¡¡Gotas~!! La historia de la Princesa de la Fragancia~ – Acto 51: Falsas buenas acciones y diligencia sincera (6)

Traducido por Ichigo

Editado por YukiroSaori


Las predicciones del Santo empezaron a equivocarse, y otros se dieron cuenta de ello.

Alguien se percató de los errores de sus predicciones y le puso fin. De lo contrario, no se habría visto obligada a retirarse.

Este era un dato significativo para Cordelia. Por ejemplo, no supondría un problema que mucha gente la creyera, incluso si Shelley difundía una historia inverosímil como la anterior.

Quiero creer que hay gente importante que también trata con la Santa, y que quizás yo pueda acercarme a ella. Pensaba que evitar al príncipe y a Shelley bastaría, pero parece que ella intentará relacionarse conmigo. No quiero caerle mal a quienes creen en su poder. Puedo evitar al príncipe fácilmente, pero no sé qué esperar de ella.

—Si ella dice algo que es difícil de verificar, entonces la confianza será mi único recurso. Necesito ganarme la confianza de la gente si quiero que me ayuden.

Sé que si no puedo mostrar pruebas definitivas, las cosas podrían empeorar. Es muy probable que los sueños de Su Santidad y los de Shelley sean de la misma naturaleza, aunque la fuerza de sus poderes sea diferente.

Cuando Shelley estaba en la iglesia, respetaba y adoraba a Su Alteza, pero quería serle útil. Pero, al convertirse en la hija de un conde, indicaba que tenía la posibilidad de convertirse en reina, aunque fuera de broma. Si es ella, que cree que sus sueños son justos…

El conde Clydereine ya había dicho que ella podría ser reina.

Aunque lo lamentaba, no había tenido otra opción en ese momento. Shelley podría haber sido acogida en la casa clydereine con el tiempo, incluso sin su interferencia. Pensó eso mientras leía el diario.

La Santa se ha ido. Con esto, la nación la recordará como un bello recuerdo. El reino no podía hacer públicas sus acciones debido a su distinguido servicio. Tampoco escribiré opiniones privadas en documentos oficiales.

Sus acciones específicas no constaban por escrito, pero fue un final solitario para alguien con un servicio tan distinguido en la fundación del reino. Aunque Cordelia solo había vislumbrado el inevitable conflicto, podía sentir el pesar del Evangelista a través de sus escritos.

Ahora que lo pensaba, la heroína del juego no usaba su poder para sí misma, ni siquiera al final del juego.

La heroína poseía más poder que la actual Shelley y siempre utilizaba sus sueños en beneficio de otros, al igual que la antigua Santa. Como resultado, pudo haber sido influenciada por su poder, pero, desde el principio, la heroína nunca había tenido sueños que dictaran su propio futuro.

Esto era solo una hipótesis, pero quizá el poder de los sueños resultaba impreciso cuando uno “soñaba consigo mismo”. De ser así, se explicaría por qué los sueños de Shelley eran tan confusos.

—Estoy segura de que yo no sería capaz de comportarme de una manera tan devota —dijo Cordelia. Luego, se puso de pie para devolverle el diccionario y el diario.

Seguro había pasado mucho tiempo desde que estaba leyendo algo a lo que no estaba acostumbrada.

Tengo los ojos un poco cansados, pensó mientras trataba de regresar el libro, ¿debería ponerme de puntillas?

—¡Qué no puedes comportarte así!

—¡¿Eh?! Ah, oh, Clive. ¿Estás buscando a Su Alteza y a Vernoux hoy también?

Cordelia no había oído ningún paso porque no estaba concentrada. Se asustó cuando apareció y con rapidez forzó una sonrisa en su rostro.

Él habló, y tenía una expresión complicada en la cara, como siempre.

—Su Alteza tiene una lección de espada ahora mismo con tu padre.

—¿Eh? ¿Mi padre le está enseñando a Su Alteza?

