Traducido por Kiara
Editado por Sharon
Habían pasado cinco días desde que Kirion dijo que era su alma gemela, durante los cuales había tratado de ganarse mi afecto, para exasperación de Raye, haciendo crecer mi agotamiento físico y emocional.
Al sexto día, el príncipe Darius decidió llevar a la princesa a observar el entrenamiento de los caballeros.
El campo de entrenamiento es un gran solar de tierra situado justo al lado del castillo. Según el príncipe, los caballeros vienen aquí cada día para entrenar combate. Esto no es una práctica ordinaria, claro que no, como dragones, los caballeros de Vaxwald cambiarían a sus formas de dragón y volarían por los cielos para entrenar.
Habíamos escuchado rugidos ocasionales y distantes durante nuestra estadía pero como las habitaciones de Patricia están ubicadas en el lado opuesto del castillo, no podíamos ver el campo de entrenamiento desde su ventana. El dia de ayer vio a un dragón mientras paseaba por el castillo, y estaba tan cautivada que insistió en que el príncipe Darius la dejara mirar más de cerca. Al principio dudó, pero finalmente dio su permiso.
—Debería haber dicho esto antes, pero… me disculpo por hacer esta clase de demandas, Alteza —le dijo Patricia mientras caminaban uno al lado del otro por el pasillo—. Fue la primera vez que ví a un dragón, y estaba muy emocionada… Si esto va en contra de las reglas, avíseme y volveré a mis habitaciones.
—No va en contra de las reglas… —expresó en tono vacilante. Era diferente a su habitual actitud directa y segura.
Los observé desde atrás. Patricia me había invitado explícitamente a acompañarla y había aceptado. Detrás de mí estaban sus guardaespaldas y, naturalmente, Raye estaba entre ellos. En cuanto a Kirion, había rechazado la oferta, afirmando que no estaba interesado. No podría haber estado más agradecida. Lo último que quería era aumentar la cantidad de tiempo que él y Raye pasaban en presencia del otro.
—Ayer era reacio porque… estaba preocupado de que empezaras a temer tanto a los dragones como a los dragonantes —admitió el príncipe—. Nuestras formas de dragón no son pequeñas y lindas como un perro o un gato, somos enormes y feroces, y a algunos humanos les da miedo el hecho de que podemos transformarnos a voluntad.
Él la miró nervioso mientras hablaba; claramente le importaba mucho la opinión de su futura novia. Y resulta que no soy la única divertida al ver esto.
—Nunca te encontraría espeluznante —declaró Patricia con una dulce sonrisa—. Por el contrario, me encantaría ver tu forma de dragón. Me dijeron que es bastante impresionante, con brillantes escamas plateadas.
—Bueno… si descubres que no tienes miedo de los dragones en el campo de entrenamiento, entonces tal vez…
En contraste con la postura abierta de Patricia, la incertidumbre de Darius es francamente adorable.
Reduje mi ritmo para caminar al paso de Raye.
—También puedes transformarte en dragon ¿no? —pregunté.
—Por supuesto. Todos los dragonantes pueden hacerlo —respondió.
—Debo decir que no puedo imaginar cómo te verías. ¿Estarás participando en el entrenamiento de combate de hoy?
—No, además no quisiera asustar a ninguno de ustedes.
—No me vas a asustar.
—No lo sabes. Esta es la primera vez que no ves transformarnos. De hecho, tal vez sería mejor si volvieras a tus habitaciones. Me identifico con los sentimientos de Su Alteza… En el momento en que lo veas, te darás cuenta de que somos monstruos y nunca más nos mirarás de la misma manera.
—No voy a verte como un monstruo —insistí.
¿De qué tiene tanto miedo?
