Elección Absoluta – Capítulo 101: Este problema es problemático

Traducido por Lucy

Editado por Sakuya


Mientras miraba a Shi Xiaobai levantar el cuchillo corto como si estuviera a punto de apuñalar su propio corazón, los ojos del Archicardenal se humedecieron. Casi se le saltaban las lágrimas.

No era más que un simple empleado de baja categoría en San Francisco, Estados Unidos. Su vida cotidiana se volvía insensible porque sus superiores le culpaban a menudo. En casa, recibía los incesantes regaños de su mujer.

De vez en cuando, recordaba los momentos conmovedores de la hermosa época en que iba a la escuela. Lamentaba ser juguetón y no esforzarse por alcanzar la excelencia. Por eso, después de comer, siempre estaba borracho. Entonces se escondía en un callejón para llorar consigo mismo, lamentando el sueño lejano que había abandonado hacía tiempo.

Una vez pensó en suicidarse, con la esperanza de liberarse de su vida mundana y sin interés que se repetía día tras día. Sin embargo, le faltó valor. No era porque no pudiera soportar dejar a su hijo, cada vez más travieso, ni porque echara de menos a su mujer, cada vez más fea. Solo sus fantasías autocomplacientes le habían mantenido vivo en su intolerable vida.

Pensó que acabaría viviendo el resto de una vida decadente y llena de penas hasta que conoció al Obispo de la Virtualidad. A partir de entonces, su vida cambió por completo. Sus risibles y lamentables fantasías se hicieron realidad, proporcionándole una auténtica satisfacción.

En la Iglesia de la Virtualidad, solo era subordinado de uno y tenía a miles a sus órdenes. Todos los feligreses de la Iglesia de la Virtualidad le trataban con absoluto respeto. Podía pisotear con facilidad la dignidad de cualquiera.

Se ganó el favor del Obispo de la Virtualidad y obtuvo el poder de arrasar con la mayor parte de la humanidad. Podía disfrutar de las luchas de los llamados genios mientras empezaba a anhelar ver a los genios desesperarse. Se deleitaba destruyendo a las élites que llevaban una vida extraordinaria.

No había duda de que sentía dicha.

Sin embargo, su dicha estaba llegando a su fin en ese momento. Dejar escapar a Xiao Xiao ya era algo por lo que sería castigado. Si Shi Xiaobai lograba suicidarse, entonces recibiría un severo castigo.

Habiendo decepcionado al Obispo, perdería su estatus de Archicardenal. Si tenía suerte, podría convertirse en un practicante ordinario que tenía que soportar las dificultades sin quejarse. Si no tenía suerte, podría ser asignado a convertirse en un terrorista suicida en el próximo ataque terrorista.

Si Shi Xiaobai se suicidara, perdería todo lo que tenía.

—¡No, no, no te mueras! ¡Te imploro que no te suicides!

El Archicardenal levantó de inmediato la cabeza y habló con voz apenada. Fue bastante conmovedor.

Una voz sagrada y solemne resonó justo después de que terminara de hablar con una voz llena de pena y dolor.

—Humano, ¿estás suplicando a este Rey?

El Archicardenal se quedó atónito mientras miraba hacia abajo y veía el cuchillo que Shi Xiaobai había levantado bajado de nuevo a su pecho. Era como si no tuviera prisa por suicidarse.

El Archicardenal dio un leve suspiro de alivio y reflexionó sobre sus palabras. Su ceño se fue frunciendo poco a poco. Con su identidad, ¿cómo podía humillarse para implorar a una escoria del tercer nivel del Reino Psiónico Mortal?

Eso no está bien.

Si se suicidara, todo lo que tenía se iría al traste. No solo perdería su estatus, ¡podría incluso perder la vida!

No, tengo que humillarme y pensar en una manera de entretenerlo y hacer que se vuelva descuidado.

El archicardenal empleó tres segundos en llegar a una conclusión antes de decir con las cejas relajadas:

—Sí, gran rey, ¿cómo puede suicidarse alguien tan formidable? Este humilde te ruega que sigas viviendo.

—Je je, ¿crees que unas pocas palabras halagadoras pueden hacer que este Rey se descuide y olvide tus siniestros objetivos? —Shi Xiaobai se mofó.

Al Archicardenal le entraron sudores fríos. Con la situación actual, era cierto que no podía ir de farol.

Para eso, tienes la idea correcta. 

Shi Xiaobai interrumpió sus pensamientos y dijo con total seriedad:

—Date prisa, date prisa y continúa adulando a este Rey.

El cerebro del Archicardenal se congeló de inmediato. Todas las palabras que planeaba decir parecían atascadas.

¡Su cerebro no podía seguir el ritmo!

Shi Xiaobai habló de repente.

—Así es. Ya que tu poder te es dado por tu Obispo lo que sea, ¿puede el Obispo lo que sea dar poder a alguien?

Los ojos del Archicardenal se iluminaron cuando escuchó esto. Con una buena idea, se apresuró a decir:

—Sí, Su Gracia el Obispo de la Virtualidad puede otorgar poder infinito a cualquiera que obtenga su favor. Su Excelencia no quiere hacerte daño porque ha visto la grandeza que hay en ti. Desea invitarte a unirte a la Iglesia de la Virtualidad y otorgarte el poder digno de tu estatus.

