Traducido por Lugiia
Editado por YukiroSaori
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—Señor Lieg, ¿podría hablar con usted un momento?
—¿Perdón? Oh. ¡Por supuesto, señorita!
—Señorita, ¿por qué solo favorece al señor Lieg? ¡Esto es discriminación!
—¡Así es! ¡Nosotros también queremos hablar con usted!
Sonreí torpemente a los caballeros de la familia que me habían instado a dejar de favorecer al señor Lieg. Solo lo había llamado porque creía que sabía algo sobre mi madre, así que en realidad no lo estaba favoreciendo.
—Entonces, ustedes tres pueden unirse…
—¡Gracias, señorita!
Me senté bajo la sombra de un árbol con los caballeros, quienes se acercaban mientras sonreían ampliamente. Luego, lancé un comentario a los caballeros que me estaban mirando con curiosidad:
—Tengo algo que preguntarle a los tres. Espero que respondan con sinceridad.
—Pregúntenos cualquier cosa, señorita.
—Si tiene algo por lo que siente curiosidad, le responderé con sinceridad.
Todos hablaban con pasión, tanto que por un momento me preocupó que realmente me dijeran lo que quisiera. ¿Serían capaces de trabajar adecuadamente en el escuadrón de caballeros si eran tan débiles de corazón con las chicas? Quizá tuviera que hablar con mi padre sobre esto.
Sin embargo, ahora había algo más importante que eso.
—Gracias. Quería preguntar por mi madre.
Aunque habían estado golpeándose el pecho, diciéndome que preguntara lo que quisiera, al mencionar a mi madre, cerraron inmediatamente la boca. En medio de los caballeros, quienes evitaban mi mirada con urgencia, me dirigí al señor Lieg y hablé:
—Señor Lieg, ya me ha hablado de ella antes. Si no responde, le diré a mi padre que ha ido en contra de su orden.
—¡Señorita!
—Lo siento, señor Lieg. Sin embargo, esto es algo que me da mucha curiosidad. Es mi madre, tengo derecho a saber.
—Eso es cierto, pero…
Me dio pena ver lo nervioso que estaba el señor Lieg, pero como era algo importante para mí, no tenía intención de ceder.
—Por favor, dígame. ¿De qué tipo de familia era mi madre?
—¿La familia de la esposa del marqués?
—Sí, mi familia materna. Aunque no tenga recuerdos de mi madre, ¿por qué no tengo familia materna?
Examiné cuidadosamente los rostros del señor Lieg y de los otros caballeros, pues pensé que si había un secreto sobre la familia de mi madre, habría un ligero cambio en sus expresiones. Sin embargo, sus rostros solo contenían cierta perplejidad ante mi repentina pregunta y no parecían ocultar nada.
—Por lo que sé, la esposa del marqués era de la casa Sonya.
—¿La casa Sonya? ¿Existe tal familia?
Durante mis lecciones de emperatriz, y durante mis lecciones para convertirme en heredera el pasado otoño, había memorizado todas las casas y familias de nobles existentes en el Imperio. Sin embargo, por mucho que rastreara mis recuerdos, no recordaba haber oído hablar de la casa Sonya.
—Es posible que no lo sepa. La casa Sonya ya no existe.
—¿Por qué?
—La esposa del marqués era la última de su linaje. Como se casó con la casa Monique, el título de barón fue redimido.
—¿Oh? ¿Qué tipo de familia era? —pregunté mientras levantaba ligeramente la cabeza y un caballero de mediana edad, a la derecha del señor Lieg, me respondió:
—Sé que originalmente eran una familia vasalla bajo la casa Monique.
—¿Una familia vasalla?
—Sí. Por eso fue un gran escándalo cuando Su Excelencia rompió su compromiso original para casarse con su difunta esposa.
—Ya veo, pero ¿qué quiere decir con su compromiso original?
—¿No conoce el famoso incidente? El marqués estaba originalmente…
—Basta. Creo que es suficiente. —El señor Lieg detuvo al emocionado caballero de mediana edad que estaba a punto de hablar—. Señorita, creo que si le hemos contado todo esto, será suficiente para calmar su curiosidad. Como es bastante tarde, ¿estaría bien si regresamos?
—Sí. Gracias a todos —respondí, asintiendo lentamente.
