Traducido por Kiara Adsgar
Editado por Yusuke
Levantándose antes de la salida del sol, Sonia D’Claire se vistió y ofreció sus oraciones a la estatua de la Santa Madre. Luego se dedicó a realizar las tareas que le habían asignado en la semana. Se suponía que debía preparar la mesa para el desayuno esta semana.
La abadía real donde reside es bastante grande, hay un orfanato contiguo y un internado para niñas. El internado sirve como una escuela donde las jóvenes damas de la nobleza aprenden sobre el decoro social. En el reino de Pharrell, se creía que las niñas tenían una ventaja en la vida, si salían de sus casas para estudiar la palabra de Dios, por lo tanto, un buen número de señoritas nobles se registraban en el internado durante un periodo de seis meses a un año completo.
Por supuesto, también eran libres de quedarse más tiempo para seguir el camino de una monja. De todas estas damas nobles, Sonia era la que había pasado más tiempo en el lugar. No solo sus padres habían muerto hace una década, sino que también había perdido a sus hermanos mayores después de reclamar su título y las propiedades de la familia. La única hija, Sonia, ahora es la única descendiente directa del ducado D’Claire, que poseía una gran fortuna y vastas tierras.
El guardián de Sonia, el rey de Pharrell, la había enviado a esta abadía. Casi parecía como si él estuviera tratando de protegerla de algo…
♦ ♦ ♦
Atravesando el impresionante jardín de hierbas de la abadía, Sonia caminó por los sencillos y austeros pisos del pasillo color chocolate que habían sido pulidos hasta estar relucientes. Con leves movimientos tocó la pesada puerta al final del pasillo.
—Adelante —respondió con una voz suave. Sonia abrió la puerta.
La directora y abadesa, se sentó detrás de su escritorio con la radiante luz del sol brillando a través de la ventana a su espalda.
—Gracias —respondió Sonia.
Sonia extendió el dobladillo de su falda gris simple y sin adornos con ambas manos mientras se hundía en una reverencia. En cuanto las señoritas entraban al internado se prohibian los ostentosos vestidos y accesorios para el cabello. Las chicas solo podían usar uniformes de noviciado.
Una sonrisa benévola cruzó la cara de la abadesa cuando le dijo:
—Entra, querida, siéntate. —Sonia se dirigió hacia el sofá de cuero ubicado en la parte trasera de la habitación con gracia y elegancia.
Cuando vio quién estaba allí, sus pálidos ojos azules brillaron de alegría.
—¡Rey Patrice! —exclamó Sonia.
—Me alegra ver que estes bien, Sonia —respondió Patrice.
Le dio la bienvenida a Sonia con los brazos abiertos y le dedicó su mejor sonrisa. Respondiendo al gesto, la joven no dudó en responder a su abrazo. Cualquiera de las monjas que la instruia estuvieran presentes, habría fruncido el ceño ante tal comportamiento extravagante, pero, plenamente consciente de las circunstancias atenuantes de Sonia, la sonrisa de la abadesa solo se hizo más profunda mientras observaba en silencio.
—Nunca soñé que vendrías en persona, Su Majestad —dijo Sonia.
Al darse cuenta de lo infantil que era su comportamiento después de abrazar a Patrice mucho más de lo que permitía el decoro, Sonia se sonrojó de vergüenza cuando dio un paso atrás para mostrar un mejor comportamiento.
—Quería decírtelo personalmente, así que vine a verte de incógnito —explicó Patrice.
—¡Santo cielo! ¿De qué se trata?
El cabello rubio dorado que Sonia mantenía atado detrás de ella se balanceaba suavemente de un lado a otro. La adorable vista le recordó a Patrice su primer amor y la nostalgia le hizo sonreír.
—¿Por qué no damos un corto paseo mientras te cuento? ¿Te importaría guiar el camino?
—¡Será un placer! —respondió ella y los dos salieron al claustro que rodea el jardín de hierbas.