Ella había dejado escapar una voz divertida porque era la primera vez que oía hablar de eso, y Clive la miró con suspicacia. Ella no había oído hablar de eso a nadie.

No sé cómo pasó, pero mi padre no se ofreció a ser tutor del príncipe para acercarse a él, ¿verdad? Es solo uno de sus muchos tutores, así que no creo que deba preocuparme, pero me extraña que Vernoux no lo mencionara. ¿Debería preguntarle la próxima vez?

—Bueno, da igual. Pero hoy estás en un rincón muy diferente. ¿Qué libro es ese?

—Es un libro relacionado con la leyenda de Su Santidad.

—A muchas mujeres les gusta ese tipo de ambiente. ¿Tú también anhelas ser como ella?

—No necesito ese poder. No va con mi personalidad.

Carecía de la confianza para afirmar que usaría ese poder en beneficio de otros, como lo había hecho la Santa. No deseaba ese poder ni sus predicciones, pero temía sucumbir a la tentación si poseía una habilidad tan seductora. En tal caso, era mejor no tenerlo.

—Para sorpresa de muchos, ya te has familiarizado con la hija del conde Clydereine.

—¿Lo sabes? Sin embargo, seguro ni siquiera recuerde mi nombre, aunque nos conocemos.

—Parece que está bastante obsesionada con Su Alteza.

—Sabes mucho.

Cordelia se sorprendió un poco, porque no creía que Clive supiera tanto.

—Vi el encuentro entre usted, el conde Clydereine y su hija. No estaba en un lugar donde pudiera oír tanto sus voces, pero pude escuchar la mitad de su conversación. Es una chica vivaz.

Lo que significaba que la voz de Shelley era tan alta como para que otras personas que estaban cerca de nosotros la oyeran. Creía que no había nadie a nuestro alrededor, pero las voces resuenan aquí más de lo que pensaba.

Cordelia se encogió de hombros.

Si Clive sabe de esto, entonces eso me ahorra tiempo.

—Según ella, importuno a Su Alteza siempre que estoy libre.

—No lo haces.

Su ceño fruncido indicaba que le estaban diciendo algo que ya sabía.

¿Hay algo más que quiera saber?, pensó ella y de inmediato se le ocurrió.

—¿Le preocupa que la hija del conde Clydereine entorpezca el futuro de Su Alteza?

Él confirmó sus palabras con silencio.

—Bueno, entiendo que parece perjudicial. De todos modos, ¿qué pensaste cuando dijo eso?

—¿Qué pensé?

Fue una pregunta inesperada. Cordelia pensó que él le preguntaría sobre la personalidad de Shelley en vez de lo que ella pensaba.

—Mm. Seguro lo entendió mal, ya que solo me he reunido con Su Alteza dos veces.

—Ya lo sé. No es por eso por lo que te pregunto. ¿No estabas irritada?

—No puedo decir que no lo estuviera, pero me preocuparé si vuelve a ocurrir.

No puedo expresar los diversos sentimientos que tengo hacia Shelley, y me cuesta expresar las emociones que me atascan el pecho.

—Está bien si no te sientes mal…

—Vaya, ¿estabas preocupado por mí? —preguntó Cordelia sorprendida por sus palabras, pero Clive dejó de moverse y tosió.

—No es que esté preocupado por ti ni nada por el estilo. Sin embargo, si eres objeto de calumnias sin razón, entonces me preguntaba si estaba bien pasarlo por alto como persona…

Las palabras que había murmurado se hicieron cada vez más difíciles de oír, pero ella sabía que se estaba quejando. Aún así, lo único que pudo decir fue…

—Muchas gracias.

—No hay razón para agradecérmelo.

—Entonces, solo diré gracias una vez. Podría ser una broma, pero el conde Clydereine dijo que mi padre podría estar molesto si su hija se convirtiera en reina. Podría desear que estuvieran juntos.

