Traducido por Lucy
Editado por Meli
Feng Cang echó un vistazo a las palabras de la carta, era la letra de Nalan Xin. Sonrió para sus adentros, pero Murong Qi Qi agarró la nota con expresión sombría.
—¿Encontraste a la gente? —preguntó Murong Qi Qi a Su Yue.
—Cuando llegué, el fuego era muy grande. No vi a nadie. Su Mei fue a Tong Bao Zhai. No sé cómo es por allí.
—¡Señorita! —gritó Su Mei.
Le entregó a misma nota que Su Yue: “Esta noche, nos vemos en Cresta del León”.
¡Bastardo! —Apretó los puños—. ¡Te arrepentirás de tocar a mi gente!
Feng Cang estaba perplejo, jamás la había visto así. Siempre se mostraba como una mujer gentil o encantadora, de aspecto lindo e indefenso.
Su Mei y Su Yue, también tenían caras hoscas para nada sorprendidas de la actitud de Murong Qi Qi. ¿Podría ser esa su verdadera cara?
—Wangye[1]. Lo siento. Hoy no puedo hacerte compañía. Tengo algo de lo que ocuparme.
—Qing Qing… —murmuró, consternado.
El corazón le dolía, ella en realidad se preocupaba por Guanghua gongzi[2]. Se puso ansioso, ¿hizo mal en pedirle a Nalan Xin que cometiera esos actos?
Si se enteraba de que fue él quien ordenó quemar Jue Se Fang y Tong Bao Zhai, ¿lo trataría con esa frialdad? Si supiera que quería matar a Guagua gongzi para quedársela, ¿pensaría que es egoísta y despiadado? ¿Le dejaría?
¿Debió escuchar a Nalan Xin y hablar con Murong Qi Qi?
Ella, preocupada por la situación, no se percató de la expresión abatida de Feng Cang.
—¡Wangye, espera mi regreso! —Se puso de puntillas y lo besó en los labios—. Su Mei, Su Yue, ¡vamos!
—Qing Qing… —Alargó la mano para detenerla, pero solo agarró una ráfaga de viento. Ella, junto a ambas criadas, ya habían desaparecido de su vista—. ¡Qing Qing…!
El remordimiento lo carcomía. Deseaba regresar el tiempo y confesarle sus oscuros sentimientos. Quería decirle que él era Long Ao Tian, lider de Fu Sheng Meng y que sabía que ella era Du Xian Er de Moyu. Ansiaba poder explicarle que estaba celoso de su relación con Guanghua gongzi, que quería ser el único en su corazón.
Corrió para alcanzarla y explicárselo todo.
Cuando llegó a Cresta del León, ya era de noche. Miró a su alrededor, pero no la vio a ella ni a los demás. Cuando entró en la aldea fortificada de la colina, fue Nalan Xin quien le recibió.
—¿Ha venido wangfei[3]?
—No ha venido. ¿Cuál es el problema?
—¿Dónde está la gente de Moyu?
—Solo atrapé a un anciano…
—¿Solo un anciano? —frunció el ceño—. Llévame allí a ver.
Cresta del León era una base de Feng Cang. Una vez, entrenó soldados allí. Más tarde, quedó desierta y ya nadie se acordaba de ella. Cuando planeó secuestrar a la gente de Guanghua gongzi, pensó en ese sitio. No había ningún pueblo cerca en las colinas estériles. Era el lugar más seguro.
Cuando la puerta de la prisión se abrió, Fang Tong levantó la cabeza. Vio entrar a un hombre con una máscara plateada. Detrás de él había un enmascarado negro. Lo conocía. Fue esta persona quien lo capturó.
—¡Haz lo que quieras! ¿Jamás traicionaré a Guanghua gongzi? ¡Sigue soñando! —repitió lo que le había dicho a Nalan Xin.
—¡Maestro, este viejo es muy testarudo! —le susurró Nalan Xin al oído.
Fang Tong logró escucharlos, por algo se decía que su oído era el mejor. Giró la cabeza hacia un lado para no ver a los hombres que tenía delante.
—Déjale ir… —dijo Feng Cang.
Fang Tong lo reconoció de inmediato, jamás olvidaba una voz luego de oírla. Estaba sorprendido, no entendía por qué lo secuestró. ¿Por qué iba ese guye[4] en contra de la señorita? Aumentó su vigilancia, indagaría todo. No permitiría que ese hombre la pusiera en peligro. Debía advertirle ¡no debería arruinar su vida por amor!