Llegamos al campo de entrenamiento, donde un gran grupo de caballeros en formas humanas miraban hacia el cielo. Por encima de ellos chocaron tres pares de dragones. El sonido era tremendo: gruñidos amenazantes, aleteo de alas pesadas, respiración dificultosa. Fue abrumador, por decir lo menos. Sus afilados colmillos… y esas garras …
Sentí que Raye me miraba y borré rápidamente cualquier rastro de sorpresa de mi cara.
—¡Se acabó el tiempo!
A la orden del oficial superior, los seis dragones volaron cerca del suelo y se transformaron en humanos con armadura de caballero. Me intriga saber a dónde se habían ido sus ropas mientras eran dragones. Quizás eso era parte de su magia.
Otro grupo de seis cambió a forma de dragón y alzó el vuelo.
—¿Cómo te sientes? —preguntó Darius a Patricia.
—Oh, estoy bien —respondió ella con una sonrisa confiada.
Desde esta distancia, no pude medir el tamaño exacto de los dragones, pero al menos eran más grandes que un carruaje. Pude ver que serían enemigos temibles, pero no sentí que estaba en peligro y, por lo tanto, realmente no les tenía miedo.
Escuché a Patricia hacer comentarios ociosos como “¡Las escamas son tan bonitas!” y “¡Todos tienen su propio color único!”. Ella no parecía asustada en lo más mínimo.
Luego, unos diez minutos después:
—Simplemente no tengo miedo, Su Alteza. ¿Ahora me mostrarás tu forma de dragón?
—Hmmm… Bueno, está bien. En ese caso, supongo que iré y me uniré al entrenamiento. Últimamente no he hecho mucho ejercicio.
Envalentonado por la solicitud de Patricia, Darius se dirigió hacia el centro del campo… pero momentos después se detuvo, mirando hacia el cielo.
—¿Qué pasa con él? —expresé en voz alta, aunque la pregunta no estaba dirigida a nadie.
Noté que Raye también miraba dudoso el cielo, así que seguí su ejemplo.
Por encima de nosotros, tres pares de dragones luchaban en el despejado cielo de hoy… pero uno de ellos, un dragón de color cobre, se agarró la cabeza y la sacudió. ¿Tenía dolor de cabeza o algo así? Parecía estar sufriendo.
—¿Está bien? —le pregunté a Raye.
—No estoy seguro… Está actuando extraño. Quédense atrás, señoritas.
Mientras hablaba, dio un paso adelante para protegernos a Patricia y a mí, y en ese instante, el dragón que se retorcía en el cielo, giró su cabeza en dirección a nosotros. Sus ojos parecían enfocarnos en la distancia.
Una fracción de segundo más tarde, mostró sus colmillos y vino directo hacia aquí.
Estaba casi sobre nosotras cuando me di cuenta de que su objetivo era Patricia a mi lado. Ella gritó. La jalé a mis brazos, me di vuelta y la protegí con mi cuerpo. Un gesto simbólico en este punto.
Si ese dragón nos golpeaba a toda velocidad, ninguna de las dos sobreviviría. Un escalofrío me recorrió la espalda y la piel de mis brazos se erizos. Apreté mis ojos cerrados.
Vamos a morir.
Pero entonces un rugido estalló justo detrás de mí, y me di vuelta para mirar.
El dragón de color cobre ahora estaba restringido físicamente en el aire por otros tres dragones. Entre ellos y nosotros había cuatro dragones más, ¿el príncipe Darius, Raye y los otros guardaespaldas? Actuaban como una barrera defensiva para protegernos. Al principio, el dragón de cobre luchó para liberarse, pero con el tiempo sus movimientos se volvieron lentos, hasta que de repente volvió a su forma humana… inconsciente.
—¿Qué fue eso…? —susurró Patricia sin comprender.
El dragón plateado frente a nosotras se volvió y la miró con ansiedad.
—¿Príncipe Darius…? —preguntó Patricia.
—Si, soy yo. ¿Estás bien? —le respondió el príncipe con una voz más profunda y retumbante.
—Oh, sí, estoy bien. Gracias por protegerme.
