Traducido por Lily
Editado por Sakuya y Herijo
—¡Ah, no, eso no es para comer, princesa! —exclamó Elene en voz alta. Abrí mucho los ojos.
¡Dios! ¡Qué susto me diste! ¿A qué vienen esos gritos? ¿Te mataría hablar en voz baja? Ni siquiera intentaba comerlo. ¡Solo intentaba averiguar qué era con la boca! Un «Está sucio, princesa», dicho con suavidad, habría bastado. Me sobresaltaste con tus gritos.
Yacía allí, paralizada y sin palabras, cuando oí la voz severa de Serira.
—Elene.
¡Es Serira!
Se acercó lentamente, tomó la horquilla que Elene me había arrebatado y la volvió a poner en mis manos. ¿Oh? ¿Así que puedo jugar con esto? Elene se resistió un momento, pero Serira aplacó esa resistencia con su serena autoridad.
—No le grites a la princesa. La asustarás.
¡Es una horquilla, una simple horquilla! Llevármela a la boca es solo… ¿cómo decirlo…? Es mi naturaleza. Mi instinto. Ya lo había reconocido con los ojos, pero es como si mi cuerpo sintiera este impulso de examinarlo por sus propios medios y averiguar qué hacer con él.
—Lo lamento.
Elene estaba metida en problemas otra vez. Se había metido en problemas ayer y en problemas muy, muy, muy serios el día anterior. Simplemente no podía pasar un día sin ser reprendida. Sin mencionar el enorme accidente que había causado la semana pasada.
Pero a pesar de su torpeza y su capacidad para ser irritante, no conseguía odiarla de verdad. Sorprendentemente. ¿Era esto lo que llaman «encanto demoníaco»?
—¿Has olvidado que siempre debes ser amable y hablar en voz baja, por muy frustrada que estés?
—Perdóneme, señorita Serira.
Elene bajó la cabeza, hosca. Dale diez minutos y volverá a ser todo alegría y optimismo, pero verla tan taciturna y deprimida me desanimó.
¿Es porque nos vemos tanto en nuestra vida diaria? Bueno, mira tú por dónde…
Quería extender la mano y darle una palmadita de consuelo en la espalda, pero…
¿Por qué demonios soy un bebé? ¿Por qué? ¡¿Por qué?! No llego tan lejos. ¡Aaaah!
—¿Dónde está el chupete?
Al verme agitar la mano en el aire, la niñera empezó a buscar algo.
No estarás buscando el chupete que se cayó antes en el jardín, ¿verdad? No puede ser, ¿o sí? Puedo confiar en ti, ¿cierto? No me importa si lo desinfectaste. Todavía me da cosa. Mucha cosa.
Señora niñera, todavía soy una infante. Gu-gu-ga-ga. Por favor, trátame con delicadeza…
—Aquí tiene, princesa.
¡Oh! ¡Uno nuevo!
Nunca antes había visto este chupete nuevo. Es tan adorable, como yo.
Pero era un poco duro de chupar, quizás porque era nuevo. ¿Se ablandará si lo mantengo en la boca?
—¡A Su Alteza le encanta!
—Ciertamente.
¿Están mirando? ¡¿Cómo se atreven a espiar mi vida privada, gente maleducada?!
Mmm, mmm, pero lo dejaré pasar ya que tenemos algo especial.
Usé mi nuevo chupete unas cuantas veces.
¡Maldita sea, creo que me he enamorado de la cosa esta! ¡Creo que ya no puedo vivir sin él! ¡Maldición!
—Je, je, qué linda.
Parecía que Elene se había enamorado de mi belleza una vez más.
¿Cuántas veces al día tenía que escucharla halagar mi aspecto?
Estaba a punto de hartarme. Mejor me concentro en mi chupete.
Después del incidente de la semana pasada, el palacio se había vuelto ruidoso de nuevo. No podía saber en detalle por qué había tanto alboroto, ya que siempre estaba encerrada en mi habitación, pero, como siempre, pude obtener información a través de las conversaciones entre Elene y Serira.
—Qué terrible lo de la princesa.
Estoy de acuerdo.
Eso fue simplemente pura mala suerte. Realmente tuvo la mala fortuna de caerle mal a la persona equivocada. Simplemente se topó conmigo, y luego con el emperador.
A pesar de que él la sentenció a muerte ese día, yo seguía teniendo mis dudas sobre si realmente sucedería.
En el momento en que Elene me dijo ayer que la fecha de ejecución se había fijado para el próximo mes, fue como si mis dudas me hubieran traicionado una vez más.
