Traducido por Ichigo
Editado por Anyi
La espléndida vista de la ciudad, es como el canto de las oropéndolas converge en un desorden; abajo, en la ciudad, las olas del mar en primavera llegan a la orilla [1].
Qu Zhou es una ciudad con un paisaje diferente, que captura la atención de todos. Situada en las rutas de transporte de los comercios, lo que la convertía en una de las ciudades comerciales más bulliciosas del Imperio Celestial. La vista de Qu Zhou era mucho más apacible que el de la Capital, de hecho se describe como “sonido de oropéndolas por todas partes, niebla, y nubes brillantes y claras”.
Durante las horas de la tarde, en la antigua carretera de las afueras de Qu Zhou, un grupo de carros pasaba con lentitud. En ese camino con pocos signos de población humana, los pocos que pasaban por el lugar no podían evitar tener curiosidad por lo que estaba sucediendo. En el centro de la agrupación, había un carruaje de ocho caballos, que desprendía un aire importante. El mismo, iba rodeado por guardias formados que avanzaban vigilantes…
Justo cuando el equipo del carruaje se movía a un ritmo ni rápido ni lento, un caballo de la parte trasera del camino, venía más lento y el grupo del carruaje no se detuvo a esperar a que el animal se acercara. Después de un rato, el caballo llegó a donde estaban ellos. La persona que montaba el caballo vestía con túnicas púrpuras y un sombrero negro, en definitiva se trataba de alguien del palacio. El caballo se detuvo detrás del equipo.
—¿Dónde está el Primer Ministro Lou? —preguntó en voz alta la persona que montaba el caballo.
El carruaje de ocho caballos era muy espacioso, el interior no era diferente a una habitación pequeña. Ru Qing se sentó en el lado izquierdo del carruaje, recogió el plato de frutas de la pequeña mesa y se dio la vuelta para mirar a Gui Wan que estaba observando el paisaje.
—Señora, tome algunas frutas. Estaremos llegando a Qu Zhou por la tarde —dijo Ru Qing.
Ru Ming, que estaba sentada al lado de Gui Wan, tomó una uva del plato y se la dio.
Estaba terminando de colocar la fruta en su boca, cuando el coche de caballos se detuvo de repente. Los ojos de Gui Wan se centraron en el exterior. Tenía un aspecto tranquilo, parecía que estaba pensando en algo.
Ru Qing y Ru Ming intercambiaron una mirada de impotencia. La misma situación ya había pasado cuatro veces; que detuvieran el carruaje una vez más solo podía significar que alguien del palacio había ido a solicitarle al Señor Primer Ministro que regresara. Desde que habían dejado la Ciudad Capital, hace un día, la gente del palacio había estado interrumpiendo de forma continua su camino. Incluso si al principio no les molestó, que sucediera ya varias veces los estaba empezando a hartar.
No había ni un solo indicio de movimiento durante un rato, el carruaje seguía parado en su sitio. Ru Qing y Ru Ming no se sentían tranquilas, la espera en esa ocasión resultó ser más larga que las anteriores. Justo cuando las dos personas estaban a punto de ir a investigar la situación, un caballo se acercó con lentitud hacia el carruaje. Gui Wan levantó la vista hacia la persona y sonrió.
—Hermano.
El rostro de Yu Yan He no parecía tranquilo, miró con fijeza a Gui Wan, y habló.
—Gui Wan, ha surgido un asunto en el palacio…
Las siguientes palabras permanecieron en su boca, sin ser pronunciadas.
Al escuchar esas palabras y sin decir nada, Gui Wan se limitó a sostener con una mano su barbilla. Aparentando no estar muy preocupada, espero con tranquilidad que él siguiera hablando. Al ver esto, Yu Yan He suspiró, diciendo:
—La consorte Ying está embarazada. Me enteré que esta mañana de repente le dolió el estómago. La situación parece ser muy grave, ahora mismo están llamando con desesperación al cuñado para que vuelva al palacio.
Sin mostrar ninguna reacción, Gui Wan tomó el pico de bambú, pinchó una uva y se la llevó a la boca, la masticó con suavidad y no dijo nada. Yu Han He se sintió algo desesperado, por lo que no pudo evitar seguir hablando:
—Esto no puede ser bueno, la emperatriz… —La mirada que le lanzó Gui Wan hizo que dejara de hablar. La vergüenza se reflejó en el rostro de Yu Han He cuando recordó que no estaba sola.
—Gui Wan. —Una voz melosa interrumpió el momento. Lou Che se pavoneaba sobre un caballo.
