Boda relámpago – Historia paralela 1: Solo una parodia

Traducido por Akatsuki

Editado por Ayanami

Corregido por Meli


A Jiang Li no le gustaban los gatos, pero Guan Xiao Yan los adoraba.

Un día, cuando Jiang Li se encontraba en su trabajo y sus hijos en la escuela, Guan Xiao Yan fue a la casa de su madre. A su regreso, se sintió somnolienta y se quedó dormida.

Todo era hermoso y armonioso.

Cuando despertó, descubrió que se había convertido en una pequeña gata. Que se llama: Guan Miao Yan.

Frente al cristal, observó con pánico su reflejo, era una gata de color blanco puro y elegante.

Retrocedió un poco y miró hacia arriba, descubrió que estaba en la entrada principal del edificio de XQ.

Por instinto, entró a buscar a Jiang Li. El personal de seguridad trató de interceptarla, pero los esquivó con agilidad y corrió a través del pasillo, causando un alboroto. Los guardias la rodearon y la gente gritaba de miedo.

Siguió huyendo y cuando vio a Jiang Li, saltó a sus brazos sin dudarlo.

Guan Miao Yan comenzó a quejarse, pero la gente a su alrededor solo podía escucharla maullar.

—Jiang Li… —gruñó.

Jiang Li estaba sorprendido por la sensación de familiaridad que le impidió lanzar a la gata por los aires. La sujetó por el cuello y la miró de cerca.

—¡Déjame, déjame! —ronroneó.

—¿Una gata? —Le tocó la punta de la nariz—. Tú y mi esposa se parecen mucho.

—¡Tonterías, yo soy tu esposa! —maulló.

—¿De quién es esta gata? —preguntó a los guardias.

—No lo sé señor —contestó uno de ellos.

—Probablemente, sea una gata callejera. Esa pequeña es muy astuta —afirmó otro guardia.

Jiang Li asintió y la llevó fuera de XQ. Guan Miao Yan, desesperada, estiró sus extremidades para aferrarse, estaba desorientada. Él la colocó en el asiento del pasajero del coche y se dirigió a casa.

—Jiang Li, descarado, estás saltándote del trabajo y te vas a casa. ¡Apenas es mediodía! —gruñó.

—No seas arrogante. —La golpeó con suavidad—. Si a mi esposa no le gustas, te enviaré a un refugio para animales.

—¡Soy tu esposa! —maulló.

Jiang Li puso música. Guan Miao Yan, se tensó. Lo que escuchaba era el ruido que producía ella, Guan Xiao Yan, al cantar.

Sabía que Jiang Li la grababa, pero escucharse era horrible, así que, tapó sus orejas con sus patas delanteras.

—¿Te parece malo? —Sonrió—. Creo que canta muy bien.

—¡No me gusta, apágalo! —se quejó.

—Guan Xiao Yan, ah… Guan Xiao Yan, incluso los gatos desprecian tu canto.

Guan Miao Yan, impotente, se echó de lado y derramó lágrimas en silencio.

En casa, Jiang Li la puso en el sofá de la sala.

Guan Miao Yan soltó un maullido para desahogar su insatisfacción.

—¿Tienes hambre? —preguntó mientras le acariciaba la cabeza.

Ella le lamió los dedos para demostrar que estaba hambrienta.

Él sonrió y se dirigió a la cocina. Cuando regresó, sostenía un plato y se lo puso delante.

—Come.

Guan Miao Yan tembló. Sobre el plato había un pescado con los ojos fríos, húmedos y mojados. Estiró su pata con cuidado para tocar al pez… tan resbaladizo y fresco, recién sacado de la nevera.

—¡Horrible! ¿Por qué me dio esto? ¡Qué desagradable!

—¿Por qué no estás comiendo? —Estaba confundido, la acercó al plato y la instó a comer.

En cuanto su nariz tocó las escamas, Guan Miao Yan se deprimió.

—¿Por qué debería comer algo así? —ronroneó.

—Eres un gato, al que no le gusta el pescado… Entonces, ¿qué quieres comer?

—Olvídalo, lo haré yo misma —maulló y se dirigió a la cocina, él la siguió por curiosidad.

Guan Miao Yan se paró frente a la nevera, maulló y  se volvió para ver a Jiang Li. Él le sonrió y la recogió, luego abrió la puerta de la nevera y preguntó:

—¿Qué quieres comer? —Ella le señaló el pastel de chocolate con una pata y lo miró con sigilo. Él prosiguió—: Eres como mi esposa, a ella también le gusta comer pasteles.

Tomó un trozo del pastel de la nevera y lo puso en el suelo junto con la gatita, ella comenzó a comer.

—Pero tú eres un gato inteligente y mi esposa es estúpida.

—¡Estúpido! —gruñó.

Jiang Li se dio la vuelta y sacó una caja con varias cosas dentro. Guan Miao Yan levantó la vista con curiosidad y descubrió que era su té adelgazante.

Él vació todo el contenido en el lavabo.

La gata no dejó de observar. Entonces, él salió de la cocina y regresó con una caja con sobres de té y los puso en donde iban los té para adelgazar.

