¡Hermana!

Rashta fue la primera persona que vi cuando entré al comedor. Se cubrió la boca con sorpresa, luego sonrió y dijo — ¡Su Majestad!

Mi suave expresión casi se desmoronó. ¿Estaba Rashta entre los veinte invitados especiales de mañana? No, había revisado la lista hace solo un segundo. Soviesh debe haberla traído aquí. Si bien no se podía asistir al banquete especial sin una invitación, los que no estaban invitados aún podían ir a la cena.

Un momento después, el Príncipe Heinley, Soviesh y la Princesa Soju entraron al comedor. La princesa Soju me miró como si dijera: “¿Qué pasa?” pero sacudí la cabeza y fui hacia mi asiento. El Príncipe Heinley me saludó y solo le di un ligero asentimiento. Podía sentir los ojos de la princesa Soju en mi dirección, pero no le devolví la mirada y tomé asiento con la cabeza palpitante. Fue solo después de que un sirviente vertió agua en mi vaso que la princesa Soju se inclinó y me susurró en voz baja.

—Pensé que era una broma hasta hace un tiempo.

Su voz era tan baja que apenas podía escucharla.

— ¿Qué cosa?

Miró al Príncipe.

—El príncipe Heinley. Creo que el rumor de que es un mujeriego es cierto. Actúa tan dulcemente con la señorita Rashta frente a Su Majestad, pensé que era una especie de natilla humana.

Su expresión me provocó un ataque de tos mientras bebía de mi vaso, mientras la princesa sonreía divertida. La atención del Príncipe Heinley, Rashta y Soviesh se volvió hacia mí al mismo tiempo, y rápidamente moderé mi expresión y me tapé la boca con un pañuelo.

Ahora que la princesa Soju lo señaló, la atmósfera parecía extraña. El príncipe Heinley era distante y misterioso como siempre, pero Soviesh parecía más nervioso de lo habitual. De vez en cuando lanzaba miradas entre el príncipe Heinley y Rashta. Y Rashta… parecía estar disfrutando de la situación. Sus mejillas estaban más sonrojadas que de costumbre ante la atención del Emperador y el Príncipe.

Si hubiera sido Rashta quien intercambiara cartas con el Príncipe Heinley desde el principio, ¿qué hubiera pasado…?

Mi corazón palpitaba ante el repentino pensamiento, pero pronto lo evadí. Aunque no fuera Rashta, Sovieshu todavía habría traído una concubina algún día. La princesa Soju se inclinó hacia mí otra vez.

—Extraño. El príncipe Heinley fue tan abiertamente dulce con la señorita Rashta antes. Ahora no.

No me molesté en mirar en su dirección esta vez. Poco después, la mesa se llenó con todos los invitados, y los sirvientes trajeron el primer plato: vino caliente, apio fresco, salmón con papas y pollo escalfado al vino.

Estaba en medio de una larga comida cuando, de repente, hubo un fuerte golpe. El comedor quedó en silencio. Soviesh estaba mirando al Príncipe Heinley, su copa dorada se derramó sobre su plato. Todos los miraban con la respiración contenida.

—Eso es grosero, Príncipe Heinley.

— ¿Qué quieres decir? ¿Qué es grosero? ¿Es grosero de mi parte señalar que quien afirmó intercambiar cartas conmigo no conoce el contenido de dichas cartas? ¿Es grosero para mí protestar cuando descubro que más tarde me está engañando?

—Príncipe Heinley. Cuide su lenguaje.

—Dile a tu concubina que tenga cuidado. Esto es vergonzoso. Primero la criada, luego su maestra Lady Rashta. ¿Están despreciando el Reino Occidental, despreciándome o despreciando mis promesas?

Los ojos de Rashta eran tan grandes como platos, mientras que el Príncipe Heinley se recostó contra su asiento y miraba a Soviesh con frialdad.

—Oh, tal vez… ¿Su Majestad le ordenó a Lady Rashta que lo hiciera? ¿Para usarme?

— ¡Príncipe Heinley!

A pesar de la ira en el rostro de Soviesh, el Príncipe Heinley no parecía impresionado.

—Estoy seguro de que Rashta escribió esas cartas. Estaba confundida por un momento. El contenido puede ser confuso, ¿no?

