¡Cuidado con esos hermanos! – Capítulo 15: Mi casa, mi familia y yo

Traducido por Lucy

Editado por Ichigo


Punto de vista de Hari

—Hermano Eugene.

Era el nombre que yo quería pronunciar delante de esta persona desde hacía años.

Un pequeño susurro filtrado de mi boca parecía haber llegado bien al oído de quien tenía enfrente.

Poco a poco, aquellos ojos negros que estaban muy abiertos de repente tuvieron una sorpresa mayor que antes.

—¿Hari…?

Parecía más alto que la última vez que lo vi, no, sin duda lo es, y a medida que envejecía, parecía no tener comparación.

Su voz se hizo más gruesa y el hombre se hizo más y más varonil, el tono de su  voz era mucho más ronco que cuando era un niño.

Parecía tenso, como si no supiera qué hacer. El hombre de pelo rubio detrás de él habló.

—¡Dijiste que era una niña, y es una señorita! —murmuró escandalizado. No sabía quién era, pero parecía ser su acompañante.

—Hermana.

Louise, que acababa de llamarme desde lejos, se acercó. El caballero escolta detrás de ella parecía haber sufrido mucho, y Jean parecía haber desaparecido.

Lo vio delante de mí y abrió la boca como si se diera cuenta de algo.

—Oh, parece…

Ella también pareció reconocer su cara.

Tenía una buena mirada. Lo había conocido cuando vino a Bastier, pero fue hace mucho tiempo.

No quería llorar delante de ella, así que levanté la mano y me froté los ojos que estaban llenos de agua.

—Sí, es mi hermano.

En ese momento, los ojos de Eugene hacia mí cambiaron. No podía entender lo que significaba.

—¿Por qué no te mueves y hablas? —dijo el hombre de pelo rubio, en primer lugar, alertando de la situación.

—Está bien.

Solo entonces, se calmó y abrió la boca. Su voz se sentía tranquila y fría.

—Dame tu mano.

Al momento siguiente, sin darse cuenta se detuvo, sin terminar de extender la suya para alcanzarme.

Mirándolo, parecía que iba a tomarla y moverse, como lo hacíamos cuando éramos jóvenes, pero ese comportamiento no nos convenía ahora.

Eugene y yo ya no lo éramos. Yo no era una niña que pudiera perderse si él no me tomaba de la mano, y él ya no era un chiquillo que tuviera la responsabilidad de cuidar de sus hermanos pequeños.

—Duque, tienes que acompañarla.

El compañero de Eugene nos miró y habló.

—Eso es lo que debes hacer.

Pero incluso con él susurrándole, él seguía sin poder alcanzarme. Sentía vacilar su mano, colocada en posición neutra.

Era la primera vez que lo veía confundido  y aturdido por esto. Fue un poco gracioso, así que la risa apareció en mis ojos y me reí por lo bajo.

—Tómame de las manos. Como hacíamos cuando éramos jóvenes.

Después de decir eso, primero extendí mi mano hacia él.

En el momento en que mi dedo lo tocó, se sobresaltó bastante.

Pero cuando mi mano estuvo en contacto por completo, me miró con cara rígida y no la estrechó.

Era obvio que nuestra apariencia resultaría bastante extraña a los ojos de los demás, pero yo estaba satisfecha, y entonces él movió su dedo para tomar mi mano.

Los dos nos tomamos de la mano así y yo tomé la decisión de empezar a caminar.

Después de eso, fuimos a un edificio cercano.

La tienda, que vendía té, así como alimentos y bebidas simples, era lo suficiente tranquila como para compartir una historia, pero no hubo conversación entre nosotros, incluso después de que nos acomodamos junto a la ventana con vistas.

El hombre a su lado y Louise, ahora me doy cuenta, estaban fuera de la habitación. Sin querer se me cayó un ramo de peonías sobre la mesa.

Al levantar la cabeza, me di cuenta de que Eugene, sentado al otro lado, seguía mirándome con la cara tensa.

Después de verlo como un adulto durante mucho tiempo, no había ninguna sensación incómoda.

Por supuesto, estaba feliz, pero nunca imaginé que nos encontraríamos así de repente.

—¿Cómo has estado? —Le pregunté primero.

Nos enviábamos cartas, pero me preguntaba cómo le iría. Aunque él no respondió.

No parecía haberme desatendido a propósito, y parecía que no podía oír mi pregunta porque estaba nervioso por los demás, o solo se le había escapado a propósito.

—¿Hermano?

Cuando le llamé, solo entonces respondió.

Parecía haberse despertado, y pronto abrió la boca con una mezcla de ligera vergüenza, pudor y torpeza.

—Oh, lo siento, por alguna razón, me siento un poco lento.

Cuando oí eso, quise saber por qué. No conocía a su versión adulta, sino cuando tenía 12 años.

E incluso después de eso, era solo una apariencia fragmentaria que vi a través de la esfera de la comunicación, por lo que desde su punto de vista, entiendo que esté un poco abrumado él también por haberme visto crecer tanto.

—¿Cómo estás?

Su cara diciendo esto, casi fue restaurada a su calma original.

—Igual. ¿Cómo has estado? ¿Te sentiste incómoda en tu estancia en Bastier?

Me devolvió la pregunta en vez de contarme su historia.

Traté de hacer preguntas varias veces durante las cartas, pero siempre volvían más preguntas que respuestas.

Al igual que yo, seguro quería ver y preguntar esto en mi cara.

—No, no lo hice.

Pensé que conocía su mente, así que respondí con una sonrisa.

—Todos hicieron un buen trabajo. Siempre fueron muy cuidadosos y considerados, así que no me sentí incómoda durante mi estancia.

Tal vez existiera tal cosa, pero no lo habría dicho ya que no quería importunarlo.

—No tenías de qué preocuparte. Desde la primera vez que fui a Bastier, hasta hoy, todo fue bien.

Sentí que estaba aliviado, por el alivio que se reflejaba en su rostro en este momento. El hecho de que nos ha ido muy bien allí, bajo la protección de Bastier lo tranquilizaba.

—Todos nos trataban como una familia.

Le dije que los Bastier nos trataban con sinceridad y cariño y que nuestra vida allí era cómoda.

Espero que Eugene, que siempre ha estado pesado desde que vivía allí en la jaulita, se sienta a gusto. Él me escuchó en silencio y abrió la boca.

—Sí, siempre que he contactado con los Bastier me han dicho que son como una verdadera familia. Cuando me enteré de tus noticias, me sentí aliviado de que parecieran estar mejor de lo que pensaba. Sí, estoy muy agradecido a Bastier por tratarte como su hija.

Siento que está ocultando el temblor en su voz, porque se calló un momento.

—A veces como una broma, han expresado su intención de quedarse en Bastier con ustedes en el futuro, pero no creo que sea así.

Le miré en silencio.

—Entonces, si tienes una buena vida ahora…

Dejó de hablar un momento. Pude notar que no quería hablar del tema.

—Mi hermano dijo que antes…

Los recuerdos de ese día parecían ser muy, muy viejos, pero se sentía muy vívido como si hubiera sucedido ayer.

—Que volvería por nosotros… Así que lo esperé todos los días.

De todos modos, nunca olvidé ni un solo día la promesa que nos hizo. Su boca, que estaba cerrada con firmeza ante mi voz tranquila, se abrió de nuevo.

—Iba a ir justo después de limpiar. Siento llegar tarde.

Como, ¿qué acababa de decir? Ni siquiera se dio cuenta de lo estúpidas que eran sus palabras.

Ahora, él parecía pensar que era demasiado tarde. Tal vez porque ha pasado tanto desde ese día,  piensa que no puede volver con nosotros.

Eugene en la carta habría sido más honesto. Sabía lo ansioso que estaba por volver a vivir en Ernst con su familia. Estaba pensando, preguntándome qué decirle.

¿Por qué no nos contactó con la esfera de comunicación hace cuatro años?

Hacía mucho tiempo que no le veía la cara.

Por supuesto, incluso en las cartas, él siempre está en la forma de un guardián completo que tenía que asumir la responsabilidad y cuidar de nosotros, pero también mostraba su debilidad.

La razón por la que impedimos que viniera a Bastier y empezamos a contactar primero con él por correspondencia fue porque no queríamos abusar de él.

De hecho, si él hubiera querido vernos primero, no habría habido forma de impedirlo.

Sin embargo, no ha venido a vernos desde hacía 4 años y se había puesto en contacto solo a través de cartas.

En una carta que envió un día, decía: “Creo que soy débil cuando los veo.”

Aunque solo era un papel, me pareció que de su frase salían innumerables emociones que yo desconocía.

—Te extrañé, hermano Eugene.

