Traducido por Ichigo
Editado por YukiroSaori
A poca distancia de la habitación del príncipe, Cordelia llamó a Clyde, que caminaba delante de ella.
—Joven Clyde, dijiste que me llevarías a la consulta del médico, pero al final está bien. Ya no me duele tanto.
Clyde, que se detuvo y se dio la vuelta, frunció el ceño.
—Será un problema si luego dices que te duele.
—No lo haré. Además, si luego me duele, puedo ir a ver un médico en casa. No investigarán mucho si digo que fue un desafortunado accidente.
Cordelia se sorprendía por la actitud inaccesible de Clyde. Se había valido de su idea para dejar a Sylvester, pero pensaba que sus prejuicios eran demasiado tendenciosos. Él seguía llevándola fielmente a la consulta, a pesar de tratarla así, pero ella sentía que la trataba con demasiada dureza.
Sin embargo, no importaba lo que él pensara, realmente no necesitaba ir al consultorio. Más bien, para Cordelia, existía la posibilidad de que eso provocara justo lo que intentaba evitar.
—Por ejemplo… Si me atienden en la consulta del médico, el marqués Flantheim podría ser informado de mi lesión. Me sentiría muy mal si el marqués se preocupara por mí.
Clyde movió las cejas ante esas palabras.
A Cordelia, sin embargo, le preocupaba más que Elvis se enterara que preocupar al marqués Flantheim, y Clyde también parecía haberse dado cuenta de algo.
—Pero, no puedo volver ahora con Su Alteza…
—Si ese es el caso, ¿por qué no me muestras el camino hacia la Gran Librería?
En efecto, si insistía en eso, parecería poco natural.
En ese caso, Cordelia expresó un deseo, solo para matar el tiempo. Solo sabía cómo llegar desde la puerta este hasta donde estaba ahora.
Sin embargo, Clyde volvió a dudar.
Un empujón más.
Clyde aún no parecía convencido, pero mientras mostrara dudas, ella aún tenía muchas posibilidades de persuadirlo.
—Joven Clyde, dijiste que me llevarías a la consulta del médico, pero no dijiste que me llevarías a ver al médico. Entonces, estaría bien que simplemente pasáramos por la consulta.
—Dices cosas como el joven Vernoux.
Cordelia se obligó a sonreír, pero no supo cómo responder. Era evidente que Clyde estaba molesto con Vernoux. Sus palabras dejaban claro que no se llevaban bien. Conocía los límites de su libertad dentro de la situación, aunque deseaba que no se le comparara con alguien tan imprudente como Vernoux.
Pero si dice que no se lleva bien con Vernoux… entonces yo también estoy igual.
—Bueno, está bien…
—Muchas gracias.
—Ah, déjeme decirle una cosa. Su alteza rara vez visita la gran librería. Incluso cuando lo hace, es temprano por la mañana o tarde por la noche.
Sonaba como una advertencia: “No es alguien a quien puedas conocer”. Sin embargo, Cordelia sonrió con sinceridad ante aquel dato inesperado pero útil. Podría pasar el tiempo a gusto en la gran librería.
—Entonces, también podré concentrarme en los libros.
Había dicho eso por alivio, pero de inmediato se asustó un poco. Podía haber sonado mal. Dependiendo de quién lo oyera, aquel comentario podría interpretarse como si el príncipe fuera una molestia. Y eso sería algo grosero.
Por suerte, Clyde solo frunció el ceño con desconfianza, pero no dijo nada. Comenzó a caminar de nuevo.
Me pregunto si lo tomó como una broma…
Cordelia se acarició el pecho mientras lo observaba alejarse y lo siguió.
Clyde, visiblemente molesto de principio a fin, pasó de largo la consulta del médico, se dirigió a la puerta principal y la guió hasta la gran librería.
No hablaron durante el trayecto, pero su forma de actuar revelaba una personalidad metódica: se tomó la molestia de mostrarle el camino desde la entrada principal. No fue especialmente cortés, pero ella agradeció el gesto. Así no tendría problemas para volver.
Sin embargo, su espalda parecía decir: “No me hables”. Cordelia sintió que incluso abrir la boca sería incómodo, así que decidió contarle todo al final.
Lo más importante es que se tomó la molestia de enseñarme el lugar. Tengo que encontrar puntos de referencia.
La Gran Librería estaba situada en un lugar más profundo de lo que Cordelia había pensado.
