Al borde de lo impresionante – Capítulo 92

Traducido por Lucy

Editado por Nemoné


—¿Preguntar a las bestias marinas? Es una buena idea. Por desgracia, no soy un invocador ni un druida. Soy un hombre limpio como el viento —se lamentó Camille con resentimiento—. Así que no puedo entender el crudo lenguaje de esas bestias marinas.

¿Invocador? ¿Druida? Un pensamiento pasó por su mente. Si tuvieran a alguien que pudiera comunicarse con las bestias marinas, entonces la situación se resolvería con facilidad. Sin embargo, en ese momento, la gente de Aguas Plácidas estaba nerviosa, huyendo o escondiéndose. ¿Cómo podía haber alguien con esa habilidad en este lugar caótico y peligroso? ¿Qué buscaban con exactitud las bestias marinas?

—Si todavía no puedes pensar en un método, entonces la gente del Templo de la Luz va a venir. Jaja, Reverendo Hill, ¿cómo es que está usted, venerable, aquí? Por favor, vuelve con nosotros al templo.

La suave voz de Camille llevaba un rastro de extraño sentimiento que no podía ser descrito. Este tipo había empezado a hablar de manera similar a la gente del Templo de la Luz. Con esas palabras saliendo de su boca, estaba siendo sarcástico.

Claire puso los ojos en blanco. No era ella quien quería el título de obispo, sino ese viejo zorro, el Papa, quien se lo había impuesto ante los ojos de tanta gente.

—¡Yo también quiero arreglar rápido el problema para que podamos continuar nuestro viaje! —dijo Claire descontenta, y luego sacó de su bolso todas las marionetas mágicas que Emery le había regalado. Había un pájaro, un ratón y un pez. Uno podía volar por el cielo, el otro corría por la tierra y el último nadaba bajo el agua. Todo estaba cubierto.

—¿Los usas para explorar?

Camille estaba un poco interesado viendo las marionetas que Claire había sacado.

—Sí —asintió. A continuación, infundió magia en las marionetas que tenía en las manos, y luego sacó una pequeña bola de cristal para verla. La bola de cristal se dividió en tres niveles con tres puntos de vista diferentes que mostraban todo lo que las marionetas acababan de ver.

—Un poco interesante.

Camille se acarició la barbilla, con una ceja levantada.

Pero Claire no tenía muchas esperanzas. Seguro iba a ser difícil encontrar lo que buscaban las bestias marinas. Tal vez fuera porque algún tipo de tesoro que les interesaba a las bestias marinas les había sido arrebatado por los humanos por lo que estaban tan locas.

Camille miró la bola de cristal sin decir nada.

De repente, la zona inferior de la bola de cristal cambió. En un lugar oscuro y húmedo, un par de ojos llenos de esperanza parpadearon, seguidos de la zona inferior volviendo a su aspecto original.

—¿Qué es esto?

Los agudos sentidos de Camille captaron la anormalidad.

—El poder mágico se agotó, así que la marioneta mágica está volviendo por donde vino. —La expresión de Claire cambió. Justo entonces ella había leído bien esos ojos. El dueño de los ojos descubrió la marioneta mágica y quería enviar alguna información.

—¿Qué marioneta mágica era? —sonreía Camille de forma tan elegante como antes.

—El ratón de tierra. Esa persona estaba bajo tierra —frunció el ceño, reflexionando. ¿Estaba relacionado? ¿Estaba relacionado con la persona que acababa de aparecer en la bola de cristal?

—Por lo general, todos los castillos de los señores de las ciudades tienen mazmorras debajo —dijo Camille, en una voz apenas audible. Tras ver que la mirada de Claire se desviaba hacia él, sacudió la cabeza de inmediato—. No esperes que te ayude a buscar información, ese lugar es sucio y húmedo. Además, no tienes tiempo para ocuparte de esto.

—¿Y si está relacionado con el ataque de las bestias marinas? —preguntó en voz baja, mirándolo.

—¿Podría ocurrir de verdad esa coincidencia? —dijo a medias.

—Vámonos. Ven a ver conmigo, rey asesino. Solo alguien con tus habilidades puede asumir semejante responsabilidad —dijo Claire en voz baja. Camille la siguió de inmediato, con una hermosa sonrisa.

—Oh, comandante, por favor continúe elogiando. Vamos a explorar qué está pasando con exactitud.

—Tu belleza es inigualable, tus agudos sentidos me hacen jadear de admiración, tu grácil porte… —dijo Claire en voz baja, inexpresiva, mientras seguía caminando hacia delante. Camille sonrió, complacido, siguiéndole de cerca por detrás.

Los dos desaparecieron en el silencio de la noche.

Claire suspiró. Camille, que sonreía con alegría durante todo el día, era en realidad la persona más adecuada para vivir en la oscuridad. La oscuridad era en realidad el mundo de Camille, su dominio. Por extraño que sonara, era la primera vez que Camille venía aquí, pero en silencio guió a Claire con facilidad y casi como si fuera rutina la llevó a la mazmorra, como si hubiera estado allí antes.

La oscura y húmeda mazmorra olía a moho, sin señales de vida humana. Entonces, ¿era la persona de la bola de cristal un prisionero al que no habían tenido tiempo de evacuar? Sin saber con exactitud cuándo iban a abrirse paso las bestias marinas y sumergir la ciudad, lo normal era que evacuaran a todos los criminales importantes. Entonces, ¿era la persona abandonada un criminal tan pecador que no importaba si vivía o moría?

Tanto si la puerta del calabozo estaba abierta de par en par como si estaba medio cerrada, era evidente que no había nadie en el desorden interior. El final del pasillo conducía a la última celda de la prisión. Camille se detuvo, se volvió hacia Claire y asintió con la cabeza, indicando que había alguien dentro. Aunque Claire también había percibido un aura débil desde el interior.