Todavía temblando, Patricia se recostó contra el príncipe en su forma dragón, y él pareció bastante aliviado al ver que no albergaba ningún temor.
Mientras tanto, un extravagante dragón color oro se alejó de la conmoción y trotó hacia mí.
—¿Y tú, Maya? ¿Estás herida?
—¿Eres tú, Raye?
La voz ciertamente sonaba como la suya, aunque más profunda.
—¿Estás asustada? —preguntó algo tímido.
—No, no lo estoy —respondí—. Porque sé quién eres y no importa qué forma tomes, no eres un monstruo.
Ante mi respuesta, me pareció que Raye sonrió levemente, si es que levantar los labios y mostrar los dientes se puede llamar sonrisa, luego volvió a su forma humanoide y corrió hacia el caballero inconsciente. A mi alrededor, los otros dragones también estaban retrocediendo.
Darius se volvió de Patricia hacia Raye.
—¿Qué pasó?
—No estoy seguro.
—Parecía que estaba tratando de atacar a la princesa.
—En efecto.
Más caballeros corrieron desde el extremo opuesto del campo de entrenamiento.
—¡Príncipe Darius, princesa Patricia! ¿Están ileso?
—No hay de qué preocuparse; Estamos bien. Ahora, hay que despertar a este tipo, porque quiero interrogarlo.
—Somos muy afortunados de que Su Alteza no sufriera ninguna herida; si lo hubiera hecho, habríamos tenido un escándalo diplomático en nuestras manos. ¡Se podría haber cancelado toda la boda!
A pedido de Darius, el oficial superior comenzó a sacudir al hombre inconsciente.
—¡Ian! ¡Despierta, Ian!
Con una mano agarrando su cabeza, él se sentó, gimiendo de dolor.
—¿Eres consciente de lo que has hecho? —rugió el oficial rugió furioso.
Por un momento, Ian le devolvió la mirada sin comprender. Luego recordó lo que había hecho… y, todo el color desapareció de su rostro.
—¡Esperen, esperen! ¡Nunca quise atacar a Su Alteza! ¡Por favor, tienes que creerme!
Explicó que había escuchado un chillido penetrante en la mitad de su duelo de práctica, y que por alguna razón el único pensamiento en su mente es que debía matar a la princesa.
—Fue completamente contra mi voluntad, ¡lo juro!
—Te conozco, hemos entrenado juntos, quiero confiar en ti… pero por ahora, voy a necesitar colocarte bajo arresto.
—Entiendo, Su Alteza…
Ian no protestó cuando los otros caballeros se lo llevaron. Darius y Raye lo vieron irse, luego se volvieron hacia el oficial superior y comenzaron a hacer preguntas.
—Han pasado cinco años desde que se unió a la orden de caballeros. Es un buen hombre con una reputación intachable… Tampoco he notado ningún comportamiento sospechoso de su parte.
Tampoco parecía creer lo que había sucedido. Raye hizo una pausa para pensar y luego preguntó:
—¿Cómo se ha sentido con respecto a la llegada de la princesa? ¿Mencionó algo sobre lo rumores que hay sobre ella?
—Nunca los mencionó en una conversación. No parecía demasiado molesto por su presencia en el castillo, nunca hizo ningún comentario personal sobre ella. Y una vez que el compromiso se hizo oficial, lo celebró junto con el resto de nosotros.
—Entiendo.
Raye se calló una vez más. Su mirada no se centró en el hombre que tenía delante, sino en el castillo detrás suyo. Seguí su ejemplo para ver si podía detectar algo inusual, pero no pude ver nada.
—¿Es posible que haya sido manipulado por un hechizo mágico? —especuló Raye, sus ojos aún fijos en el castillo. Luego, finalmente, se volvió hacia el príncipe Darius, quien frunció el ceño.
—No puedo descartarlo, pero… ¿quién podría manejar tal cosa? Me atrevo a decir que no hay un dragonante vivo que pueda realizar una magia tan avanzada.