¡¿Quién lo hubiera pensado…?! Uf. Soy tan aburrida, ¿verdad?
—Ahora están bloqueando el acceso desde los jardines traseros al Jardín de la Tierra Luminosa.
—Todas las princesas que viven en el harén deben de estar aterrorizadas.
Elene agitó las manos en el aire, con una expresión hosca.
—Qué terrible. No es como si ella hubiera venido a este imperio por elección propia.
Eh, lo mismo me pasa a mí también. ¡Yo nunca dije que quisiera nacer con un padre así! ¡Oye! ¡Abuela Samsin![1] ¿Creo que necesito hacer una devolución? ¿Una cancelación? ¡¿Un cambio?!
No tiene que ser en un imperio, así que, por favor, ¿no puedo simplemente tener una infancia feliz con padres normales? ¿No?
—¡Su Majestad definitivamente disfruta atormentando a los demás!
¿Y te das cuenta de esto justo ahora? Mi padre es un sádico. Lo descubrí la semana pasada, así que no te enorgullezcas tanto por haberlo descubierto recién.
Quería decir algo, pero todo lo que salió de mi boca fueron gorjeos y balbuceos. ¿Cuándo me van a salir los dientes? ¿Cuándo voy a poder hablar?
Sentí que había llegado a comprender cómo podría ser ser muda.
¡Yo! ¡Quiero! ¡Hablar! ¡Ahhhh!
—Perdóneme. He vuelto a hablar de más.
—Mientras seas consciente de ello.
Serira lo dejó pasar sin mucho alboroto. Supongo que se ha cansado de reprenderla por cada cosa.
Mmm… y aun así parece que todavía se esfuerza por corregirla.
—Pero nuestra princesa es verdaderamente hermosa. No se parece en nada a una hija de Su Majestad.
¿No dijiste la última vez que todo en mí era como el emperador? ¿Estás bromeando conmigo?
Giré la cabeza con fastidio. Elene miró en la dirección hacia la que giré la cabeza.
No me gustas. Eres molesta. Volví a girar la cabeza rápidamente.
—¡Oh, será toda una belleza cuando crezca!
No te hagas ilusiones. Todavía no confío en mi aspecto. Aunque aún no me he mirado en un espejo y no tengo ni idea de cómo soy.
¿Pero una «belleza»? Tendría que llegar a la maldita edad de dieciséis años antes de saber si eso iba a ser cierto.
Si no lo soy, voy a llorar. ¿Tengo que casarme a los dieciséis? ¡¿Y si después de todo no heredé los genes de belleza del emperador?!
—Su Alteza apenas tiene tres meses, Elene.
—Oh, definitivamente se puede saber desde temprano cuando alguien está destinado al éxito. ¡Solo mírela!
¡Te dije que necesito llegar primero a la maldita edad de dieciséis años!
Vaya, espero no llevarme una terrible sorpresa. ¡No creo que pueda soportar ver cómo mi aspecto empeora!
Hablando de eso… Oh, dioses del cielo, ya que insistieron en que fuera la hija del emperador loco, al menos háganme hermosa. ¡Al menos!
No pido ser una belleza increíble que ponga el mundo de cabeza. Solo quiero ser lo suficientemente bonita como para que la gente no tenga problemas para digerir la comida al mirarme la cara, Namo Amitabha Avalokitesvara Bodhisattva.
—Quiero darme prisa y jugar a las palmitas con ella.
—Ten paciencia. Ni siquiera puede sentarse todavía.
Serira chasqueó la lengua.
Habiendo usado mi chupete y comido, sentí la necesidad de hacer ejercicio, así que levanté mi cuerpo.
¡Uf! ¡Maldición, qué pesada soy! ¡Aaaah, ni siquiera puedo ponerme de lado cuando quiero!
Hice lo posible por darme la vuelta, y mi cuerpo simplemente giró hasta la mitad.
Uf, qué agotador.
—¡Oh! ¡Mire!
Escuché la voz de Elene. Pero darme la vuelta por completo era más importante para mí. Mi cuerpo no se siente como si fuera mío. ¡Quiero darme la vuelta!
—¡Mire, señorita Serira!
Ambas me miraron y, en ese momento, mi cuerpo se dio la vuelta.
—¡Oh, cielos!
Oí a Serira acercarse rápidamente, sorprendida.
Dios, esto es increíblemente agotador.
Yacía allí jadeando con la cara enterrada en las sábanas. Oí un alboroto sobre mi cabeza.
