Traducido por Haku
Editado por Herijo
—¡Arge fue secuestrada! ¡Por supuesto que iba a perseguirla!
—¿Y crees que está bien que te capturen por eso?
—Uuu…
Aunque hubo un intercambio como ese, al final permitieron que Kuzuha nos acompañara en la inspección. Menos mal que Akisame era una persona… digamos, amable.
El viaje hasta Rencia tomó un día entero en el carruaje de Akisame. El grupo lo formábamos Akisame, Habotan, Kuro, Kuzuha y yo. Cinco en total.
—Quería que los Oniwabanshu se quedaran en Sakuranomiya para mantener la seguridad y todo eso.
—De ninguna manera podía permitir que fueras de inspección solo con guardias externos.
Mientras repetían una conversación que ya habían tenido varias veces de camino, Akisame bajó del carruaje. Habotan, que había estado a cargo de conducir, ya se encontraba fuera.
Aunque se suponía que era su guardia, me pregunté si estaba bien bajar después de él. En cualquier caso, también descendí del carruaje.
Era un pueblo pequeño. Solo se veían unas diez casas en los alrededores.
Los campos de flores que se extendían a lo lejos debían ser para la producción de miel. Estaban bien cuidados, y los racimos de flores pequeñas continuaban hasta el horizonte. El viento trajo un aroma dulce a miel que cosquilleaba la nariz.
—Mmm…
De alguna manera, era un olor nostálgico. Aunque debería ser la primera vez que olía estas flores, me daban una sensación de familiaridad y tranquilidad. Mientras experimentaba ese extraño sentir, Kuzuha se colocó a mi lado.
Ella olfateó el aire con delicadeza.
— Es dulce y huele muy bien, ¿verdad?
— Sí. A Satsuki le encanta la miel de aquí. ¡Hoy huele especialmente bien!
Kuro bajó con los ojos entrecerrados, probablemente disfrutando el aroma al igual que Kuzuha.
Dejé que las dos, de razas con olfato agudo, disfrutaran del momento y avancé. Como se suponía que era guardia, pensé que era mejor estar cerca de Akisame.
Al acercarme a su lado, vi que sonreía mientras observaba los alrededores, pero en realidad estaba vigilando. Su rostro mantenía la sonrisa, pero sus ojos se movían con atención.
Aunque pareciera despreocupado, después de todo era un alto funcionario del país. No podía discernir exactamente qué o hasta dónde observaba, pero era claro que no era solo alguien sonriendo sin más.
—¿Pasa algo, Arge?
—Ah, no. Nada.
Me habló de repente y di un paso atrás por la sorpresa. Pensé que no me había notado, pero al parecer sí.
—Es un lugar pacífico, ¿no?
—¿Ah, sí? Bueno, tal vez lo sea.
Sentí algo extraño porque respondió de manera un tanto fría. Había una atmósfera de decepción, como si sus expectativas hubieran sido defraudadas. No parecía dirigida a mí, pero entonces, ¿a qué?
—Ah, parece que ya vienen.
Antes de que pudiera preguntar, Akisame murmuró y dirigió la mirada. Siguiendo su vista, vi a una chica acercándose a nosotros.
Una chica de cabello negro y ojos dorados claros, como miel de flores. Sacudiendo el familiar kimono de la República, caminaba hacia nosotros con pasos lentos.
Al llegar a unos pasos de Akisame, hizo una reverencia. El gesto era elegante, y con el fondo de los campos de flores, parecía un hada floral.
— Bienvenido, Akisame.
—Sí. Te ves bien, Renge.
—Tampoco ha cambiado.
La conversación fluía con naturalidad, así que debían conocerse.
—¿Pasa algo?
—Ah, no. No se preocupe.
Sentí que me miraba, así que le hablé a la chica llamada Renge, pero ella inclinó la cabeza hacia mí de inmediato. ¿Habría sido mi imaginación?
Últimamente había visto mucho esa clase de miradas en los gremios comerciales y demás, así que quizás estaba un poco sensible.
—Por favor, por aquí.
Una vez invitados, Akisame y Habotan la siguieron sin problema. Kuzuha y Kuro también nos acompañaron correctamente.