Dejé de pensar qué decirle. En realidad, quería decírselo desde el primer momento en que lo ví.

—Siempre quise volver a Ernst con mi hermano.

Pero no era razonable. El invierno pasado, qué feliz me puse cuando supe por los Bastier que pronto podría volver.

Y qué emocionada estaba cuando por fin se arregló lo del Día de los Caídos hace un tiempo. Y ahora, enfrentándome así a su cara, no sabía cuánto tendría que aguantar mis lágrimas.

—Mi corazón nunca ha cambiado. Quiero volver a Ernst con mi hermano. Ese era el único pensamiento que me llenaba ahora. Gracias por mantener tu promesa.

Por supuesto, la reunión de hoy fue una coincidencia, ya que después de un tiempo, iba a volver a Bastier, donde mis otros dos hermanos y Louise estaban esperando.

Eugene había estado en silencio durante un rato. Mientras hacía contacto visual conmigo, sus ojos oscuros poco a poco comenzaron a crear aguas poco profundas.

—Sí.

Y un poco más tarde, susurró en voz muy baja, revelándome las partes débiles de él como si hubiera vuelto a su infancia.

—Gracias por esperar.

Cuando salí, el sol que colgaba de lo alto del cielo descendió de repente hasta la parte inferior de la cruz de la aguja. Dos carros esperaban delante del edificio.

Un hombre de pelo rubio bajó del carruaje cercano al nuestro cuando nos vio y nos había encontrado al salir del edificio.

—Están fuera.

—¿Esperaste mucho tiempo?

El compañero de Eugene que había visto antes era un hombre joven con un aire intelectual. Parecía de unos veinte años o más.

En cuanto al color y al ambiente, el escolta no parecía como tal, sino más bien un compañero. En cuanto salí, la sensación se hizo fuerte.

—Este es Rowengreen Swalloes.

—Aunque aún me falta mucho camino por recorrer, soy el ayudante del duque.

Cuando Eugene lo presentó, me saludó con cortesía. Me quedé mirando a la persona que acababa de conocer un poco extrañada. Como nunca lo había visto en mi vida pasada, no lo conocía. Mi curiosidad surgió ante la presencia del hombre que estaba ahí de pie.

¿El ayudante de Eugene? La persona que estaba allí en la vida pasada era un hombre con un alto conocimiento.

Un hombre llamado Rowegreen Swallows me miraba con ojos curiosos igual que yo.

—Y tu ya sabes, esta es mi… Hermana, Hari.

—Te veo por primera vez. Soy Hari Ernst.

Eugene dudó un momento delante de la palabra “hermana”, para él desconocida, pero fue un momento muy breve. Tal vez era porque nunca había tenido que presentarme delante de los demás.

—Es tarde, así que será mejor que vuelvas hoy.

Louise no era visible ya que estaba en el carruaje. No era de buena educación abrir la puerta para comprobarlo, pero Eugene me lo dijo.

En efecto, era hora de volver.

—Bueno…

Pero me dio pena separarnos así.

—Hasta luego, hermana.

Pero no era capaz de seguirlo en este momento.

Un poco de fuerza fue a la mano de Eugene que atrapó la mía. Esta vez él me estaba escoltando, así que no estaba agarrando sus manos de forma tan cómoda como antes.

—Sí, hasta luego.

Su voz contenía el mismo pesar que la mía, pero la suya se sentía un poco persistente. Tal vez solo no quería dejar que me fuera de esta manera.

—Te he traído un regalo, hermano.

Es un presente. “Esto es del corazón de  tu hermana menor”, ¿debería decirle así?

Como yo en principio tenía planeado salir a otro lugar, no pensé que me reuniría con él tan pronto, así que solo quería estar más tiempo así.

Pero es un problema, ya que todo lo que tengo ahora es un ramo de flores. Bueno, la peonía sigue siendo bonita, así que si la toma y la pone en un jarrón, ¡será una algo refrescante!

Él sostuvo el ramo de peonías que le pasé. El ramo, que estaba casi desbordándose en mis brazos, parecía mucho más pequeño en los suyos.

Sin darse cuenta, tomó lo que yo le daba y me ofreció una mirada sutil..

—¿Un regalo?

—Lo compré antes, sí, creo que le queda bien a mi hermano.

Siendo sincera, era solo un decir que era para él, ya que en principio lo compré porque se veía bonito. También irradiaba un encanto misterioso.

—Es la primera vez que recibo un regalo floral.

De repente, escuché el sonido del viento, pero él me estaba sonriendo. Era como el hielo derritiéndose en primavera.

Mis ojos le miraban con atención, con la calidez de la luz de su rostro. Su cara era como la de Eugene a los 14 años, cuando el matrimonio Ernst aún vivía.

Veamos. Me dio un poco de emoción en el pecho ver su sonrisa. Al girar la cabeza, pude ver a Rowengreen, que seguía allí, abrir mucho los ojos hacia él.

Al ver su reacción, me sentí un poco avergonzada, después de todo ya no somos niños…

Me quedé mirando en silencio su rostro durante un rato, y luego levanté el brazo. Pude usar las dos manos con libertad porque ya le había entregado las flores que tenía en la mano.

En cuanto lo abracé, su cuerpo se endureció.

Siendo honesta, fue debido a la diferencia de físico que parecía que yo no era muy alta, en lugar de abrazarlo, me veo como si lo sostuviera.

Sentí que el cuerpo rodeado por mis brazos se volvía rígido. Aún así, le susurré tan bajito que solo él pudo oírme, sin soltarle.

—Volveré a verte pronto.

Y entonces, cuando solté su brazo e intenté alejarme de él, el calor apareció detrás de mí, mientras me devolvía el abrazo.

—Te recogeré pronto.

Poco después, mi brazo y el suyo, que se sujetaban con fuerza por los hombros y la espalda, se separaron.

Y después me dirigí al carruaje.. Louise, que iba dentro, me vio y abrió la boca.

—¿Le diste mi saludo?

—Sí, parecía que mi hermano también quería despedirse de ti.

Cuando nos encontramos, ni Eugene ni yo teníamos ninguna prisa. Aún así, saludé al señor. Rowengreen, que se dice que es su ayudante, y Louise siguió hablando.

—Estaba preocupada porque no saliste del carruaje.

De todas formas ya era poco razonable ir a saludar porque el vehículo ya se había puesto en marcha.

—No te preocupes, vas a volver a verle pronto. Voy a estar con mi hermana hasta que llegue el momento.

Ella, que dijo eso, parecía un poco cortante. Pero se incorporó con rapidez. Aunque todavía tenía cara de malhumorada, pensó en mí y me dijo lo que sentía.

Qué linda. Mirándola, me siento como si me fuera con Eugene y volviera a Ernst. Es verdad que ella  sigue siendo una niña.

—Incluso si vuelvo a Ernst, ¿vendrás a verme todos los días?

—¿En serio?

—¿Así que no quieres verme?

—¡No, iré todos los días!

Louise se sintió muy aliviada. Después de un rato, pareció pensar en algo, entonces me dijo.

—Pero me quedé asombrada hace un rato. Hace mucho que no lo veo en persona, pero el hermano Eugene se ha vuelto muy genial.

Dijo que se parecía un poco a la persona del pasado, pero admitió que había cambiado.

—Cuando lo vi por primera vez, pensé que era un extraño.

Escuché eso y sonreí para mí. ¿En serio? No estoy segura de que haya cambiado tanto aunque por supuesto, ha crecido mucho.

Tengo la sensación de ello, pero no sé lo que es ser genial o pensar que no le conozco. Porque siempre le reconoceré aunque haya pasado mucho tiempo.

¿Me vuelvo lerda porque ya le he visto durante muchos años en el pasado?

Bueno, siendo objetivos, ninguno de los tres hermanos es feo. Por alguna razón escuché los elogios hacia ellos, y me sentí como una madre que no podía despegarse del encanto de sus hijos.

Mientras el carruaje se movía, escuche los elogios de Louise que continuaron por un rato.

♦ ♦ ♦

Después de eso, se adelantó el día en que decidimos volver a casa.

Ernst seguro tenía mucho que preparar para que volvamos a casa, pero parecía que Eugene tenía prisa por terminar de prepararse de inmediato después de encontrarse conmigo.

Así que Kabel, Erich y yo empezamos a prepararnos en serio para dejar Bastier. Sin embargo, no había mucho que empacar.

Todo lo necesario para vivir ya me lo proporcionarían en Ernst, así que solo tuve que llevar mis pertenencias.

Pero como igual necesitaban tiempo para organizarse, Kabel y Erich también volvieron de su academia para pasar el fin de semana. Bien.

—¿Puedo entrar un momento?

