La Emperatriz se volvió a casar – Capítulo 26: No llores, Reina

Traducido por Maru

Editado por Ayanami


Los regalos de amigos y familiares comenzaron a llegar cinco días antes de mi cumpleaños. Mi familia ya tenía dinero, pero después de convertirme en emperatriz vivía un estilo de vida más lujoso. Por supuesto, gran parte de mi riqueza se gastaba en varios proyectos de asistencia social y subsidios estatales, por lo que no compraba cosas para mi propio placer a menudo. Debido a esto, la mayoría de los regalos que me dieron eran significativos, más que caros. Especialmente el que me envió mi madre…

—La duquesa debe haber estado preocupada por usted, Su Majestad.

Sonreí incómodamente cuando la condesa Eliza examinó el regalo de mi madre, una revista semestral llamada La Trang, que contenía retratos de los actores más populares de la época. Mi madre me envió uno que presentaba solo actores masculinos. No estaba destinado a lastimar a Soviesh, pero tal vez pensó que tomar a mi propio amante me tranquilizaría, y los actores eran una opción popular entre los nobles.

Maru
Pero señora… Diablos, señora.

—Ah, este es maravilloso. Mire a este hombre, Su Majestad. Sus hombros son muy anchos.

—¿No es mejor este? Ese tiene malos rumores sobre él.

—¿Qué rumores?

—Su sexualidad es aparentemente bastante extraña. Bueno…al…mmmm…los mantendré anónimos. Una baronesa dijo que ella y ese actor intentaron jugar con fuego, y ella terminó casi ardiendo de verdad.

—¿De verdad?

Las damas de honor parecían disfrutar el regalo más que yo.

Mientras tanto, mi padre me había enviado los últimos vestidos de moda, así como libros, telas y joyas raras del extranjero.

También había un regalo anónimo…llamado el “Elixir del amor”.

Era demasiado incómodo para mí usarlo.

♦ ♦ ♦

Faltaban dos días para mi cumpleaños.

La mayor parte de los regalos ya habían llegado, y mañana por la mañana me iría a la villa real. Empaqué una maleta durante dos días y extendí varios libros en mi cama. Mientras decidía cuáles tomar, escuché el sonido de las alas golpeteando en el aire.

—¿Reina?

Me apresuré hacia la ventana entreabierta y la abrí aún más.

Era Reina, pero no podía entrar fácilmente en la habitación como siempre. Su pequeña cabeza se movía dentro y fuera del marco de la ventana, y cuando miré, lo vi llevar una caja grande atada con una cuerda.

—¡Reina!

Sorprendida, extendí la mano y el pájaro depositó la caja y voló por la ventana. Cayó sobre mi cama y jadeó.

—¿Trajiste esto tú solo?

Agarré la caja que trajo Reina. Era bastante pesada incluso en mi mano, y me sorprendió que lo llevara él mismo. Era un pájaro grande, pero todavía era un pájaro. Reina levantó la cabeza, asintió impotente, luego se dejó caer de nuevo.

—El príncipe Heinley ha ido demasiado lejos. Debería venir en persona o pedirle a alguien más que lo traiga aquí.

El pájaro comenzó a sacudir en negación.

—¿Por qué sacudes la cabeza? ¿El príncipe Heinley no te obligó a hacer esto?

Parecía deprimido.

—¿No te gusta que yo diga cosas malas sobre el príncipe Heinley?

Asintió con la cabeza.

—Está bien…seré amable.

Reina no tenía energía para levantarse, y se acomodó con un golpe de sus alas. Le di unas palmaditas en la espalda, estaba tan sorprendido que se sobresaltó, pero luego se quedó sin fuerzas como si se sintiera débil nuevamente. Me senté junto a Reina y puse la caja en mi regazo. ¿Qué demonios envió el príncipe Heinley?

—Ah.

Dentro había un gran pastel, y en la tapa de la caja había una carta. La abrí para leer el contenido.

[Creo que soy bueno cocinando. Espero que alguien me felicite.]

