Traducido por Jufray
Editado por Michi
Corregido por Sharon
Terminando por fin con los preparativos, nos acercábamos a la celebración de la inauguración de Signora.
Entrevisté al personal, examiné el diseño del interior, verifiqué los problemas de las nuevas mercancías… Ed, Sisie y yo revisamos nuestros alrededores diligentemente.
Ya que usábamos zapatos de balance y pantuflas de dieta en combinación, no hubo un solo desliz en la dieta. Claro, también incorporamos los tubos de entrenamiento.
Pienso que estoy volviéndome más delgada.
Hoy era el día de inauguración de la tienda, y estábamos enviando invitaciones a los miembros principales de la aristocracia. Ellos a menudo compraban bienes llamando a mercaderes a sus casas, pero mucha gente disfrutaba comprando en tiendas.
Quería saber cuánta gente vendrá el día de hoy a la inauguración.
—Eh, hoy será un día favorable, espero poder levantarle el ánimo a todos. Es un buen día para dar la bienvenida… —tosí, presentándome ante los miembros de Signora.
—Señorita, ya es hora de abrir.
—¿Eh? Justo cuando estaba llegando a la mejor parte.
—Bien, bien. ¡Vamos a abrir!
—¡Sí!
Con la orden de Sisie todos los miembros del equipo fueron a sus respectivas posiciones. Ella se ha vuelto más fuerte durante este período de preparación, mientras mi tratamiento se ha vuelto más irresponsable.
¡Yo soy la joven hija del conde, aunque sea débil!
—Señora Sisie, yo, la señorita… —intenté protestar.
—¿Podría sentarse adentro?
—Sí.
Como esperaba, no podía ganarle.
Durante el período de preparación, yo estaba libre porque no me dejaban hacer nada. Si cargaba la mercancía terminaba dejándola caer; y cuando distribuí el té, resbalé. Tuvieron que detener mi caída para evitar que quedará empapada.
Además, Ed se golpeó contra el espejo. Su cara estaba cubierta por una hemorragia nasal.
Por ello, el trabajo de Sisie terminó aumentando.
Y confieso que por casualidad tenía puestos los zapatos de balance, por lo que era fácil caerse. Ya que ese fue el caso, supe que no era muy bueno si los usaba mucho todos los días. Después de eso solo los usé cuando salía a correr.
—Usted es una dama ¡No necesita hacer nada, ¿entiende?! —me dijo Sisie, y me expulsó.
—Tsk. Sisie es mala…
Fui observada con ojos terribles.
Asusta, Sisie de verdad asusta.
—Si haces esa cara nunca vas a encontrar esposo, ¿sabes?
—¿Señorita?
¡Es un demonio! ¡Hay un demonio!
Apresuradamente me retiré.
Capítulo 25 ya disponible en la edición 27 de la revista