Traducido por Anyi
Editado por Tsunai
Justo cuando Li Shang estaba en el centro de atención, Han Dong seguía suplicando en la entrada, a más de diez metros de la sala.
—Soy Han Dong. ¿Tengo que repetirlo tantas veces para que me creas?¿Probarlo? ¿Cómo se supone que lo pruebe? ¿Debería quitarme el maquillaje? ¿No puedes reconocer mi voz?
La otra persona no respondió.
Ese fue el origen del incidente. Después de maquillarse, Han Dong caminó con paso firme y seguro hacia la sala de ensayos. Al principio, estaba lleno de confianza. Pero, ¿quién hubiera imaginado que sería detenido en la entrada?
—Lo siento, señorita. La actividad dentro es confidencial, así que no puede entrar. —No quiero ver el concurso. Quiero participar en el —insistió Han Dong, aún manteniendo la postura de una chica. —No nos interesa a qué viene. Necesitamos que muestre sus credenciales —dijo el guardia de seguridad.
Han Dong conservó su sonrisa brillante.
—Disculpe, pero mis credenciales están dentro. Ya me he registrado y si no me cree… puede ir a comprobarlo. —¿Cuál es su nombre? —preguntó el guardia, consultando el registro con duda. —Han Dong.
Han Dong pensó que el guardia se sorprendería, pero este solo sonrió con desdén.
—No diga tonterías. Han Dong es un hombre.—Originalmente lo soy. Para la prueba de evaluación se nos pidió que nos vistiéramos de mujer —replicó Han Dong, recuperando de inmediato su voz masculina.
El guardia desconocía los detalles del evento en la sala. Solo estaba cumpliendo con su deber: cualquier persona sospechosa debía ser detenida. No podía dejarlo pasar; había demasiados reporteros intentando colarse con cualquier excusa, y todos recurrían a trucos similares.
Li Shang fue más listo y vino acompañado por un grupo de maquilladoras que lo seguían.
Han Dong, en cambio, se fue al vestuario con una única asistente, pero regresó solo y cuando salió, era una persona completamente distinta.
Esa fue la causa de toda la escena anterior.
Dentro de la sala, los asistentes empezaban a impacientarse al ver que Han Dong no aparecía.
—¿Qué está pasando? —¿Cuánto tiempo ha pasado ya? —¿Se está maquillando él mismo o está pintando la pared? Si no puede hacerlo, que lo deje.
Feng Jun dirigió su mirada hacia Wang Zhong Ding, como preguntándole si no iba a permitir que Li Shang empezará su actuación.
Wang Zhong Ding, que conocía bien el carácter de Han Dong, asintió para dar su aprobación.
Li Shang y Kahn estaban charlando animadamente, pero al recibir la noticia, se despidieron. Li Shang, a regañadientes, dijo:
—Iré a actuar primero.
Kahn lo miró directamente al rostro.
—¡Adelante!
En cuanto Li Shang pisó el escenario, sintió cómo se le aceleraba la sangre. Estaba más emocionado incluso que cuando recibía un premio.
Su compañero de actuación era el maestro que había enseñado a Han Dong a perfeccionar su postura. Este maestro es una referencia en la industria de actores de roles transgénero, y al ver a Li Shang no pudo evitar elogiarlo:
—Eres el chico más alto que he visto. Muy bien.
Li Shang, sabiendo que este hombre había entrenado a Han Dong, aprovechó para preguntar con fingida inocencia:
—¿Han Dong aún no está listo? —¿Él? ¡Claro que es capaz de hacerlo bien! Le di clases personalmente, pero no tiene tu misma dedicación. Así que, quién sabe, tal vez ni venga.
Al oír eso, Li Shang estaba tan eufórico que casi daba saltos de alegría.
La escena a interpretar parecía sencilla, pero en realidad era muy complicada. No había ni una sola línea escrita; todo se basaba en la improvisación y en la química entre los actores.
Todos vieron a Li Shang recostarse en la cama con una postura seductora.
El maestro le levantó la falda, dejando ver sus bonitas piernas. Cuando la mano descendió suavemente por ellas, Li Shang la detuvo con delicadeza y lo miró de forma encantadora. En principio, era un gesto destinado a ocultar su identidad como hombre, pero el público lo interpretó como un juego de aceptación y rechazo que resultó hipnótico.
Kahn elogió a Wang Zhong Ding y comentó:
—Él no es un simple actor. Puede imitar el comportamiento y la actitud de una mujer con una precisión asombrosa.
Wang Zhong Ding se limitó a sonreír sin decir nada.
Entonces, la mano del maestro volvió a acariciar la pierna de Li Shang y estuvo a punto de adentrarse en una zona comprometida. De repente, Li Shang giró con habilidad y esquivó el gesto. No hubo rastro de pánico en su reacción; más bien, parecía un juego de amantes, con un aire pícaro y provocador.