—¡Se ha dado la vuelta! ¡Lo ha conseguido!
—Lo hace bastante bien. Vaya.
Voy a quedarme aquí un minuto. Un solo movimiento de ejercicio y ya tengo sueño. Mi resistencia es patética.
Sentí que mi cuerpo era levantado y colocado en los brazos de Serira.
Eso fue mucho, niñera. Aaaah.
—Por cierto, señorita Serira, ¿ha visto por casualidad el moratón oscuro en el costado de la princesa?
—Ah, eso…
El rostro de Serira se ensombreció.
El moratón se había desvanecido tanto que prácticamente había desaparecido en este punto, pero todavía recordaba el sonido de Serira ahogando un grito mientras intentaba bañarme aquella noche. Le había aplicado todo tipo de ungüentos durante toda la semana.
—¿Deberíamos decir algo? Creo que fue obra de esa princesa…
—Guarda silencio sobre eso por ahora.
Elene enmudeció ante la severa orden. Serira levantó mi ropa para revisar mi costado.
Ni siquiera he visto mi propio costado todavía. ¡Ay de mí!
—He estado aplicando un ungüento que recibí del médico, así que ha mejorado mucho. Me preocupaba que pudiera dejar marca, pero afortunadamente, no parece que vaya a ser así.
Elene se asomó para echar un vistazo a mi herida. Todavía parecía preocupada.
—Pero si lo ocultamos…
—Shhh.
Serira la interrumpió de inmediato. Estaba tan intrigada de verla tan seria como lo estaba ahora. Nunca la había visto así antes. ¿Es así cómo se siente la curiosidad infantil?
¡Ay, no! ¡He vivido veinticinco años, por el amor de Dios!
—Piensa en lo que pasaría si él se enterara.
La niñera me volvió a dejar en la cuna. Las mantas eran acogedoras y olían bien, como siempre.
Je, je, qué bien se siente esto. Froté mi piel contra las mantas.
—Supongo que nuestras cabezas serían las primeras en rodar.
—Eso no es lo que temo.
La voz de Serira era baja y, de algún modo, desesperada. Levanté la cabeza para mirarla. Sonreí, y eso alivió parte de la seriedad en su rostro. Las yemas de sus dedos buscaron mi cabeza y acarició suavemente mi mejilla haciendo que cerrara los ojos.
—Lo que temo es que nuestra encantadora princesa sea maldecida por ser la semilla de la guerra.
♦ ♦ ♦
Era de noche. El persistente canto de los insectos resonaba desde fuera de la ventana. Estaba sumida en un sueño profundo cuando, de repente, abrí los ojos.
Había muchas cosas que indicaban claramente que era de noche, pero, sobre todo, era que todas las luces de mi habitación estaban apagadas. Mi niñera se aseguraba de hacerlo siempre que me dormía.
Pero todavía había una luz que no podía ser bloqueada por las gruesas cortinas. Estaba tranquilo, como si estuviera de vuelta en el útero.
—Gu-ah.
Dejé escapar mi voz para combatir la quietud, solo para sentir el silencio aún más. Siempre es más notable cuando un sonido ha aparecido y desaparecido, en lugar de que haya habido silencio desde el principio…
Si tan solo pudiera hablar… Así que, ¿cuándo me saldrán los dientes?
Había un bebé entre mis parientes en mi vida pasada, pero solo nos veíamos una vez al año durante las vacaciones. Nunca había criado a un niño, y mucho menos había presenciado cómo crecía uno, así que no había forma de que yo lo supiera.
Dicen que los niños empiezan a caminar alrededor del año. ¿No deberían salir los dientes antes de eso? Quiero caminar más pronto que tarde. Quiero gatear, sentarme, pararme y caminar.
Me estoy impacientando.
Es tan aburrido estar tumbada mirando al techo todo el día. Es aún más solitario por la noche cuando no hay nadie cuidándome.
¿Es por esto que los bebés siempre lloran cuando se despiertan en medio de la noche?
Pero no tenía ganas de llorar en absoluto. Mi cuerpo era el de una infante de tres meses, pero mi mente era la de una mujer de veinticinco años, después de todo.
Ah, cierto. Afortunadamente, me había acostumbrado bastante a los sofocantes sentimientos de encierro y limitaciones después de vivir como una infante durante tres meses. Pero si había un resquicio de esperanza en todo esto, era que no había nacido varón.
