La Emperatriz se volvió a casar – Capítulo 2: Señales tempranas de una aventura

Traducido por Maru

Editado por Ayanami


— ¿Otras cosas de qué hablar? Su Majestad, no sugerí nada inusual. Como propietaria del Palacio Imperial, solo te pregunto si trajiste a una mujer herida. Nunca ha sucedido antes.

¿Estaba exagerando? Tenía mi tono habitual y una sonrisa amable en mis labios. Hablé casualmente, para no parecer autoritaria, como si hablara de los preparativos del día de Año Nuevo.

Sin embargo, Soviesh parecía notablemente incómodo. Parecía querer evitar el tema tanto como fuera posible, la atmósfera se volvió cada vez más incómoda.

— ¿Estás preguntando porque solo tienes curiosidad?

Soviesh me miró con recelo, y parpadeé.

—No estaría preguntando si no tuviera curiosidad.

—Fue atrapada, accidentalmente, en una de mis trampas, y la traje aquí para que pueda ser tratada. Ella no está muy herida, así que la hice poner en una habitación con una criada para cuidarla.

—Entiendo.

—No te preocupes. No volveré a llamar a tus damas de honor.

Soviesh continuó cortando su filete, el cuchillo se partió como un pájaro carpintero y resonó en el comedor. Usualmente, tenía mucho de qué hablar, pero, esta vez, permaneció en silencio.

♦ ♦ ♦

— ¿Qué dijo Su Majestad?

Cuando regresé al palacio del oeste, después de la cena, un grupo de mis damas de honor, que estaban reunidas en mi habitación, se me acercaron ansiosas.

—Él…no dijo mucho.

Las cejas de la condesa Eliza se levantaron ante mi tibia respuesta. Ella no parecía creerme.

—Entonces, no estaría tan malhumorada.

—Está bien. Háblenos, Su Majestad —dijo una de ellas al ver que no respondía —De esa manera podemos estar preparadas.

—Dijo que la mujer fue atrapada accidentalmente en una de sus trampas. No se mencionó que ella fuera una esclava fugitiva, ni nada de eso…

Ahora que lo pensaba, ni siquiera obtuve un nombre.

—Dijo que la estaba cuidando, y parecía descontento por seguir hablando de eso.

Tan pronto como terminé, Laura golpeó su pie con un ruido sordo. Las otras damas, más gentiles, la miraron, pero Laura ya estaba haciendo pucheros, sin prestarles atención.

—Su Majestad, ¿sabe que eso es exactamente lo que estaba haciendo mi padre al comienzo de su aventura?

Laura levantó la voz y la condesa Eliza dijo su nombre como advertencia. Laura, sin embargo, ya había llegado muy lejos y no se detendría.

—Así es como se ve. Esos son exactamente los primeros signos de una aventura. ¿Por qué no querría hablar de eso?

Las damas regañaron a Laura, por hablar sin rodeos, pero no negaron sus palabras.

La condesa Eliza, finalmente, se encargó de ahuyentar a las damas cuando me vi deprimida, luego, me sentó frente al tocador y comenzó a peinarme.

—El emperador es un hombre al que le gusta cazar. Lo está haciendo porque le debe parecer un milagro encontrar a una mujer hermosa atrapada en su trampa.

—Condesa.

—Sí, Su Majestad.

—Antes…mi madre me dijo. Incluso si el emperador toma a otra mujer como su amante, no debo dejarme herir. Hay tantos casos como ese, que no debería esperar que sea diferente.

El centro de la frente de la condesa Eliza se arrugó. La condesa tenía un raro matrimonio de amor con su esposo, y para esa persona, el consejo de mi madre podía sonar ridículo.

Continué.

—No dije esto delante de las otras damas, pero, estoy, un poco, preparada. Incluso si el emperador da la bienvenida a una esclava como su concubina.

—Su Majestad…

—Pero cuando no me habla…me siento un poco deprimida.