¿Con ese cuerpo tan grande, se mueve sin hacer ruido?
Lo que me sorprendió fue el movimiento de Habotan. Con sus dos metros de altura, caminaba sin producir sonido alguno. Debería ser la más llamativa, pero pasaba completamente desapercibida.
Oniwabanshu. No conocía los detalles, pero por su apariencia, debía ser algo relacionado con el sigilo. Si no estuviera a la vista, quizás ni se notaría que se movía.
Mientras la admiraba, seguimos caminando hasta llegar frente a una casa. Era un poco más grande que las demás, así que probablemente era la del jefe del pueblo.
—Mi padre espera dentro.
—Sí, gracias. Eh… ¿Puedo pedirles a Kuzuha y Kuro que vigilen afuera? Sus narices serán útiles.
—¡Wafu, entendido!
—Entendido.
Tras hablar con el par de bestias con olfato agudo, Akisame entró primero en la casa.
Era un dúo un tanto inquietante.
Cierto, su capacidad para detectar peligros era alta, pero ambas tenían ciertas fallas, o más bien, su capacidad de atención me generaba dudas. ¿Estarán bien?
Dicho eso, solo era el guardia de Akisame, así que no me tocaba opinar sobre la asignación de personal.
En caso de emergencia, tenía la magia de curación, y de todos modos, por lo que se observaba, era un pueblo tranquilo. No creía que hiciera falta estar tan alerta.
Entramos a la casa y nos guiaron al interior. Llegamos a algo como una sala de estar, con una mesa grande para unas seis personas, y allí estaba sentado un hombre un tanto regordete con bigote.
—Bienvenido, Akisame. Por favor.
—Sí. Me alegra verte bien, jefe. Aunque creo que te vendría bien bajar un poco de peso.
Lo dijo con un tono ligero, claramente en broma, y Akisame tomó asiento.
Como guardia nominal, me quedé de pie al igual que Habotan.
—Ha recorrido todo el camino desde la capital, por favor, póngase cómodo.
—Bueno, es solo un día en carruaje. Más importante, la miel de este año parece excelente.
—Oh, como era de esperar, lo entiende.
—La como todos los años. La de este año tiene un aroma especialmente bueno.
—El clima ha sido suave y las flores han florecido bien…
Aunque charlaban, para nosotros que estábamos de pie, era un poco aburrido.
Como era una inspección, supongo que era normal que fuera formal, pero cuando la conversación no te interesaba, te daba sueño… sueño… sue…
—n-nya.
No debo. Me quedé dormida por un instante.
Lo que me devolvió la conciencia fue una sensación en el brazo derecho. Al mirar de reojo, Habotan me había pellizcado con disimulo.
—¿Qué pasa?
—Ah, no. Nada. No se preocupe.
Renge, que no participaba en la charla de adultos y se mantenía en silencio, me miró con extrañeza, pero lo disimulé como pude.
Después de eso, repetí varias veces el ciclo de casi dormirme y ser despertada físicamente por Habotan, mientras continuaba con el trabajo de guardia.
—Por cierto. ¿Hay algún problema o algo que te preocupe?
—Como era de esperar. Lo ha notado. En realidad, este año los devoradores de miel están más activos de lo usual, y nos están causando problemas.
—Ah, ya veo. Bueno, ya que hemos venido hasta aquí, nos encargaremos de exterminarlos. ¿Están de acuerdo ustedes dos?
—Por supuesto, Akisame.
—Ah, sí.
Estaba medio dormida, así que mi respuesta se retrasó.
Devoradores de miel, ¿verdad? No sé qué son, pero si Akisame lo dice, supongo que hay que eliminarlos.
Me parecía un fastidio. Pero ahora mismo estaba obligada a acompañar a Akisame en su inspección. En realidad, esto era lo mínimo comparado con lo que podría ser, así que mejor obedecer.
—Bueno, entonces, empecemos de una vez.
Akisame me dio instrucciones con una sonrisa. Como me dormía si me quedaba parada, en cierto modo esto era mejor. Pensando en eso, asentí.