♦ ♦ ♦
La luz suave brillaba a través del techo cubierto de vidrieras de la pasarela de piedra blanca que Sonia y Patrice bajaron. Con la llegada de la primavera, las mariposas y las abejas volaban ocupadas por el jardín de hierbas de la abadía, seducidas por sus fragancias.
—He decidido con quién te casarás.
—¿Huh?
El repentino anuncio detuvo a Sonia de inmediato. Levantó la vista hacia Patrice con la boca abierta.
Sin esperar esta clase de reacción, Patrice sonrió con ironía mientras continuaba:
—¿Es realmente tan sorprendente? Ya tienes dieciocho años. Tienes la edad suficiente para que tener un novio.
—Lo siento. Todo esto es tan repentino…
—Por casualidad, ¿Sientes algo por alguien? —preguntó.
—¡Dios mío, no! Este es un mundo de mujeres. Sabes que a ningún hombre aparte de ti se le permite ingresar al internado, Su Majestad —bromeó Sonia.
Al ver a Sonia hinchar las mejillas con molestia, Patrice soltó una carcajada.
—¡Oh, me había olvidado de eso!
—Entonces dime… ¿conozco a este noble caballero? —preguntó Sonia en un tono tranquilo, pero podía sentir su corazón acelerado loco por salir de su pecho.
—Sí, lo conoces. —Patrice encontró la mirada expectante que Sonia le dirigió mientras apretaba fuertemente sus manos contra su pecho, divertida.
—Mi hijo, Severin…
—¿El príncipe Severin? —interrumpió ella de inmediato.
—Correcto, el príncipe Severin.
Al escuchar eso, los ojos de Sonia se nublaron. Ella ahuecó sus mejillas con ambas manos mientras toda su cara comenzó a brillar.
¡Príncipe Severin! ¡No podría estar más feliz! ¡Me esforzaré por ser una buena esposa, rey Patrice!
♦ ♦ ♦
—Hmm.
—¿Pasa algo, Su Majestad? —preguntó el desconcertado asistente que acompañaba al rey. Desde que se subió al sencillo carruaje utilizado para su viaje de incógnito, Patrice no había dejado de gruñir durante todo el viaje—. Por casualidad, ¿La duquesa Sonia se mostró inconforme con su futuro novio?
—No, estaba extasiada… Es solo que…
—¿Qué?
—Podría haber entendido mal con quién se casa.
—¿No lo explico claramente, Su Majestad? —preguntó el asistente.
—Cuando dije él es alguien que conoces bien y mencione a Severin, ella ya estaba en la nube… Lo repetí para que entendiera, pero… dudo que estuviera escuchando… ¿Ahora ves el problema?
—Ciertamente. No tengo dudas de que ella piensa que va a casarse con el príncipe Severin —respondió el asistente.
Con un patético gemido. Agachó la cabeza junto al rey y luego señaló.
—¿Eso no significa que la duquesa Sonia siente algo por el príncipe Severin? Quizás estaba tan feliz por eso.
—Sí, estoy seguro de que es así. El hecho es que ella entró en la abadía cuando tenía ocho años, por lo que Severin y los adultos que lo rodean son los únicos hombres que ha conocido. Ella y Severin tienen edades similares, solían jugar juntos a menudo.
—Así que sus sentimientos de amistad se convirtieron en amor… Ella es tan pura… a diferencia del príncipe Severin —dijo el asistente, sin darse cuenta de que había hablado fuera de lugar. El rey lo fulminó con una mirada oscura, pero no pudo reprender a su asistente teniendo en cuenta los malos hábitos de su hijo.
En ese momento, el asistente esbozó una sonrisa.
—¡Lo tengo, Su Majestad! —Y comenzó a explicar su idea a Patrice.
—¿Por qué no da el paso y hace que la duquesa Sonia se case con el príncipe Severin? Tal vez se enamore de su pureza y se convierta en un esposo devoto.
—O quizás Sonia sería miserable. No puedo convertirla en una víctima del mujeriego de mi hijo.
—Buen punto. —El asistente estuvo de acuerdo.
Patrice le lanzó otra mirada oscura por no defender a su hijo mientras continuaba.