—Vuelve y dile a tu maestro que no tenga ningún pensamiento sobre mi mujer. Esta vez, es solo un pequeño recordatorio. La próxima vez, ¡le mataré yo mismo!
Nalan Xin se adelantó para abrir los grilletes de las manos y pies de Fang Tong.
—¡Vete! Mi maestro dijo que te dejará seguir con vida. ¡Vete rápido!
Nalan Xin no entendía por qué Feng Cang cambió de opinión. Sin embargo, estaba seguro de una cosa: en ese mundo, solo había una mujer que podía hacer que se alterara.
¿”Su mujer” no es la señorita? ¿Por qué no quiere que la señorita toque a “su mujer”? ¿Tiene otra chica? ¿La señorita lo descubrió y por se vengó? ¡Este hombre es demasiado despreciable! ¡Trató así al tesoro de Moyu!
Se levantó, se frotó las muñecas y movió los tobillos. Retó con la mirada a Feng Cang.
Te atreviste a fallar a nuestra señorita, Fang Cang, ¡tienes agallas! ¡Te arrepentirás!
Nalan Xian miró con admiración al anciano. No solo se había rehusado a hablar, tampoco comió o bebió; sin importar como él le intimidara o amenazara, no se inmutó y ahora, desafiaba a su maestro.
—¡No te preocupes! No importa si eres tú o tu mujer, ¡nuestro maestro no perderá el tiempo con ninguno de los dos! Será mejor que te lleves a tu mujer y te mantengas lejos. No aparezcas delante de nuestro maestro. De lo contrario, ¡no dejaremos el asunto así!
Fang Tong sabía que no podía vencer a Nalan Xin. Si pudiera hacerlo, no habría sido secuestrado. Sin embargo, incluso si fuera asesinado, ¡no dejaría que Fang Cang pisoteara así a la princesa de Moyu! El entregaría su vida por Murong Qi Qi.
Nalan Xin contempló al anciano, era alguien que no temía morir en lo absoluto.
—¡Sin duda, me aferraré a mi mujer! Vámonos…
Feng Cang se fue con Nalan Xin. No cerró la puerta de la prisión. Fang Tong comprendió que de verdad le estaba dejando marchar.
—Wangye, ¿ya no piensas usar a ese viejo como cebo?
—No es necesario… —Sacudió la cabeza.
El grado de cuidado de Murong Qi Qi por Guanghua gonzi le hacía sentir envidia, celos y odio. Aunque quería vigilar un tocón de árbol, esperando al conejo y matarle, no quería verla triste. ¡Tampoco podía ver sus hermosos ojos llorar por otro hombre!
Acababa de salir del calabozo cuando alguien le informó:
—¡Maestro, fuera de la aldea, un gongzi vestido de rojo quiere que liberemos a su gente!
—¿Guanghua gongzi? —Feng Cang y Nalan Xin hablaron al mismo tiempo. Se rumoreaba que lo que más le gustaba era la ropa roja.
—Ha venido tan rápido…
La razón por la que dejó pasar las palabras de Fang Tong fue porque no tenía intención de encontrarse con Guanghua gongzi. Temía que no fuera capaz de controlar sus emociones, y lo matara. Sin embargo, parecía que el destino quería que lucharan.
—¡Vamos!
Cuando llegó al espacio abierto frente a la aldea, una docena de hombres de negro estaban tumbados en el suelo. Todos eran sus subordinados, que rodaban en el suelo por el dolor; algunos se agarraban los brazos y las piernas, otros el vientre y unos más la cabeza.
—¡Maestro! —Gritaron al ver a Feng Cang—. ¡Maestro, este subordiando es un incompetente y no ha podido detenerle!
—Retírense todos…
Feng Cang conocía la habilidad de sus subordinados, eso significaba que Guanghua era fuerte. Claro, de otra manera no tendría Jue Se Fang y Tong Bao Zhai, las tiendas más rentables del continente. Además, fue capaz de atraer a Murong Qi Qi…
—He venido, ¿dónde está mi gente? —preguntó Murong Qi Qi al hombre vestido de blanco con una máscara de plata.
Ambos se estudiaron.