Aunque era una pena no haber podido escuchar más, estaba bien, ya que había escuchado lo necesario. Tenía una pista. El resto lo podría averiguar yo misma.
Al volver a la mansión, me dirigí de inmediato al estudio. Encontré lo que necesitaba entre libros muy apretados.
Directorio de la nobleza del Imperio.
La familia imperial publicaba un directorio de los nobles una vez cada cinco años y lo entregaba a cada familia noble, recogiendo los números anteriores para destruirlos; el directorio original de los años anteriores solo lo conservaba la familia imperial. Este contenía un registro de todas las casas nobles y sus emblemas, ubicaciones de las propiedades y títulos, el actual jefe de la casa y sus herederos, así como los miembros de la familia.
Hojeé cada página, pero como el directorio era renovado cada cinco años por la familia imperial, era de esperar que la casa Sonya no figurara aquí. Si su título había sido redimido en el momento en que se casó, entonces era un hecho que no la encontraría en los actuales.
Devolví el directorio a su lugar original y abrí un libro, publicado hace unos veinte años, que se encontraba apretado entre los libros de las estanterías.
Familias vasallas de la casa Monique.
Ya había memorizado el grueso libro plateado cuando recibí las lecciones para convertirme en heredera, pero solo había leído la publicación más reciente. Nunca había visto ninguna del pasado, ya que no había necesidad de memorizar familias vasallas que ya no existían.
La casa Sonya había estado a cargo de una pequeña aldea en la propiedad. Su única hija era Jeremia lo Sonya. El título fue redimido con su matrimonio.
Aunque había encontrado la información que buscaba, mi duda no hacía más que crecer. ¿Qué era esto? Podría ser un problema casarse con la hija de una familia vasalla. Teniendo en cuenta que mi madre tenía «lo» como parte de su apellido, era hija de un barón. De ser así, aunque era un título mucho más bajo que el de marqués, seguía sin ser lo que se consideraba una familia vulgar.
¿Era simplemente una calumnia? Pero ¿por qué se había enfadado tanto mi padre?
Aunque no estaba segura, aparte de preguntarle directamente a mi padre, no había forma de averiguar más. Parecía que debía dejarlo estar por ahora.
♦ ♦ ♦
Decimoquinto día del primer mes del año 962.
El palacio celebró una ceremonia de nombramiento para los caballeros oficiales. En el campo de entrenamiento, donde la nieve aún no se había derretido, olas de azul marino y negro formaban una hermosa línea.
Pude ver una variedad de emociones en los rostros de los caballeros mientras celebraban el ingreso del emperador y del príncipe heredero: alegría, orgullo, satisfacción, respeto y mucho más.
Cuando sonó la trompeta ceremonial, el primer caballero en ser nombrado subió al estrado. Para certificarlo, el teniente del Primer Escuadrón de Caballeros dio un paso al frente. Al final de un gran combate de espadas, el teniente retiró la suya y asintió con la cabeza mientras estallaban los vítores aquí y allá.
Para ser nombrado caballero oficial en el Imperio, era necesario que los caballeros se enfrentaran primero a uno con rango de teniente o superior delante de todos. Solo entonces serían reconocidos.
Una vez que todos habían sido certificados, los siete caballeros que iban a ser nombrados se arrodillaron frente al estrado donde estaba sentado el emperador. Las doncellas se acercaron con cuidado y colgaron una bandolera en sus hombros, y luego les pusieron una capa bordada con el emblema de la familia imperial.
El emperador bajó seis escalones y recogió la espada ceremonial. Se trataba de una espada hecha de rubíes, un símbolo de la sangre que sacrificarían los que serían nombrados caballeros. El emperador golpeó ligeramente al primer caballero en el hombro tres veces con la espada de rubí, y el caballero recién nombrado sostuvo su espada frente a sus rodillas y gritó:
—Quien me dio la vida es Vita, pero a quien le doy mi vida es al emperador. Como le ofrezco mi carne y mi sangre, por favor, tómela como quiera. ¡Lealtad al león, gloria al Imperio!
—Gloria al Imperio, honor para usted.
Una vez que el caballero terminó su juramento, besó ligeramente los dobladillos del emperador y retrocedió tres pasos. Cuando los otros cinco repitieron la ceremonia, Carsein fue el último en terminar su juramento y el emperador anunció que los siete habían sido nombrados caballeros oficiales. Se escucharon vítores y gritos.