Kahn los observaba mientras aplaudía entusiasmado.
—¡Increíble!
Incluso Feng Jun, que solía ser una persona muy comedida, no pudo evitar exclamar antes de tiempo:
—Ya no puedo con esta actuación… Esto se está poniendo serio.
Tras unas risas, la sala de ensayos estalló en aplausos. Y en ese momento… Han Dong seguía sin aparecer.
Shen Huan, al ver el alboroto que estaba montando su maestro, se sintió desconcertada. Se levantó y se dirigió a la salida.
Han Dong, desesperado, la vio desde la distancia, y la señaló al guardia de seguridad.
—¡Esa es mi asistente! Ella puede confirmarlo.
Inesperadamente, Shen Huan no salió del todo; simplemente se asomó por la puerta. Al ver a Han Dong no muy lejos, bufó por dentro: Mis piernas no serán tan largas, pero tú llevas más capas de maquillaje. ¿Dónde está lo destacable?
Han Dong, al ver que Shen Huan se quedaba ahí sin hacer nada, gritó:
—¡El guardia no me conoce! ¡Rápido, ven a ayudarme a demostrar quién soy!
El ruido del exterior era tal que Shen Huan no entendía lo que decía. Solo se alegró en silencio: Vale, ella es más fuerte que yo… pero su voz suena fatal en comparación con la mía.
Así que volvió al interior de la sala, satisfecha consigo misma.
—¿Has visto a Han Dong? —le preguntó Xiao Liang.
Solo entonces Shen Huan recordó a qué había salido.
—¿Debería ir a buscarle? —Déjalo, mejor voy yo —dijo Xiao Liang mientras le presionaba el hombro.
Han Dong ya estaba bastante molesto por no haber sido reconocido por Shen Huan. Cuando vio salir a Xiao Liang, gritó con desesperación:
—¡Xiao Liang, Xiao Liang, soy Han Dong!
Xiao Liang miró a Han Dong durante un instante y al igual que Shen Huan, regresó al interior sin decir ni una sola palabra.
Voy a… Han Dong estuvo a punto de soltar una sarta de palabrotas. ¿Están todos ciegos o qué?
En fin… Después de que Xiao Liang entrara, no se sentó de inmediato. Se dirigió directamente hacia donde estaba Wang Zhong Ding para hacerle un breve informe.
—Presidente Wang, sospecho que Han Dong está intentando hacer trampa. —¿Trampa? —Wang Zhong Ding frunció el ceño, incrédulo. —Han Dong ha contratado a una mujer con las mismas proporciones que él. Está en la entrada. Cuando salí, la vi discutiendo con el guardia de seguridad diciendo que era Han Dong. No me atreví a dejarla pasar, por miedo a que nos pillasen. Creo que perder esta prueba no es tan grave, pero perder la dignidad sí lo sería —explicó Xiao Liang con seriedad.
En ese momento, el rostro de Wang Zhong Ding se crispó.
Nadie tenía claro si la expresión de Wang Zhong Ding respondía directamente a la acusación de Xiao Liang, pero el ambiente en la sala se tensó aún más.
—¿Va a presentarse Han Dong o no? —¿No se atreve a salir? Si es así, me abstengo de votar. No estamos aquí para perder el tiempo. —Podemos dar ya el resultado.
Kahn también se giró hacia Wang Zhong Ding con la inquietud dibujada en la cara.
—¿Qué ha pasado con Dongdong? —preguntó, aún con un brillo de esperanza en los ojos.
—Sal y tráela —ordenó Wang Zhong Ding a Xiao Liang. —¿Traerla? ¿A dónde? —Esa mujer es él —masculló Wang Zhong Ding entre dientes.
Xiao Liang se quedó de piedra.
Han Dong, mientras tanto, no tuvo más opción que extender la mano hacia el guardia de seguridad.
—¿Podría prestarme su móvil? Necesito llamar al presidente Wang. —Lo siento, los móviles han sido confiscados temporalmente por la empresa, para evitar que se graben cosas de lo que ocurre dentro —respondió el guardia, impasible.
Han Dong estaba a punto de colapsar, cuando, de repente, una figura familiar apareció ante sus ojos.
No era Xiao Liang. Era Yu Ming.
¿Qué hace aquí?
Han Dong se quedó helado. Le había ocultado todo a Yu Ming precisamente porque temía que, si llegaba a verle en este estado, ¡le gustase aún más!
—¿Qué hago?
El enredo de Han Dong había cambiado completamente de dirección. Ya no se trataba de si Yu Ming sería capaz de reconocerlo, sino de si él mismo querría que lo reconociera… o peor, si Yu Ming lo dejaría pasar o no.
Justo en ese momento, los ojos de Yu Ming se volvieron repentinamente hacia él. Han Dong bajó la cabeza a toda prisa y huyó en dirección contraria.
—¡Han Dong! —gritó Xiao Liang.