La condesa Eliza dejó el peine sobre la cómoda. La miré y le pregunté honestamente.

—Ya sea que tenga diez o cien concubinas, siguen siendo concubinas y yo soy la emperatriz. Él y yo nunca nos amaremos hasta el punto de que moriríamos el uno por el otro…así que, en teoría, aún deberíamos estar bien. Sin embargo, ¿por qué me siento tan vacía?

La condesa Eliza extendió la mano para abrazarme la cabeza y los hombros. Ella me mantuvo quieta por un momento, luego, se retiró antes de hablar.

—Aunque el suyo es un matrimonio político, han estado juntos desde que eran niños hasta el matrimonio. No es de extrañar que esté molesta. Sentiría lo mismo si mi hijo trajera a alguien más como su padre adoptivo. Me sentiría molesta si mis padres tomaran otro hijo y lo favorecieran porque es más hermoso. Y, me sentiría molesta, si mi mejor amigo trajera a alguien más y fuera más amable con ellos. Es una emoción normal.

— ¿Entonces, el emperador se sentiría así, si tuviera otro hombre a mi lado?

La condesa Eliza tomó el peine y comenzó a cepillar mi cabello de nuevo, tomé su silencio como un “no”. Después de un momento, ella finalmente habló.

—Para ser sincera, no lo sé, Su Majestad. Cuanto más poderoso es tu amor, más difícil es mirar a tu alrededor.

Así que no tuve más remedio que lidiar con mi desamor sola. Me obligué a sonreír.

—Ya veo. Estoy segura de que me sentiré mejor pronto. Ella y yo no tendremos que encontrarnos…

—Sí. Incluso si la esclava se convierte en una concubina, todavía no puede entrar en la alta sociedad.

Ser un esclavo no significa que uno no pudiese subir de estatus. También fue el caso de los inocentes que se convirtieron en esclavos debido al castigo colectivo causado por sus familiares. Todos los años, el país restaura un cierto número de esclavos al estado de plebeyo, pero nunca sería el caso de un esclavo fugitivo.

Ser esclavo significa que uno tenía cadena perpetua por algún crimen que cometió. Debido a que un esclavo fugitivo escapó sin pagar el precio, fueron considerados lo mismo que un prisionero en fuga. Por lo que, se agrega un cargo adicional de culpa, y un esclavo fugitivo es considerado como los restos de la sociedad para los aristócratas. No importa cuánto Soviesh prodigue a la mujer, no había oportunidad para que debute en la alta sociedad o para que me encuentre con ella. Asentí con la cabeza y me recuperé.

Sí, condesa Eliza. Es normal que me sintiera vacía cuando alguien, que había sido mi esposo durante mucho tiempo, tenía un repentino interés en un amante.

Pero, ahora, ya no podría ponerme más emocional. No importa si tiene otra mujer, no podía interrumpirme. Después de todo, Solo hay una emperatriz en este imperio.

♦ ♦ ♦

— ¿El emperador va a ver a la esclava día tras día?

—Escuché que él incluso le lleva comida.

—Él está actuando muy tranquilo también. Que audacia.

—Incluso llamó a un médico de la corte para tratar su pierna.

Había voces susurrando entre los arbustos. Aunque los jardines del Palacio Imperial tienen paredes de flores, más altas que la cabeza de uno, aún podía escuchar los chismes que se filtran. Diseñé este jardín yo misma, y coloqué, deliberadamente, una silla giratoria en forma de nido, en un área no frecuentada por muchos. Era como mi lugar secreto. No traía a mis damas de honor aquí, así que la gente decía cosas en voz alta sin que se dieran cuenta.

—Ha pasado, aproximadamente, una semana…

Cerré mi libro y lo puse en mi regazo. A medida que el interés de Soviesh por la esclava creció, también lo hicieron las historias. La atención de todos estaba en la mujer que logró captar el interés del emperador. ¿No era afortunado que ella y yo nunca nos encontráramos?

