La hija del Emperador – Capítulo 10

Traducido por Lily

Editado por Sakuya y Herijo


—¡Señorita Serira, es increíble! ¿Cómo se atrevió a decir eso frente al Emperador? —Elene comenzó a elogiar a Serira en cuanto regresamos a mi habitación. Yo también me uní, aplaudiendo junto con ellas.

Fuiste extraordinaria, Serira. ¿Decirle al Emperador en su propia cara que tenía el pelo sucio?

Bueno, no se equivocaba. Para mí, estaba sucio. ¡Todo está sucio, menos la comida!

—¿Eh? ¿De qué estás hablando? —Pero, por desgracia, Serira no tenía ni idea de a qué se refería Elene y ladeó la cabeza mientras me depositaba en la cuna.

¿Eh?

—¡Estoy hablando de… eso!

—¿De qué?

—¡De eso! —Elene intentó con todas sus fuerzas explicarse, pero Serira frunció el ceño, sin entender todavía.

¡Eso, Niñera, eso! ¡Eso! ¿Por qué no lo entiendes? ¡Argh!

—Lo de “sucio”. ¡Cuando dijo que estaba sucio!

Elene estaba tan frustrada que se golpeó el pecho. Solo entonces pareció que Serira entendió lo que pasaba. Su rostro se iluminó al comprender, pero luego su expresión se amargó.

—¿Y qué con eso? Estaba sucio, ¿no?

¿Eh? ¿Qué pasa? La miré un poco sorprendida.

Serira…

Sabía que eras audaz, pero ¿podría ser que también seas un poco… densa? ¿Acaso no viste cómo se endureció el rostro del Emperador cuando dijiste que tenía el pelo sucio?

¡Y yo que pensaba que a Serira le cortarían la cabeza por hablar así! Incluso me había arrebatado de los brazos del Emperador, me limpió la boca y revisó si tenía algún cabello suyo pegado, ¡todo delante de Kaitel! ¡Ah! ¿Sería por eso que no vio la cara que puso?

—Alteza, no debe comer cabello. Está sucio, ¿entiende? Sucio.

Miré sus ojos verdes, que me observaban, y me reí alegremente.

No, no intentaba comerlo, solo masticarlo.

—Es usted más audaz de lo que pensaba, señorita Serira —murmuró Elene.

Estoy de acuerdo. ¿Quién lo diría? La niñera es una verdadera superheroína. Siempre pensé que temblaba de miedo ante Kaitel, pero supongo que no. ¿O tal vez se preocupa tanto por mí que pudo superar su miedo?

Qué sensación tan extraña. Puede que sea mi niñera, pero volcar tanto amor en una niña que no es suya… Casi se me hizo un nudo en la garganta.

—¿De qué estás hablando? Basta de tonterías. Ve a buscar una toalla tibia.

Elene salió haciendo un puchero. Estaba tan acostumbrada a esa expresión de disgusto en su cara que hasta me parecía adorable, lo cual me preocupaba.

¿Cómo es posible que esa chica me parezca linda ahora? ¿Acaso he perdido la cabeza?

En cuanto Elene salió de la habitación, Serira acercó una silla y se sentó junto a la cuna. Me dio palmaditas en el pecho mientras yo yacía allí. Nuestras miradas se encontraron. Sus ojos se suavizaron mientras me sonreía dulcemente, una sonrisa tan cálida como un día de primavera. Una sonrisa tan apacible como flores bañadas por el sol, danzando con la brisa y rebosantes de agua.

—Afortunadamente, Su Majestad Imperial se preocupa profundamente por usted, Alteza.

Um… Niñera, no me quiere en absoluto. Solo está jugando conmigo como si fuera su juguete. ¡Me trata como un objeto! Dice que le pertenezco, que soy suya. ¡Es absurdo!

—Alteza, Su Majestad es todo lo que tiene.

¿Eh? ¿Qué quieres decir? Miré fijamente a Serira. Ella me devolvió la mirada con una sonrisa triste, y pude ver un brillo de lágrimas en sus ojos.

¿Por qué parece que va a llorar de repente?

—Lo señalan y lo llaman tirano. Su infamia lo precede en otros imperios y reinos, donde lo tachan de verdugo e invasor. Pero esa no es una cruz que deba llevar él solo.