Reina se levantó y se sentó en silencio junto a mí, lanzó una mirada en mi dirección. Puse una mano sobre el hombro de Reina, sumergí un dedo de mi otra mano en el glaseado y lo coloqué entre mis labios. Tenía un sabor simple y dulce de crema fresca sin ningún tipo de grasa.

—¿Hizo la crema solo? Es…delicioso.

Me reí, Reina sacudió su cola y frotó su cabeza contra mi brazo.

—Debe haber sido pesado. Gracias por traerme esto, Reina. —El pájaro gorjeó en agradecimiento—. Le agradeceré al príncipe Heinley por separado. Tu dueño es una persona muy agradable.

El pájaro pareció sonrojarse.

—Jaja, ¿por qué estás tan avergonzado?

Puse el pastel a un lado, luego puse a Reina en mi regazo y besé su frente. Se convirtió completamente en piedra. Su reacción me pareció tan divertida que lo asfixié con más besos aquí y allá.

Luego, llevé el pastel a la mesa, corté un trozo y lo coloqué en un lugar. Pronto descubrí que el pastel no era el único regalo.

—Ah…

Solté un jadeo involuntario. Incrustado en la esponja suave había joyas de varios tamaños y colores. Saqué una y descubrí que era un diamante de color azul. Sentí un golpe, me di vuelta y vi a Reina parpadeando hacia mí con sus grandes ojos violetas, como si estuviera preocupado por mi reacción. Se veía tan serio que no pude evitar responder honestamente.

—Es un poco demasiado.

Era aceptable recibir regalos aún más extravagantes de parte de una delegación extranjera. Pero el príncipe Heinley había dado esto como amigo. El costo no era un problema para él, por supuesto, pero el significado del obsequio era ambiguo.

Puse la joya a un lado, y cuando vi a Reina, lo miré sorprendido y lo abracé.

—¿Por qué estás llorando, Reina?

♦ ♦ ♦

Como Reina se echó a llorar y se fue volando, decidí visitar el palacio del sur.

Estará bien mientras no me quede demasiado tiempo.

Quería agradecer al príncipe Heinley por el pastel de todos modos, pero estaba más preocupada por Reina.

—Oh. Emperatriz Navier.

Un caballero del reino occidental se sorprendió cuando me vio. Estaba frente a las habitaciones donde se alojaba el príncipe Heinley, y otro caballero con cabello azul vino corriendo hacia mí. Me reconoció, pero más que eso, su mirada indicaba que parecía saber algo. Mis damas de honor sabían que el príncipe Heinley y yo intercambiamos cartas, y tenía que haber alguien de su parte que también supiera de mí. Aun así, tenía que protegerme de aquellos que incluso estaban cerca del príncipe, así que le sonreí levemente.

—Tengo un mensaje para el príncipe Heinley. ¿Está adentro?

—Me alegro de que haya venido. Estaba preocupado porque él vino aquí llorando.

—¿El príncipe vino llorando?

—¿Perdón? Oh, no, no el príncipe…el pájaro. Es un pájaro. El pájaro malo del príncipe vino llorando.

El hombre de cabello azul agregó que el príncipe nunca lloraba, luego llamó apresuradamente a la puerta bien cerrada y gritó.

—¡Príncipe, Su Majestad la emperatriz está aquí!

Pasaron unos tres segundos. Creí escuchar un fuerte ruido desde adentro, tal vez, algo así como la caída de muebles, pero luego se hizo el silencio. Miré al caballero de cabello azul para ver si todo estaba bien, pero no le molestó el fuerte ruido proveniente de la habitación. Unos minutos más tarde, el caballero abrió la puerta después de una señal de que estaba bien entrar desde dentro de la habitación.

—Gracias.

Lentamente, entré en la habitación, curiosa por saber de qué se trataba todo eso. La habitación del príncipe Heinley era claramente del palacio del sur, pero, de alguna manera, no era familiar. Su aroma permanecía débilmente en el aire, y había elementos inusuales dispersos aquí y allá. El príncipe Heinley, de pie en medio de la habitación, era lo más familiar en este extraño espacio.