—¿Ha pasado algo? —preguntó Gui Wan mirando a Lou Che con una elegante sonrisa.
Un gran sentimiento de culpa surgió en el corazón de Lou Che. Miró con atención a la persona dentro del carruaje. Pensando en el porqué salieron de la Ciudad Capital el día anterior, sus intenciones originales eran acompañar a Gui Wan a despedir a Yu Han He. Además, se acercaba el verano y quería acompañarla para evitar el calor de esos días. Por eso, no importaba cuántas veces el palacio enviara gente para instarle que volviera, él siempre los ignoraba, pero ahora mismo… Apretó la nota que tenía en la mano. Lou Che se enfrentaba a una difícil decisión.
Al notar su vacilación y dificultad, Gui Wan desvió la mirada aún sonriendo como de costumbre. Pero por un instante un sentimiento de soledad y decepción se reflejó en sus ojos.
—Gui Wan. —Esa voz tranquila que la llamaba encerraba una infinidad de dificultades—. Han surgido asuntos urgentes en el palacio, necesito volver.
Incapaz de explicar los detalles, Lou Che se sintió un poco molesto. Al ver que Gui Wan solo escuchaba y sonreía en señal de comprensión, sin ninguna otra respuesta, sus sentimientos se mezclaron en un estado bastante complejo.
Montando el caballo cerca del carruaje, bajo la atenta mirada de todos, Lou Che inclinó su cuerpo y depositó un suave beso en la mejilla de Gui Wan.
—Espérame, iré y volveré con velocidad —habló, con suavidad inclinándose más de cerca, haciendo que su cálido aliento golpeara la oreja de Gui Wan.
Dicho esto, miró con profundidad a los ojos de Gui Wan, antes de darse la vuelta y partir en su caballo.
Todos los guardias que rodeaban los carros de caballos estaban estupefactos. Aunque, el amor cariñoso del Primer Ministro Lou hacia su esposa era conocido en todo el país, verlo con sus propios ojos era algo a lo que no podían acostumbrarse. Yu Yan He también parecía en absoluto desconcertado. Vio a Lou Che darle algún tipo de consejo al equipo de carruajes, antes de dirigirse con velocidad junto a ocho guardias por el camino del que vinieron. Riendo, se dio la vuelta para ver a su hermana.
—Parece que el cuñado te trata…
Sus palabras se detuvieron con brusquedad cuando vió la sonrisa de Gui Wan. Una sonrisa tan ilusoria, solo él como su hermano mayor sabía el sentimiento de pérdida y decepción que escondía con ese gesto.
—Gui Wan… —La voz suave de Yu Yan He, estaba llena de preocupación e inquietud.
Cientos de sentimientos indistinguibles, se reunieron en el corazón de Gui Wan al escuchar el suave llamado de su hermano. Dejó escapar una risa débil y distante, que se volvía cada vez más resonante.
—¿Te estás preocupando por mí, hermano? —habló Gui Wan, mirando con atención a Yu Yan He
Cuando sonó la última sílaba, todo el rastro de melancolía había sido ya barrido por completo.
—Podemos quedarnos en este lugar durante dos días y esperar el regreso del cuñado —dijo Yu Yan He con suavidad, intuyendo que su reciente comportamiento se debía a la partida de Lou Che.
—No es necesario —rechazó de manera rotunda la sugerencia. La actitud indiferente de Gui Wan hacía que su tono se extienda con excepción—. Él no volverá pronto. Seguiremos nuestro camino hacia Qu Zhou, todavía hay muchas cosas que hacer.
Al oír sus últimas palabras, Yu Yan He se congeló por un momento. Después de entender el significado, de inmediato reveló una mirada de ansiedad y no pudo evitar hablar:
—Antes de pensar en un plan… tenemos que esperar hasta llegar a Jin Yang.
La situación de la emperatriz era cada vez más difícil. En un principio, ella fue la única que había podido dar a luz a un príncipe. Ahora que la consorte Ying estaba embarazada, si llegará a tener un niño, entonces el único soporte vital de la emperatriz también estaría en grave peligro.
—No hay necesidad de esperar hasta que lleguemos a Jin Yang. Hermano, primero apresúrate a llegar a Jin Yang y toma tu puesto oficial. Yo me quedaré en Qu Zhou por unos días.
Gui Wan agitó su mano para indicarle a los guardias que estaban cerca que se alejaran por un momento, solo entonces podría explicarle a Yu Yan He.
—¿Quedarte en Qu Zhou? —preguntó Yu Yan He de manera tonta, mirando a Gui Wan con dudas y perplejidad.