¿El hijo de un tirano psicópata? Solo pensarlo me da escalofríos. En realidad, no importa ser el hijo de un tirano. Si fuera un niño, eso significaría que tendría que casarme, lo que implicaría que tendría que enfrentarme a mi identidad de género. ¡Qué horror!
Cerré los ojos e intenté desechar estos pensamientos absurdos cuando de repente oí un pequeño chirrido.
¿Mmm? Espera. ¿Un chirrido?
Abrí los ojos un poquito para mirar hacia un lado y distinguí algo con mi patética visión: la sombra negra de una persona —dos siluetas masculinas, de hecho—.
Las siluetas son demasiado gruesas para ser de mujeres. ¿Alguien entró en mi habitación? ¿Por la ventana? ¿Un visitante nocturno no deseado?
De repente me asusté mucho. Podría ser un intento de asesinato.
¡¿Voy a ser asesinada después de haber vivido solo tres meses?! Esto es aterrador.
Mi corazón se encogió. Era terror puro. Oh, Dios mío. ¿Qué hago? ¿Grito? ¡¿Qué hago?!
Vi la sombra oscura acercándose a mí a través de las barandillas de la cama. Apreté los puños con miedo.
¡¿D-debería llorar?!
—Está durmiendo.
Si no hubiera sido por la voz, habría soltado un llanto estruendoso. En lugar de eso, exhalé silenciosamente con el ceño fruncido ante la repentina liberación de tensión.
¡Qué demo…! ¿Papá?
—¿O está despierta?
Sentí una mano grande en mi cabeza. Estaba un poco fría.
Me sobresaltó tanto que casi abrí los ojos, pero afortunadamente, pude fingir no haber sentido nada.
Uf. Veinticinco años de experiencia fingiendo dormir han valido la pena.
Durante veinticinco años en mi vida pasada, había fingido con frecuencia estar dormida para poder usar secretamente mi computadora por la noche. ¿Quién iba a decir que sería útil ahora? La vida era verdaderamente impredecible.
Pero, ¿por qué estás aquí para verme a estas horas? ¿Y por qué entraste a hurtadillas por la ventana?
Kaitel podía verme cuando quisiera. ¿Por qué había venido de una manera tan sigilosa? Tenía un poco de curiosidad. En realidad, mucha curiosidad…
—Eres bastante atento.
¿Eh? Estuve tan aturdida por un momento que olvidé respirar. Reanudé la respiración poco después, pero Kaitel ya podría haberse dado cuenta. ¡Maldición!
Pero aparte de eso, la voz de ahora no pertenecía a Kaitel. Era una que nunca antes había oído.
Pero ese no era el verdadero problema…
¿Por qué la voz es tan… dulce?
—No pensé que tener hijos pudiera cambiarte.
Era la voz de un hombre. Profunda, seductora y empalagosamente dulce. Si su tono no fuera tan frío, habría sonado como si estuviera susurrando tiernas palabras de amor al oído de Kaitel.
¿Cómo es posible que un hombre tenga una voz así? ¿Es esto a lo que la gente se refiere cuando dice que la voz de alguien es sensual?
—No pareces la misma persona que ha asesinado a sus propios hijos.
Vaya. Su sarcasmo es todo un arte. Me siento ofendida solo de escuchar a escondidas.
En cualquier caso, está claro que Dios los cría y ellos se juntan. Los de la misma calaña se buscan[2].
Haciendo caso una vez más a la sabiduría de mis antepasados, hice lo posible por no ceder a los escalofríos que pugnaban por recorrer mi cuerpo desde la palma que acariciaba mi mejilla. Brrr, qué frío.
Oí una risa profunda. Sonaba cerca de mí y bastante agradable.
—Ciertamente. Ese es Kaitel. Estoy un poco sorprendido yo mismo.
¿Sorprendido de qué? Todo esto es porque has sido cautivado por mi ternura letal y se ha convertido en mi esclavo. Asentí ante mis pensamientos absurdos. En realidad, me entristeció saber lo absurdos que eran. ¡Maldición!
El movimiento de la mano de Kaitel se ralentizó mientras acariciaba mi mejilla en medio de mi tristeza. Casi pareció una vacilación.
No irás a agarrarme del cuello otra vez, ¿verdad?
[1] La Abuela Samsin, o «Samsin Halmoni», es una diosa coreana del nacimiento y el destino en la mitología. Es una de las tres diosas que ayudan en el parto y bendicen a los recién nacidos.
[2] El texto original era: «Birds of a feather flock together. Like attracts like.» Que sería algo como «Las aves del mismo plumaje vuelan juntas. Los similares se atraen».