Feng Cang notó que era bajo y un poco delgado. Vestía ropas rojas como el fuego. Llevaba el pelo recogido en la cabeza. En la cara llevaba una máscara de porcelana blanca lisa como el jade, con ojos de fénix largos y estrechos. Labios rojo brillante. Las cejas eran como una llama roja. El lugar donde deberían estar los ojos estaba expuesto por dos huecos. Parecía un gato.
No era corpulento y además le gustaba una máscara tan femenina. ¡Parecía que era un pervertido! ¡Sin duda no entregará a su mujer a esta persona!
Aunque había dejado ir a Fang Tong, después de verlo herir a sus subordinados, su temperamento estalló.
—La gente está en mis manos. Si quieres llevártelos, eso depende de si tienes la capacidad.
Murong Qi Qi se enfadó, el hombre era arrogante. Maldijo a los antepasados de este hasta la decimoctava generación.
Estaba sola, había enviado a Su Mei y Su Yue a investigar. Qeuría ver quién era ese jianghu[5] que tenía las agallas de meterse con ella.
Extendió la mano. En ella apareció una seda dorada. Había una pequeña campana
—¡Ya que dices eso, entonces no me culpes por ser despiadado!
—¡Que así sea! —Feng Cang sonrió de forma diabólica. En su mano apareció una daga.
Murong Qi Qi se sorprendió al ver que sostenía al revés el mango.
¡Un experto!
—Maestro… —Nalan Xin quería advertirle, la complexión y arma del enemigo eran demasiado femeninos.
La mano izquierda de Murong Qi Qi se enganchó en el hilo dorado. Siguiendo al viento, la campana de plata hizo sonidos. Saltó al cielo. Voló sobre una madera y fue hacia Feng Cang.
Sus movimientos eran delicados, pero contundentes. Sus gestos expresaban belleza.
Feng Cang permaneció inmóvil. El viento soplaba. Su pelo ondeaba, parecía un inmortal que hubiera caído en el reino de los mortales.
Cuanto más se acercaba al hombre, la mueca de desprecio de Murong Qi Qi se hacía más intensa. Justo antes de llegar a su oponente, su cuerpo hizo palanca en el cielo. La madera voló con velocidad acelerada hacia él que levantó la daga y partió el objeto en dos.
Voló al cielo con un grito y se batió en duelo con ella en el aire.
Las campanas doradas aparecieron en el lado izquierdo de Feng Cang, él quiso partir el hilo dorado con la daga, pero su atesorada arma de cien años, no pudo hacer nada al hilo dorado.
—¡Habilidad insignificante!
Retrocedió, en la mano izquierda de Murong Qi Qi apareció un hilo dorado. Con una fina luz, partió el aire y fue directo hacia Feng Cang.
Él lo esquivó, pero oyó con claridad el sonido del aire siendo cortado. Guanghua gonzi no era alguien ordinario. Sus artes marciales eran increíbles.
Murong Qi Qi estaba muy enfada, el hombre no solo se atrevió a tocar a su gente, también osaba vestir de blanco, como Feng Cang. Solo él podía usar esa ropa, los demás eran indignos de hacerlo.
La campana sonó. Ella atacó con ambas manos al mismo tiempo. Los dos hilos eran como dos luces doradas partiendo la oscura noche y fueron directos hacia Feng Cang. Las dos figuras de rojo y blanco, se entrelazaron en el cielo.
Los hilos dorados cayeron al suelo e hicieron un agujero.
¡Tan feroz!, Nalan Xin tragó saliva.
¡Wangye se había encontrado con un oponente considerable!
Sus movimientos hicieron que Feng Cang pensara en Murong Qi Qi. La forma en que ella usaba una muselina roja para herir a la gente era igual que la de Guanghua gonzi.
¿Aprendió de él? Mirándolo agitando el hilo dorado, ante sus ojos no pudo evitar la imagen de la otra parte enseñándole, mano a mano. Su corazón se enfureció más.
—¡Maestro, tenga cuidado!
Justo cuando el hilo dorado estaba a punto de golpear la máscara plateada de su cara. Una fina capa de luz blanca apareció alrededor de su cuerpo y sacudió el hilo dorado, haciéndolo rebotar hacia atrás.
[1] Wang/Wangye: príncipe de primer rango.
[2] Gongzi: Joven maestro.
[3] Wangfei: consorte principal/esposa del príncipe de primer rango.
[4] Guye: yerno, usado por los sirvientes de la familia femenina.
[5] Jianghu: mundo de las artes marciales.