Bebé tirana – Capítulo 7: No lo vi por tu culpa

Traducido por Den

Editado por Yonile


Me sorprendí cuando la puerta se abrió de golpe.

—¡¡Mabel!!

No podía ver nada porque estaba boca abajo, pero por la voz que escuché pude saber que fue el emperador quien entró.

Uf. Estoy viva.

Ya no puedes secuestrarme.

Los pasos se acercaron rápidamente. Sentí un toque familiar acariciándome el cuello.

—¿Montego qué le hiciste a Mabel? —Le preguntó el emperador furioso.

—N-No toqué a Su Alteza.

—¿De qué estás hablando? Entonces ¿por qué Mabel está boca abajo?

—S-Su Alteza se dio la vuelta.

—¿Qué…?

Se hizo un silencio sofocante.

Y después de un rato escuché cómo desenvainó su espada.

—Realmente no le puse ni un dedo encima a Su Alteza. ¡Lo juro en nombre de Dios!

En ese momento, se puso de rodillas. El emperador apuntó al hombre con la espada.

¿Qué pasará si muere de esa forma? No era realmente mi problema, pero aún así no me sentía bien.

Es cierto que trató de secuestrarme, pero realmente no me tocó.

Está bien. Ayudémoslo.

Pero no pude…

Logré darme la vuelta, pero ese también era otro problema. Estaba cansada, por lo que jadeé exhausta.

La conversación continuó mientras luchaba por levantarme.

—¡Realmente no toqué a Su…!

—Sí, ese es el problema.

—¿Eh…?

—No vi a Mabel dándose la vuelta por tu culpa —dijo el emperador, rechinando los dientes.

Ah…

El sacerdote y yo suspiramos al mismo tiempo.

♦ ♦ ♦

Muy tarde en la noche, la ciudad imperial entró en una situación de emergencia debido a la intrusión de invitados no deseados.

—Los bastardos de Abelardo…

Los caballeros y los magos que esperaban la orden del emperador estaban nerviosos. Porque era parte de su responsabilidad que Montego pudiera acercarse a la princesa.

La posición de la princesa Mabel era especial.

Era la segunda sucesora al trono del Imperio Ermano y la única heredera del Marqués Gardenia.

Debido a que el marqués Gardenia tenía muchos enemigos, era muy probable que los opositores políticos actuaran rápido para eliminar a su nieta, que más tarde podría convertirse en la señora de la casa Gardenia. Así que Esteban reforzó la seguridad en el palacio donde residía Mabel y aumentó el número de soldados y patrullas. Además, también importunó a los magos para que activaran la barrera.

Pensó que había suficiente protección para Mabel, pero no fue así.

—Creo que hicieron una brecha en la barrera durante la audiencia —Esteban rechinó los dientes. Era tan sutil que los magos que revisaban la barrera todos los días no se dieron cuenta.

Desde el principio, Abelardo planeó secuestrar a Mabel.

—Debería haberles arrancado los ojos… —Murmuró fríamente.

Los caballeros y hechiceros suspiraron al recordar a Esteban cuando era el príncipe heredero.

De ninguna manera… ¡¿se está produciendo la pesadilla de esa época?!

Los días en que el mar de sangre nunca cesaba.

En este momento, pedían de todo corazón que regresara la difunta emperatriz. Pero no podía ser posible.

No importaba que fuera la niña de la revelación, la princesa era la única hija del emperador.

Afortunadamente consiguieron evitarlo, pero era natural estar furioso porque intentaron secuestrarla.

Pero sería difícil quitarles los ojos… 

Se miraron los unos a los otros como si se hubieran leído las mentes.

Si tortura o mata a Montego, causará desacuerdos diplomáticos con la Sagrada Capital.

Pero… ¿quién arriesgará su vida y hablará con el emperador?

El capitán de los caballeros, Gerald, finalmente fue derrotado después de una corta pero sofocante pelea.

La causa de la derrota fue la edad.

Fue aplastado por la presión tácita que ejercían sobre él ya que era su deber interferir en la situación como capitán de los caballeros. Además, como capitán debía asumir una gran cantidad de responsabilidades que pesaban sobre él.