A última hora de la tarde, alguien llamó a mi puerta. Lo que se filtró fuera fue la voz de Johannes.

—Sí.

En cuanto di el permiso, la puerta se abrió. Él levantó la taza que tenía en la mano y me sonrió.

—¿Quieres un poco de té?

—Gracias. Ven y siéntate.

Al ver que había dos tazas con vapor caliente, quiso decir que tomáramos el té juntos. No tenía motivos para negarme, así que le sonreí y le recomendé que tomara asiento.

—¿Te he molestado?

—No, ya he terminado de organizarme y solo estaba revisando.

Era lo mismo. Él, que estaba sentado en la mesa, miró por un momento a mi alrededor y soltó una leve carcajada.

—Recuerdo cuando viniste por primera vez.

Él también estaba impresionado por el tiempo transcurrido antes de dejarnos. Hace algún tiempo, la pareja Bastier también expresó un sentimiento de pesar.

Yo miraba alrededor de esta habitación con la sutil sensación de haber tenido que despedirme poco antes.

—Pensándolo bien, creo que quería traerte aquí desde Ernst cuando nos conocimos.

Johannes se rió como si recordara viejos tiempos. ¿Ah, cuando se peleaba con Kabel? ¿Esa fue la primera vez que le vi?

—Lo recuerdo.

Recuerdo sus peleas.

—Ustedes solían pelear todo el tiempo. Incluso una vez el hermano Kabel gritó: “¡Ella no es mi hermana!”. “Bueno, ¡dámela” le dijiste.

Vaya, es muy triste volver a pensarlo. En aquella época, el segundo hermano era el verdadero problema. Johannes era tan genial como ahora. Claro que su antigua personalidad era mucho más tímida que ahora.

—No mucho después, fue la primera vez que viniste a esta casa —dijo, dejándome un vago recuerdo antiguo—. A partir de ese momento pensé que debía protegerte.

Mi mano que sostenía la taza se detuvo un momento en el aire.

—En aquel momento, parecías tan cansada y triste que, a partir de entonces, quise hacerte reír, o por lo menos así pensaba.

Pero no parecía estar esperando una respuesta, abrió su boca una vez más.

—Parece que el tiempo que has estado aquí fue bastante largo, pero por otro lado, se siente como si fuera un abrir y cerrar de ojos.

—Seis años no fue poco tiempo.

Pensándolo bien, era bastante.

—Sí, no es poco.

El tiempo que un bebé se convierte en niño y un niño en joven.

—Y Hari, tú llevabas solo dos años en Ernst.

Me asombré de las palabras que fluían de su boca.

—¿Pero consideras a Ernst más un hogar que Bastier?

Parecía curioso con sinceridad.

Me preguntó si el lugar donde solo viví 2 años cuando era más joven era más un “hogar al que volver”, que el lugar donde pasé los últimos seis.

En ese momento, me di cuenta de que era cierto.

Era obvio para los demás, el tiempo que viví en Bastier fue mucho más largo.

Es más, durante los dos años que pasé allí, no tenía una memoria muy buena. Así que, como una niña normal, podría haber considerado este lugar, donde vivo, en lugar de Ernst como un hogar de verdad.

“Entonces, si ahora tienes una buena vida…”

¿Es lo que Eugene estaba tratando de decirme? Pero he vivido en Ernst durante más de veinte años. Y…

“Por supuesto. Eres nuestra hermana.”

La voz que no se borró de mis recuerdos volvió a rondar en mi cabeza. Bebí té con miel y se me hizo agua la boca, pero no. En aquel momento, no habría salido de casa sin que me lo dijera.

Sonreí en silencio, y Johannes leyó mi respuesta. Me miró fijo y sonrió como si no pudiera evitarlo.

—Aunque vayas allí, quiero que eches de menos a Bastier.

—Lo haré.

—Como ahora pienses en Ernst, espero que algún día quieras volver otra vez aquí.

Lo siento, no puedo responder a eso, pero él se rió como si lo supiera.

—Ahora no seré codicioso.

Después de eso, se levantó de su asiento.

—Deja de hacer las maletas y ve a tomarte un descanso. Mañana tienes que levantarte temprano.

—Siempre te estaré agradecida, hermano.

Sonrió una vez más, mirándome mientras le decía esto.

Y a la mañana siguiente, llegó un invitado que esperábamos desde hacía tiempo en la puerta de Bastier.

—Pasa, Eugene.

Me paré en el segundo piso del rellano y miré al hombre que estaba frente al matrimonio.

—Hermano Eugene.

Kabel y Erich también se acercaron a él. En su llamada, los ojos oscuros del primer hermano se deslizaron hacia nosotros.

—Vengo a recogerlos.

Una vocecita cruzó mis oídos. Le sonreí al encontrarnos de nuevo y le di la bienvenida.

—Vamos, hermano.

Así dejamos Bastier. Un hogar nostálgico. Nuestra cuna de tranquilos recuerdos de infancia. Fue el regreso de Ernst.

—Bienvenido, duque.

Tan pronto como llegamos, la cara de la casa nos saludó y me detuve.

—Y la joven dama, y los jóvenes señores. Ustedes han tenido un tiempo difícil viniendo de lejos.

—Hubert.

El mayordomo era un poco más frío de lo que recordaba, pero apenas parecía diferente de antes.

Por supuesto, tampoco podía evitar el paso de los años, así que noté su pelo más blanco y arrugas alrededor de los ojos.

—¿Cómo está?

—Gracias por preocuparse, señorita.

Mientras me alegraba, él sonrió.

—Has crecido mucho mientras tanto.

Sus ojos al mirarme brillaron por un momento. Quizás le recordaba mi aspecto de hace seis años.

—Hari, ven dentro.

—Sí, saluda y entra rápido.

Uf, Eugene es otra persona. Pero el segundo hermano, él ¿no es tan poco simpático?

Hubert tuvo mucha paciencia en el pasado, ¡cómo puedes ser malo!

—Puedes saludarlo de nuevo más tarde. De todos modos, seguirás viviendo aquí.

En ese momento, Erich se bajó del caballo y pasó por al lado mío. Después de eso, Penny sacudió la cola y corrió hacia delante, como si estuviera emocionada.

—Chicos…

Oí que Hubert se reía y moví los pies después de haberme detenido. Ja, Erich tenía razón. Había mucho tiempo en el futuro. Juntos entramos en la mansión.

No se veía a nadie más dentro, ni siquiera el grupo de los criados. Era mejor echar un vistazo a la casa sin interrupciones. Lo mismo ocurría cuando miraba el exterior de la mansión.

—Pasen, chicos.

Todos parecían saludarnos ahora entre risas. Sí, no volvería a ocurrir. Después de la muerte del matrimonio, me pregunté si sería mejor no tener ningún remordimiento.

Sin embargo, no me arrepentí del tiempo que pasé con ellos. Durante ese breve tiempo tuve un sueño bastante feliz.

—Pensé que sería mejor para ustedes organizar su habitación, así que la dejé como estaba.

Cuando oí las palabras de Eugene, me detuve. La sensación de subir y bajar por el rellano hasta el segundo piso era bastante extraña.

Kabel y Erich también se fueron a sus habitaciones. Solo él se quedó quieto y nos observó. Me detuve un momento ante una vista familiar y giré el pomo de la puerta.

Y al final, respiré poco a poco el paisaje de la habitación que me llamó la atención. Mi cuarto sigue siendo de color rosa infantil, tal y como la hizo a mano el matrimonio.

Estaba llena de color. Papel pintado de rosa, doseles rosas, muebles de madera rojiza clara y alfombras rosas en el suelo.

Sobre la cama aún estaban los pequeños muñecos que me había comprado. Mientras tanto, la habitación estaba limpia, como si alguien se hubiera encargado de mantenerla.

Mientras miraba alrededor, mi corazón empezó a palpitar.

—De verdad es igual que antes.

El paisaje a mis ojos es casi el mismo que vi por última vez hace seis años, por lo que me sentí extraña.

Era como si se hubiera detenido el tiempo.

Sin embargo, las camas, que parecían más pequeñas que antes, y los escritorios y las sillas, de menor altura, demostraban el curso de las cosas.

Me acerqué a la cama y tomé uno de los muñecos que había sobre ella. El conejo de largas orejas estaba blanco como recién lavado.

Era el mismo que Erich me prestó.

De pronto pensé en los viejos tiempos, sonreí y volví a ponerlo sobre la cama. Y cuando volví a salir, vi las sombras de Kabel y Erich en el pasillo, un paso por delante de mí.

—¿Ya están echando un vistazo?