De los ojos de Gui Wan que parpadeaban, fluía una mirada que conmovía el corazón de las personas. Esas pupilas oscuras que albergaban la risa, revelaban una belleza con profundidad oculta.
—La situación actual es desfavorable. El tiempo dado por el cielo, una posición favorable y el apoyo de la gente; la consorte Ying ha descartado dos de esos factores. Para revertir esta situación, aparte de la ubicación y el poder, todavía se requiere una palabra.
—¿Qué palabra?
—Boca. —Jugando de manera inconsciente con la púa de bambú en su mano, Gui Wan hablaba y se reía de forma pausada—. Una boca despreocupada y contenta, es el apoyo del pueblo. También, es lo único que la consorte Ying no sabe cómo obtenerlo. El actual emperador, para poder sentarse en el trono imperial, también depende de lo que el pueblo desee. Ahora mismo, nosotros también podemos seguir este ejemplo.
Yu Yan He hasta ese momento entendió lo que Gui Wan quería decir. Qu Zhou es una ciudad de negocios comerciales, es el lugar donde cualquier información podría intercambiarse más rápido. Las noticias de la Ciudad Capital se extendían al exterior una vez que pasaban por ahí, las noticias de lugares de todo el mundo también se reunían en Qu Zhou.
—¿Cómo vas a controlar las bocas despreocupadas y contentas de la gente? —pregunto una vez más Yu Yan He, con una ligera tristeza en su interior.
Sabe que no será algo fácil de manejar, y si no lograba controlar la situación correctamente, tenía miedo de que fuera contraproducente.
Gui Wan entrecerró los ojos, con una actitud altanera continuó apoyando su barbilla con la mano izquierda; con la derecha sostenía el pico de babú y recogía uvas del plato mientras hablaba:
—En este mundo, los que están más calificados para hablar son los eruditos. No ha pasado mucho tiempo desde que terminó el examen imperial. En este momento, todavía hay un montón de estudiantes que permanecen en Qu Zhou. Serán sus bocas quienes difundan las cosas al resto del mundo, ¿qué tan difícil podría ser hacer eso?
Incapaz de reprimir el sentimiento desconocido que surgió en lo más profundo de su ser, Yu Yan He miró a Gui Wan, sintiendo que su corazón se hacía cada vez más pesado.
—No sé si arrastrarte a esto está bien o mal… —dijo Yu Yan He con lentitud.
Gui Wan dejó escapar una carcajada y habló con tranquilidad:
—A menos que esté dispuesta, quién puede obligarme a hacer las cosas. No necesitas preocuparte por mí, hermano.
Asintiendo dos veces, todavía con el corazón receloso, Yu Yan He gritó algunas órdenes, antes de cabalgar. Después de descansar por un momento, todo el equipo del carruaje volvió a ponerse en marcha, dirigiéndose hacia Qu Zhou.
En el interior del carruaje, los ojos de Gui Wan se fijaron en Ru Qing y Ru Ming, su voz resonante no reveló ninguna emoción:
—¿Ustedes dos escucharon todo hace un momento?
—Lo hicimos. —Ru Qing y Ru Ming, asintieron al mismo tiempo.
—Ahora mismo deben hacer su elección —habló con ligereza Gui Wan, mostrando un comportamiento delicado—. Son leales a mí, o a mi señor esposo.
Ru Qing y Ru Ming nunca pensaron que alguna vez les harían tal pregunta. Sin entender del todo el significado de las palabras de Gui Wan se miraron la una a la otra, en ese momento, no se atrevieron a responder.
La cortina del carruaje ya se había bajado y la iluminación del interior era tenue. Dentro del carruaje el ambiente era tan silencioso, que solo el sonido de las ruedas que giraban y los cascos de los caballos del exterior viajaban hasta sus oídos. La opacidad del entorno las hacía sentir una sensación de asfixia.
Con una leve sonrisa, Gui Wan de repente soltó una carcajada, medio burlona medio sería.
—No se preocupen… no tienen que responder.
Las dos sirvientas suspiraron aliviadas al mismo tiempo, por un momento llegaron a pensar que lo ocurrido hace un momento fue solo un sueño. Mirando a Gui Wan, con profundidad imprevisible dentro de la oscuridad, de repente oyeron su orden:
—Preparen los atuendos masculinos. Después de entrar en Qu Zhou, solo mantendremos a ocho guardaespaldas con nosotras. El resto de los guardias permanecerán en las afueras de Qu Zhou.