—Además, Severin no es capaz de disipar la maldición impuesta a Sonia.
—Espero que la revelación divina del Papa se cumpla. Si no es así y la maldición gana, nuestro país sufrirá una gran pérdida —comentó el asistente. Debe haberse sentido intranquilo por la seguridad del prometido de Sonia, porque una expresión de preocupación cruzó por su rostro.
Patrice abrió la pequeña ventana del carruaje y contempló el paisaje urbano. Durante aproximadamente quince años, el arduo trabajo de ese caballero había mantenido esta tierra libres de las llamas de la guerra. La gente del pueblo bullía de brillantes sonrisas en medio de este hermoso y ordenado paisaje urbano, era una oda a su devoción por su país y su incomparable destreza caballeresca.
—Odio ponerle una pesada carga una vez más… Pero no es solo por la revelación del Papa, también pienso que es el único capaz de romper la maldición de Sonia —dijo Patrice, terminando la conversación.
♦ ♦ ♦
—¡Increíble! ¿Te vas a casar? ¡Felicidades, Sonia! ¡Y el segundo en la línea sucesoria, el príncipe Severin! ¡Eso es maravilloso!
—Gracias, Pamela —dijo Sonia con vergüenza ante la entusiasta emoción de su compañera de cuarto de dieciocho años. Pamela estaba tan emocionada como si fuera ella quien se casará. La piel blanca de porcelana en su rostro se puso roja.
—¿No fue él tu primer amor desde la niñez? ¡Qué romántico! ¡Puedes pasar tu vida con el hombre de tus sueños…! ¡El príncipe Severin debe haber sentido lo mismo por ti todos estos años!
—Eso espero… De acuerdo con las cartas que recibo de él de vez en cuando, me daba la impresión de que solo pensaba en mí como una hermana pequeña… mucho me temo quizás está siendo obligado a casarse conmigo —confesó Sonia.
Ella bajó la mirada al recordar el contenido de las cartas que había recibido de Severin hasta ahora. Parte de ella estaba ansiosa de que su tutor, el rey Patrice, lo empujara al matrimonio, pero si ese fuera el caso, se sentía mal por Severin.
Siendo su primo segundo, mayor que ella por tres años, Severin a menudo jugaba con Sonia en el palacio real hasta que perdió a su familia y se mudó a esta abadía.
El cabello rubio de Severin caía elegantemente sobre sus hombros, era tan brillante como si absorbiera la luz del sol. Con las mejillas sonrosadas y ojos azules como el cielo, su belleza superó incluso a la mujeres, en ocasiones hasta Sonia se sentía celosa, pero en lugar de volverse vanidoso por su belleza, fue amable con todos. La gente lo rodeaba de alabanzas, afirmando, “Si un ángel descendiera a la tierra, sería como el príncipe Severin”.
—Sonia, estoy segura de que el príncipe Severin dio su consentimiento, así que todo está bien. ¡Deberías tener más confianza en ti misma! —dijo Pamela para consolar a Sonia.
—Tienes razón. Tengo que empezar a poner mi corazón en mis clases de estudios y etiqueta a partir de ahora, así podré convertirme en una buena esposa —respondió Sonia, ofreciéndole a Pamela una sonrisa a cambio.
—¿Pero esto no es demasiado repentino? Es difícil creer que te vas en dos semanas… Como amiga, estoy feliz de que te vayas a casar, pero has sido parte de mi vida durante tanto tiempo que te voy a extrañarte mucho —admitió Pamela. Aunque estaba feliz por la alegre sonrisa de Sonia, confesó sinceramente la soledad que sentía en su corazón.
Desde que Pamela llegó a la Abadía Real, las dos chicas habían dormido en la misma habitación. A diferencia de las otras damas que estaban aquí para terminar la escuela, ella también había perdido a su familia. Sin otro lugar a donde ir después de que un pariente heredará la propiedad familiar, ella había venido a esta abadía.
