Dama a Reina – Capítulo 10: Me gustaría tener a este niño conmigo

Traducido por Kiara Adsgar

Editado por Yusuke


Cuando Janet escuchó la noticia, no reaccionó de ninguna manera en particular. Sabía que esto iba a suceder. No había forma de que el emperador tomará a una humilde sirvienta como ella para que sea la reina. Además las leyes del reino no lo permitían. Por supuesto, no era como si Janet no tuviera ni una pizca de celos hacia la nueva reina, pero no había nada que ella pudiera hacer al respecto.

No podía convertirse en reina de todos modos, y ya había recibido mucho más de lo que merecía.

El emperador estaba preocupado por cómo hacer que Janet entendiera la situación, pero cuando le dijo que lo comprendía y que estaba bien, él ya no podía ignorar la furia ardiente de los nobles y oficialmente tomó una reina. Se llamaba Alisa, la hermana menor del duque Oswin, el hombre con la mayor autoridad de poder en la nación junto al propio emperador.

Un día, Alisa y Janet se encontraron por casualidad, y fue la reina quien habló primero.

—¿Dijiste que te llamabas Janet?

Francamente, Janet estaba un poco desconcertada. Esperaba que la reina supiera de ella, pero no creía que Alisa realmente se desviviera por tener una conversación con ella.

Rápidamente inclinó la cabeza antes de responder.

—Sí, Su Majestad la reina.

—Vamos a tratar de estar cómodas la una con la otra, Janet. Escuché que eres la sirvienta favorita de Su Majestad.

Janet permaneció inclinada mientras el sudor resbalaba por su frente. Sin embargo, ante las palabras de Alisa y su amable sonrisa, ella levantó la cabeza. Janet miró a Alisa con una expresión aturdida, solo para recordar su lugar y rápidamente agachó la cabeza otra vez.

—¿Cómo podría atreverme a hacer eso hacia la reina… Soy plenamente consciente de mi lugar, Su Majestad —dijo Janet obedientemente—. Estoy diciendo que no haré nada que pueda amenazar su posición, Su Majestad.

—No lo dije exactamente de esa manera… aunque me alegro de que una persona tan inteligente tenga el favor de Su Majestad. —Alisa sonrió ampliamente mientras hablaba con Janet con voz cálida—. En cualquier caso, las únicas que estamos sirviendo a Su Majestad en el Palacio Interior somos tú y yo. Espero que podamos llevarnos bien.

Con esas palabras, Alisa continuó su camino. Janet, que ahora estaba sola, observó la figura de la reina mientras se alejaba.

—Pensé que ella me golpearía contra la mejilla.

Técnicamente, la concubina entró al palacio antes que la esposa. Si Janet estuviera en la posición de la reina, esto ciertamente le causaría su enojo. Sin embargo, a juzgar por cómo actuó Alisa, Janet pensó que definitivamente no era una mala persona y continuó su camino también.

♦ ♦ ♦

Cuando el emperador llevó a Janet al palacio por primera vez, hizo dos promesas: la primera era que, aunque no podía hacerla reina, sin duda le daría una vida mejor que la que había tenido como sirvienta. La segunda era que nunca la traicionaría.

Como Janet no era tan ingenua sobre el mundo, aun así creía en la primera promesa, pero se mantuvo cautelosa sobre la segunda. Sin embargo, antes de darse cuenta, habían pasado cinco años desde que entró por primera vez en el palacio, y Janet lentamente comenzó a pensar que podía intentar creer en la segunda promesa. El emperador había cumplido fielmente ambas promesas durante esos cinco años.

—Estás embarazada —anunció un médico del palacio.

Y por fin, esos cinco años han dado sus frutos. Estaba embarazada del hijo del emperador.

—¿Desde cuando? —preguntó Janet, con el corazón en alto.

—Ha crecido bastante. Casi dos meses. Probablemente no menstruaste durante ese tiempo, pero parece que no te diste cuenta.

Janet no lo noto, ya que sus períodos generalmente eran irregulares, y ella ni siquiera tenía náuseas matutinas. Parecía tener un bebé tranquilo. Janet sonrió y agradeció al médico imperial antes de levantarse de su asiento para dirigirse al Palacio Central.

—No puedo creer que tenga el hijo del emperador en mí interior.

Aunque originalmente era una humilde sirvienta del Palacio Secundario, tuvo la gran fortuna de llamar la atención del emperador y fue llevada al Palacio Imperial, donde pasó los últimos cinco años recibiendo nada más que gracia y amor inmerecidos. Finalmente podría pagarle por lo que había hecho por ella. Janet no pudo ocultar su expresión feliz mientras corría hacia el Palacio Central.

