Traducido por Dea
Editado por Damian
Frente a esta situación, yo también me estaba poniendo seria.
—Entonces, escuchemos tu excusa —dijo mi padre con un aura aterradora.
Ferdel levantó su cabeza ante su tono sarcástico. Incluso así, no pudo moverse fácilmente debido a la espada que apuntaba a su cuello. Cuando se dio vuelta, la hoja de la espada se movió con él, clavándose en el piso, justo debajo de su barbilla. Ferdel frunció el ceño con una expresión incómoda.
Tsk, tsk. ¿Por qué me secuestraste? Sabes que mi padre está loco.
Esta era la primera vez que veía a alguien como mi padre, un demente, hacer un alboroto. La presión del enojado Kaitel era comparable a cuando lloré en manos de la princesa Faylin en el pasado.
—¡Oye, no puedes simplemente tirar a las personas al suelo! —exclamó Ferdel.
¿No se ha dado cuenta de la situación aún?
No podía creerlo. ¿Qué tan grande era su hígado? Creí que, a causa del miedo, su inteligencia había hecho corto. Parecía como si fuera ajeno a la expresión aterradora con la que Kaitel lo miraba.
Estoy seriamente preocupada. ¿Acaso te has lastimado gravemente la cabeza?
—Cállate —continuó diciendo mi padre ferozmente.
La voz de Kaitel era como el rugido de una bestia. Para mí, parecía como si estuviera tratando de comerse a Ferdel.
Tiene la habilidad de tratar a las personas severamente…
Estoy relajada. Oh, ¿papá me matará porque fui secuestrada?
En ese momento, Ferdel frunció los labios y, con descaro, empujó casualmente la parte posterior de la espada lejos de su cuello.
—¿No viste mi nota?
—La leí.
—Entonces, ¡¿por qué me haces esto?!
Mostré una expresión de incomprensión. En ese momento, recordé que Ferdel había dejado una nota y que había escrito bastante en ella.
¿Qué demonios decía, entonces?
Kaitel sacó un papel arrugado. Ferdel lo tomó y se mostró algo confundido.
—Aquí, lee —ordenó mi padre.
A continuación, Ferdel no dijo nada, pero arrugó su rostro. Luego, desdobló el papel y se le escuchó hablar en tono resonante:
—Me llevaré a tu hija. Atentamente, ¡Ladrón F!
Querido cielo… por favor, salva a este imbécil. ¿Por qué me siento avergonzada?
Suspiré y giré mi cabeza. Incluso Silvia lo hizo.
¿Qué viste en un chico como él?
¿No me entiendes? ¿Uh? ¿No sabes de lo que estoy hablando? Oh, ya veo. Lo siento, tengo un pequeño problema de comunicación.
—¡¿Y qué?! En la parte inferior anoté de forma clara y cordial: “Devolveré a la princesa dentro de cinco horas” —replicó Ferdel.
¿Acaso él no tiene hígado, sentido común o miedo?
Era una pregunta que podría ser considerada como uno de los siete desafíos principales del mundo. Estaba profundamente angustiada.
En ese momento, Kaitel se paró sobre el estómago de Ferdel sin vacilar.
—Solo muere —dijo mientras levantaba su espada
¡¿De verdad va a matarlo?!
Apreté el cabello de Silvia.
—Uh, ¡Kaitel! —exclamó Ferdel.
Sin embargo, abrí mucho los ojos al ver que la espada, que parecía caer sin compasión, se detenía en el aire. Mientras movía mis cejas, Kaitel arrojó el arma.
Señor, ¿no iba a matarlo?
Realmente pensé que lo asesinaría, pero estaba feliz de que no fuera así. A continuación, luego de darle un empujón de su pie, Ferdel gritó al mismo tiempo que mi padre lo arrastraba por el cuello.
—La última vez te escabulliste para sostener la mano de mi hija. ¿Ahora te atreves a secuestrarla?
—No es así. La princesa estaba gateando por el camino. ¡Así que simplemente la levanté para protegerla!
—Cállate.