—Espero que el tío que ha heredado el título y la herencia de la familia Benoit, encuentre un pretendiente para casarme… Entonces podría irme y visitarte…
—Pamela…
Los ojos de Sonia se empañaron de lágrimas mientras abrazaba a su amiga. El tío de Pamela probablemente se había olvidado de la sobrina que había dejado en esta abadía, ya que él nunca respondía a ninguna de las cartas que ella le enviaba. Supuestamente hacía donaciones anuales a la abadía, pero se rumoreaba que cada año se hacían más pequeñas.
Sonia acarició el cabello trenzado de Pamela, que era negro como ébano. Innumerables damas vinieron a la abadía porque no tenían a dónde ir. Sin embargo, se habían hecho amigas desde el principio. Por supuesto, ser compañeras de cuarto ayudó, pero se rieron y lloraron juntas, sufrieron el mismo tipo de soledad y se consolaron mutuamente.
—Me aseguraré de escribir. Y tengo toda la intención de ver a tu tío y preguntarle. Ahora que Pamela está en edad de casarse, ¿no va a encontrarle un buen marido?
—Si la prometida del príncipe Severin le preguntara eso, estoy seguro de que mi tío, entraría en pánico y de inmediato trataría de encontrar a alguien —dijo Pamela. Ella debió haber imaginado la tristeza en sus ojos, porque esbozó una sonrisa. Al ver la expresión de Pamela, Sonia se relajó y agarró sus manos.
Estando frente a frente, las dos juntaron sus palmas y entrelazaron sus dedos. Luego presionaron la frente contra la frente. Hacían este gesto cada vez que se consolaban mutuamente.
—Me gustaría felicitarte de nuevo, Sonia. Siempre rezaré por tu felicidad.
—Gracias, Pamela rezaré por tu felicidad también…
Las dos damas se quedaron así por mucho tiempo. Ambas mantuvieron los ojos cerrados como si trataran de ocultar lágrimas que escapaban de sus ojos…
♦ ♦ ♦
Dos semanas después.
Además de asistir a los servicios de oración, Sonia fue excusada de todas las tareas de la mañana. Ella había recibido paquetes todos los días hasta la noche antes de su partida con vestido elegante, del último diseño de moda, hechos con materiales de la más alta calidad. Accesorios para el cabello a juego, collares para adornar su cuello, aretes y pulseras vinieron con cada vestido. A pesar de que estarían escondidos debajo del dobladillo de sus vestidos, también enviaron zapatos para cada vestido, que se ajustaron a sus pies como si hubieran sido hechos a medida para ella.
No solo le enviaron varios atuendos completos, sino que también enviaron doncellas para ayudarla a prepararse para la mañana de su partida.
—Um… escuché que vamos a visitar mi antigua casa, el Castillo Claire antes de todo, o ¿escuché mal…? —preguntó Sonia a una de las criadas recién llegada. Ella tenía la impresión de que iban a regresar a su castillo, alterarían los vestidos y las gemas almacenadas allí para el dia de su compromiso y luego se irían al palacio real, Sonia quedó estupefacta cuando los vestidos y las galas llegaron uno tras otro.
Una de las criadas bajó respetuosamente la cabeza hacia Sonia antes de responder.
—No te equivocas, mi lady. Esto es lo que he escuchado. Todos los regalos enviados aquí son solo una muestra de los sentimientos de tu prometido. Para citar sus propias palabras, él dijo: por favor, use lo que sea de su agrado.
—¿Todos estos…?
Al mirar más de cerca, Sonia notó que los estilos de todos los vestidos eran diferentes, al igual que los zapatos y accesorios para el cabello. Si analizaba el diseño de los vestidos por ejemplo, había uno rojo que evocaba la imagen de una adulta elegante, pero justo al lado había un vestido rosa pálido decorado con una abundancia de encajes y lazos, priorizando un atractivo dulce y lindo. Cada vestido tenía un estilo único.
—No sabía lo que le gustaría, por lo que cubrió todas las bases…
Incluso si él no conocía sus gustos, ¿no era esto un poco excesivo? Sonia se frotó ligeramente las sienes con frustración. Prácticamente había enterrado el piso en la habitación de Sonia y Pamela con montones de regalos.