—¡Sí! No tenía mucho que ver…

Kabel respondió de inmediato a mi pregunta. Pero, ¿qué es este estado de ánimo? No es el aspecto de personas que regresaron a su casa…

—¿Por qué ninguno de los dos está emocionado?

—Eso es porque hemos estado antes… ¡Ay!

—El hermano mayor está esperando allí.

Fue porque Erich, que estaba a su lado, golpeó el costado de Kabel con el codo.

—¿Qué han estado haciendo antes?

¿Qué acababa de decir? Por alguna razón, parece que habían dicho que estuvieron aquí antes de hoy. Excepto yo, ¿han venido a casa?

¿Han vuelto alguna vez?

—¿Qué haces? Vamos.

Cuando entrecerré los ojos y los miré, Kabel apartó la vista. Erich se precipitó sobre mí.

De todos modos, no era tan difícil obtener información del segundo hermano, así que me comprometeré más tarde. Entonces los seguí.

—Ah, esta habitación también se ha mantenido mucho tiempo.

Después de un rato nos acercamos a la sala de juegos. Seguí caminando por Ernst y llegamos a este lugar, donde por primera vez nos reunimos los tres.

Cuando me empujaron, llegamos al lugar donde nos enteramos de la noticia de la pareja Ernst. ¿Seguía estando igual que antes?

Pero pronto, me quedé perpleja por las palabras de Eugene, esperándonos de pie delante de la puerta.

—Tengo un regalo.

Pero antes de que siquiera lo cuestione, abrió la puerta y se dio la vuelta.

El escenario de la sala de juegos era casi idéntico al de mis viejos recuerdos, pero solo había una diferencia. En el centro de la habitación, había una presencia clara en medio que nunca había visto antes.

—Hari, es tuyo.

Lo miré con los ojos muy abiertos.

—Recordé que dijiste que habías aprendido a tocar el piano antes.

Lo que había presentado como regalo era un piano blanco resplandeciente con un brillo deslumbrante. Recuerdo haberlo mencionado en una carta.

Desde entonces, lo he dicho un par de veces más, pero incluso esa fue una historia que pareció pasar de largo.

Mirándoles la cara, Kabel y Erich ya eran conscientes del regalo que había preparado. Giré de nuevo la cabeza y miré lo que tenía delante.

Al acercarme y levantar la mano, la fría temperatura del piano se transmitió a las yemas de mis dedos.

—Gracias. Me gusta mucho —le dije un poco emocionada.

Entonces, el rostro que estaba mirando brilló con confianza ante mi reacción.

¿Alguna vez te ha preocupado que no me guste el regalo que has preparado? Eugene, ¡tienes un lado lindo!

Quise ir a abrazarle de todo corazón, pero decidí aguantar el impulso porque nunca hice ese tipo de ataque ofensivo a mi hermano, ni siquiera en mi vida anterior.

En cambio, elogié mucho el objeto.

—¡Nunca había visto un piano tan bonito!

—Quería hacer uno a medida, pero no tuve tiempo. La próxima vez compraré un piano nuevo.

¡No, este me gusta! No necesito otro.

¡No hace falta hacerlo a medida!

—Una vez que me lo des, es mío para siempre, no necesito uno personalizado.

Lo dije como si fuera una dedicatoria.

—¡Entonces, vamos a comer!

—¿De verdad tienes que romper el ambiente en este momento emocional?

Kabel respondió con violencia a lo que Erich hizo, y yo levanté la mano del piano y les contesté.

—¿No es demasiado pronto para comer?

—¿De qué estás hablando? Si vienes a casa, tienes que comer antes.

Pero en cuanto lo dijo, Kabel me respondió.

Oooh, genial. ¿Desde cuándo comer se ha convertido en la anticuada tradición que hay que hacer después de volver a casa?

¿Tengo hambre? No, no hace mucho acabamos de comer, así que ¿por qué te pones a comer arroz cuando todo el mundo vuelve a casa?

—Sí, vamos al comedor. Quizá esté listo pronto.

¿No está alineado con otras palabras? Estoy perdiendo votos si es así. ¿Es porque están en la juventud y se encuentran en un lugar nuevo, para crecer con todo su esplendor?

Hmph…

Al final tuve que ir al comedor ya que me empujaron una y otra vez.

La cena temprana del día se celebró en un ambiente amistoso donde la historia de nuestra actividad reciente fue el intercambio de unos a otros.

Fue un día perfecto, si hubiera otro como este. Me sentí un poco avergonzada con las criadas cuidando de mi baño.

—Puedo hacerlo sola.

Estaba acostumbrada, así que no era muy reacia a hacerlo yo misma, pero las criadas de Ernst delante de mí no me dejaron.

—El Duque ordenó que no hubiera pequeñas molestias en la vida de la dama.

Me contestaron con una cortés reverencia y empezaron a hacer su trabajo con cuidado de nuevo.

Desde la primera vez que vi a los criados me di cuenta, por su actitud, de que el ambiente era algo diferente al de antes.

Nos trataban con una actitud muy sincera.

Aunque por lo general permanecen callados como sombras, cuando necesito algo, aparece un mayordomo o se mueven como una extremidad.

Cuando pedía algo, me lo traían en seguida sin tener que repetirlo, ni siquiera tenía forma de decir algo que no me gustara o plantarme en contra de algo…

¿Debo decir que se siente como si fueran profesionales que han trabajado en una mansión y tienen al menos 20 años de experiencia?

De todos modos, era algo cómodo cuando pedía algo, siempre estaban atentos. Cuanto más observaba a los que ahora me peinaban sin parar, más rara me sentía.

Aun así, era porque hablaba sin parar y me mostraba amable, y al menos los que me escuchaban se sentían más cómodos conmigo que al principio.

Kabel y Erich seguían en la escuela, así que volvieron a la Academia y se quedaban en casa solo el fin de semana.

Solo quedamos Eugene y yo, pero durante el día, él también tenía que ir a trabajar.

Así que, mientras me quedaba en la casa donde podía adaptarme a ella, pasé algún tiempo hablando con Hubert, deshaciendo un reencuentro y charlando con los criados.

Parecían pensar que el cielo se derrumbaría si hablaban conmigo.

Cada vez que les saludaba y hablaba con ellos, me preguntaba cómo no sabía qué hacer, ya que los humanos no son animales que no supieran adaptarse.

—¿Debo decir que es un maestro estricto y difícil…?

Le pregunté a una criada que me preparaba la ropa por Eugene, porque tenía curiosidad por saber cómo había estado la casa mientras estuvimos fuera.

Pero al preguntarle, no pareció entender el significado de lo que le decía y me habló de él.

—Salía de la mansión temprano por la mañana y volvía tarde por la noche, rara vez me encontraba con él. Aun así, tenía la impresión de que era difícil de tratar.

Esta era la idea de los sirvientes.

Había muchos criados en la mansión, y algunos de ellos tenían caras de haber trabajado aquí antes, pero por lo general, no hablaban de él.

Así, fue una nueva criada la que me dijo ahora que hacía dos años se había unido a Ernst.

De hecho, como estaba transitando el segundo año, no era razonable decir que había pasado más de uno.

—Oh, hermano, por qué llegas tan temprano… ¡Ay!

Entonces lancé un pequeño sonido en lugar de levantar mi cuerpo de mi asiento. La criada que servía el té desde un lado pareció sorprendida por mis movimientos repentinos.

La taza flotó y, debido a ello, el líquido se derramó sobre mi mano. Asombrada, salté de la mesa.

—¡Lo siento, jovencita!

La camarera me pidió disculpas tan avergonzada como si hubiera sido un error involuntario.

—¿Se encuentra bien?

Entonces, la mano de alguien, extendida desde un lado, se apresuró a rodear mi muñeca. Era Eugene que se acercó. Su mano se mojó con el agua que fluía.

—No pasa nada. El té no estaba tan caliente.

Siendo sincera, era agua que acababa de hervir, así que mi piel estaba bastante quemada, pero mientras él miraba mi mano enrojecida con cara seria, le contesté como si no fuera para tanto.

Claro que no me creyó.

Al momento siguiente, un ojo con una mirada aguda y negra se clavó en la persona que estaba a mi lado.

—¿Dónde está tu cabeza para cometer un error como este?

Oí una voz fría que se clavaba en mi oído sin darme cuenta. Levanté la cabeza por reflejo.

Ahora, él, que miraba fijo a la criada que estaba a mi lado con una cara desconocida, apareció frente a mis ojos.

Ella, que recibió su mirada fría, se arrodilló con disgusto.

—¡Lo siento, lo siento! Tenía que tener un poco más de cuidado, pero me he descuidado… No fue a propósito…

—¿Quién dijo que quiero oír excusas?