Todos los edificios del interior del castillo parecían iguales, y se sentía inquieta pensando si encontraría algo que la ayudara a recordar su ubicación. No había muchos puntos de referencia, pero miró de manera frenética a su alrededor en busca de cosas distintivas como árboles o decoraciones. Quedaría mal si se perdía la próxima vez que visitara el castillo. Estaba segura de que Ronnie estaría con ella la próxima vez que lo visitara, y no quería mostrarle nada patético.
Y, si me pierdo, entonces… podría presagiar un evento terrible.
Había visto muchas veces en su mundo anterior la pegajosa situación de «la niña perdida encuentra al príncipe» en las novelas.
Ya es suficiente con que tal cosa ocurra en las novelas. No se puede repetir. Así que debería eliminar cualquier posibilidad de que me pierda, mientras pensaba eso, logró comprender el sentido de aquella escena.
Si alguien te ayuda cuando tienes problemas, entonces de seguro se ve deslumbrante. Jugué a este juego en mi vida anterior porque quería ver una escena así…
Aunque, en su vida anterior no solía jugar mucho a juegos de amor.
Porque, en medio del juego, yo era como una protectora que velaba por la felicidad de la Heroína, y de repente pensaba «¿Qué haría yo si fuera yo?»… No sé cuántas veces me reprendí a mí misma… Un sentimiento indescriptible y embarazoso crecía dentro de mí. No soy una persona inocente como la heroína, ¿en qué estoy pensando?
Por eso, lo jugué hasta el cansancio. Pero a veces me sentía angustiada por ello, y me costaba comprar un nuevo juego. Tenía síntomas similares con las novelas y los cómics, pero el impacto de los juegos con voces era excepcional.
Pero es cierto. Si me meto en problemas, y alguien que no sea Su Alteza me trata con amabilidad, entonces podría querer hablar más con él.
Al pensar en eso, sus mejillas y su boca se movieron de forma poco natural.
No, basta. ¿En qué estoy pensando? No puedo tener rumores flotando por ahí diciendo que la hija de la casa Pameradia no tiene sentido de la orientación.
—Señorita Pameradia, ¿en qué estás pensando?
—Lo siento. Estaba buscando un punto de referencia en el camino.
Contestó Cordelia, inocente ante el suspicaz Clyde.
¿Cuándo se dio la vuelta? ¿Estaba tan distraída que ni siquiera me di cuenta de que se había dado la vuelta?, reflexionó Cordelia.
Clyde movió una ceja ante la respuesta de Cordelia.
—Este es en verdad un lugar difícil de encontrar para alguien que solo ha estado aquí una vez.
—Sí.
—No hace falta que montes un espectáculo inútil si no sabes a dónde ir. Solo tienes que preguntar rápido a alguien por la dirección —dijo Clyde, un poco despreocupado, se dio la vuelta y comenzó a caminar de nuevo.
—Tienes razón…
En efecto, no tengo más remedio que preguntar a los demás antes de perderme.
Me sentiría avergonzada por un momento, pero podría causar problemas a los demás si sigo merodeando. No es extraño que un forastero pregunte por una dirección, y no es humillante preguntar antes de perderme…
Mientras Cordelia llegaba a esa conclusión, un edificio independiente que parecía una capilla apareció ante ella. Cordelia dedujo que era la gran librería, ya que Clyde se dirigía hacia allí.
Había dos guardias apostados en la entrada de la Gran Librería, pero en cuanto Clyde dijo unas palabras, cedieron. Cordelia siguió a Clyde y se acercó a la puerta.
—Si sostienes el permiso que acabas de recibir sobre este patrón, la puerta se abrirá.
—Muchas gracias.
Al parecer, el permiso es una herramienta mágica después de todo.
Cuando Cordelia sostuvo el permiso sobre el patrón, tal como se le indicó, la pesada puerta se abrió lentamente.
Es la primera vez que veo una puerta automática en este mundo, pensó mientras admiraba el mecanismo. Al entrar, no encontró libros, sino un largo pasillo.
Podré ver nuevos libros una vez que pase por este pasillo, se dijo, con las expectativas aumentando, de pronto pensó en Elvis.
Mi padre me hizo un invernadero que este castillo real no tiene, aunque tienen este excelente mecanismo de puertas.
Pensó en su padre, Elvis, con cariño, sintiendo que debía estar más motivada ahora que había recibido algo tan importante de él. Justo en ese momento, el sonido de la puerta cerrándose la hizo volverse.
—¿Eh?