Evidentemente, los dragonantes no eran mejores magos que las floseides. En general, estaban inclinados a ser luchadores físicos, por lo que tal vez solo necesitaban usar maná para cambiar de forma.
—Eso puede ser cierto para los dragonantes, pero… bueno, lo investigaré —respondió Raye con severidad.
—Por favor, hazlo. Ian no parecía estar mintiendo, pero no podemos estar seguros. Continúa la investigación y la vigilancia —ordenó el príncipe. Luego se volvió hacia Patricia—. Volvamos a sus habitaciones. Te acompañaré hasta allí.
—Gracias, Su Alteza —respondió ella.
Y entonces él le pasó un brazo por los hombros y la guió lejos.
Esperaba que estuviera un poco más asustada, considerando que casi fue atacada por un dragón, pero no parecía preocupada. En cambio, estaba sonrojada y adulando el amable gesto del príncipe Darius como si fuera cualquier otro día. Quizás ese brazo alrededor de su hombro era más importante ante sus ojos que cualquier otra cosa.
Comencé a caminar manteniendo un poco de distancia entre nosotros.
—Maya —llamó Raye.
Me detuve y me di la vuelta.
Me miró con sus ojos color miel y declaró:
—Hagas lo que hagas, ten cuidado con Kirion.
—¿Qué? ¿Por qué?
—Como dije, creo que es posible que Ian fuera controlado con magia.
—Sí ¿y?
—Creo que Kirion es el culpable.
Alcé una ceja.
—Bueno, esto es repentino. ¿Qué te hace sospechar de él?
—Porque lo vi caminando por el pasillo justo ahora —indicó el castillo—. Estaba en una posición donde podía ver el campo de entrenamiento. ¿Te das cuenta de que esa ventana del tercer piso es la única abierta? Parecía que acababa de abandonar esa área.
—Lo siento, ¿qué? ¿De qué ventana estás hablando? Y en cualquier caso, ¿cómo puedes saber quién camina exactamente por el pasillo desde esta distancia?
—Supongo que los floseides tienen la visión de un humano —reflexionó—. Escucha, cuando vi a Kirion, no estaba mirando en nuestra dirección. Estaba mirando hacia adelante como si simplemente se dedicara a sus asuntos. Por supuesto, existe la posibilidad de que solo estuviera pasando casualmente por ahí.
—Entiendo lo que quieres, pero aun así ¿cómo podría Kirion usar magia de alto nivel, de todos modos? Seguramente sus capacidades no son mejores que las de cualquier otro dragonante.
—¿De verdad crees que es un dragonante?
—Sí… ¿no lo es?
Me imaginé a Kirion en mi mente. Cuando vivía en Myulan, la imagen que tenía de un dragonante era una persona musculosa o fornida, pero una vez llegué a Vaxwald y lo vi de primera mano, supe que esta especie tiene una amplia variedad de cuerpos. Por ejemplo, Raye es bastante delgado, mientras que Mona es baja y con curvas. Sí, en general eran más musculosos que los humanos promedio, pero teniendo en cuentas estos aspectos, el cuerpo delgado y pequeño de Kirion no me pareció particularmente inusual.
Aunque todos los demás ya se habían ido, Raye continuó mirando hacia el castillo distante.
—Es difícil de explicar. Él simplemente no… se siente como uno de nosotros. Pero quizás eso se deba porque tengo problemas para tolerarlo. Quizás todo se reduce a mi aversión personal. Aún así… —Se volvió para mirarme—. Su peinado no se parece en nada al de un dragonante. Nunca presté atención al cabello de las personas hasta que te conocí… pero tengo que decir que el hombre dragonante promedio nunca deja crecer su cabello de esa manera.
No puedo negar que el cabello de Kirion es excepcionalmente largo. Puse una mano en mi barbilla en contemplación.