Los pasos de ambos se detuvieron al mismo tiempo.
Yu Ming aún dudaba. Había visto antes a Han Dong vestido de mujer y su silueta le resultaba tan familiar. Ahora que alguien había gritado su nombre, ya no tenía dudas.
Para no parecer demasiado avergonzado, Han Dong decidió saludar primero:
—Hola, Ming Er.
En cuanto escuchó la voz de Han Dong, Yu Ming se quedó estupefacto.
Han Dong y Xiao Liang entraron primero. Yu Ming se quedó rezagado.
—¡Presidente Wang, Han Dong está aquí!
Esa frase hizo que todas las miradas se dirigieran hacia la puerta.
La blusa entallada de cintura alta, los pantalones ajustados, la coleta alta y energética, el flequillo ondulado con una raya en diagonal, los labios rojos, los ojos delineados… Han Dong desfilaba desde la entrada hasta el escenario como si caminara entre cuervos y gorriones.
Algunos, confundidos, no dejaban de mirar hacia la puerta. ¿No habían dicho que Han Dong había llegado? ¿Dónde está?
Para evitar cualquier malentendido, Han Dong se quitó la bufanda y con su voz original, se presentó:
—Soy Han Dong, también conocido como el Gran Han.
En cuanto terminó de hablar, la sala entera, que había permanecido en un silencio tenso, estalló en un frenesí absoluto.
Las caras de todos ya no se podían describir simplemente como sorprendidas. Estaban absolutamente descompuestos.
Incluso Feng Jun, que siempre había tenido un rostro serio, soltó por primera vez una broma:
—Han Dong, ¿me estás robando el sueño o qué?
Línea de robo de sombras.
El, ¡Oh Dios Mio!, que normalmente soltaba Kahn, fue sustituido esta vez por un estrepitoso:
—¡¡¡Oh nooo!!!
Wang Zhong Ding respondió colocando la palma de su mano sobre el pecho de Kahn, impidiéndole levantarse del asiento.
El cuerpo entero de Li Shang se quedó paralizado y ni siquiera el carmín de su maquillaje logró disimular la palidez de su rostro.
Nuestro camarada más melancólico, Yu Ming, no pudo evitar intervenir en voz alta:
—¿No hay espectáculo todavía?
—Sí, tendremos que molestar al maestro —respondió Feng Jun, como si acabara de reaccionar.
El maestro asintió también, con el aire de alguien que está en otro mundo:
—Sí, sí, claro, hay que hacerlo.
El espectáculo comenzó oficialmente.
Han Dong no adoptó ninguna pose especial. Simplemente se tumbó con pereza sobre la cama, pero aun así irradiaba una sensualidad provocadora.
La mano del maestro se acercó al cinturón de Han Dong y comenzó a desatarlo con lentitud, casi con deliberada fricción. No parecía que estuviera poniendo a prueba a Han Dong… más bien, era Han Dong quien lo estaba poniendo a prueba.
Todos contuvieron la respiración.
Los ojos del maestro estaban llenos de duda y conflicto. Quería quitárselo de un tirón, pero temía perder el control. Han Dong, por su parte, no hizo nada para detenerlo: parecía dispuesto a dejarle hacer lo que quisiera, dejarse desnudar y seguir con el juego.
El cinturón se desabrochó al fin, y la mano del maestro fue a sujetar la cintura del pantalón, tirando de él hacia abajo.
Han Dong no apartó su mano como había hecho Li Shang. Simplemente giró el cuerpo con sutileza.
En el instante en que el pantalón bajó, los ojos del maestro se tornaron peligrosos. Daba la impresión de que si seguía tirando, las curvas que se escondían debajo quedarían completamente al descubierto.
Kahn tenía los ojos encendidos.
Si con la actuación de Li Shang había sentido la delicada tensión entre lo masculino y lo femenino, con Han Dong… directamente se le cortaba la respiración.
La persona frente a él, de pies a cabeza, era una mujer seductora.
La mano del maestro se deslizó entre las piernas de Han Dong. Sin embargo, Han Dong no se apartó ni intentó detenerle. En lugar de eso, se lanzó directamente sobre su cuerpo.
El maestro sintió una oleada de calor ascender por la garganta en ese instante.
Las piernas de Han Dong se enroscaron alrededor de su cintura, sus ojos brillaban con picardía y aquella sonrisa maliciosa desapareció lentamente de la comisura de sus labios. Era como si dijera con la mirada: “¡Adelante, puedes seguir tocando!”
¿Y esto era una evaluación de sus dotes interpretativas? Parecía más bien que el personaje de una cortesana estaba poniendo a prueba las habilidades actorales del maestro.
Los presentes contenían el aliento. Algunos intentaban —disimuladamente— fijarse en la entrepierna, buscando pistas, intentando adivinar quién sería el más convincente.
Fue en ese momento cuando se coronó lo que, sin duda, fue la actuación más asombrosa de todas.