Clyde aún no había llegado al edificio.
¿Significa esto que no puedo seguir adelante si el joven Clyde no entra aquí? Cordelia estaba un poco confundida, pero al cabo de un rato, la puerta se abrió de nuevo y Clyde entró. En su mano llevaba un permiso de un color diferente al de Cordelia. Tendría que autentificarlo de nuevo.
Tengo que tener cuidado cuando venga aquí con Ronnie, si cada persona tiene que ser autentificada, pensó Cordelia mientras le preguntaba a Clyde.
—Joven Eames, su permiso es de un color diferente al mío, ¿verdad? —dijo, curiosa —preguntó con ligereza, pero Clyde frunció el ceño, visiblemente incómodo.
De seguro no presentó nada en el concurso. Aun así, ¿tiene permiso por razones de negocios por servir a Su Alteza?
—Se trata de un permiso de pase temporal. No es para hojear libros como el que usted tiene.
—¿No puedes leer libros, aunque tengas permiso para entrar?
—Nunca me han dicho que esté prohibido, pero no tengo los requisitos para leerlos —declaró con claridad Clyde y continuó con un tono firme.
—Aquí no hay documentos confidenciales, pero es un lugar para que la familia real hojee su colección privada. Por favor, entienda esto.
—Por supuesto, lo sé. —Cuando Cordelia respondió, Clyde comenzó a guiarla de nuevo.
La tensión de Cordelia aumentaba con cada paso mientras avanzaban por el pasillo.
Poco después, llegaron a una habitación llena de libros. Estaba completamente llena de estanterías, haciendo justicia al nombre de “gran librería”. Las estanterías, mucho más altas que una persona, estaban equipadas con escaleras y escalones por todo el lugar para facilitar el acceso a los libros.
Cordelia se quedó sin palabras ante la escena, que superaba por mucho sus expectativas.
—Los pisos superiores y el sótano son iguales, pero hay restricciones para sacar algunos libros. Pide más información a un bibliotecario. Si deseas buscar libros por tu cuenta, hay un mapa guía por ahí… ¿Señorita Pameradia?
—Lo siento. Estaba abrumada.
Cordelia, que estaba muy sorprendida, no pudo decir nada más. De verdad había recibido un precioso privilegio. Sus sentimientos de gratitud hacia Vernoux, que había recomendado el espectáculo del concurso, y hacia Ronnie, que había completado el producto, se hicieron más fuertes.
—Joven Eames, muchas gracias por guiarme hasta aquí. Haré un pequeño recorrido antes de ir a casa.
—¿Es un inconveniente para mí estar aquí? —dijo Clyde y frunció el ceño.
—No, en realidad no. Pero, estás ocupado, ¿no?
Ella había pedido que la guiaran, pero se sentía mal si le pedía que la acompañara durante más tiempo. Su papel de guía debería haber terminado. Pero, Clyde parecía disgustado.
—Eso no tiene nada que ver contigo.
—Entonces, no tengo nada más que decir. Voy a echar un vistazo.
Poco a poco, Cordelia se fue acostumbrando a la forma de hablar de Clyde y pensó: ¿No puede hablar de otra manera, aunque sea con alguien que acaba de conocer?
Si tiene una personalidad metódica, no sería raro que intentara conocer a su interlocutor.
Me temo que terminará creando una mala impresión, en su intento de proteger a Su Alteza.
No es que quisiera dejar una impresión memorable, pero temía que, sin importar lo que dijera, él pudiera interpretar sus palabras de manera equivocada. Cordelia dejó caer los hombros, sintiéndose incómoda.
Quiero evitar un malentendido sobre mi relación con el príncipe. Pero, por otro lado, pensó, ¿no es conveniente que me observe?
No sé qué he hecho para que tenga una mala impresión de mí, pensó Cordelia, pero debería intentar mejorar su opinión actuando de manera que no le dé motivos para pensar que estoy planeando algo como lo que hice delante de Su Alteza Sylvester. No le importaba cuánto la observase para aclarar sus dudas. No tengo nada de qué sentirme culpable, y Clyde no le había causado ningún daño a la Cordelia del juego.
Con eso en mente, miró a su alrededor y se acercó a la guía de la que Clyde había hablado antes.
Los libros sobre plantas están en la primera planta del sótano…
Comprobó su destino en el mapa, lo memorizó rápidamente y se apresuró hacia las escaleras. Clyde la siguió, manteniendo una distancia prudente.