Observé a Serira en silencio. Esta mujer, frágil y delicada, hablaba en voz baja de cosas que creía que yo no podía entender. El lenguaje que usaba era como si estuviera rezando a una deidad, confesando sus pecados. Hizo que quisiera contener la respiración.

Su mirada se ensombreció, pero no por miedo, solo por tristeza.

—Espero que Su Alteza crezca y se convierta en una dama encantadora, y que le enseñe a Su Majestad la verdadera alegría. No la emoción de tomar y aplastar lo que pertenece a otros, sino la alegría y vitalidad de proteger, nutrir y descubrir la vida. Ese es mi deseo.

Hablaba de cosas que yo no podía hacer, cosas que no conocía. ¿Qué significaba proteger, nutrir y descubrir la vida? Me quedé mirando a la nada, perdida en mis pensamientos.

Entonces Serira rio con una alegría radiante, como el sol, como si pudiera iluminar la oscuridad. Su calidez me dejó sin palabras. Me derretí ante su bondad.

—Usted podrá hacerlo, ¿verdad, Alteza?

¿Por qué esperas esas cosas de mí?

Gimoteé, incapaz de responder sí o no a esta pregunta imposible. Me parecía más imposible que los doce trabajos de Hércules[1]. ¡Preferiría que me preguntaras a quién quiero más, si a mi mamá o a mi papá!

—Señorita Serira.

Por una vez, Elene hizo algo útil. En cuanto regresó, Serira se levantó y le tomó la toalla. Me limpió meticulosamente la cara y las mejillas. Su tacto era suave, delicado y lleno de cuidado.

—Siempre lo he pensado, señorita Serira, pero no puedo evitar sentir que cuida a la princesa Ariadna como si fuera su propia hija.

Parecía que Elene, por sus propias observaciones, sentía lo mismo que yo. Serira rio ante las palabras de admiración de Elene mientras continuaba atendiéndome con manos gentiles.

—Es mi hija —su voz fue firme y resuelta.

Ah, no debería conmoverme tan fácilmente por estas cosas.

Pero incluso mientras lo pensaba, ya estaba embargada por la emoción. Forcé una sonrisa para intentar ocultar mis lágrimas. Serira me secó las lágrimas diciendo que debía tener sueño. Era verdad, también tenía sueño.

—¿Y qué hay del joven Graecito, a quien dejó en casa de su familia…? —dijo Elene con un tono serio por una vez. Ver cómo Serira me cuidaba debió pesar en su corazón.

¿Graecito? Debe ser el nombre del hijo de Serira, a quien dejó con su familia. Anticipé la expresión de conflicto que inundaría el rostro de Serira al oír el nombre de su hijo, que no había escuchado en mucho tiempo.

¿Eh? Pero sus mejillas se sonrojaron. Su rostro, de repente lleno de vida, me sorprendió un poco.

—De hecho, voy a verlo mañana.

—¿Oh, de verdad?

¿De verdad? Yo también quería preguntar. Agité mis manos y pies para llamar su atención, pero Serira mantuvo la cabeza baja mientras asentía tímidamente.

—Será solo por seis horas como máximo, pero…

—¡Oh, pero qué maravilla! —Elene tomó las manos de Serira con entusiasmo. ¡Yo también quiero tomar sus manos!

¡Vaya, qué genial! Muy, muy genial. Aunque siempre había estado agradecida por cómo me cuidaba, desde que supe que había dejado atrás a su propio hijo, un cierto sentimiento indescriptible había estado creciendo dentro de mí. Pero ahora sentía como si todo eso se hubiera desvanecido, como si me hubieran quitado un peso del corazón.

Serira merece ser feliz. Era un pensamiento que había albergado durante mucho tiempo. Era una verdad innegable en mi mente.

Sí, esta mujer merece toda la felicidad.

—Oh, cielos, mire, Su Alteza también está emocionada.

Serira me miró en cuanto vio que Elene lo hacía. Al ver lo encantada que estaba yo, Serira pareció a punto de llorar.

—Nuestra dulce y amable princesa.

Me levantó en brazos. En cuanto estuve en ellos, le di un beso en la mejilla. No era algo apropiado para mi edad, pero aun así, era algo que quería hacer. Y resultó ser un momento bastante extraordinario.