La próxima vez que cené con Soviesh, no pregunté por ella. En cambio, actué como si nada hubiera pasado y mencioné los preparativos del Año Nuevo.

Decidí comprometerme en este momento. Ignorancia. Fingir que no lo sabía.

Pero la coincidencia salió de la nada y me enfrentó.

Era el día en que todos los funcionarios y yo, nos reunimos en la sala de conferencias para discutir los preparativos para el próximo año nuevo.

Sentía la garganta tapada, después de hablar durante tanto tiempo y, después de beber un vaso de agua tibia, caminé por el jardín del palacio central para relajarme. Artina, el subcomandante de los caballeros, me acompañaba junto con mis damas de honor. Mientras discutía con Artina sobre a quién recomendar para la ceremonia, escuché un susurro de alguna parte que decía:

— ¿Es ella?

Miré a mi alrededor y vi a una mujer sentada en una silla de ruedas con otras dos mujeres, que parecían ser sirvientas, a su lado. Nuestros ojos se encontraron, y la mujer en la silla de ruedas luchó para ponerse de pie. Las dos criadas intentaron detenerla, pero dejaron caer sus manos cuando vieron mi mirada.

La mujer agarró temblorosamente los mangos de la silla de ruedas, mientras se levantaba para saludar. No estaba segura de quién era ella. Pensé que podría ser la esclava que encontró el emperador, pero estábamos cerca del palacio central, y este no era el lugar para una amante. No pensé que hubiera casos de alguien que trabajara en una posición alta en el palacio central.

Aun así, ella me saludó incluso cuando le dolían las piernas, así que le di un asentimiento de reconocimiento. Me giré para alejarme, cuando escuché una voz detrás de mí que decía:

—Hola.

¿Eh?

¿Me está llamando? Esta fue la primera vez que escuché a alguien decirme eso en el palacio, después de convertirme en emperatriz. Me di la vuelta, nerviosa, y vi a la mujer en la silla de ruedas girando hacia mí. Las criadas estaban desconcertadas y gritaron:

—Rashta, no lo hagas. —Pero ella las ignoró.

¿Tenía algo que ver conmigo? Si lo hiciera, seguramente, sabría que yo soy la emperatriz. ¿Y, sin embargo, ella me dijo “hola”?

La miré con una expresión perpleja en mi rostro, y la mujer llamada Rashta se acercó y me saludó nuevamente.

—Soy Rashta.

¿Qué se supone que debía hacer?

—Sí…Rashta.

Ella sonrió, como complacida de que la llamara por su primer nombre. ¿Realmente, quería que me dirigiera a ella así? Me llamó la atención la curiosidad, pero no lo suficiente como para preguntar por qué.

El tiempo de la audiencia había terminado, y mi cerebro estaba podrido después de haber escuchado las historias de extraños durante tres horas. Si hubiera una emergencia, entonces, habría pedido ayuda tan pronto como me viera. Sin embargo, ella sonreía alegremente, por lo que no parecía que necesitara mi atención urgente.

Me di la vuelta otra vez, pensando que no había nada más que ver. Pero, mientras lo hacía, ella extendió la mano y agarró la falda de mi vestido. Mis damas de honor que estaban de pie a mi lado se alarmaron y apartaron su mano como si fuera un mono de zoológico.

— ¡Qué grosera!

— ¡No reconoces a este noble!

Rashta retrocedió sorprendida, tartamudeando.

—Lo siento, debería haberte llamado, pero no sé tu nombre…

¿Ella realmente no sabe que yo soy la emperatriz? ¿No la escuché susurrarle a la criada “es ella”?

Laura fulminó con la mirada a Rashta y le gritó.

—Esta es Su Majestad la emperatriz. ¡Ten cuidado con tus acciones!

Los ojos de Rashta se abrieron.

— ¿Qué? Yo…yo conozco a la emperatriz.

¿Ella conoce a la emperatriz?

Fruncí el ceño ante sus extrañas palabras, y ella me miró a los ojos y habló en voz baja.