El ceño de Clive se frunció ante las palabras de Cordelia.

—¿Vas a apoyar eso…?

—No sé si habla en serio o no. Además, tengo entendido que el conde Clydereine piensa que el comportamiento de Shelley aún no es lo bastante apropiado, así que seguro no le pida a Su Alteza que se reúna con su hija de inmediato.

Consideró que, si bien su fiabilidad era incierta, la Shelley del juego había estudiado para ser una dama hasta cierto punto. Además, a juzgar por el comportamiento del conde Clydereine ese día, no la dejaría aparecer en público sin haberla educado previamente.

—Bueno, al menos tendría que aprender lo básico sobre cómo comportarse y cómo hablar con discreción.

Clive dijo palabras duras como siempre, luego dio un largo e irritado suspiro.

—Si hoy estuviera contigo, entonces podría haber dicho algo, pero no tengo la oportunidad de meterme en peleas entre damas. Para empezar, si Vernoux o yo mediamos, podría resultar inconveniente para ti. Deberías disipar acusaciones como esa tú misma. Además, algunos piensan que el asunto del conde Zakharov era parte de tu plan.

—Gracias por tu preocupación.

Por alguna razón, comprendía que contar con el apoyo de Clive y Vernoux podía acarrearle inconvenientes. Si los ayudantes de Silvestre la apoyaban, otros lo malinterpretarían como una “intención del príncipe”, aunque fuera por voluntad propia, y temía que eso molestara a Su Alteza. Además, había expuesto a Zakharov. Si bien la mayoría la había apoyado durante su arresto, algunos afirmaban que ella lo había engañado, presentándolo como la víctima.

Si la incluían entre quienes deseaban acercarse al príncipe en esa situación, parecería una dama desagradable que trataba de entrampar a los hombres con su posición social, y que el príncipe, Vernoux y Clive solo estaban cediendo ante ella.

Sé que solo unos pocos piensan esto, pero aún así, esas personas seguro no necesitan “pruebas”. Incluso yo lo sé.

—Clive, ¿puedo hacerte una pregunta?

—¿Qué es?

—Agradezco tu consejo, pero no te caigo muy bien, ¿verdad? Entonces, ¿por qué te preocupas por mí?

A juzgar por cómo se comportó conmigo cuando nos conocimos, prefiero creer que piensa que quiero atrapar al príncipe.

Sin embargo, Clive distorsionó el rostro ante la pregunta de Cordelia.

 —No te estoy mostrando amabilidad. Sin embargo, no sé cómo me siento ante la falsa acusación de esa dama.

—¿De verdad?

—Y, necesitaré información si ella de verdad quiere acercarse a Su Alteza. Así que… es un proceso de eliminación, ya que parece que puedo comunicarme mejor con usted.

—Oh Dios… Gracias, ¿por eso?

Su tono era tan espinoso como siempre, pero confiaba un poco en Cordelia.

—Entonces, tengo una propuesta si vamos a compartir información.

—¿Propuesta? ¿Qué tipo de compensación quieres?

Cordelia sonrió y preguntó a Clive, que frunció el ceño un segundo.

—¿No quieres llamarme Cordelia? Es más amistoso así si vamos a compartir información.

—No puedo creer que esté oyendo lo mismo que dijo Su Alteza de tu boca…

—¿Dijo algo?

—No. No he dicho nada, Cordelia.

Le pareció que él había emitido una queja silenciosa, pero abrió los ojos, recordando que había aceptado de buen grado aquella petición. Ella misma lo había dicho, pero pensó que él mostraría cierta reticencia a llamarla por su nombre, dado que antes le había manifestado hostilidad.

—¿Qué pasa?

—No es nada.

Pero eso es un delicioso error de cálculo, Cordelia se rió un poco.

Ichigo
Sigh... Para ser honesta, el ship CordeliaXClive también me gusta tanto como GilleXCordelia

 

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