Al oír esto, Shi Xiaobai dudó como si estuviera en un dilema.

El Archicardenal apretó los puños de inmediato.

Una oportunidad. ¡Esto era una oportunidad!

—Mientras te unas a la Iglesia de la Virtualidad, con tu estimado estatus, sin duda podrás estar en igualdad de condiciones con Su Gracia. El mundo se asombrará de ti cuando te conviertas en Rey de este mundo.

El Archicardenal sintió como si este fuera un puño de inflexión en su futuro. Sí, nadie podía resistirse a la tentación del poder y el estatus. Este niño que no había visto el mundo y se dejaba llevar por fantasías se perdería sin duda en esta belleza ficticia. Mientras aprovechara la oportunidad cuando se volviera desatento, ¡podría dejar que la conmovedora legión de muertos vivientes lo hiciera pedazos!

—Bueno, unirse a la Iglesia de la Virtualidad parece una muy buena elección. —Shi Xiaobai comenzó a murmurar para sí mismo.

El Archicardenal estuvo a punto de estallar en carcajadas, ¡pues la aparición de la dicha le pareció demasiado repentina!

—¡Pero!

Sus ojos miraron fijamente y de inmediato se tensaron. ¡Todavía había un pero!

El niño habló con solemnidad.

—Sin embargo, hay un buen dicho, “nunca temes tener un oponente como un dios, solo temes tener un compañero de equipo como un cerdo”. Si la Iglesia de la Virtualidad está llena de gente con cerebro de cerdo, ¿no estaría cayendo este Rey en una trampa? Entonces, este Rey planea poner a prueba tu inteligencia. Si incluso el Archicardenal es un idiota, entonces seguro no haya muchos en la Iglesia de la Virtualidad que sean inteligentes, ¿verdad?

El Archicardenal se enfureció al escuchar esto, pero no se atrevió a revelar sus verdaderos sentimientos.

—¡Eso es, lo que has dicho tiene todo el sentido! Me pregunto cómo piensas poner a prueba la inteligencia de esta humilde persona.

—Simple. Solo tiene que responder a una pregunta. —Shi Xiaobai habló con seriedad—. Escucha con atención. Érase una vez una casa en la que solo viven dos personas, un marido y su mujer. Un día, la esposa se estaba bañando en el baño cuando, de repente, oyó que llamaban a la puerta. La pregunta es: ¿quién era quien llamaba?

El archicardenal se quedó de piedra. Solo había dos personas, y una de ellas se estaba bañando. La pregunta era: ¿quién llamaba a la puerta?

Esta pregunta…, ¿era demasiado simple?

—¿El… esposo?

El Archicardenal encontró la pregunta demasiado simple y temió que hubiera algún truco. Como tal, susurró la simple respuesta con incertidumbre.

—¿Qué? ¡Más alto!

Shi Xiaobai se llevó las manos a los oídos, como si no lo captara con claridad.

—¡Esposo! —gritó con fuerza su respuesta.

—¿No has comido? ¡Más alto otra vez! —rugió.

—¡Esposo!

Tensó su garganta y gritó de nuevo.

—¿Te atreves a actuar como un hombre? Grita la respuesta en voz alta una vez más —gritó una vez más.

Se sentía emocionado. Por una recompensa nivel C, había elegido la Opción Absoluta de conseguir que el Archicardenal gritara “Esposo” tres veces. Después de pensarlo mucho, al final pensó en este enfoque tonto.

Ahora, el Archicardenal ya había gritado “esposo” dos veces. Mientras gritara esta respuesta obvia una vez más, ¡podía terminar esta maldita Elección Absoluta!

Sin embargo, no gritó “esposo” por tercera vez como deseaba. En ese momento, se quedó bastante sorprendido mientras un gran asombro y miedo le consumían.

Ya había gritado tan fuerte, ¿por qué este bastardo le pedía que gritara más fuerte otra vez?

¡Le estaba dando una oportunidad!

¡El esposo no era la respuesta!

Así era. Si la respuesta fuera “marido”, la pregunta sería demasiado simple. Ni siquiera podría poner a prueba el intelecto de uno. Esta pregunta sin duda tenía un giro que se había perdido.

Solo estaba la pareja en casa, mientras que la esposa estaba bañándose. ¿Quién podría estar en la puerta frente al baño?

Reflexionó con el ceño fruncido mientras se devanaba sin parar los sesos, como si estuviera considerando una abstrusa cuestión filosófica. Incontables neuronas murieron en ese preciso instante.

—¡No es el esposo!

Sus ojos se iluminaron mientras golpeaba con entusiasmo las palmas de las manos y reía con regocijo. Al final pensó en la respuesta. Esta pregunta que parecía simple en realidad tenía truco. De hecho, ¡era una gran prueba de inteligencia!

Su boca esbozó una sonrisa mientras lo miraba y decía con plena confianza:

—¡La respuesta no es el esposo! ¡Pero… el Viejo Wang de la puerta de al lado!

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