—Él también quería que le transmitiera este mensaje “si lo desea, le agradecería que me saludara vestida de la mejor manera y con una sonrisa deslumbrante”.
En cuanto, Sonia escucho escucho eso, sus ojos brillaron de emoción.
Oh, príncipe Severin…
—Muy bien. Pero con tantos, es difícil saber cuál elegir. ¿Te importaría ayudarme a decidir? —preguntó Sonia.
—Será un placer. Esto también será divertido para nosotras.
Todas las otras sirvientas acordaron echar una mano con una sonrisa.
♦ ♦ ♦
—¡Sonia, te ves hermosa! ¡Ese vestido o te queda genial! —exclamó Pamela, temblando de emoción cuando regresó de su trabajo voluntario, para ver que Sonia se había despojado de sus uniforme de noviciado habitual a uno de los vestidos que había recibido.
El vestido que finalmente eligió Sonia era de un refrescante tono verde menta que resaltaba maravillosamente su cabello rubio dorado. El fino encaje del cuello redondo cubría su delicado cuello hasta la clavícula le brindaba una sensación de elegancia, mientras daba una imagen de inocencia. El collar no solo estaba adornado con perlas, sino que también estaba cosido al el busto del vestido.
Al parecer los vestidos de cintura baja con amplios fruncidos estaban de moda. El encaje fluía desde la cintura hasta el dobladillo. Al colocar el encaje sobre el material con un brillo, incluso un vestido potencialmente escandaloso se volvía perfectamente apto para cualquier hora del dia.
Un cinturón con elaborados, pero delicados orfebrería, le cubría la cintura. La única esmeralda en la hebilla brilló con delicadeza. Después de aplicar un poco de maquillaje, Sonia se puso un adorno a juego con su cinturón y cubrió su cabello suelto con un velo de encaje.
—¡Eres tan hermosa…! ¡El príncipe Severin seguramente se enamorará de ti de nuevo! —dijo Pamela maravillada.
Ante sus palabras, la sirvienta que esperaba junto a Pamela preguntó:
—¿Príncipe Severin? —Con una ceja levantada. Sin embargo, ninguna de las chicas la escuchó por sus chillidos emocionados. Del mismo modo, la criada fue informada por otra sirvienta de que la escolta que recogería a Sonia había llegado en ese momento y comenzó a ordenar frenéticamente la habitación. Apenas tuvo tiempo de preguntar qué quería decir Pamela.
—Duquesa Sonia D’Clare, su prometido ha venido por usted personalmente —informó una de las criadas.
Sonia y Pamela se tomaron de las manos. Naturalmente, lo hicieron de la misma manera que siempre, con las palmas juntas y los dedos entrelazados.
—Cuídate… Sonia.
—Sí y tú también, Pamela… me aseguraré de escribir…
Las dos siempre se habían consolado la una a la otra. Habían compartido sus sueños a lo largo de los años en la misma habitación. No importa cuán pequeño sea el problema, siempre le pedían consejo a la otra. Ocasionalmente, también entrarían en peleas que parecerían sorprendentemente “triviales” más tarde.
—Pamela. —Los días que pasaron juntas inundaron la cabeza de Sonia uno tras otro.
—Oh no, no llores. No quieres que tu maquillaje se corra —dijo Pamela con entusiasmo, alentando a Sonia. La voluntad con la que contenía las lágrimas estaba a punto de romperse.
—¡Nos veremos otra vez! ¡Estoy segura de eso! Estamos unidas ante Dios —dijo, imitando lo que las hermanas siempre les decían a quienes estaban tristes de ver partir a una de las damas.
—¡Bien, lo haremos! ¡Estoy segura de que lo haremos…!
La abadesa entró en la habitación cuando las dos se despidieron.
—Sonia, Dios está en todas nosotras, manteniéndonos atadas en todo momento —dijo la abadesa. Al escuchar lo mismo que Pamela le acababa de decir, Sonia se secó las comisuras de los ojos y asintió.