Guan Miao Yan estaba perpleja. Resultó que él era quien cambiaba en secreto su té adelgazante. No era de extrañar que tuviera un sabor peculiar.

—¡Malvado! —Dejó el pastel y corrió a morderlo—.¿¡Por qué tiraste mí té adelgazante!?

—Si no te comportas, te voy a echar. —La alejó con el pie.

—Jiang Li, ¡eres malvado!

Luego de completar su cruel tarea, con tranquilidad, entró a la sala para ver televisión. La gatita jugó con él un rato hasta que la llevó al baño.

Jiang Li abrió  un poco el agua de la bañera, tomó a la gatita y la lanzó.

—¡Ah! ¡Ah…! —maulló con desesperación, el agua le entraba por la nariz.

Con dificultad y gran incomodidad, Guan Miao Yan apoyó sus cuatro patas en el fondo para poder respirar, pero le fue imposible salir de la bañera resbaladiza. Jiang Li se puso de cuclillas, y ella pensó que la sacaría del agua, pero en lugar de eso, tomó la botella de champú le echó mucho y comenzó a frotarlo, sin cuidado, por todo su cuerpo. Después, arrojó un montón de agua sobre ella.

Fue una tortura, se sintió mareada y casi se desmayaba. Justo cuando sintió que moriría, él retiró la regadera y la gatita pudo respirar.

Pero aún no terminaba, tomó el secador de cabello y con el nivel máximo, le secó el pelaje. Estaba a punto de colapsar.

Entendió que Jiang Li no era en realidad, tan abusivo con ella. Era educado en comparación a la falta de cuidado y empatía que tenía hacia los animales.

Al terminar de secarla, tomó una toalla y se la arrojó; saliendo del baño sin mirar atrás.

La dejó sola en casa para ir por sus hijos.

Los niños se emocionaron al verla y la llenaron de mimos. Jugaron con ella, cual bolsa de arena, hasta la hora de la cena.

—Papá, ¿puedo comer dulces? —preguntó XinXin, luego de ver con desgano la comida en la mesa.

—Está bien. —contestó y le frotó la cabeza con cariño—. Tu madre puso los dulces en la cocina, en el segundo cajón detrás de la botella de aceite de sésamo.

XinXin aplaudió, dejó sus palillos y se dirigió a la cocina.

—Papá, yo también quiero comer… —dijo el hermano.

—Ve. —Jiang Li asintió con la cabeza—. Y no le digas a tu madre que les dije.

—¿Qué? —maulló Guan Miao Yan que estaba en el regazo de Jiang Li mirándolo acusadoramente—. ¿Cómo puedes hacer esto? Sabes que un niño no puede comer demasiados dulces.

Al terminar la cena, Jiang Li, sin expresión alguna, botó al gato de su regazo y se sentó con sus hijos, en la sala, a ver la televisión.

—Dime… —le tocó la nariz a su hija—. ¿En qué problema te metiste?

—Papá, rompí una ventana en la escuela. La maestra quiere verlos mañana.

—¿Por qué eres tan traviesa? —Le dio un golpe suave en la frente.

—Papá, ¿podrías no decirle a mamá?

—Bueno, no le diré si después de esto eres obediente.

—Papá, eres tan bueno. —Sonrió—. Prometo escucharte en el futuro.

—Es lo que dijiste cuando empezaste a hablar.

—Jiang Li, eres demasiado… —gruñó la gata para quejarse de la complicidad—. ¿Es así como educas a tus hijos?

Jiang Li le dio una patada para alejarla.

En ese momento, el hermano menor de XinXin tiró de la mano de Jiang Li.

—Papá, tengo algunas preguntas que hacerte.

—Está bien, vamos al estudio. —Se levantó del sofá y llevó a su pequeño hijo con él—. De la última vez, ¿recuerdas los cálculos con los dedos que te enseñé? Si tu madre pregunta, dile que lo aprendiste por ti mismo… XinXin, puedes jugar con la gatita, pero no seas ruda, es un regalo para tu madre.

Ella prometió no hacerlo, pero en cuanto la tomó, comenzó a tirar del pelaje de su cola.

Cuando llegó la hora de dormir, cansada, Guan Miao Yan, se coló en la habitación y saltó a la cama.

—Discúlpame, pero no estoy acostumbrado a acostarme con otras criaturas, excepto mi esposa. —La echó.

—¡Soy tu esposa! —protestó y saltó a la cama de nuevo, solo para ser arrojada.

La escena se repitió un par de veces hasta que Jiang Li la atrapó y la sacó del dormitorio.

—¡Jiang Li, abre la puerta rápidamente! —gruñó frente a la puerta, luego de un rato sin respuesta, se rindió y se acurrucó en el sillón de la sala.

Al día siguiente, cuando Guan Xiao Yan se despertó, encontró a Jiang Li con ambas manos sobre el sofá, viéndola.

—¡Jiang Li! —gritó molesta y descubrió que su voz ya no era un maullido.

—¿Cuándo llegaste y por qué estás durmiendo en el sofá? —Le frotó la cabeza.

—Jiang Li, tienes algunas cosas que explicarme. —Saltó del sofá a su cuello para estrangularlo, tirándolo al suelo.

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