—¡Dios mío! ¡La princesa le dio un beso en la mejilla, señorita Serira!

Serira me miró sorprendida. Le sonreí radiante.

¡Serira!

Elene ya estaba armando un alboroto a nuestro lado, diciendo lo increíble que era yo, lo adorable que era, y que parecía un ángel. A pesar de la lluvia de cumplidos, mis ojos permanecieron en Serira.

Mi hermosa niñera, Serira. Te quiero mucho.

—Mi princesa… —su voz tembló. Su rostro también había comenzado a crisparse. Parecía que apenas lograba contener las lágrimas.

Agarré con fuerza el cabello de Serira entre mis manos.

Sin dolor. Sin lágrimas. Tienes que ser feliz. ¿Entiendes?

Al final, no cayeron lágrimas de sus ojos, como si hubiera escuchado mi súplica silenciosa. Ella solo sonrió.

—Tsk —escuché a Elene chasquear la lengua a un lado. Miramos juntas para verla visiblemente celosa.

—¿Estás celosa?

—N-no, claro que no.

Lo está totalmente. Sonreí. Oh, Elene, qué tonta. Tonta Elene. Pero aun así, no me disgustaba del todo esa chica tonta. Le extendí la mano.

—¿Eh? ¿Oh, oh? —Elene se quedó mirando en shock cómo le extendía la mano por primera vez. Fascinante, ¿verdad? Estoy contigo.

—Ma… Ma…

—¿Oh, eh? ¿Acabas de llamarme “mamá”?

¿Qué dices? Solo estaba haciendo ruidos. Pero Elene ya parecía bastante conmovida. ¡Oye! ¡No te llamé “mamá”, ¿de acuerdo?!

—¡Mm-ah! —la llamé de nuevo, y solo entonces cambió la expresión de su rostro. Vale, esta vez me entendiste.

—Oh, ¿así que no me estabas llamando “mamá”? —refunfuñó Elene.

Serira rio. Me acarició la cabeza una vez y le sonrió a Elene.

—Su Alteza parece feliz.

Elene se acercó a nosotras dos y tomó mi manita, que flotaba en el aire. Cuando mi pequeña mano quedó en la suya, tan grande, se veía tan adorable que incluso yo quise morder mi propia manita linda. Elene rio pícaramente. Hice un puchero y ella soltó una carcajada.

—¡Oh, nuestra princesa es simplemente la más linda! —gritó mientras se inclinaba hacia mí.

—Ciertamente lo es —asintió Serira.

♦ ♦ ♦

El tiempo vuela cuando eres un bebé.  Antes de darme cuenta, tenía seis meses. No es que hubiera cambiado mucho, pero una noticia emocionante era que ¡ya podía sentarme sola! ¡Un aplauso, por favor! Jeje, me encanta.

Cuando llegué a los cinco meses, pude sentir que mi crecimiento se había ralentizado un poco en comparación con antes. Al principio, pensé que era algo malo, pero como la niñera no mencionó nada al respecto, supuse que debía ser normal.

Esperaba que, como ya podía aplicar más fuerza con mis manos y pies, podría empezar a gatear, ¡pero ni hablar! ¡Maldita sea!

Me arrastraba mucho sobre mi estómago, pero cualquier cosa más allá de eso era un fracaso total. Caí en la desesperación y terminé llorando por Serira.

¡Todavía no puedo gatear, Serira! ¡Quiero gatear!

—¡Oh, cielos, Alteza! ¿Está sentada otra vez?

Sí, sí. No tienes idea de cuánto he deseado poder hacer esto.

Le respondí distraídamente y de repente me di cuenta… Espera. ¿Cuándo llegó? Estaba jugando, de repente, Serira apareció ante mí.

¿Qué quieres decir con “estoy sentada otra vez”? ¡Por supuesto que lo estoy! ¡Esto no es nada!

Solté una risita, y Serira rio conmigo. Serira ahora podía ir a visitar a su hijo una vez al mes, ya que yo me portaba bien con las otras doncellas mientras ella no estaba.

Quizás por eso parecía bastante feliz estos días. Su belleza parecía florecer más cada día.