—¿No sería eso peligroso? —Ru Ming estaba desconcertada y su rostro se llenó de pánico.
—Estamos tratando con frágiles eruditos. No habrá ningún problema.
Sabiendo que Gui Wan no daría más explicaciones, Ru Qing asintió mientras respondía con un “sí”, y el interior del carruaje recuperó su tranquilidad.
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Al anochecer, el interior de la posada de Qu Zhou era una escena de vivacidad. Qu Zhou era en principio una ciudad rica en negocios, con un complejo flujo de gente. En el área de descanso en ese momento, hablando con elocuencia, la gente se tambalea alrededor.
El jefe de la posada que había bebido bastantes copas de vino, se destacaba con alegría en el vestíbulo, jugando a adivinar los dedos con la gente. De repente, le tiraron de la oreja. Sintiendo el dolor ardiente, miró hacia atrás y al encontrarse a su propia esposa, sonrió y se disculpó de inmediato.
—Señora, ¿por qué ha bajado?
Su señora era famosa en todo Qu Zhou, por su belleza y ardiente temperamento, además, era apodada “Fiery Xi Shi”.
—Xiao Ya Zi te ha llamado varias veces. Pero estabas aquí jugando a adivinar los dedos de la gente, descuidando los asuntos serios…
Al ver a la pareja casada comenzar una riña, todo el mundo se echó a reír. La gente conocida sabía que esa era la forma en que se llevaba la pareja, también se había convertido en el blanco de todas las bromas de Qu Zhou.
Justo cuando las dos personas estaban ocupadas discutiendo, un trabajador entró corriendo en el vestíbulo, gritando:
—Señor, señora, hay clientes en la puerta.
—Si hay clientes, no sabes cómo atenderlos, qué te has quedado mirando… —gritó Fiery Xi Shi lanzándole una mirada sucia.
Justo cuando su voz se apagaba, ocho hombres musculosos entraron con rostros inexpresivos separándose en dos filas en la entrada del vestíbulo. De repente, se hizo un silencio total en el vestíbulo y todos los presentes se quedaron mirando a las puertas.
Justo cuando los ocho hombres se paraban en su lugar, entraron tres personas. Los dos de delante se comportaban extrañamente igual, tanto en sus acciones como en sus expresiones. Aparentaban ser jóvenes delicados y bonitos, pero al observarlos más de cerca, en realidad se trataban de mujeres disfrazadas; pues el olor a colorete y polvo era demasiado fuerte. Todos estaban dudosos y desconcertados, pero luego miraron hacia la última persona y sus respiraciones se detuvieron de repente.
Un aire brillante envolvía a una impresionante belleza que vestía un traje blanco-azul claro degradado. En la coronilla, su cabello estaba atado con una cinta de plata. Tenía una postura elegante y bella de gran nobleza, y una ligera sonrisa que apenas se asomaba en sus labios. En la oreja izquierda tenía un pendiente de perlas negras con un cordón que caía hasta su hombro, el cual se balanceaba con ligereza junto con los movimientos de la persona. Desbordaba un resplandor radiante y contra su grácil belleza, todo lo demás se disolvía en la nada. Entre la luz y la oscuridad, era un encanto tan único que era demasiado extraordinario.
Sabiendo que la persona era una mujer disfrazada, todo el mundo sentía que no podían respirar. Una belleza tan demoníaca que traspasa los límites del género se encontraba dentro del enorme vestíbulo. Ya sean hombres o mujeres, todos se quedaron sin palabras.
Adelantándose Ru Qing, le habló al jefe de la posada de descanso y a la ardiente Xi Shi quienes se encontraban en el centro del vestíbulo:
—Nos gustaría tener una habitación en el segundo piso.
Su discurso rompió el silencio, y solo entonces el gran vestíbulo recuperó su compleja mezcla original de voces.
Fiery Xi Shi se apresuró a asentir con la cabeza. Sin poder abstenerse de lanzarle una mirada a Gui Wan, pensó en secreto que todavía existían tales personajes como éste en el mundo.
—Entendido. Hay una habitación de invitados de honor en el segundo piso. Normalmente está desocupada, es perfecta para que todos ustedes la utilicen —dijo Xi Shi atentamente.
Gui Wan reveló una escasa y fina sonrisa. Mientras avanzaba con grandes zancadas hacia el segundo piso estudió el lugar. Bastante satisfecha con el entorno, ya estaba pensando en un plan seguro. Será en ese lugar donde tomará prestadas las bocas despreocupadas y contentas para su beneficio.
[1] El poema se llama Magnolia y es de Qián wéi yǎn.