Sus ojos estaba cubiertos de hielo negro. Eran afilados y tan fríos como para sentirlo.

—No me importan tus intenciones. Pero eso no significa que lo de recién no haya pasado.

—Hermano. Cometí un error de todos modos. No fue tan grave.

Cuando agarré su brazo con mi otra mano, que no estaba lastimada, pareció calmarse.

Poco después, sus ojos se deslizaron hacia mí mientras leía las señales tranquilizadoras de mis acciones y palabras.

Los ojos negros en mi campo de visión eran fríos, pero un poco mejor que antes. Le hablé a la criada cuyo rostro estaba blanco como una hoja.

—Limpia la habitación mientras estoy fuera para el tratamiento.

—Sí, sí, señorita.

Por fortuna, después de eso, Eugene no dijo nada. Pensé que era más urgente empezar a curar mis manos, por lo que no hizo ningún sonido de nuevo.

De inmediato recibí los primeros auxilios, y después de eso me sentí un poco complicada.

Eso se debía a que la reacción de Eugene me pareció algo excesiva en comparación con lo sucedido. Pero no dije nada.

Era muy cauteloso creer que su mano, que curó la mía, era la que acababa de enviar sus ojos tan fríos a una criada que acababa de cometer un error.

Si lo pienso bien, fue lo mismo cuando se acercó a mí y me levantó la mano enrojecida.

—¿No te duele?

—No me duele. ¿Tanto te preocupó? A medida que te haces mayor, dicen que suceden más accidentes.

—Dices que está bien aunque no esté bien.

—¿No? ¿No está bien ahora?

¿Crees que voy a morir por esto?

—Así se habla.

Aún así, me alegré de que la frialdad que había en su cara mientras hablaba antes se suavizara un poco más.

Acababa de culpar a la criada por el trabajo anterior, así que ni siquiera pensé que iría tras ella y la castigaría.

Cómo respondió con una respuesta fría, era indiferente a los criados habituales.

Lo que acabo de ver es seguro porque estaba muy enojado. También fue porque la criada era nueva.

También es cierto que los sirvientes mostraron una figura perfecta cerca de cero defectos, y que la actitud hacia nosotros era tan extrema que era algo exagerado.

Tal vez parecían pensar que si cometían un pequeño error, Eugene podría llegar a comérselos. Incluso cuando él no hacía nada y parecía indiferente, los criados tenían problemas con él…

La criada que lo vio hoy, ¿qué dirá en el futuro? Cuando pensé en ello, me sentí un poco disgustada.

—Oh, entonces espero que la carta de invitación no estuviera mojada.

—¿Carta de invitación?

Entonces recordé de repente el correo que estaba mirando. Las puse sobre la mesa y las fui mirando una a una, pero no sé si estaban  mojadas por el té.

—Han enviado cartas aquí y allá para ver si ya se ha extendido el rumor de que hemos vuelto a Ernst.

Otra vez pasó esto. Incluso las personas que despreciaban mi origen sonreían lo suficiente como para fingir amistad.

Tal vez, sin saberlo, las cartas a mis hermanos habrían sido más que las mías.

—Había algunas invitaciones entre ellas, pero ¿quieres que vaya?

Siendo honesta, no quería ir a ese lugar ahora mismo, pero aparte de eso, quería escuchar los pensamientos de Eugene sobre hasta qué punto podía actuar con libertad.

Por supuesto, en mi vida pasada, él no restringió mi comportamiento, pero la situación era diferente ahora.

Si él deseaba abstenerme de salir por un tiempo, o si pensaba que sería mejor asistir a algunos lugares importantes, quería saber su opinión al respecto..

—Haz lo que quieras.

Pero habló sin vacilar. Y en las palabras que siguieron, perdí las mías.

—Si tienes un lugar al que quieres ir, puedes hacerlo, y puedes hacer lo que quieras.

Su voz, pasando por mi oído, era muy tranquila.

—Si tienes algo que quieres, puedes tenerlo todo.

Eugene habló, en contraposición con lo increíble que estaba diciendo.

—He tomado tanto tiempo y esfuerzo hasta ahora para que seas capaz de hacer eso.

Él no era el tipo de persona que decía esto con facilidad. Me enfrente a sus pupilas negras delante de mis ojos. Pude notar sin dificultad que había un significado real detrás de ellos.

En ese momento, se me revolvió un poco el estómago, “puedes hacer lo que quieras, puedes tener lo que quieras”.

No eran una palabras que decirle a una chica corriente que ni siquiera era reina de un país. Y no me atrevía a imaginar lo que se habría perdido a cambio de ello hasta hoy, cuando al fin pudo decirlas.

Cuando pensé en eso mi corazón se apretó.

—Cualquier cosa.

—Si quiero algo irrazonable, ¡¿qué vas a hacer?!

Pero no quería tomar ese pensamiento en serio, así que lo intenté y me reí como si fuera una broma.

—Aunque me lleve tiempo, me aseguraré de que lo consigas.

Pero al final, solo volví a escuchar la inmerecida e indescriptible promesa de gran tamaño. Y supe que él verdad se esforzaría por cumplir sus palabras.

Tal vez no se limitaba a mí, sino a todos nosotros, incluidos los dos hermanos menores, pero lo odiaba por eso.

Levanté ambas manos y envolví su rostro. Luego le miré a los ojos de frente.

—Quiero que seas feliz.

Volvió a responder sin vacilar.

—Tu felicidad es la mía.

Sabía que era él, pero aún así dudé en contestar. No era lo que esperaba.

—Deberías alegrarte cuando seas feliz.

Le hablé de nuevo.

—Yo…

Entonces preferí no escuchar. Presioné las mejillas de Eugene y le impedí hablar.

Woah, pero es extraño. ¿No parece una ostra si presionas sus mejillas así? ¿Por qué tiene la cara tan fina?

Me sentí desconfiada por un momento, y pronto dejé de pensar en cosas inútiles. Entonces, tras un breve suspiro, levanté la mano contra su rostro.

Después de eso, pareció dejar de respirar ante mi repentino acto. Su cuerpo, que se había estremecido, se volvió muy rígido, y luego se movió poco a poco, llegando a mi brazo…

—¿Qué estás haciendo?

—¿Qué, no sabes lo que es un abrazo?

A diferencia de la última vez que nos encontramos fuera, el nivel de sus ojos estaba casi al mismo que el mío, porque estábamos sentados.

Así que pude sostener su cuello, no su cintura.

La verdad es que me gusta abrazarlo. Aun así, Eugene era tan alto que no me sentía cómoda.

O tal vez es porque él tiene una postura muy rígida incluso cuando lo hace. ¿Qué…? ¿Te falta el sentido común de doblar un poco la espalda?

—Solo mira hacia abajo un poco más.

Las orejas de Eugene estaban justo a mi lado porque le estaba sujetando el cuello.

En el momento en que dije eso, sus hombros, rodeados por mis brazos, se encogieron, mientras él hacía lo que yo le exigía.

Pero en lugar de ceder, intentó zafarse de mí. Uy, ¡pero no así!

—Oh huh, ¿no puedes quedarte quieto?

Aunque parezca frágil, ¡tengo un poco de poder escondido!

Apretando mis brazos y sujetando su cuello con fuerza, la parte superior de mi cuerpo se apoyó más en él. Eugene me abrazó y enterró mi cara con más profundidad que antes.

Oh, ahora estoy cómoda en la postura. Pero este chico, ¿por qué ahora, parece que no respiras? ¿Te he estrangulado demasiado fuerte?

De repente me calmé y aparté mi abrazo. Entonces un pequeño suspiro de aire voló sobre mi hombro.

Aún así, me sentí satisfecha de que él no intentara escapar esta vez para ver si había funcionado.

—Sí, qué bien se está tranquilo.

Desde el principio, si te abrazo con suavidad, ¿entonces te gustaría?

—Ojalá pudieras dejarme ir.

Pero Eugene no se rendía todavía. Su voz dura rozaba mi oreja y me hacía un poco de cosquillas.

Estaba en una situación muy incómoda.

—¿Por qué? ¿Quieres volver?

—No era porque me sentía mal…

El tono de su voz era débil, no como la habitual. Él apagó su voz a mi pregunta y luego cerró la boca.

Hm, pero si no te gusta, no hay razón para no decirlo. De hecho, creo que quise abrazar a Eugene una vez mientras tanto.

¿Qué pasaba cuando abría los ojos solo por la mañana en esta casa espaciosa, y cuando volvía solo a una casa vacía donde nadie se encontraba con él?

Cuando estaba triste, cuando era duro, y cuando quería llorar, nadie dependía de su corazón, y nadie le consolaba.

—Creo que tienes que darte cuenta de que ya no somos niños.