—Ahora que lo mencionas, nunca he visto a otro hombre dragonante con el pelo tan largo como el suyo. En general, todos parecen mantenerlo bien recortado. Pero no es como si fuera contra la ley, ¿verdad? No puedes determinar su herencia basándose solo en eso.
—En la cultura Vaxwald, el cabello corto es visto como un aspecto masculino. Me imagino que esta es una opinión común en muchos países, pero Vaxwald en particular es bastante estricto con el tema. Toma mi cabello, como un ejemplo, no creerías la frecuencia con que otros hombres me dicen que me lo corte.
—¡Pero ni siquiera es tan largo!
—Cierto, pero la norma aquí es mucho más corta. Los demás quieren que me afeite la parte inferior para que pueda parecer un hombre de verdad —explicó, levantando la mitad de los mechones ubicados en su nuca y a los lados de su cabeza.
Me reí.
—Creo que los hombres de pelo largo realmente no son tan comunes aquí como en Myulan. Sin embargo, todas las mujeres dragonantes parecen tener el pelo largo. Quizás la longitud del cabello está más ligada a la expresión de género aquí en Vaxwald.
—De eso se trata. Tal como lo tiene ahora, el dragonante promedio pensara que Kirion está tratando de parecer una mujer a propósito. Al principio no pensé demasiado en ello, me dije a mí mismo que tal vez todos los estilistas se dejarian crecer el pelo, pero ahora que estoy cuestionando su herencia, todo lo relacionado con él me parece sospechoso. De todos modos, planeo ir a hablar con Torpan, ya que lo contrató. Ella nos dijo que solía trabajar para un comerciante, y vino con una carta de recomendación, pero no podemos decir con certeza que no fue fabricado… Debo confirmarlo de primera mano—. Hizo una pausa, me miró a los ojo y continuó—. Esta puede ser mi propia paranoia hablando, pero… hasta que pueda estar seguro de que no es peligroso, quiero que te asegures de que nunca te atrapen sola en una habitación con él.
—Esa es una tarea difícil, Raye. Él es mi aprendiz.
—Te lo ruego, Maya. Lo vigilaré tanto como pueda, pero todavía tengo otras tareas que atender. Necesito que te mantengas alerta cuando no esté cerca —declaró.
Suavemente extendió la mano y tocó el accesorio para el cabello de concha blanca, el que estaba segura que me había regalado.
Una vez más, parecía que estaba preocupado de forma sincera por mí, y sin embargo, sabía que si le preguntaba directamente, ignoraría la pregunta. En lo personal, tengo la sensación de que Kirion no era el único que tenía algo que ocultar… y no importaba lo que hiciera, lo más probable es que no iba a descubrir qué era ese algo.
—Acepto. Seré tan cuidadosa como pueda —suspiré—. Hay algo en él… simplemente no sé qué es.
Pero me vi obligada a romper esta promesa apenas cinco minutos después.
♦ ♦ ♦
Fue justo después de que Raye y yo nos separamos al regresar al castillo. Estaba caminando por un pasillo solitario, y allí estaba él. Kirion.
—¡Señorita Maya! —me llamó mientras se acercaba con una brillante sonrisa en sus labios.
Después de esa conversación con Raye, no pude evitar dar un paso atrás, pero de inmediato pensé ¿por qué estoy haciéndole caso? Claro que Kirion tiene cierto aire de misterio que me impide confiar por completo en él… pero Raye tampoco es muy confiable, teniendo en cuenta que me nombró su alma gemela solo para cambiar de opinión unos días después.
Si lo pusiera en una balanza, estarían igualados en cuanto a su confuso comportamiento. En todo caso, es posible que Raye hable mal de Kirion solo para arruinar su reputación. Pero desde que llegué a Vaxwald, mi opinión sobre Raye ha cambiado lentamente. En ciertas ocasiones, me muestra su lado más tierno, como en aquellos días que estuvimos juntos en Myulan, y es difícil imaginar que las sonrisas fugaces y la preocupación que me mostró fueran un gran acto.