Jóvenes insolentes… Solo porque voy a morir de viejo, me van a dejar morir. Así son las cosas hoy en día, eh… 

Gerald miró al emperador, decidiendo no pasar por alto este incidente. Les iba a hacer pasar hambre y les impartiría un castigo disciplinario.

—Su Majestad, creo que es excesivo imponer el castigo de un criminal a un sacerdote. También debe considerar su relación con Abelardo.

—Excesivo… sacerdote… —Esteban pronunció una versión corta de las palabras de Gerald y guardó silencio.

Cuanto más se prolongaba el silencio, más pálidos eran los rostros de los presentes, a excepción de él.

Como era de esperar, la situación es mala. No creo que podamos volver a casa.

Gerald cerró los ojos trágicamente. Le vino a la mente el rostro de su familia esperando. Pero no se arrepentía de haber hablado con Su Majestad.

Los caballeros de humilde apariencia contuvieron las lágrimas que amenzaban con brotar de sus ojos.

¡Lo sentimos, capitán…!

—Mabel lloró —dijo el emperador finalmente, con un rostro que parecía que podría matar a cualquiera.

—¿Eh…?

—No llora muy a menudo, pero cuando Montego (ese bastardo) se le acercó, lloró por el miedo.

Lo miró minuciosamente, preguntándose si estaba bromeando, pero Esteban hablaba en serio.

Gerald volvió en sí rápidamente.

Se quedó sin palabras por un momento, pero sabía que esto realmente podría destruir las relaciones diplomáticas con Abelardo.

—Entiendo completamente sus sentimientos Su Majestad, pero debe considerar las relaciones diplomáticas.

Los rumores sobre Mabel ya se han extendido por toda la ciudad imperial.

Es una historia legendaria que el emperador, que quiere mucho a la princesa, le regaló todo tipo de tesoros raros y valiosos, comenzando por el Bosque del Norte del Imperio hasta el Castillo de Ponce.

Sin embargo, no importaba cuánto los sirvientes le pidieran que entrara en razón, no escuchaba.

Eso… no fue un rumor… 

Fue en ese momento en que le demostró a todo el mundo el intenso amor que sentía por su hija.

—Sí… así es —respondió Gerald amargamente. No sabía cómo reaccionar ante el amor excesivo del emperador por su hija.

No, eso no es amor por su hija, eso es una obsesión por ella.

—De hecho, ya le habría roto las extremidades si no fuera por Mabel.

Muy bien, Su Alteza.

Todos pensaron lo mismo ante sus brutales palabras.

La presencia de Mabel les ayudó a superar la crisis diplomática de esta vez. Así que dejemos de lado el hecho de que Mabel es la causa de esta situación.

—Pero, Gerald ya que estás en contra, pongamos el caso de Montego en espera. Será mejor que lo encarcele y observe la reacción de Abelardo.

Algunos suspiraron aliviados. Afortunadamente se ha evitado una guerra con la Sagrada Capital.

Cuando pensaron que fue una suerte de que Esteban no perdiera la razón, este dijo:

—Entonces, Gerald, me gustaría confiar por una vez en tu punto de vista.

—¿Eh? ¿En mi punto de vista…?

—Mabel necesita un escolta.

Esa fue la conclusión de Esteban después del intento de secuestro de anoche.

No importó cuánto aumentó la seguridad en el palacio para proteger a Mabel, fue muy fácil irrumpir. Así que necesitaban suficientes refuerzos para permanecer cerca de Mabel y no exponerla al peligro.

Quería hacerlo él mismo, pero no podía quedarse al lado de Mabel todo el día debido a las responsabilidades de su posición.

Esteban observó a la gran cantidad de caballeros que mantenían la cabeza inclinada. Intentaban no hacer contacto visual con el emperador, por lo que permanecieron en esa posición,

¡Si cometes un error, mueres…!

Ser el escolta de la princesa era una espada de doble filo. Era un cargo peligroso porque aunque el caballero podía saltarse el entrenamiento infernal por razones lícitas, debía asumir unas responsabilidades inasequibles.

—¿Nadie…?

La voz baja y tranquila de Esteban arrasó con todos los presentes.

En medio de esa conmoción lo suficientemente silenciosa como para oír a alguien tragar grueso, un hombre dio un paso al frente.

—Yo escoltaré a Su Alteza la princesa.

Era el hermano menor de la duquesa Donovan, Lissandro Donovan.