La abadesa procedió a entregarle un regalo a Sonia, diciendo:
—Toma esto. —Los ojos de la joven se abrieron ante el regalo. Era un rosario de plata bellamente elaborado.
—¡Madre superiora…! ¡No puedo aceptar un regalo tan increíble…! —protestó Sonia.
Aunque estaba desgastado por el uso, se dio cuenta de que había sido pulido con esmero en el momento en que estuvo en sus manos.
—Solía usarlo cuando era más joven. Es algo extravagante para la abadía, así que lo guardé… pero creo que debería ser perfecto para ti —dijo la abadesa y tocó suavemente las manos de Sonia con las suyas—. Estoy segura de que su futuro esposo lo guiará en la dirección correcta. Debes confiar en él y seguir su guía.
—¡Lo haré! Madre superiora, gracias por todo.
—Sonia, rezaré para que tengas un futuro largo y feliz —respondió la abadesa. Ella no se dio cuenta de que, a diferencia de la habitual sonrisa de la abadesa, está tenía un toque de tristeza.
♦ ♦ ♦
Sonia danzaba sin música con entusiasmo. Hasta este punto su felicidad era más alta de lo normal.
Camino a través del claustro alrededor del jardín de hierbas, las pesadas puertas hechas de piedra en el otro extremo del espacioso lugar con sus paredes blancas puras, permanecían abiertas de par en par. Al otro lado esperaba un carruaje decorado.
La última vez que monté en un carruaje como este, mamá y papá aún estaban vivos.
Sonia pertenece a un ducado con numerosas riquezas, al punto que el mismo rey sirvió como su guardián, pero se había acostumbrado a la vida simple y sin frugalidades en la abadía. Entre nostalgia y alegría, sintió como si estuviera caminando sobre nubes. Si no lo supiera mejor, juraría que su cuerpo estaba flotando. Pero el carruaje no era lo primero en su mente.
Me pregunto cómo se verá el príncipe Severin ahora.
Solo se habían comunicado a través de cartas desde los funerales de su familia.
¿Le importará mi aspecto? Puedo entender si no cree que soy bonita, pero ¿al menos me llamará linda? No, ¿qué pasa si no soy lo que él esperaba y se decepciona en cuanto me vea?
El corazón de Sonia latía fuertemente, impulsado por el nerviosismo y la aprensión, iba a reunirse con su primer amor después de mucho tiempo.
Cálmate. ¡Cálmate, Sonia!
Su corazón latía demasiado fuerte. Si tuviera que describirlo, se sentía más cerca del miedo que del amor; había llegado al punto de dar esa impresión.
¿Qué demonios? ¿Estoy empezando a sudar frío?
Sonia se sorprendió al sentir el sudor corriendo por su nuca cuando ni siquiera tenía calor. No quiero verlo. Ella rápidamente desechó las palabras de rechazo que repentinamente aparecieron en su cabeza.
Cuando estaba a un paso de pasar por las puertas del narthex, un hombre que había estado esperando al lado de la puerta se paró frente a Sonia. Una sonrisa se dibujó en su rostro cuando tomó respetuosamente la mano de Sonia y se arrodilló ante ella.
—¿Eh?
Ella lo había visto en algún lugar, pero él no era Severin. El hombre que sostenía solemnemente su mano era claramente un señor de mediana edad. Un viejo de mediana edad. Estaba sobre la colina de la adultez. Un vejestorio y para empeorar las cosas…
—He venido por ti, mi hermosa novia.
¿Por qué había una barba en la cara de este vejestorio? ¿Por qué la estaba mirando de esa manera?
—¿Eh? ¿Qué? ¡Aaaa!
Sonia se desmayó.
♦ ♦ ♦
Al final, decidieron que Sonia se quedará en la abadía una noche más después de desmayarse. La pareja partió oficialmente al día siguiente.
Incómodo… Esto es muy incómodo.
Sonia estaba sola en el carruaje con el viejo barbudo o el caballero de mediana edad, que afirmaba ser su prometido. Se llamaba Cristford Cortot.