—¿Señorita Maya? ¿Qué pasa? —me preguntó Kirion, todavía sonriendo.
—N-Nada.
—¿Sir Raye dijo algo sobre mí?
Sentí como si hubiera leído mi mente, y me estremecí. Ante esto, Kirion sonrió y volvió su mirada hacia la ventana.
—Me pareció verlo mirándome desde el campo de entrenamiento. Y luego lo vi comenzar a hablar contigo.
—¿Nos estabas mirando?
—Por casualidad miré hacia el campo mientras caminaba por el pasillo. Además el hecho de que hayan regresado tan pronto, supongo que la sesión terminó un poco antes de lo habitual. ¿Paso algo? —preguntó, inocentemente inclinando la cabeza. Para mí, en verdad parecía no tener idea de lo que había ocurrido, no obstante, no baje la guardia. ¿Cómo pudo habernos visto hablar, pero no la conmoción?
—¿Qué estabas haciendo en esta parte del castillo, Kirion?
—Como dije, estaba de paseo. No estoy excluido de esta ala, ¿verdad? Estaba buscando un amigo mío, uno de los sirvientes.
—Bien, entonces, ¿por qué no viniste a observar el entrenamiento de los caballeros? En el momento dijiste que no estabas interesado, pero desde que he comenzado a tratarte puedo afirmar que eres una persona muy curiosa.
—En eso tienes razón, pero aunque me vea asi, soy un Dragonante, y para mí, convertirme en un dragón es bastante común. No me siento cautivado por mi forma dragón como ustedes, gente de Myulan. Así que el entrenamiento de caballeros no tiene nada de interés para mí.
Justo entonces, una idea me llegó a mi mente.
—Bien, ¡entonces puedes convertirte en un dragón! ¡Vamos, muéstramelo!
—¿Qué, justo ahora?
—¡Por supuesto! Hay mucho espacio en este corredor. Además, no hay nadie más cerca. —Es hora de averiguar si Kirion es realmente un dragonante. Sonreí con aire de suficiencia—. Puedes transformarte, ¿no?
Kirion vaciló y luego suspiró.
—Esta bien. Lo haré.
—¿Qué? —parpadeé sorprendida—. ¿Vas a hacerlo?
—Aquí voy, ¿de acuerdo? Retrocede un poco.
Concentrado, Kirion cerró los ojos y se cubrió la cara con las dos manos. Luego sus rodillas se doblaron y se lanzó hacia adelante, y en el momento siguiente cuando se enderezó, era innegablemente un dragón. Sus escamas eran de color negro y al igual que su forma humana, era más pequeño que los dragones que vi en el campo de entrenamiento.
—¿Estás satisfecha?
—Si… Gracias… —murmuré torpemente.
En general, me sentí bastante estúpida por sospechar de él.
Después de que Kirion regresó a su forma original, hizo un puchero.
—Solo sé que Sir Raye está tratando de ponerte en mi contra. ¿Que dijo con exactitud? ¿Que estoy mintiendo sobre mi raza?
—Lamento dudar de ti, pero —lo miré directamente a los ojos—. Todavía no confío por completo en ti.
—¿Cómo puedes decir eso cuando llevas mi regalo? —preguntó con una expresión triste en su rostro mientras tocaba mi accesorio de concha blanca.
—Porque estoy bastante segura de que fue Raye quien me dio esto, no tú —dije sin dudarlo—. Me di cuenta por la mirada en sus ojos cuando me vio usarlo por primera vez. Además, tu nunca dejarías un regalo a alguien afuera de su puerta. Marcharías directamente hacia ella y se la entregarías en persona.
—Una vez más, esa es solo tu visión de mí. Además, en ningún momento Sir Raye dijo que el regalo era de él, pero yo sí. ¿Por qué no me crees?