Ah, pero en realidad no me gusta la doncella que viene en lugar de Serira. Por supuesto, aun así hago mi mejor esfuerzo por llevarme bien con ella por el bien de Serira.

—Muy bien, hora de comer, Alteza.

Me extrañé al ver el cuenco que Serira me mostró.

Espera. ¿Esto es comida para bebés? Me la comeré, pero ¿no es demasiado pronto para que coma papillas?

Últimamente, se había dedicado a examinar el interior de mi boca cada vez que me bañaba. Debía estar comprobando si me estaban saliendo los dientes.

¡Supongo que ya me están saliendo! Ah, ¿es por eso que estoy empezando con la comida para bebés? ¿Eh, eso significa que ya puedo hablar?

—¡Wuuuuaaaa!

Espera. Esto no es lenguaje humano. Aun así, últimamente me sentía tan bien que no podía evitar emitir constantemente un montón de sonidos incomprensibles, y ni siquiera era intencional. ¡Maldición! ¡No soy un monstruo! ¡Todavía soy humana!

—Diga ahhh…

En cuanto la cucharita se acercó a mi boca, la abrí automáticamente.

La niñera usualmente me daba fruta. Hoy no fue diferente, aunque desafortunadamente, no sabía qué tipo de fruta era. Era difícil saberlo porque estaba toda triturada. Además, después de meses de nada más que leche, mis papilas gustativas no eran nada sofisticadas.

Pero bueno, ¡esto está rico!

—Despacio, Alteza. Eso es.

¿Qué clase de fruta es esta? —pregunté sin darme cuenta, pero por supuesto, lo que salió de mi boca no fueron palabras humanas. Afortunadamente, Serira solo sonrió y me acarició la cabeza. Y con eso, me lo comí todo.

Maldita sea, necesito superar esta fase de bebé lo antes posible.

—¿Está tan delicioso? Eso es, coma un poco más.

Sí, dámelo. ¡Eso está delicioso! ¡Me siento como una exploradora descubriendo un nuevo mundo! ¿Así se siente cuando algo te vuela la cabeza?

Aunque se llamaba comida para bebés, todavía estaba mayormente tragando en lugar de masticar. Era como beber un batido de frutas. Al principio, me pregunté si era demasiado pronto para la comida, ya que aún no me habían salido los dientes, pero como era de esperar, mi niñera era una experta cuidando niños.

¡Serira, eres la mejor! ¡Confío en tus habilidades!

Una vez que terminé mi pequeño refrigerio, Serira sonrió y salió de la habitación


[1] Los Doce Trabajos de Hércules son las hazañas épicas que este semidiós realizó para expiar sus crímenes y obtener la inmortalidad. Fueron encomendados por Euristeo y son considerados un conjunto de tareas difíciles e imposibles:

  1. El León de Nemea: Matar al león invencible que aterrorizaba la región de Nemea.
  2. La Hidra de Lerna: Matar a la hidra de nueve cabezas, que se regeneraba al ser cortada.
  3. La Cierva de Cerinea: Capturar viva a la cierva consagrada de Artemisa, que tenía cuernos de oro y corría a gran velocidad.
  4. El Jabalí de Erimanto: Capturar vivo al jabalí salvaje que aterrorizaba la región de Erimanto.
  5. Los Establo de Augías: Limpiar los establos del rey Augías en un solo día.
  6. Las Aves de Estínfalo: Ahuyentar las aves que aterrorizaban a la región de Estínfalo.
  7. El Toro de Creta: Domar al toro salvaje que era una criatura de gran tamaño y fuerza.
  8. Las Yeguas de Diomedes: Robar las yeguas caníbales del rey Diomedes, que eran mantenidas por un hombre monstruoso.
  9. El Cinturón de Hipólita: Robar el cinturón de la reina de las Amazonas, Hipólita.
  10. Los Bóvidos de Gerión: Capturar los bueyes del gigante Gerión, que eran custodiados por un perro de dos cabezas.
  11. Las Manzanas de Hespérides: Obtener las manzanas de oro del Jardín de las Hespérides, que eran custodiadas por un dragón.
  12. Cerbero: Capturar a Cerbero, el perro de tres cabezas que custodiaba la entrada al Inframundo.

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