—Yo…yo soy Rashta.

¿Quién es Rashta? Mis damas de honor y yo estábamos terriblemente confundidas. ¿Nos conocíamos lo suficiente como para compartir nuestros nombres? En mi mente, intenté recordar a las mujeres de su edad, que visitaron este país con dignatarios extranjeros. No me reuní con todos los invitados. Hubo invitados que fueron recibidos por mí, invitados que fueron recibidos por los Ministros de Asuntos Exteriores, invitados que se reunieron con Soviesh directamente…

Ella nunca había sido una de las mías. ¿Se había encontrado, alguna vez, el Ministro de Asuntos Exteriores con una Rashta? No podía ser. Si ella fuera de una gran familia noble, incluso las damas de honor sabrían de ella, incluso si yo no lo supiera.

— ¿Me conoces?

Decidí ser directa con ella, y ella parecía sorprendida.

— ¿No me conoces?

—No estoy segura.

—Ah…

Rashta miró perdida y susurró a las criadas:

— ¿Qué hago? —Podía escucharla, por supuesto.

Pero, estaba cansada. Ni siquiera sabía quién era ella. Estaba a punto de ignorarla e irme, cuando Rashta volvió a llamar.

—Estoy viviendo en el palacio oriental, por la amabilidad de Su Majestad el emperador.

¿La amabilidad de Soviesh?

El palacio oriental. Las piernas heridas. La mujer. Ah

— ¿La esclava?

Entonces, ¿por qué está cerca del palacio central? Antes de que pudiera preguntar, la cara de Rashta palideció.

—Su Majestad, perdone mi grosería. La señorita Rashta no es una esclava.

Una criada junto a Rashta se adelantó y me corrigió. ¿No es una esclava? Pero, mis damas de honor me dijeron que era una esclava fugitiva. Si fueran rumores falsos, entonces, me habrían informado que no era una historia creíble, pero no había tal declaración.

La esclava…era más de lo que esperaba. No esperaba conocerla de esta manera. No me importan los chismes, pero ella es tan hermosa como sugerían los rumores. Su tipo de belleza no era como el glamour y la elegancia de un noble como la duquesa Tuania, más bien, la imagen de Rashta era suave y etérea. Sus grandes ojos oscuros agitaban sus instintos protectores, y su cabello era de un plateado claro que hacía que su encanto, puro e inocente, fuera aún más misterioso.

Espera. Mis damas de honor la bañaron, ¿por qué no la reconocieron? Miré a mi alrededor y vi que algunas no estaban conmigo. Desafortunadamente, las damas desaparecidas fueron las que lavaron a Rashta.

—Sí. Ahora sé quién eres.

Asentí y Rashta sonrió radiante.

—Gracias a Dios. En realidad, me preguntaba cuándo nos encontraríamos.

— ¿Encontrarnos?

—Le pregunté al emperador, pero él seguía diciéndome que no tenía que molestarme… pero pensé que aún deberíamos hacerlo.

¿Encontrarse? ¿Por qué?

— ¿Cómo debería llamarte, Su Majestad?

—Solo llámame “Su Majestad”.

— ¿Eh?

—Eso es lo correcto.

No sabía por qué estaba teniendo una conversación tan amigable con esta chica de todas las personas.

Rashta parecía sentirse cansada y quería darse la vuelta, gruñó por el esfuerzo, mientras movía su silla de ruedas.

Sintiendo que mi estado de ánimo se había echado a perder, mis damas de honor la agarraron de las asas de la silla de ruedas y la empujaron un poco hacia atrás.

—Mantente alejada.

— ¿Quién eres tú para actuar tan amigable con ella?

Las manos de Laura temblaban de ira, mientras tiraba de la otra mujer.

—Inmunda.

Fue cuando…

— ¿Qué quieres decir, inmunda?

Soviesh apareció, su voz era como fragmentos de hielo.


Maru
Y este es el comienzo de una larga trama llena de frustración para mi persona.

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