— ¿Tiene sentido confundir la mitad del contenido de las letras?

El rostro de Soviesh se puso aún más rojo. La princesa Soju tenía la vista clavada en ellos como si estuviera entretenida, dejó el tenedor y comenzó a comer galletas mientras miraba el drama.

—Dios… ¿Entonces Lady Rashta tiene poco cerebro? ¿Olvidar diez frases sencillas? Si su ingenio es el problema, entonces admitiré mi error.

En un instante, el ambiente se volvió feo. Solo podía escuchar el sonido de la princesa Soju comiendo galletas. Con su personalidad vivaz y confiable, mostró su curiosidad al máximo.

— ¿Soy el extraño aquí? La señora sentada aquí, Rashta, se llamó mi amiga ayer. Lo creí porque pensé que una dama famosa como Rashta no mentiría, y pasé todo el día honrandola. Y como dijo la princesa Soju, era tan amable como una natilla humana.

El príncipe Heinley tiene buenos oídos.

—Así es.

La princesa se puso del lado del príncipe Heinley automáticamente a cambio de que él la llamara. El príncipe Heinley miró a su alrededor y volvió a hablar.

—Pero hubo algo extraño durante nuestra conversación. Lady Rashta no conoce más del contenido de las cartas que había intercambiado conmigo. Ella no sabe nada de nuestros intercambios recientes. ¿No es extraño que ella no conozca la mitad del contenido, así como puede olvidar el contenido de una o dos frases? La criada de lady Rashta tampoco lo sabía.

Todos asintieron y las orejas de Rashta se pusieron rojas. Soviesh fulminó con la mirada al Príncipe Heinley como si pudiera dispararle un rayo de los ojos.

—Ya es suficiente, Príncipe Heinley.

—Se suponía que era un asunto silencioso, pero fue el Emperador del Imperio del Este el que lo reveló.

— ¿No debería un caballero proteger a su dama si está en problemas? Si el Reino Occidental condena a una mujer pobre por un asunto trivial y llama a eso ser un caballero, entonces no me queda nada que explicar —dijo Soviesh.

—No, no. Mi señora fue falsamente suplantada, y también debo protegerla.

— ¿Qué?

Una sonrisa juguetona se alzó en la boca del Príncipe.

—Por supuesto, mi compañero de cartas también puede ser un hombre, no una dama.

Su mirada cayó sobre mí por un momento y mi corazón se congeló. Se me ocurrió que escribí “Soy un hombre” como una pista.

Está equivocado… ¿verdad?

Incluso si el Príncipe Heinley descubriera que Rashta mentía, todavía no había forma de que él supiera que soy la verdadera.

Fue cuando, Rashta, que no había dicho una palabra hasta ahora, gimió.

—Es demasiado.

Los ojos de todos pasaron de Soviesh y el Príncipe Heinley hacía Rashta, que sollozó como si ella fuera la protagonista de una obra de teatro. Una de las cejas del príncipe Heinley se levantó.

— ¿Por qué trataste de engañarme otra vez, Lady Rashta? ¿Por qué jugaste un truco tan sucio con la criada?

Rashta dejó escapar un sollozo.

—Dije exactamente el contenido de la carta. Pero el Príncipe Heinley sigue insistiendo en que es una mentira.

Qué demonios…

Mis labios se separaron en ese momento. ¿Qué es lo que ella acaba de decir? Las lágrimas comenzaron a correr por sus ojos.

—Creo que sé por qué estás haciendo esto. ¿Es porque Rashta no es el tipo de persona que querías? ¿Eran falsos todos los gestos de amistad que enviaste a Rashta?

Era la imagen de una heroína trágica que había sido abandonada por error. Soviesh apretó la mandíbula mientras miraba al Príncipe.

— ¿Es eso cierto?

Los hombros del príncipe Heinley se sacudieron mientras se reía, luego suspiró y sacudió la cabeza.

—Debes estar loca.

—¿Estás acusando a Rashta de ser una mentirosa porque la viste con Su Majestad?

Una vez creí que la ingenuidad de Rashta provenía de la inocencia y la ignorancia. Ahora sabía que era una mujer terriblemente astuta. El príncipe Heinley chasqueó la lengua.