Me encontraba mirando fijamente a Carsein, quien brillaba con luz propia. Me alegraba por su increíble logro, pero, por otro lado, me sentía muy celosa. Ante este sentimiento contradictorio, mi estado de ánimo se desvaneció.
¿Cuándo podré tener el honor de estar en esa posición? ¿Podré alguna vez hacer tal juramento y escapar de todo lo que me ata?
Los guardias reales y los comandantes de escuadrón, quienes habían estado acompañando al emperador, abandonaron sus puestos, y aunque sabía que los demás caballeros se marchaban, seguí allí de pie. De alguna manera, me sentía algo deprimida.
¿Cuánto tiempo había pasado? Volví a mis sentidos cuando alguien tocó mi hombro. Un joven pelirrojo se había acercado a mí y me observaba.
—¿Por qué estás ahí de pie de esa manera?
—Carsein.
Como uno de los caballeros designados hoy, debería estar muy ocupado, pero de alguna manera, era el único que quedaba. Me sonrió y dijo:
—¿Por qué pareces tan aturdida? ¿Te has enamorado de mí o algo así, al ver lo bien que me veía ahí fuera? —Al ver mi expresión, añadió—: Entonces, ¿sí te has enamorado de mí? Bueno, creo que hoy me he visto bastante bien, ¿no es así?
—Apenas podías seguir el ritmo de mi padre.
—¡Oye, no es justo que me compares con él! Por cierto, tu padre da mucho miedo. Para ser sincero, pensé que moriría.
Carsein hablaba de forma bastante amistosa. A pesar de su mala suerte al conseguir que mi padre fuera su oponente para la prueba, parecía contento.
—Aun así, fue una buena experiencia. Poder ver la habilidad de la casa Monique con la espada no es una oportunidad que se presente a diario. Pero de todos modos, ¿está tu estado de ánimo un poco mejor?
—Sí.
—Solo tienes que esperar. Te convertiré en un caballero oficial en el menor tiempo posible. Será mejor que no te quejes de lo difícil que es.
—Gracias, Carsein.
—No me agradezcas, solo no te quejes después. Por cierto, vas a venir mañana, ¿no? Hace tiempo envié la invitación, pero no he recibido respuesta.
—Ah, eso…
Hace unos días, había recibido un sobre de color rojo con dos cartas en su interior. Una era una invitación de la casa Rass para asistir a una fiesta destinada a felicitar a Carsein por su nombramiento como caballero y la otra una carta de Carsein diciendo que esperaba que yo fuera su pareja para la ocasión.
Aunque ciertamente tenía que felicitarlo, ser su pareja para la ocasión era otra cosa. Como tenía mis dudas, mi padre me había aconsejado que no alimentara los rumores y que rechazara la invitación. Estuve de acuerdo con él.
Sin embargo, rechazarla no era fácil, así que había ido posponiendo mi respuesta. Me pesaba no poder estar presente para felicitar a uno de mis únicos amigos.
Pero al ver su cara mientras preguntaba por mi respuesta, me fue imposible abrir mis labios. Lamentaba muchísimo la situación.
—Supongo que no puedes venir. Lo entiendo.
—Lo siento.
—Bueno, está bien. Es mejor ser cauteloso en estos tiempos. Estoy seguro de que los demás están haciendo todo lo posible para encontrarte defectos.
—Aun así… Es un día tan significativo, siento mucho no poder ir a felicitarte.
—No pasa nada.
Carsein me hizo un ligero gesto con su mano antes de sonreír de repente, como si se le acabara de ocurrir algo, y dijo:
—Si lo sientes de verdad, ¿qué te parece pagarlo luego con un favor?
—¿Un favor?
—Sí. Si crees que es algo que no puedes hacer, no tienes que hacerlo. ¿Qué te parece?
—Muy bien, entonces. Gracias por comprender.
¿Era porque ahora había completado su juramento y se había convertido en un caballero? Sonreí al ver que hoy parecía especialmente maduro. Era la primera vez que sentía que era digno de confianza.
—Muchas gracias, Carsein… Y felicidades —susurré en voz baja mientras él sugería que volviéramos.