—Lady Alice, es Su Majestad insi… —comenzó, pero sus palabras se detuvieron cuando se enfrentó a alguien que conocía. Todos los demás pensamientos fueron borrados de su mente y rápidamente se inclinó en saludo.

—Saludos a la Luna del Imperio, Su Majestad la reina —dijo Janet.

Sin embargo, Alisa no dijo nada. Ella simplemente siguió mirando a la sirvienta. Janet se preguntó si algo estaba mal y estaba a punto de enderezarse, cuando escuchó una voz suave por encima de ella.

—Te ves muy feliz —dijo la reina Alisa.

—¿Disculpeme? —preguntó Janet.

—Dije que te ves muy feliz. ¿Pasó algo bueno?

—Su Majestad, ¿qué quiere decir con…?

—¡No seas hipócrita! —espetó Alisa, sorprendiendo a Janet. Aun así, Janet inconscientemente envolvió un brazo alrededor de su vientre, preocupada de que su bebé pudiera sentir su sorpresa. Alisa continuó en un tono furioso.

—¡Por cinco años! ¿Cómo se sintió tener a Su Majestad envuelto alrededor de su dedo? Por supuesto que se sintió genial. ¡Mientras que yo, su verdadera esposa, debía aceptar sus malos tratos!

Durante cinco años, las únicas veces que la reina Alisa sirvió al emperador fueron en las ocasiones formales, según lo dictado por las leyes del reino. El emperador nunca fue a su castillo por su propia voluntad, ni por ningún otro motivo. Eso no significaba que el emperador fuera completamente frío hacia Alisa. Seguía siendo la única hermana menor del todo poderoso duque Oswin, y seguía siendo la legítima Madre del Reino. El problema era que, si bien el emperador la respetaba, no la amaba.

—Me disculpo, Su Majestad, pero nunca antes había pensado en esas cosas —admitió Janet—. Si mi presencia te molesta, entonces me iré de inmediato. Iré ahora…

Sería malo si algún conflicto emocional afectará negativamente al bebé dentro de ella. Habiendo olvidado su propósito original de venir aquí, Janet se fue apresuradamente.

♦ ♦ ♦

—Su Majestad el emperador está aquí.

Ante esas palabras, Janet, que descansaba en su vivienda, se levantó de un salto. El emperador lució su sonrisa habitual mientras se acercaba a ella.

—Janet. —La saludo con cariño.

—Su Majestad, usted está aquí.

—¿Escuché que viniste al Palacio Central? ¿Por qué no entraste?

—Ah…

Janet se apresuró a encontrar algo que decir, siendo incapaz de explicar lo que realmente había sucedido. Fue entonces cuando el emperador frotó suavemente su vientre.

—Su, Su Majestad, ¿qué está haciendo? —tartamudeó Janet ante la repentina acción.

—Escuché que tienes un hijo.

—Ah…

Entonces la noticia, todo el…  La cara de Janet se oscureció. El emperador no pareció darse cuenta, y continuó sonriendo.

—Gracias Janet. Por tener mi primer hijo. Estoy muy feliz —dijo.

—Uh, Su Majestad… —Janet comenzó tentativamente. Fue entonces cuando el emperador notó su expresión y le dirigió una mirada extraña.

—¿Janet? ¿No estás feliz? —preguntó.

—No, Su Majestad. Eso no es todo… —Después de dudar, Janet se decidió y comenzó a hablar—. De ahora en adelante, por favor no me visite tan seguido.

—¿Qué?

—Ahora que estoy embarazada, será difícil para mí servirte como antes. Además… hay mucha gente mirando.

—¿Esto es por la reina? —cuestionó el emperador.

—No. Eso no es… —insistió Janet.

—Intenté persuadirte, pero parece que no tienes intención de decirme la verdad. ¿Temes a la reina más que a mí? ¿Te está acosando?

—Su Majestad, juro que ese no es el caso. —Ella lo detuvo de inmediato—. Simplemente estoy tratando de decir que no puede hacer daño ser más cuidadoso. Ella se ha estresado porque no la has visitado en el Palacio de la Reina. También hay que considerar su relación con el duque Oswin… Aunque este niño puede ser tuyo, Su Majestad, solo soy una simple concubina y no hay mucho que pueda hacer para protegerlo. Espero que puedas… entender mis sentimientos.

