La consorte favorita del príncipe demonio – Capítulo 136: Noche de amantes (2)

Traducido por Lucy

Editado por Meli


—¡No me asustes! —gritó la doncella de rosa; pálida, observó a su alrededor.

—¡Lo que he dicho es verdad! Ocho nobles consortes imperiales han muerto aquí. Tras la desaparición de la noble consorte Yue, todos los sirvientes de este palacio fueron arrestados y asesinados. La doncella que le servía, pidió clemencia a la emperatriz viuda, pero esta la mató a golpes.

—Vaya, ¡¿de verdad?! ¡¿La emperatriz viuda no reza a Buda y es de buen corazón?! ¡¿Por qué fue así?!

Los dedos de la doncella de verde pincharon la frente de la otra.

—En este palacio, ¡¿quién es de verdad bondadoso?! ¡Cuántas veces te lo he dicho, si quieres sobrevivir, tienes que fingir ser ciego, sordo y mudo! ¡Debes recordarlo!

—¡Sí! Hermana mayor, ¡te escucharé!

Cuando se marcharon, Feng Xie salió de inmediato y abandonó el palacio, pero no dejó de pensar sobre el secreto que albergaba ese palacio y sobre todo, no podía sacar de su mente la habitación con las posesiones de Wanyan MIng Yue.

Reflexionó sobre la actuación de la emperatriz viuda y se dirigió al palacio de esta.

La encontró almorzando. Parecía que aún mantenía el ánimo del banquete por su cumpleaños el día anterior.

Después de beber té, Dongfang Lan suspiró. Abrazó a Pequeña Neive y le peinó con suavidad.

—Qing Gu, ¿cómo está Chun Xing?

—Las heridas de su cuerpo están casi curadas. Está agradecida de que la salvara.

—Cuando esté por completo curada, que venga a ver a aijia[1]. Por más que lo analizo, no comprendo lo que pasó. Es necesario que Chun Xing venga y le explique a aijia el asunto del palacio de Otoño y así entender las cosas han sucedido allí en los últimos años.

»Ay, Qing Gu, ¡¿qué hay que hacer?! A Cang’er[2] le gusta mucho Qi Qi. Estos dos niños, de verdad hacen que los corazones de la gente duelan por ellos. Es solo que, las relaciones de sangre no deberían mezclarse. Si siguen así, aijia está preocupada, ah…

Feng Xie se conmovió, recordó el trato de la emperatriz viuda hacia él y Wanyan Ming Yue. Dongfang Lan era la única persona fiable en el palacio, ella amaba a su única hija y siempre la apoyó.

Feng Xie entró en tomó tinta y escribió unas palabras y silbó. Los agudos oídos de Pequeña Nieve percibieron el sonido, ladró y salió corriendo.

—¡Pequeña Nieve! —Dongfang Lan se levantó—. ¡Qing Gu, rápido, ve a buscar a Pequeña Nieve rápido!

La doncella hizo lo que le indicaron.

—¿Qué es esto? —Qing Gu tomó a Pequeña Nieve en sus brazos y le quitó un papel que llevaba en el hocico. Regresó con la emperatriz viuda—. Cuando esta esclava vio a Pequeña Nieve, llevaba consigo esta nota.

Dongfang frunció el ceño, abrió la nota y leyó su contenido: «Wanyan Ming Yue había muerto sin motivo».

Dongfang Lan volcó la taza de té que tenía en la mano. El líquido se esparció por la mesa antes de derramarse sobre ella. La letra era de alguien que conocía bien: Feng Xie.

¿No murió? ¿Ming Yue podría estar viva? Si Feng Xie estaba vivo, ¿por qué no fue a verla? ¿Por qué decía que Ming Yue había muerto sin motivo? ¿Qué pasó hace quince años? ¿Qué hizo que él no se atreviera a aparecer?

Los labios de Dongfang Lan temblaron un poco. ¿Qué había pasado en la montaña Yandang?

—Señorita, señorita, ¿qué ocurre? —Qing Gu se acercó, entonces leyó el mensaje—. ¿Qué significa esto? ¿Quién lo escribió?

—Es Feng Xie.

Dongfang Lan contuvo sus lágrimas.

Cuando Ming Yue era todavía una niña, todos los días se escribían cartas. Tras una pelea, Ming Yue quemó las cartas, pero Dongfang Lan las recuperó del brasero. Entonces, vio que la letra era bonita y hermosa como Feng Xie.

—¿Qué? ¿El gran general sigue vivo? —Qing Gu se tapó la boca—. Señorita, ¿por qué él no se presentó y usaría tal manera para decírselo?

Dongfang Lan recuperó la razón. Feng Xie estaba vivo, pero no acudió a ella; además, decía que la muerte de Ming Yue era injusta. Eso solo significaba que no se atrevió a presentarse por culpa de quien se involucró en la guerra en la montaña Yandang: Wanyan Lie. No es que Feng Xie no se presentara. ¡Es que no se atrevió a presentarse!

—Qing Gu, quema la carta de Feng Xie. —Su rostro mostraba su deseo asesino.

Qin Gun se sobresaltó. Hacía muchos años que no veía a una Dongfang así. Iracunda, como la hija de un general, quien acompañó a Wanyan Zhi a la batalla en el sur

—Señorita, ¿qué debemos hacer? —preguntó, luego de quemar la carta.

—Investigar…

—Cuando todo ocurrió, ¿no investigó nuestra gente y no encontró nada? ¡Ah!