—Lo siento. Tenía algo más que hacer…

Mientras miraba rápidamente alrededor de la habitación y lo miraba, el príncipe sonrió y me besó en la mano antes de retroceder.

Algo más: ¿eso significa que se estaba lavando? Parecía que se había arrojado apresuradamente la ropa. Por lo general, no tenía ninguna arruga en su atuendo cuidadosamente seleccionado, pero parecía bastante arrugado en este momento. Pude ver su piel asomándose a través de los botones sueltos de su camisa, pero sería incómodo si lo señalara. No era como si no hubiera personas que usaran sus camisas así.

Dirigí mis ojos a la cara del príncipe, preguntándome si ignorarlo o señalarlo, solo para ver algo que me sorprendió.

Sus ojos estaban rojos y había una humedad en sus pestañas. Era obvio que había estado llorando hace un rato.

No debería haber venido. Este fue un mal momento.

Torpemente, aparté mi mirada. ¿Lloraba mientras se bañaba? Qué vergonzoso debe ser para él visitarlo tan de repente. Realmente, lo siento.

—¿Recibió el pastel?

Sin embargo, debido a que era extraño tener una conversación sin mirarlo a los ojos, finalmente, volví la cabeza. El príncipe Heinley me veía con sus ojos violeta húmedos. Escuché que los animales a menudo se parecían a su amo. ¿Era esta la razón? De repente, me di cuenta de que los ojos del príncipe Heinley se parecían mucho a los de Reina.

—Oh, no. ¿No lo recibiste?

No fue hasta que el príncipe me preguntó de nuevo que logré apartar mi enfoque de sus ojos húmedos.

—Lo recibí. Solo quería venir aquí para saludar y agradecer.

—Gracias a Dios. Me preocupaba que Reina no lo entregara correctamente.

—Sí, parecía un poco pesado para él.

—Quería llevarlo yo mismo, pero Reina insistió en llevarlo…es inesperadamente fuerte, así que no se preocupe.

El príncipe Heinley esbozó una sonrisa lánguida, pero sus ojos todavía estaban nublados, haciéndolo parecer menos arrogante y orgulloso de lo habitual.

—¿Le gustaría una taza de té? Oh, ¿estaba delicioso el pastel?

—Estaba delicioso. ¿Lo hizo usted mismo?

—Es un pasatiempo. Incluso tengo mi propia cocina en el oeste. ¿Es buena cocinando?

—Nunca lo había hecho antes…así que no creo que lo sea.

—He oído que los que pueden cocinar y los que no pueden están hechos el uno para el otro. Supongo que eso significa que la reina y yo podríamos serlo.

Esa historia no me era familiar. Lo miré con el ceño fruncido, él se puso rojo y se rascó la nariz.

—Supongo que el dicho no cruza los países.

—Supongo que no.

—¿Hay algo que quisiera?

—Yo…Su Alteza. Quería ver a Reina.

—¿Reina? ¿Por qué tan de repente…?

—Estaba llorando mucho cuando se fue. Estoy preocupada por él.

Mientras hablaba, presté atención a las señales de que Reina estaba en algún lugar de la habitación. Sin embargo, no pude oír ni oler un pájaro. El príncipe Heinley sonrió torpemente.

—No hay nada que pueda hacer. Reina fue a cazar.

—¿Cazar?

—No sé exactamente a qué se dedica exactamente cuando caza, pero sale solo a volar a la capital.

—¿Vino llorando?

—Algo. Pero estaba bastante bien.

El caballero de cabello azul estaba preocupado de que Reina viniera llorando, pero ¿el príncipe Heinley dijo lo contrario? No pude evitar sentir curiosidad, pero el príncipe Heinley parecía tranquilo. Si el dueño decía que estaba bien, entonces tenía que estarlo. Asentí a regañadientes.

—Ya veo. Eso es un alivio.

Me cepillé nerviosamente la falda de mi vestido. No había nada más que tuviera que decir.