Por supuesto que había muchos sirvientes en esta casa, pero excluyámoslo.

—Como tú creciste, nosotros hemos crecido mucho mientras tanto, así que no tienes que exagerar para hacer algo por nosotros.

No parece haberlo notado. ¿Será porque fue educado y criado como sucesor de su padre desde su nacimiento?

Kabel y Erich aún parecían bastante mimados por su madre, pero Eugene siempre recordaba que era el primer hijo y que no debía pedirles nada.

—Tienes que vivir un poco más para tí mismo.

Así que dije eso pensando en su corazón y su mente. Deseaba más que nadie que Eugene pudiera apoyarse en mí, y que mostrara su corazón delante de mí.

Sin embargo, él dijo algo que no había pensado.

—Sé lo que quieres decir, pero yo ya vivo lo suficiente para mí. Así que no tienes que pensar así. Y yo no soy tan joven o débil como para ser consolado de esta manera.

Además, al final, se resolvió con un leve suspiro. ¿De qué clase de país viene este testarudo?

¿Alguien quiere saber a qué me refiero? ¿Sí? Aplasté la cabeza de Eugene con un corazón esperanzado.

—¿Cuándo vas a escuchar?

—Hari, espera.

Entonces torció su cuerpo de nuevo y abrió la boca. ¿No es impresionante?

—Estás demasiado cerca…

—¿No te dije que no dijeras nada y te quedaras ahí? ¿Por qué no me escuchaste?

De hecho, después de mucho tiempo, también era bastante difícil, así que quería seguir estando aquí para él, ser alguien en quien pudiera confiar, pero él no lo sabía.

Se ha echado a perder mi corazón en un sentido diferente al de antes. No importaba lo que él dijera o no, yo tenía ganas de intimidarlo presionando su cabeza.

—Hmm.

Dios. Justo entonces, se oyó una tos desde lejos, y de inmediato alguien llamó a la puerta.

—Hola, lo siento mucho por perturbar este momento tan profundo y amistoso. En primer lugar, no tenemos mucho tiempo.

Hyuk, ¿quién? ¡Parece que me olvidé de cerrar la puerta antes!

Entré en pánico y giré la cabeza en la dirección en la que escuché el sonido. Y el nombre que entró en mi vista se solidificó de inmediato.

—Hari, suéltame.

Con la voz de Eugene resonando en mi oído, levanté los brazos.

—Disculpe, pero ¿puedo entrar?

La persona que estaba junto a la puerta era Rowengreen Swallows, a quien había conocido la última vez.

Tenía una expresión misteriosa, como si acabara de presenciar una escena muy extraña. Por fin, Eugene, que había escapado de mí, le miró con el ceño fruncido durante un momento, y al final me preguntó.

—¿Estás bien ahora?

—Sí.

Respondí en un tono cobarde, todavía en una postura desordenada.

Cuando se concedió el permiso, Rowengreen y otro hombre entraron en la habitación.

Me avergonzaba la idea de que nos hubieran visto, pero Rowengreen se inventó otra historia en lugar de contarme el espectáculo que acababa de ver.

—Nos vemos otra vez. Muchas gracias.

—¿Eh? No he hecho nada.

—Tu existencia sola es muy útil.

—¿De verdad?

Habló con la cara enrojecida, agradecido conmigo.

—El duque venía a casa todas las tardes y comía y se iba rápido al trabajo…

—No digas nada inútil.

Cuando Eugene interrumpió con frialdad, Rowengreen se encogió de hombros como si no pudiera hacer nada al respecto.

—En realidad, pasé para presentarte a alguien.

—¿No te han olvidado hasta ahora?

—Ethan.

Uf. Ahora resulta que el señor Rowengreen parece tener un poco de una personalidad peculiar, pero Eugene, como era normal, solo ignoraba a Rowengreen y llamó al hombre de pie junto a él.

—Se llama Ethan Bishop. Va a escoltarte a partir de hoy.

Ah, me va a escoltar. Hice caso a Eugene y miré al hombre de delante.

—Soy Ethan Bishop. Es un honor servir a la joven.

Me saludó con cortesía.

Ethan Bishop era un joven apuesto, de pelo oscuro y ojos grises, pero al verlo de cerca tenía una sensación más profunda y firme de lo que yo había pensado.

Las primeras impresiones me parecieron un poco abrumadoras y difíciles.

Por cierto, a partir de ahora, ¿este chico va a ser mi escolta?

Pero, incluso cuando estaba en Bastier, siempre llevaba a mi escolta a mi lado cuando salía a la calle. No había nada diferente.

—Me alegro de conocerte. Por favor, hágalo bien en el futuro.

Cuando le saludé, me miró con unos ojos brillantes.

—En especial cuando salgas, llévalo contigo —dijo Eugene después de saludarle.

—¿Ya te vas?

—Hay algo que tengo que hacer, así que tengo que ir. No hace falta que me acompañes afuera.

Parece que se detuvo un momento solo para presentar a la escolta. En cuanto lo vi, intenté preguntar por qué, pero se me olvidó decirlo por culpa de mi sorpresa.

Le vi levantarse del asiento y Eugene estaba muy callado, así que no salí por la puerta y lo observé desde la ventana.

—Hasta la próxima.

Rowengreen me sonrió, me saludó y salió de la habitación siguiendo a Eugene.

—Nos veremos.

—Está bien.

Me miró de manera un poco irrespetuosa, así que me puse incómoda, y luego salió por la puerta.

Me quedé sola en la habitación y me trasladé a la ventana. Desde aquí se podía ver toda la mansión.

Mientras miraba a Eugene salir por la puerta principal, me moví de nuevo en mi asiento, donde solo estuve un rato para limpiarme las manos mientras mi criada limpiaba la habitación.

Estaba pensando en volver.

A estas alturas, mi habitación ya estaría limpia, pero en cuanto salí al pasillo, dejé de caminar.

—Señor Bishop.

Porque Ethan Bishop, que acababa de salir de la habitación, estaba parado en la puerta.

—¿Todavía está de pie aquí? —pregunté, él respondió con cara de perdido.

—Sí. No tienes que molestarte.

Pero, ¿cómo no iba a importarme? ¿Le dijo Eugene que me escoltara tan de cerca? Entonces, Ethan Bishop, que observó mi expresión, añadió.

—Seré tan silencioso como pueda.

Es difícil negarse por alguna razón porque él no mostraba sus expresiones cuando hablaba

No importaba, sin embargo, porque es un corto paseo por el pasillo de todos modos.

Al final empiezo a caminar hacia mi habitación con el corazón perplejo.

De verdad lo estaba consiguiendo. Debe ser una presencia como la de un fantasma.

Me moví para intentar no ser tan consciente de que me estaba observando.

—Señor Bishop, ¿por qué no entra y toma un té?

—Está bien.

Pero al llegar a mi habitación, volvió a anidarse en la puerta. Pensé que sería difícil estar de pie mucho tiempo, así que le pedí que entrara un rato, pero también fui rechazada.

Al cabo de un rato, volví a verlo por la puerta mientras él se quedaba parado e intenté decirle una vez más, sabiendo que me rechazaría de nuevo.

—Solo voy un rato a la biblioteca. No hay necesidad de seguirme.

—La seguiré en silencio.

Pero no funcionó como esperaba. Estaba muy desconcertada y le pregunté.

—¿El hermano Eugene te pidió esto? ¿Seguirme por todas partes?

Esta vez no contestó. Parecía un poco avergonzado de hacerlo. Ugh, de alguna manera, me convertí en un chico malo atormentando a esta belleza.

—Lo siento. No quiero avergonzar a Sir Bishop, pero estoy un poco incómoda. No estoy acostumbrada a ser escoltada de esta manera.

En la puerta, no di ningún paso más.

—Sí…

Al final, los labios de Ethan Bishop se volvieron a abrir. Ah, ¿podremos llegar a un acuerdo?

Levanté la vista hacia su rostro con una expresión seria en mi cara, pero la voz que llegó a mi oído trajo un mensaje diferente.

—Ahora, acostúmbrate.

—Ah, sí…

Decidí tener una conversación seria con Eugene esta noche.

—¿A quién tienes ahí detrás?

El fin de semana que vino, Erich levantó una ceja y preguntó, al entrar en la mansión.

—Es Sir Ethan Bishop, un caballero escolta.

—¿Escolta?

Los ojos azules de mi hermano se posaron detrás de mí, clavados en el hombre de pie. Poco después, se entrecerraron.

—Era el que tenía…

—Oh, ¿lo has visto?

Parece haberlo conocido antes.

Cuando sospeché la última vez e interrogué a Kabel, se dijo que los dos hermanos habían estado en la mansión Ernst antes que yo.