♦ ♦ ♦

Al principio no entendía por qué succionaba el chupete continuamente, pero ahora podía entenderlo.

En realidad me alegraba de que hubiera algo en este mundo desalmado que pudiera calmar mi corazón.

Justamente el chupete era la única droga que Dios me permitía tomar.

—Está sonriendo alegremente. ¿Realmente le gusta tanto el chupete? —Me preguntó Lalima, sonriendo cálidamente mientras ordenaba mis juguetes. Solo succioné en lugar de responderle.

Por cierto, ¿qué le pasó al hombre llamado Montego que ayer trató de secuestrarme?

Lo último que vi fue al emperador agarrando a Montego del cuello con una expresión aterradora  y saliendo de mi habitación, arrastrándolo.

A diferencia de esa espantosa noche, durante el sereno día mi habitación estaba muy tranquila.

—Su Alteza la princesa ahora ya sabe cómo darse la vuelta.

Cuando Xavier pasó diciendo eso repentinamente, Lalima abrió bien los ojos.

—¿Qué? ¡Mentira!

—Nunca me crees. Ni cuando te dije que existía una bestia divina. Por favor, créeme esta vez.

—También me gustaría creerlo, pero tienes una cara poco confiable.

—Huh… —Soltó un profundo suspiro y se dirigió hacia la puerta.

Pobre Xavier. Anímate.

Lo único que podía hacer era darle ánimos.

A pesar de que peleaban todos los días, parecían hermanos. Estaban juntos todo el día. Han estado juntos desde nacimiento, por eso parecían muy íntimos.

Miré fijamente el techo, succionaba el chupete.

Todo este tiempo he vivido sin hermanos, por lo que envidiaba a las personas que tenían en quienes confiar. Por eso la relación de Lalima y Xavier me parecía muy buena.

Por supuesto, ahora tengo un hermano mayor llamado Oscar, pero lastimosamente no sentía que fuera real.

Algún día tendré una familia en la que pueda confiar… 

Fue entonces cuando…

—Hola, pequeña princesa.

De repente, algo apareció frente a mí.

Sobresaltada, se me salió el chupete de la boca y rodó hacia el suelo.

—Oh, se cayó.

El hombre que miraba por primera vez en mi vida se agachó para recoger mi chupete.

Era un hombre con cabello negro y amables ojos verdes. Me sorprendió ver su cabello un poco largo atado en una coleta.

¿Quién es?

No estoy segura de que este hombre con una cinta para el pelo sea un asesino, porque normalmente un criminal se escondería durante el día.

—¿Está sorprendida? La pequeña princesa sorprendida también es linda.

¿Con quién demonios estás fingiendo ser tan cercano?

—Hiing.

Lloriqueé y rápidamente me di la vuelta. Lo miré de soslayo, el hombre sostenía mi chupete torpemente y sonreía como si estuviera avergonzado.

Aparentemente no es un asesino, entonces ¿quién es?

Todos se habían ido, por lo que solo estábamos el hombre, que miraba por primera vez, y yo, que reflexionaba.

Probablemente no sea un asesino, porque se ha reforzado la seguridad.

—¿Quizás ya me odia en nuestro primer encuentro?

Lo escuché reír amargamente.

Sabes que no me gustas. Me giré  y fingí jugar con el sonajero.

Luego pude escuchar la puerta al abrirse.

—Oh, cielos. Está aquí, Sir Donovan. Llegó temprano —Saludó alegremente la niñera al hombre.

¿Ustedes dos se conocen? Interesante…

Me di la vuelta y los observé.

El hombre, que besó ligeramente el dorso de la mano de la niñera, sonrió levemente.

—Cuánto tiempo sin verla, señora Lupe. Se ha vuelto más hermosa que antes.

—Jojo, sigue hablando igual.

¿Sir Donovan? ¿Entonces es un caballero?

No… Si es Donovan… ¡¿No es ese el apellido de la emperatriz?!

—Estoy feliz de poder ver a la señora Lupe todos los días de ahora en adelante.

Me quedé boquiabierta ante sus palabras.

¿Por qué verás a la niñera todos los días? ¿Por qué? ¿Por qué?

Mi incertidumbre se desvaneció inmediatamente.

—Me alivia escuchar que Sir Donovan, el Maestro de la Espada, será el escolta de Su Alteza la princesa. Si no, estaría muy preocupada.