—Entiendo —dijo el emperador, y tiró de Janet a sus brazos para abrazarla—. Como tienes a mi hijo, pronto obtendrás un título de nobleza. Una vez que eso suceda, no podrá menospreciarte, incluso si es la reina.

Janet no dijo nada mientras se apoyaba en los brazos del emperador.

♦ ♦ ♦

Algún tiempo después, la noticia de que Janet estaba embarazada del hijo del emperador se extendió por todo el reino, y el emperador le otorgó el título de Baronesa. Janet, que ahora era oficialmente conocida como la baronesa Evezard, hizo todo lo posible para evitar a la reina a partir de ese momento. Ella creía que era lo mejor para las dos. Y esa decisión resultó ser lo correcto.

Varios meses después, Janet dio a luz a un bebé. Aunque no le importaba de qué género era su hijo, las personas que la rodeaban pensaban lo contrario. El emperador se alegró de que su primer hijo fuera un varón que pudiera heredar el trono, y la reina estaba furiosa porque Janet dio a luz a un hijo varón antes de que ella pudiera hacerlo. Aunque el hijo que Janet había dado a luz fue colocado en medio de este conflicto, ella hizo oídos sordos y simplemente se centró en criar a su hijo.

El emperador lo llamó “Lucio”, que significaba “luz”. Le otorgó el nombre a su hijo con la esperanza de que iluminaría el mundo entero como una luz incluso antes de nacer.

Después de eso, la vida cotidiana continuó. Pero pronto surgió un problema.

—Su Majestad la reina ha llegado.

Un hermoso día, la reina visitó a Janet. Janet se sorprendió, pero se obligó a mantener la calma e indiferencia antes de ordenar a la criada que la dejara entrar. Alisa entró en la habitación con una expresión mucho más fría que la última vez que Janet la vio. Janet se inclinó.

—Saludos a la Luna del Imperio, Su Majestad la reina.

Pero Alisa ignoró su saludo y en cambio miró alrededor de la habitación de Janet. En ese momento, lo único que le vino a la mente a Janet fue Lucio. Cuando la reina finalmente vio a Lucio dormido en su cuna, Janet tragó saliva.

Ella no está aquí para hacerle daño, ¿verdad?

Incluso la reina no habría podido poner una mano sobre un hijo del emperador. Este hecho fue lo que más tranquilizó a Janet, pero Alisa era la reina y la hermana menor del duque más poderoso del reino. Por lo tanto, nunca habría podido sentirse perfectamente a gusto. Janet se lamió los labios secos, preocupada.

Fue entonces cuando, mientras miraba a Lucio con una expresión indescifrable, la reina habló.

—Me gustaría llevar a este niño conmigo.

8 respuestas a “Dama a Reina – Capítulo 10: Me gustaría tener a este niño conmigo”

  1. Siento pena por la reina Alisa y Janet, osea por una parte si yo estuviera en el lugar de Alisa estaría furiosa y celosa, pero ella se segó por los celos y al ser humillada (me refiero que debe sentirte humillada ya que ella siendo la hermana menor del poderoso duque Oswin y la Reina del Imperio) por una concubina. Pero por el otro Janet que al principio NO quería estar involucrada con el Emperador, terminó llamando la atención del Emperador, y siendo la concubina favorita, lástima que no podía decir “no” ya que si lo decía al Emperador, era como una traición o algo así.

      1. En un principio ellas intentaron llevarse bien, solo que la reina Alisa ya estaba siendo influenciada por los Ephrenay. Janet simplemente se enamoro pero no era ambiciosa.

        1. Creo que algo que debemos de culpar en realidad eran a las reglas del reino. El emperador se enamoro peridamente de Janet al igual que ella, si hubiera sido por el emperador la hubiera nombrado reina. Al igual entiendo a la reina Alisa, los Ephrenay la sometieron a un juicio mental que la hizo cegar y lastimosamente el daño colateral de ese triangulo fue Lucio.

  2. No puedo decir que siento empatía para con Jane. Más que nada siento rabia, el emperador le dio la oportunidad para rechazar su oferta pero ella no lo hizo sabiendo que nunca iba a poder ser más que una concubina y que tendría que compartir a su esposo. Se podría haber ahorrado todo este sufrimiento con un simple NO, pero se dejó encantar con la belleza del emperador.

    1. Estoy de acuerdo contigo, en mi opinión se merecen lo que les pasó, que chin** a su ma*** todos los hombres infieles y las zorr*** que lo aceptan me da mucho asco en serio, ni siquiera pienso leer este arco con leer los comentarios me basta.

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