—Lady Rashta. Eres la persona más descarada que he conocido.

—Por el bien de nuestra amistad, por favor no sigas diciendo cosas que lastiman a Rashta.

Rashta se disolvió en lágrimas, y algunos de los nobles de los alrededores comenzaron a parecer incómodos. Para aquellos que no sabían la verdad, Rashta parecía tan segura que estaban confundidos con lo que era real. La princesa Soju estaba ocupada observando con los ojos muy abiertos con las galletas en la boca, mientras la duquesa Tuania observaba la situación con los brazos cruzados.

Mientras tanto, solo el Gran Duque Kapmen estaba trabajando delicadamente en su comida. Con sus ojos largos y agudos y su piel sana de color caramelo, movió sus utensilios con una expresión opaca, como si encontrara todo el asunto aburrido.

Debería presentarme y decir que soy el compañero de cartas del Príncipe Heinley…

Miré fijamente a Kapmen mientras agonizaba por la decisión. Si me pusiera del lado del Príncipe, los demás se burlarían no solo de Rashta, sino también de Soviesh, que la había defendido. Sin embargo, no quería ver al Príncipe Heinley ser culpado por Rashta. La amistad que Rashta afirmó repetidamente que era la suya, en realidad es entre el Príncipe Heinley y yo.

En ese momento, el Gran Duque Kapmen, que estaba comiendo como una máquina, se detuvo y me miró con sorpresa. Asentí levemente cuando nuestros ojos se encontraron. Kapmen me miró sin responder, luego miró a Rashta y al Príncipe Heinley y luego sonrió en voz baja.

¿Qué pasa con él?

Sin embargo, no era el comportamiento anormal del Gran Duque Kapmen el problema en este momento.

Quería quedarme callada, pero hay un malentendido. Debería arreglarlo.

Terminé de debatir internamente conmigo misma y me preparé para hablar. Todos se volvieron hacia mí. Parecían estar disfrutando del torbellino de eventos. Solo Rashta me miraba con los ojos bien abiertos. De repente, se me ocurrió que la vizcondesa Verdi debía haberle dicho que era la compañera de cartas del príncipe, y sentí una ironía en la situación. No podía entender por qué Rashta pensó que podía fingir ser yo y pensar que me quedaría callada.

Hablé con Soviesh, manteniendo mi rostro lo más quieto posible.

—Su Majestad, sé quién fue el que intercambió cartas con el Príncipe Heinley… y no fue Rashta.

El rostro del príncipe Heinley se iluminó. Rashta, por otro lado, me dedicó una mirada de traición, mientras que la cara de Soviesh se puso pálida.

—Emperatriz.

Se dirigió a mí en voz baja.

—No es asunto tuyo decidir. El hecho de que no te guste Rashta no significa que debas ponerte del lado del Príncipe Heinley.

—Solo estoy del lado de la verdad.

Tan pronto como terminé, el Príncipe Heinley habló con acidez.

—Su Majestad la Emperatriz. Debe ser frustrante que el Emperador trate todas las palabras, de los labios de Lady Rashta, como verdaderas.

El comentario rompió la paciencia de Sovieshu.

—No puedo tolerar esto más.

Soviesh se levantó y sacó su espada. Era una pieza decorativa no hecha para el combate, pero era suficiente para herir a una persona indefensa. El estado de ánimo en la habitación rápidamente se puso tenso.

—Príncipe Heinley, ¿cómo te atreves a contaminar mi honor? Te desafío a un duelo.

—Si te mato ahora, ¿puedo irme de aquí a salvo? Entonces, aceptaré el duelo.


Kiara
JAJAJA, ¡¡mátalo!! aunque si lo hace, la historia terminará demasiado rápido, una herida de gravedad, déjalo cojo para siempre. Por cierto, la princesa Soju me encanta, es como si fuera Latte.

Sakuya
Soviesh me cae realmente mal, es un tonto que no se da cuenta las consecuencias que traerán sus decisiones, igualito que rashta. Ah! también me cae mal Kapmen ¬_¬

2 respuestas a “La Emperatriz se volvió a casar – Capítulo 15: La ira de Heinley”

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