Además, me dijeron que habían visto a Eugene cuando estaba solo. No sé hasta qué punto de la mentira trató de no contarme de este hecho al principio.

Pero, ¿dónde está el secreto completo?

Es más, me resultó más difícil sonsacarle la verdad al segundo hermano que a cualquier otra persona.

Al final, él se prestó a mis esfuerzos, y me contó la verdad. Pero qué inquieto está y qué frío suda.

Al ver mi duro trabajo después de sacarle la verdad, pareció pensar que me sentiría traicionada o enfadada, pero ya lo estaba adivinando.

Porque no fue nada. Siendo sincera, esperaba algún grado de contacto con Eugene desde el momento en que dijeron que iban a la Academia.

Sin embargo, Kabel me dio tanta pena y fui tan dura con él que se escondió de mí y lo dejé solo para que se sintiera culpable con mi corazón.

Vaya. Fue un poco lamentable que el segundo hermano temblara como un perro en la lluvia…

Estoy segura de que todavía siente remordimientos por mí.

Erich, que había intentado ocultar el flanco de Kabel, no parecía tener la intención de esconder su pasado delante de mí desde aquel día.

Al igual que yo ahora, escupió algo que valía la pena investigar. De alguna manera debió darse cuenta de que Kabel me había soplado toda la verdad.

Así que, en conclusión, solo luchaban con un sentimiento de culpa.

Volví a mirar a Ethan.

Sí, todavía tenía mi escolta a un lado. Uf, no podía ganar la conversación con Eugene.

—Solo piensa que es como una sombra. Si no tuvieras nada que hacer, se quedaría quieto detrás de ti.

Cuando le conté mis pensamientos a Eugene, me respondió como si no fuera trivial, pero el hecho de que me tuvieran que acompañar al interior de la casa era incómodo y lo convencí una y otra vez.

Incluso en Bastier, solían acompañarme los escoltas solo cuando salía, así que no fue fácil adaptarse.

¿No se hace así en Bastier?

Al oír mis palabras, Eugene se preocupó por un momento.

—Tengo a alguien a mi lado cuando salgo.

Pero se mantuvo firme. En cuanto vi su cara, me di cuenta de que no cedería tanto en este asunto.

Pensé que trataba de sobreprotegerme. Pero cuando lo vi, no pude evitarlo.

Sin embargo, él, que estaba mirando mi cara de decepción, ladeó la cabeza y volvió a abrir la boca.

—Si no te gusta Ethan, cambiaré a otra persona.

Sus ojos negros se desviaron hacia la persona que estaba detrás de mí.

—Cuando me enteré de que estabas incómoda en medio día, me preguntaba qué diablos estaba haciendo en tan corto tiempo.

En ese mismo momento, me di cuenta de que Ethan fue una vez un líder nato, y me sentí aún más rígida de inmediato.

Eugene se quedó mirando a alguien por encima de mi hombro, y parecía como si se estuviera enfrentando a una injusticia.

Sin embargo, su rostro inexpresivo aún parecía bastante sombrío y pobre. Al verlo, me excusé sudando en secreto a mis espaldas.

—No, Sir Bishop es muy bueno. Es solo porque no estoy acostumbrada.

¿Qué puedo hacer si él sonaba así? Al final me lo llevé de vuelta a la habitación. Y eso fue todo por ese día.

—¿Qué estabas haciendo sola?

Aún así, después de eso, me estaba cuidando, y fue algo bueno estar un poco más lejos que la primera vez durante la escolta.

Incluso ahora, Ethan camina un poco más atrás de Erich y de mí.

—Acabo de hablar con el hermano Kabel usando una esfera de comunicación

Hoy era fin de semana, pero Kabel no volvió a casa. Eso se debe a que el segundo hermano era un estudiante atrasado.

Al parecer, los profesores de la academia, que se dieron cuenta de la gravedad de la situación, lo metieron de urgencia en una clase suplementaria especial para alumnos suspendidos durante el periodo de examen.

Kabel, al que solo le vi la cara en una esfera de comunicación, susurró que no quería estudiar.

Sin embargo, ¡me impresionó la humanidad de la escuela académica! Vaya, una escuela muy buena. Sí, ¡Este es un verdadero edificio educativo!

—No dejes a tu hermano llorando demasiado. Sus hábitos empeoran —dijo Erich, arrugando la cara como si no le gustara—. Entonces todavía no almorzaste

—No, yo comí antes de ponerme en contacto con el hermano Kabel. ¿Tú no almorzaste?

Si se puso en contacto conmigo antes de venir, debía de estar esperando, pero no sabía que Erich volvía hoy a casa. Parece que no puedo permitírmelo, pero en cuanto contesté, Erich volvió la cabeza hacia mí.

—¿Ya has comido?

Asentí sin pensar, como si fuera obvio.

—Sí, ya he comido.

Pero, ¿por qué el tercer hermano me mira así?

—¿Por qué yo todavía no he comido, y tú que vives en ese ritmo sí?

En ese momento, me sentí un poco avergonzada. No, ¿este tipo? ¿Qué significa eso de ahora? ¿Tengo que pedirle permiso?

Quise decir eso, pero vi su cara como si estuviera irritado más que enfadado, y pronto apartó su rostro de mí.

—Ah, ya está. Si ya has comido, no te molestes.

—Todavía tienes que comer. Si aún no has comido, ven al comedor.

—No voy a comer. No lo necesito.

Entonces, Erich pasó a mi lado.

—Yo también volveré a comer.

No pude evitar fingir que tenía mucho tiempo. Me di cuenta de algo por las palabras que había dicho mi tercer hermano y fui tras él.

—¿Has venido pronto a propósito para comer conmigo?

—¿Crees que tengo tanta libertad?

Pero no soy idiota, ¿no puedo darme cuenta de que Erich finge no haber venido por eso?

Ahora estaba en el medio del almuerzo, y si pienso en ello, Ernst no está tan cerca de la academia como Bastier, así que tal vez para llegar a esta hora, se levantó temprano y tuvo que prepararse.

Como si no te conociera bien, ¿quieres decir que te apresuraste temprano porque querías almorzar conmigo hoy?

Cielos, este tercer hermano mío es algo asombroso.

—Erich, ven al comedor conmigo.

Agarré a Erich del brazo caminando hacia el salón.

—No quiero comer.

Oye, no seas así. ¿En qué te convertirás si mueres de hambre?

—De hecho, mientras estaba en el comedor, de repente me puse en contacto con el hermano Kabel, así que no comí. Vámonos.

—Está bien.

—¡No! Ven, vamos rápido.

Pero aún así, Erich no me escuchó.

Sí, sí. En este caso, es bueno fingir demencia y seguirle la corriente.

Si no aguanto mi lugar aquí, el ambiente se volverá más incómodo, y él se avergonzara solo de mirarme a la cara.

Por fin, guíe al tercer hermano al comedor. Lo llevé con éxito.

Erich se acomodó a mi lado con cara de “No quiero comer algo como arroz, pero no puedo evitarlo porque me lo has pedido”.

Los criados se quedaron perplejos cuando volví a sentarme a la mesa.

—Coma con nosotros, señor Bishop.

—Estoy bien.

Sí, pensé que se negaría. Ethan miró de manera grosera y luego salió del comedor.

—Estará listo pronto, así que por favor espere un poco para la comida.

—Vas a comer conmigo también. Has dicho que no has comido antes.

Los sirvientes que trabajaban en el comedor difuminaron de manera sutil las palabras y notaron mi atención.

Me hubiera parecido extraño desplegar las servilletas y prepararme para comer de nuevo, ya que acababa de terminar hacerlo, pero dije que me preparan un plato sin agregar nada más.

Estoy comiendo por segunda vez.

No quería que la gente de este comedor pensara que soy una cerda.

Comer en exceso es el veneno del cuidado del cuerpo, pero no puedo evitarlo porque mi tercer hermano hizo algo muy lindo. Solo tengo que buscar un antídoto más tarde.

Erich estaba sosteniendo su barbilla en su mano y mirando la comida que estaban haciendo. Entonces abrió la boca antes de que el criado se fuera.

—¿Cuál es el postre de hoy?

—Es un sorbete de naranja con confitería de cereza y masilla de cereza.

—Yo comeré, dale el postre. Aunque las bebidas están bien.

Oh. Abrí los ojos ante las palabras de Erich.

—¿Por qué, por qué no comemos juntos?

—¿Crees que soy tonto? No finjas que no has comido, toma el sorbete de naranja.

Erich gritó y se rió de mí como si no tuviera gracia. El tercer hermano fue rápido. Pensé que habría estado comiendo si fuera Kabel.