—¡Investigar a Li Qiu Shui! Esta dijo que Ming Yue le había dado Qi Qi. ¿Por qué estaba ella en la montaña Yandang? Aijia quiere saber todo esto. ¡Aijia quiere saberlo todo sobre Li Qiu Shui!

Dongfang Lan sintió que la intervención de Li Qiu Shui no era algo sencillo de explicar ¿había alguien detrás de ella que lo manipulaba todo? ¿Era la misma persona por la que Feng Xie se mantuvo oculto?

♦ ♦ ♦

Murong Qi Qi se despertó, estaba sentada en el regazo de Feng Cang. Tenía hambre. Frente a ella había una mesa llena de comida.

—¿Despierta? —La besó con ternura en la frente—. ¿Tienes hambre? Te daré de comer.

—¡Lo haré yo misma! —Trató de liberarse del agarre de Feng Cang, solo los separaba una fina capa de ropa—. ¡Ay!

—¿Qué pasa? —Dejó los palillos y se centró en ella—. Qing Qing, ¿te encuentras mal en alguna parte?

No podía responder, le dolía todo el cuerpo, de tal forma que no podía incluso ponerse de pie. Se sonrojó, avergonzada.

—¿Qué ocurre? ¿Es… que todavía te duele?

Ella se sonrojó aún más, enterró su cabeza en los brazos de Feng Cang y se negó a levantarla.

—Tú y yo ya somos marido y mujer, ¿cómo es que Qing Qing sigue siendo tan tímida?

—¡¿No es por ti?!

—¡Es culpa mía! Aunque siempre quise contenerme, pero Qing Qing, eres demasiado hermosa…

—¡No hables más! —Le cubrió la boca con las manos—. ¡No lo digas en voz alta!

Feng Cang sacó la lengua y le lamió la palma de la mano, ella la retiró de inmediato.

—¡Cang, has aprendido las cosas malas!

Justo cuando iba a besar, el estómago de Murong Qi Qi gruñó. Ella agachó la cabeza aún más.

—¡Ven, te daré de comer!

Sabiendo que su wangfei[3] se sentía tímida, Feng Cang no se burló más de ella. En su lugar, la alimentó, bocado a bocado, hasta que terminó dos cuencos de arroz.

Murong Qi Qi se acarició el vientre, mostró una sonrisa de satisfacción. Solo entonces se dio cuenta que Feng Cang no había probado ni un bocado. Miró los platos de la mesa.

—Eso, ¿quieres que te traigan más? Tenía demasiada hambre y me lo comí todo.

—No hace falta. ¡Con esto es suficiente! —declaró y devoró tres cuencos de arroz con sopa.

Ella lo miró sorprendida.

—¿Qué tanto me miras? ¿Aún no crees que este buen hombre es tuyo?

—¡No es eso! —Le mostró la lengua—. Es solo que estoy acostumbrada a ver a un joven maestro elegante. Ver tu lado anormal me da miedo.

—Ja, ja, así que en el corazón de Qing Qing, ¡soy un elegante joven maestro!

Feng Cang puso su barbilla sobre el pelo de Murong Qi Qi. Nunca imaginó que algún día compartiría la cama y la mesa con la persona que amaba. Deseó poder sumergirse en esta felicidad y no despertar nunca.

—Cuando dirigía al ejército, a menudo comía así. En el campo, solo podíamos comer comida seca, pero cuando se acababa, preparábamos verduras silvestres. Solo si lográbamos cazar algo, comíamos carne. Como general, mi trato era mucho mejor. Sin embargo, los soldados lo pasaban muy mal…

Murong Qi Qi imaginó al Feng Cang que antaño, blandía veloz su espada como un joven dios. Deseaba escarbar para ver más partes de él.

—Ahora, no hay guerra. Después de volver a la capital, y vivir como un príncipe durante mucho tiempo, ¡me volví perezoso y me convertí en un elegante joven maestro!

—Cang, —puso su mano en la palma de él— cómo es que quieres ir a luchar en una guerra…

—Un buen hombre aspiraría a viajar y dejar su huella. Galopar por el campo de batalla y lograr una ambición.

Murong Qi Qi podía entenderlo. Él, se había criado con Feng Xie, ¡lo veía como su ídolo, quería convertirse en un gran general y conquistar el campo de batalla!

—No te preocupes. Ahora, te tengo a ti y no pensaré solo eso. Quiero protegerte, proteger a nuestros hijos. Eres mi todo.

Puso su mano en el vientre de Murong Qi Qi.

—¡Todavía no sabemos cuándo tendremos un bebé! Cang, ¿te gustaría un niño o una niña?

—¡Me gustan todos! ¡Mientras sean nuestros hijos!

A través de la fina capa de ropa, empezó a explorar el cuerpo de Murong Qi Qi. Ella lo detuvo.

—Cang, ya es de día… Quizás Su Yue ya se fue a Wu Ji Gong. Todavía no sabemos cuál es el resultado…

—En este mundo, ya no hay Wu Ji Gong…

Feng Cang se volvió más hábil en una sola noche, en dos movimientos, la desnudó. El hermoso cuerpo frente a él, hizo que el suyo reaccionara de inmediato.

—No… durante el día, es demasiado vergonzoso…

Murong Qi Qi quiso apartarle, pero él le mordió la clavícula, anexando otra marca roja en el sitio.

—Qing Qing, eres tan hermosa… —susurró—. De verdad tan hermosa… no importa cuánto tome, no puedo saciarme.


[1] Aijia: Yo: usado por una emperatriz viuda.

[2] Er: término cariñoso.

[3] Wangfei: consorte principal/esposa del príncipe de primer rango.

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