—Bueno… porque… Raye era el único en la tienda conmigo cuando lo vi por primera vez… —murmuré con incertidumbre. Tenía otras razones, por supuesto, pero eran menos concretas y, por lo tanto, más difíciles de expresar.
—Señorita Maya, por favor… Me estás rompiendo el corazón… —susurró Kirion, con el ceño fruncido, por la expresión en su rostro parecía en verdad abatido—. No actúes como si confiaras en sir Raye más que en mí. Te hizo creer que eras su alma gemela, luego cambió de opinión sobre ti, ¿recuerdas?
—Bueno, sí, pero…
—Nunca haría eso —se acercó y me tomó en sus brazos—. No podría hacerlo, ¿Es que no puede ver que estoy loco por ti?
—Suéltame, Kirion.
—No quiero —mientras trataba de alejarme, sus brazos se apretaron a mi alrededor—. Podría hacerte tan feliz si me dejaras. Te compraré tantos adornos para el cabello como quieras. Todas las demás mujeres estarán celosas por la forma en que voy a tratarte. La apreciaré, señorita Maya. Todo lo que tienes que hacer es amarme de vuelta.
Aflojó su agarre, y yo retrocedí un poco, pero luego tomó mi mejilla y se inclinó como si fuera a besarme.
—Somos almas gemelas. Es nuestro destino.
Pero antes de que nuestros labios pudieran encontrarse, rápidamente puse mi mano sobre su boca.
—¿Qué es un compañero destinado para ti? —pregunté.
Frunció el ceño como si no viera el punto.
—Un compañero destinado es muy parecido a tu alma gemela, ¿verdad? Te sientes atraído por esa persona sin saber realmente por qué. Es un sentimiento tan poderoso que el amor a primera vista se queda corto. Están en tu mente desde que despiertas y anhelas pasar el resto de tu vida a su lado. Su personalidad es una combinación perfecta para la tuya, por lo que se llevan a la perfección.
—¿Si y? No necesito que me explique el concepto, señorita Maya, ya me siento así por ti. Quiero estar contigo siempre —extendió la mano y tomó mi mano… pero la aparté.
—Tengo la sensación de que eres muy egocéntrico, Kirion. Pero de acuerdo a lo qué me han dicho sobre tener un compañero destinado no se trata de deseos egoístas. Verás, Mona también tiene uno y me contó muchas cosas al respecto. Ser almas gemelas no se trata de coquetear todo el tiempo. El amor que tienes por tu compañero es más profundo que eso. Siempre quieres poner su felicidad primero, pase lo que pase… y mientras sean felices, entonces tu propia felicidad no importa—. Frustrada, miré al suelo.
No lo entiendo… ¿Por qué el comportamiento de Raye se siente más amoroso que el de mi supuesto compañero? No solo eso, sino que me muero por salir corriendo e ir a buscarlo, justo en este momento, si tal cosa fuera posible. Quiero que me abrace, no Kirion.
—Señorita Maya…
Su voz sonaba débil y triste, pero cuando levanté la vista, por un breve momento, su expresión no pareció coincidir. Luego, una fracción de segundo más tarde, volvió a poner su mirada de cachorro herido.
—No sé lo que Mona te dijo, pero ¿estás seguro de que realmente te contó la verdad sobre las almas gemelas. Porque el amor entre los verdaderos compañeros…
—¡Kirion!
Ante la repentina voz, miré y vi a Sari corriendo por el pasillo hacia nosotros. Al principio, parecía feliz de verlo, pero luego me vio y al instante su expresión cambió.
—¿Qué están haciendo juntos? —preguntó, dándome una mirada acusadora.
Dejando a un lado su abierta hostilidad, me alegré bastante de que hubiera aparecido.
—Nada —respondí. Y con Kirion en las manos capaces de Sari, me apresuré por el pasillo.
En un momento, eché un vistazo por encima del hombro solo para asegurarme de estar a salvo, pero ninguno de los dos había decidido perseguirme.