—Le veré de nuevo —le dije y miré hacia la entrada como una señal de que quería irme, y el príncipe Heinley se adelantó rápidamente para abrir la puerta. Sin embargo, no se detuvo allí y me siguió cuando salí. Lo miré con curiosidad, pero él simplemente sonrió y me preguntó en qué dirección iba.

—Entonces, ¿cómo estuvo el regalo?

Señalé en una dirección, y el príncipe Heinley se puso a mi lado. Cuando miré hacia atrás brevemente, vi al caballero de cabello azul, que agachó la cabeza apresuradamente cuando nuestros ojos se encontraron. Giré la cabeza de nuevo.

—¿Reina? ¿No fue de su agrado el regalo? —preguntó el príncipe.

—Oh, me gustó. Gracias, príncipe Heinley.

—¿No fue demasiado?

¿Cómo lo supo? Levanté la vista sobresaltada, y el príncipe Heinley me explicó con una leve sonrisa.

—Estaba un poco preocupado. Por supuesto, soy su amigo, pero no nos conocemos desde hace mucho tiempo. Pensé que se sentiría abrumada.

—Entiendo.

—Espero que no se sienta presionada. El reino occidental es una capital de joyas y muchas de las minas son propiedad de la Familia Imperial.

Sintiéndome aliviada, asentí, el príncipe sonrió y puso una mano sobre su pecho.

—Gracias a Dios. Estaba preocupado.

—Puedo ver por qué te equivocas al ser mujeriego.

—¿Qué?

—Es porque eres amigable y cariñoso.

—No soy un mujeriego, Su Majestad.

—Por supuesto que lo creo.

—No debería creer completamente en esta cara.

Bueno, en las celebraciones de Año Nuevo se había reído cuando dije que no creía en los rumores de que era un mujeriego. Él sonrió torpemente y murmuró con voz sombría.

—Es por mi amigo. Realmente, es un coqueto.

—¿El duque Elgy?

—¿Ha oído hablar de él?

¿Había algún noble que no hubiera escuchado rumores de los dos? Pero en lugar de ser honesta, hice más preguntas sobre el duque Elgy.

—El duque Elgy llegó recientemente al palacio del sur. ¿Dijo que le gustaba estar aquí?

Después de su llegada, la mayor parte de lo que escuché sobre él tuvo que ver con él y con Rashta. Se decía que a menudo acompañaba a Rashta, y no se mencionaba al príncipe Heinley, quien se suponía que era un amigo cercano. Por eso le pregunté al príncipe Heinley, para saber si él y el duque Elgy tenían una pelea.

La expresión del príncipe Heinley cambió sutilmente. Dejé de caminar por un momento preocupada, y el príncipe Heinley también se detuvo.

—De hecho, Su Majestad, tengo un favor que pedirle.

Eludió completamente mi pregunta.

—¿Qué es?

—Me ha preocupado cómo decirlo. Ahora que lo mencionó, creo que mejor pido un favor.

—¿Eh?

—Manténgase fuera de la vista del duque Elgy.

¿Qué quieres decir con esto? Levanté la vista con asombro, pero el príncipe Heinley parecía más serio que nunca.

—¿Puede hacer eso?

—¿Pero, por qué?

—Cualquier mujer que se enrede con el duque Elgy está condenada a la infelicidad.

—¿Eh?

—A veces, es como una muñeca maldita viva o una verdadera historia de fantasmas. Si le llama la atención…

¿Era esto una broma? ¿Una forma de adulación? Sonreí, pero el príncipe Heinley bajó un poco para que sus brillantes ojos violeta estuvieran a la altura de mi rostro.

—Se lo digo, por favor. Nunca, nunca se vea hermosa frente a él.

2 respuestas a “La Emperatriz se volvió a casar – Capítulo 26: No llores, Reina”

    1. Haaa me encanta esta novela, el rey está perdiendo la amistad con la emperatriz poco a poco conforme avanza nuestro precioso rey agila a demostrarle como amar realmente a una diosa como Navie. Gracias por su trabajo!!

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