La única persona de verdad despistada en esta casa era el segundo hermano. Cuando se fueron los criados, me quedé mirando la cara de Erich que tenía delante.

Por cierto, mi tercer hermano, ¿no es en verdad amable y simpático comparado con antes?

—Incluso una persona debe ir a la escuela para volverse bueno.

—¿Qué estás diciendo?

Erich volvió a reírse de mis palabras, pero yo sacudí la cabeza como si estuviera sola, pensando en una academia que estaba reformando a nuestro hermano como un verdadero centro de educación.

—Señor Bishop.

Y al cabo de un rato, llamé a Ethan al salir del comedor. Se paró frente al salon, luego salió y se volvió hacia Erich.

Luego yo pregunté:

—¿Quieres comer esto?

Ethan no contestó. Así que se lo dí. Pensé que le gustaban los dulces.

No, no era probable, pero así era. ¿No fueron esos los patrones de conversación que teníamos con Ethan?

Ni siquiera le di tiempo para negarse, le entregué lo que tenía en las manos. Entonces, él aceptó con rapidez lo que le había dado. Después de todo, ¡era como pensaba!

—Creo que vas a tener hambre.

Lo que saqué del comedor fue un pequeño paquete de galletas.

Por supuesto, esto no sería mucho, pero habría lo suficiente para saciar su hambre.

Cuando pregunté antes, él dijo que me cuidaba cuando no lo veía, pero desde hacía días que no le veía comer.

Por supuesto, eso no significaba que pasara hambre todo el día, pero a mi me preocupaba sin parar que no estuviera comiendo los alimentos adecuados mientras me acompañaba.

Erich me miraba como si yo hiciera todas las cosas raras, pero ¿y si aún así me dejaba llevar? Ethan tomó el paquete que tenía en la mano y me miró fijo.

Era delgado y tenía las manos bastante grandes. ¿Tendría que añadir más galletas? Cuando agarré el paquete, no me pareció pequeño…

¿Por qué no me responde? ¿No estaría bien aceptarlo en lugar de devolverlo?

Estoy muy nerviosa ahora, pero por fortuna, pronto se apartó de mí.

—Gracias.

Oh, ¡había una respuesta! Me sentí mejor cuando bajó la mano con el paquete.

Sentí como si fuera la primera vez que ando por aquí y doy de comer a los animales salvajes que me han estado alertando.

—Si ya lo has hecho todo, ven rápido.

Erich se apresuró a salir de detrás de mí con una voz de insatisfacción o desagrado. Lo seguí con paso más ligero que antes.

—Hubert.

Y esa tarde, de repente me di cuenta de algo extraño y lo encontré.

Como era obvio, Ethan, que esperaba delante de mi visita, me siguió.

Se sorprendió un poco cuando lo encontré, pero como mayordomo experimentado, pronto lo ocultó.

—¿Qué estás haciendo, señorita Hari?

—Tengo algo que preguntar.

—Por favor, diga lo que sea.

—Una de las criadas que seguía sirviéndome es Sarah, pero no puedo verla desde hace unos días.

Ella era quien había cometido el error de verter agua caliente en mis manos.

El día que Eugene la vio, estaba bastante sorprendida y avergonzada, e incluso después de eso, solo se quedó descansando.

Solo después de que le dije que estaba bien varias veces, apenas recuperó la estabilidad, pero cuando pensé en ello hoy, parecía que no la había vuelto a ver en la mansión desde ese día.

Pero en el momento en que pronuncié su nombre, sentí como si el aire a mi alrededor cambiara un poco.

Me di cuenta rápido de esa sensación, pero no lo expresé y miré a la cara que tenía enfrente.

Hubert me contestó con el rostro oscilante, como si la extraña atmósfera que acababa de sentir fuera una ilusión.

—La señorita Sarah, volvió a casa por un tiempo. Debido a la enfermedad de su madre, dijo que necesitaba a alguien que la cuide.

—Oh, ¿es grave la enfermedad de su madre?

—No tiene por qué preocuparse. Volverá cuando se solucione su trabajo en su ciudad natal, así que no tiene por qué preocuparse.

Tal vez, a menos que fueras una persona muy sensible, lo más probable era que no te dieras cuenta. Pero Hubert no parecía querer que preguntara más que esto.

—Sí, me alegro si no es grave.

Sentí que Ethan miraba en silencio mi rostro, pero no eran los únicos que sabían disimular.

Me di la vuelta con una sonrisa en la cara, como si mi curiosidad se hubiera resuelto y mi mente se hubiera aligerado.

Sentí una mirada cálida detrás de mí, por Ethan, que no dejaba de observarme. Pero no parecía encontrar nada extraño en mí. Pronto, la mirada clavada en mi espalda se desvaneció.

Mientras caminaba por el pasillo de esa manera, de repente me quedé mirando por la ventana.

En algún momento, se vio que un carruaje estaba parado en la puerta principal. Era el usaba Eugene iba al trabajo.

Dejé de caminar y me quedé quieta, observando la vista por la ventana.

Luego, al verlo bajando del carruaje hacia la mansión, me detuve de nuevo.

—Hermano.

Lo saludé con una sonrisa.

—Bienvenido.

Su apariencia había cambiado de hielo a escarcha de forma impresionante.

Cuando cruzaba el umbral de la mansión y me ponía a la vista para saludarle, su ambiente frío e invernal era siempre como una suave primavera.

Eugene abrió la boca para saludar.

—He vuelto.

Como en una ceremonia, todos los días dábamos los mismos saludos.

—Erich está aquí hoy.

—¿Sí? ¿Y Kabel?

—Mi hermano no puede venir por las clases complementarias. Creo que va a estudiar porque es un periodo de prueba.

—Sí…

Hablé con alegría como siempre. ¿Por qué Eugene me miraba a la cara sin decir nada?

¿Cree que mi expresión es rara en este momento? Casi estaba temblando.

—Hermano

Erich apareció escaleras arriba.

Cuando bajó, pude apartar la mirada de los ojos de Eugene.

—Has venido antes de lo que pensaba. ¿Cuándo has llegado?

—Para el almuerzo.

—Debes haberte despertado temprano.

—Por lo general me despierto temprano. Lo hice porque intenté llegar a casa hoy rápido.

Erich no dijo nada más, pero siguió con una cara punzante, como si estuviera tratando de preguntar algo que nadie quiere explicarle.

Eugene y yo sentimos lo mismo, pero no dijimos nada y  miramos el rostro de mi hermano escaleras abajo.

Sin embargo, Erich, que bajó las escaleras, me miró y frunció el ceño.

—¿Qué, por qué tienes esa expresión?

Pensé que me estaba hablando a mí, ya que me sobresalté por un momento, pero no era a mí a quien estaba mirando.

—Señor escolta, ¿soy gracioso? ¿Por qué pone esa cara?

Ethan, de pie detrás de mí, parpadeó.

—¿Te refieres a mi cara?

—Sí, te acabas de reír.

Cuando lo vi, Erich parecía estar refunfuñando. Ethan, a quien veía ahora, estaba haciendo lo mismo de siempre, pero aunque era inesperado, las palabras de Erich siguieron su cara con fuerza.

—No me reí —dijo con cara inexpresiva.

—No fue mucho, te acabas de reír de mí.

—Te equivocaste.

Ethan negó con energía una y otra vez.

Estaba molesta. Aunque la personalidad original de Erich era algo diferente, era inusual que Ethan reaccionara así conmigo.

—Basta.

Entonces, Eugene, que miraba alternante a las dos personas, abrió la boca.

—Y Erich. Usted se ofendería si él dijera que se ríe de todos modos.

La cara de Erich se arrugó, pero no le dijo nada más.

—Sí, paremos porque el hermano ya está aquí.

—Mira a los escoltas, ¿es la orden de hoy mentir? ¿Crees que está bien si no es así, ya que mis ojos no están abiertos?

♦ ♦ ♦

Esa noche, me senté en el sofá de mi habitación y pensé en algo.

Me dolía un poco la cabeza. Tal vez esté bien, pero recordé la conversación que tuve con Hubert.

Al cabo de un rato suspiré un poco y extendí la mano sobre la mesa. Había cartas e invitaciones amontonadas. Levanté el sobre y eché un vistazo al remitente en el reverso.

Como Eugene me dijo que hiciera lo que quisiera, iba a mirar despacio las cartas que había recibido hasta ahora y decidir qué hacer en el futuro.

Y en un momento, me detuve por el nombre que encontré en medio.

—Oh.

Un pequeño sonido se escapó de mi boca. Un nombre familiar escrito con letra pulcra en un sobre blanco.

Era la invitación de la prometida de Eugene, Rosabella Velontia.

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