—Es un honor para mí, madame.

Ese invitado no deseado y que apareció de la nada, parecía ser mi escolta.

Era bueno que hubiera un escolta a mis alrededores pocos seguros, pero ese hombre no me gustaba en muchos sentidos.

En primer lugar, no sabía si debía confiar en él dado que es miembro de la familia de la anterior emperatriz. La duquesa actual, la anterior emperatriz, por supuesto que me odiaría, al igual que este hombre de su misma familia. En segundo lugar, no me gusta la primera impresión que tuve de él. Es la primera vez que lo veo, pero fingió ser muy cercano a mí y además, se está juntando demasiado a la niñera.

¡Es muy guapo, pero es muy astuto!

Cuando miré a Sir Donovan disgustada por la molestia que surgió en mi interior, me miró y sonrió avergonzado.

—Pero creo que la pequeña princesa me odia.

—Oh, cielos. De ninguna manera. Con lo gentil y amable que es, imposible.

No, niñera. Soy desagradable cuando se trata de una mala persona.

No importa cuánto lo mire, este hombre no parece una buena persona. ¡Creo que es un mujeriego!

Me volví a dar la vuelta.

—No se preocupe, Sir. Tal vez Su Alteza se asustó mucho debido a lo que sucedió anoche. Ugh. Fue terrible. No puedo creer que trataran de secuestrarla…

La voz de la niñera se apagó debido a la tristeza.

Parecía estar bien, pero se sentía culpable por lo que pasé.

Estoy bien… 

No fue culpa de la niñera. Es culpa del hombre llamado Montego que intentó secuestrarme.

—¡Uma!

Nadie lo creería, pero llamé a una niñera.

De todos modos, a mi llamada, la niñera me vio. Extendí los brazos hacia ella.

—¡Oh cielos! ¡Su Alteza…!

La niñera me abrazó sorprendida. De alguna manera parecía feliz.

—¿Por qué me pide que le dé un abrazo? Mire esto, Sir. Por favor, princesa sea amable y gentil.

No fui amable ni gentil, pero de alguna manera sentí que tenía que fingir.

Miré a Sir Donovan fijamente y sonreí. Luego se cubrió la boca con una mano.

La niñera nos miró una y otra vez con una sonrisa.

—¿Sir?

—Espere un momento, madame. D-Déjeme respirar hondo por un momento…

¿Qué le pasa tan de repente?

Sir Donovan, que volvió la cabeza por un momento, respiró hondo y me miró de nuevo.

Le sonreí a regañadientes con una expresión molesta.

Vamos, sonríe.

De repente su expresión se endureció. Llamó a la niñera en voz baja.

Madame.

—¿Si?

—Esta no es Su Alteza la princesa. Es obvio.

—¿Qué es esa…?

¿Tontería…?

Quizás esa es la palabra que la niñera omitió.

Observé el hermoso rostro de Sir Donovan, desconcertada.

Cuando hizo contacto visual conmigo, volvió a guardar silencio.

—Estoy seguro que es un ángel caído del cielo. ¡La revelación del oráculo era verdad!

Ah…

Suspiré internamente. ¿Ese hombre es mi escolta?

Después del emperador, Oscar y mi sirvienta, entró en escena un nuevo idiota.

Ese idiota es mi escolta… Creo que el emperador realmente me odia.

Con esa duda tan razonable, estaba agarrando el dobladillo de la falda de la niñera cuando la puerta se abrió de par a par.

—¡Mabel!

Oscar hoy también se aseguró de venir.

Él, que solía mantener a diario una actitud madura, era más infantil cuando venía a mi habitación.

No llamas a la puerta e irrumpes con esa actitud descortés. Sin el emperador presente, no tenía a nadie que lo regañara.

Su figura apareció más allá de la puerta con una expresión alegre. Pero su rostro brillante se puso pálido antes de dar unos pasos al frente.

—Ugh… —Exhaló por un momento y se detuvo. Su mirada aterrorizada se dirigió hacia Sir Donovan —. T-Tío… [1]


[1] En este diálogo Oscar decía “tío materno”. Recuerden que Sir Donovan es el hermano de la duquesa Donovan, la madre de Oscar. Esto es solo una pequeña aclaración.

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