Cristford tiene treinta y cuatro años, es el caballero que enseñó al príncipe Enrique, el heredero al trono, el manejo de la espada y estrategias al príncipe Severin, había servido como su tutor en armas. O eso explicaron las personas que estaban con ella una vez que recuperó la conciencia.
¿No se le concedió el rango más prestigioso como caballero, el nivel Diamante?
Se otorgaron títulos basados en las piedras que representan los doce meses del año, de acuerdo con la Orden de las Piedras Natales. Un total de doce caballeros llevaban estos títulos, todos los cuales habían dominado la magia protectora. Bajo la protección de Dios, Cristford Cortot sirvió a su rey, guardó su reino y salvó al pueblo. Tenía el rango más alto de los doce caballeros, era reconocido como héroe entre los héroes.
Estaba avergonzada, pero esta palabra no era suficiente para describir cómo se sentía Sonia. No solo se había equivocado al escuchar a medias al rey Patrice, sino que también había gritado al mirar el rostros de Cristford y se había desmayado. Esa no era la forma de tratar al caballero con el rango más alto en la orden de caballeros y mucho menos al hombre que era venerado como el ángel guardián de su nación. La sangre de su rostro se había esfumado al punto es que había pasado de la palidez natural de un enfermo a azul. Incluso con la llegada de la mañana siguiente, todavía se veía pálida.
—Avísame cuando te sientas mejor. Volveré entonces —dijo Cristford sin tomar la menor ofensa. Su actitud amable había llenado el corazón de Sonia de culpa, por su increíble falta de respeto.
Eso fue precisamente lo que la llevó a insistir:
—No, estaré bien. Lamento mucho haberte preocupado.
Y con eso, se dispusieron a irse una vez más y abordaron el carruaje.
Por desgracia, sentarse en diagonal uno del otro solo hacía que las cosas fueran aún más incómodas. Por alguna extraña razón, su cuerpo lo rechazaba. No, ella sabía la razón, la densa barba que se extendía por su mandíbula. Ella la encontró físicamente repulsiva.
No era solo su barba, como si la situación no pudiera ser peor, cuando ella echó un vistazo a sus manos, un bosque de pelo crecía en el dorso de sus dedos y manos, solo quería llorar.
¡Incluso está allí!
Este es un hombre realmente peludo, pero Sonia pensó, sólo porque vivía en una abadía donde los hombres estaban prohibidos no era una excusa para odiar las barbas o los hombres velludos, al punto de desmayarse por ver a uno.
Ella había sido capaz de interactuar bien con esa clase de hombres hasta los ochos años e incluso había podido tratar con él antes.
—Disculpe… señor Cortot. —Sonia se atrevió y habló primero.
—Puedes llamarme Chris, princesa. ¿No es así como solías llamarme hace mucho tiempo? —Él no entendía a qué se refería y preguntó: —¿No te acuerdas?
Cuando él dijo eso la mente de Sonia cayó en una espiral de recuerdos de su juventud. Estaba en el patio del palacio donde residían el rey y la familia real. Sin importar la estación del año ella siempre iba a allí a jugar y disfrutar de las flores y frutas.
Recordó que siempre se sentaba con su vestido extendido sobre la hierba mientras recogía pequeñas flores para hacer un ramo. Cerca del lugar había una mesa redonda mármol, donde su madre tomaba el té con la madre de Severin, la reina. Y allí estaba él, en la parte posterior observando todo.
Una vez que recordó, Sonia no pudo evitar mirar a Cristford.
—¿Pasa algo, princesa? —preguntó. Chris parpadeó sorprendido por la repentina mirada de Sonia, hace un segundo ella no soportaba mirarlo y ahora sus ojos no se apartaban de él.
—Tu barba.
—¿Mi barba? Ah —dijo Chris mientras se pasaba los dedos por la barba.