Camille sacó una daga y la utilizó para abrir la mugrienta puerta de la prisión. La escena que ambos vieron les dejó helados.

Un joven desnudo casi por completo estaba atado allí, con solo un trozo de tela ocultando su punto más importante. Su boca estaba tapada por un trozo de tela, su hermoso y largo pelo negro azabache le llegaba hasta los pies, y su tez ojerosa pero como el jade revelaban a una persona impresionante y encantadora. ¡Un joven encantador tan bello! Al ver a Claire y a Camille, los ojos del joven brillaron con ansiedad, comenzando a gemir y a forcejear, pero estaba indefenso ya que sus miembros estaban atados con fuerza.

Camille chasqueó la lengua y sacudió la cabeza sin dar a entender que iba a ayudar a desatarlo.

Claire se acercó y sacó la tela de la boca del encantador joven, diciendo en voz baja:

—¿Quién eres? ¿Por qué te han encarcelado aquí?

Pero la primera frase del joven, o para ser más exactos, las primeras frases, hicieron que Claire se quedara helada.

—Invocador, hambriento, conspiración, hermana menor del señor de la ciudad, juguete, no, encarcelado…

El joven dijo frases una tras otra con debilidad.

Claire miró de repente al joven encantador. No podía ser, ¿era de verdad un invocador? En otras palabras, ¿había esperanza de que las locas bestias marinas se calmaran? Claire intentó confirmarlo.

—¿Eres un invocador?

Pero, ¿qué se suponía que significaban esas frases continuas?

—Es un invocador, pero como es tan hermoso, la hermana del señor de la ciudad se encaprichó de él. Por casualidad, estaba hambriento en ese momento, así que lo envenenaron en un plan para capturarlo. Le amenazaron con convertirle en  un juguete, pero no aceptó, así que le encerraron en esta oscura mazmorra.

Camille enlazó con fluidez las palabras del joven.

Claire parpadeó. Miró al sonriente Camille, luego miró al joven cuyos ojos estaban ahora iluminados, comprendiendo que Camille había entendido por completo lo que el joven quería decir con precisión.

—Maestro, es la primera vez que descubro que es usted un erudito polifacético —dijo Claire con seriedad. Luego miró al joven—. ¿Puedes comunicarte con las bestias marinas? Todas las bestias marinas de las afueras de la ciudad están atacando el puerto. Puedes comunicarte con ellas, ¿verdad?

—Ellos, sálvame, destruyen esto —respondió el joven.

—Las bestias marinas querían salvarte, así que destruyeron la ciudad.

Camille se alisó el flequillo con elegancia y suavidad, interpretando de manera inconsciente las palabras del joven. Solo cuando terminó de hablar, Camille se dio cuenta de lo que había dicho. Camille miró con los ojos muy abiertos al encantador joven con incredulidad. ¡¿Todas las bestias marinas fueron convocadas por este débil joven?!

—En otras palabras, ¿tú convocaste a todas las bestias marinas? ¿Sin cánticos ni objetos, solo con tu poder espiritual?

Claire no estaba sorprendida. En lugar de eso, frunció el ceño, mirando dubitativa al hombre que tenía delante. Si esto era cierto, entonces el joven no podría ser descrito sólo como “fuerte”, sino como aterrador. El joven tenía un poder tan aterrador, pero en este momento era tan lamentable. ¿Cómo podría alguien creerlo? A menos que el joven fuera tan estúpido como un cerdo. Pensando en esto, Claire tembló de repente. ¡El joven encantador era de verdad tan estúpido como un cerdo! Una persona que había sido envenenada solo porque tenía hambre, ¿qué tan inteligente podía ser?

—El señor de la ciudad no parece una persona que permitiría a su hermana pequeña hacer algo tan turbio.

Claire se acarició la barbilla, pensativa, sin dar señales de desatar al joven. El joven se retorcía, gruñendo una palabra una y otra vez: hambre.

—Es muy sencillo. El señor de la ciudad no lo sabía. Después de que este chico invocó a todas las bestias marinas que pudo tras despertarse para escapar, ya habían huido. La gente que lo había secuestrado no se atrevía a soltarlo, no tenían tiempo. Por supuesto, esperaban que muriera. Como hermana pequeña del señor de la ciudad, secuestrar a un niño es muy deshonroso.

Camille explicó con velocidad su conjetura.

Claire volvió a ver alegría en los ojos del joven. Quizás el joven ya veía a Camille como un amigo íntimo a estas alturas.

—¿Cómo te llamas?

Claire miró al encantador joven que tenía delante, aún sin indicios de desatarlo.

—Dong Fenghou.

El joven encantador parpadeó, mirando a Claire sin comprender, y luego dijo:

—Hambre.

Claire por fin se dio cuenta de que el poderoso y terrorífico invocador era muy deficiente al hablar. Y los ojos del joven eran cristalinos. ¿A quién le recordaba? Ella trató de recordar. ¡Así es! ¡Era un poco parecido a Qiao Chuxin! Ambos se sentían puros, como si aún no hubieran experimentado el mundo. Se sintió como si el joven también acabara de salir por primera vez de algún tipo de montaña o bosque profundo, pero había tenido mala suerte y antes de que pudiera hacerse un nombre, había sido capturado y convertido en este lamentable estado.

—Hambriento, hambriento, hambriento, hambriento… —Dong Feng miró fijo a Claire y solo repitió esa palabra.

Ella lo observó, con una luz fría brillando en sus ojos, sin decir nada durante un rato.

Camille bostezó. Sabía que el Cuerpo de Mercenarios Yuan Bao estaba a punto de tener otra persona lamentable para que Claire le diera órdenes.

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