Independientemente de cuán bien cuidada estaba la corta barba que corría desde sus patillas hacia la parte posterior del contorno de su rostro, no había forma de evitar el hecho de que un hombre con su físico pareciera un oso bien arreglado salido del bosque. Para colmo, su cabello corto y castaño claro estaba recortado al mismo largo que su barba de corte. En este país era bastante inusual ver hombres que tuvieran un estilo parecido.
En la tierra natal de Sonia, Pharrell, era común que los hombres tuviera el pelo a la altura de los hombro. Incluso aquellos que lo mantenías corto, nunca mostraban su nuca.
—Cuando era pequeña, no tenías barba, ¿verdad…? Corrígeme si me equivoco, pero ¿no tenías el pelo hasta los hombros y lo mantenias atado?
—Sí, así es. Me impresiona que lo recuerdes —dijo Chris. La claridad de su memoria lo sorprendió e impresionó.
—Um, ¿por qué te dejaste esa barba? ¿Y cortarte tu pelo…? Toda tu cabeza se ve como un campo de trigo después de la cosecha…
¡Un campo de trigo después de la cosecha! ¡Qué comparación tan divertida!
Sonia debe haberle hecho cosquillas con su comentario, porque Chris se echó a reír con la boca abierta. Fue una risa tan fuerte que resonó en las paredes del carruaje.
—¡Santo cielo!
Con una sonrisa preocupada, Sonia comenzó a ver a Chris cada vez más como un caballero afable. Mientras lo hacía, sintió que el peso sobre su corazón disminuyó un poco. Inconscientemente su cuerpo también se relajo, sin embargo, ella todavía tenía preguntas. Sin mencionar que ella todavía tenía miedo de su barba.
—Dijiste que esto es por respeto a las últimas palabras de tu abuelo, pero ¿esa responsabilidad no debería recaer en los más viejos? —preguntó ella.
—Tenemos una larga tradición de elegir servir como guerreros en mi familia. Tal vez sea una señal del cambio de los tiempos, pero algunos de mis hermanos decidieron dedicarse a otras áreas en lugar de seguir el camino del guerrero. Tal como está ahora, mi hermano mayor y yo somos los únicos guerreros. Esto no le sentó bien al abuelo, por lo que me ordenó que también siguiera el lema de la familia, justo antes de morir. De esa manera, si algo nos sucediera a mi hermano o a mí, la tradición seguiría viva.
—Uh, uh…
Después de escuchar una explicación tan apasionada, los hombros de Sonia se desplomaron de decepción. Cada lema de familia era único, y había escuchado que ocasionalmente había algunos lemas extraños que no tenían ningún sentido. En lo que respecta a Sonia, el lema de Cortot definitivamente podría llamarse extraño.
¡Pero aun así…!
Si él era el hombre con el que se iba a casar, ella tendría que pasar el resto de su vida con él. ¡En ese caso, con absoluta desesperación ella quería que él se afeitara esa barba! Sonia se armó de valor y preguntó:
—Um… en ese caso, ¿eso significa que no estarías dispuesto a afeitarte la barba?
—No, es el lema de mi familia —negó rápidamente.
—¿No cederías con eso?
—No —repitió nuevamente y sin rodeos.
Él la miró directamente a los ojos con una expresión severa, luego de rechazarla dos veces, sin dejar ninguna opción a Sonia.
—Entiendo —susurró ella claramente derrotada y apartó la mirada.
Mientras escuchaba el sonido de los cascos del caballo golpeando el suelo en el vaivén del carro, Sonia luchó desesperadamente contra el impulso de llorar.
¿Por qué? ¿Por qué odio tanto su barba que me dan ganas de llorar?
Cristford simplemente se sentó con los brazos cruzados, preguntándose cómo lidiar con la joven que se había encogido sobre sí misma.
Esto también es parte de mi deber. Lo siento mucho, princesa.
Se disculpó internamente.
En la edad media la mayoria a los 16 tenias esposa hijos y deudas con el banco. A los 40 1 o 2 nietos.
Weeeeeyy cuando dijo que era un viejo yo literal me imaginé a un viejo. No puedo creer que ella considere viejo a un hombre de 34 años