—No, te estoy diciendo la verdad, realmente solo estaba protegiéndola…
La excusa de Ferdel había terminado. Giré mi cabeza ante la horrible vista. No podía soportar ver esto. No era bueno para mis ojos.
El ruidoso grito de Ferdel hizo que mis tímpanos ardieran.
Por cierto, padre. Lo estás golpeando como un profesional. Debes tener mucha experiencia con este tipo de cosas.
—Muere —dijo Kaitel, sin misericordia, mientras arrojaba a Ferdel a un árbol.
Antes de que pudiera escapar, mi papá lo agarró y le torció los brazos. Parecía terrible con solo mirarlo.
¡Oh, me duele el brazo!
—Sálvenme. Lo siento. ¡Ayúdenme!
—Muere.
—De acuerdo. ¡No tomaré más a la princesa! ¡Incluso si la veo luego, no trataré de protegerla! ¡Solo ten piedad!
Sus palabras agitaron a Kaitel aún más, quien arrugó la cara de inmediato y fortaleció su agarre. Era implacable.
—Tú simplemente deberías morir —rechazó mi padre.
Sin vacilar ni por un momento, Kaitel pateó a Ferdel en la espalda, quien luego se incorporó. Observé la escena con cierta curiosidad.
Hmm… Pero ¿Por qué algo se siente fuera de lugar?
—Oye, espera. No tienes que hacer esto, puedes dejarme ir. ¡Estás obligado a dejarme ir! Me necesi…
¿Será que solo son ideas mías?
Estaba perdida en mis pensamientos con mi mejilla apoyada contra el hombro de Silvia.
¿Qué será, qué será?
Entonces, de repente, descubrí de qué se trataba.
Oh, ya veo.
—Nunca te necesité. Vete a la mierda.
Aunque estaba ahorcando a Ferdel mientras le gruñía con una mirada feroz, sus ojos no contenían aura asesina.
—Uh, ¿puedo irme?
Cuando Ferdel preguntó de manera indirecta, Kaitel, quien lo tomaba del collar, sonrió.
—Sí, al infierno.
Un aura feroz aunque sin intención asesina… Eso es como una hamburguesa sin carne.
Obviamente, la situación era grave. Mi padre estaba demasiado enojado y Ferdel estaba en una posición en la que no sería extraño si padeciera una muerte inminente. Y, aunque las expresiones y acciones de este último eran ridículas, eso no cambió el ambiente tenso y urgente de la situación. Sin embargo, aquellos con buena observación sabían que solo quedaría en intenciones, esa fue la conclusión a la que llegué hace unos momentos.
Ferdel fue tirado por la cabeza primero.
Los brazos de mi padre son fuertes. ¿Cómo puedes tirarlo así?
—Uh, ah,, ¡duele! ¡Ugh!
Estoy agradecida de que no haya matado a Ferdel. En primer lugar, si Kaitel quisiera matarlo, en vez de golpearlo hasta la muerte, solo con cortarlo con una espada tendría, y todo terminaría. Suspiré y giré mi cabeza.
Ay, Ferdel, tenías que animarle.
Incluso después de eso, él continuó siendo brutalmente golpeado. Sí, lo golpearon muy duro y de manera descontrolada.
Aunque, debo admitir, que ni siquiera sentí pena por él. Más bien, estaba recibiendo lo que se merecía. Cuando las horas pasaron y Kaitel dejó de golpearlo, sonreí repentinamente en cuanto su mirada se volvió hacia mí.
—¡Papá!
Cuando lo saludé con una sonrisa brillante, la expresión feroz de Kaitel se suavizó. Por fortuna, mi ternura funcionó.
¡No hice nada malo, papá!
A Kaitel le encanta cuando lo llamo “papá”. Al comienzo no lo noté, pero sí, al hacerlo su mirada se suaviza al instante. Por supuesto, no es un cambio muy grande, pero he puesto todo mi esfuerzo en mis acciones tiernas porque pensé que la que me mirara me ayudaría a cumplir mi sueño de alargar mi vida.
Cuando abrí mi mano y lo llamé desde los brazos de Silvia, Kaitel miró a Ferdel por un momento. Parecía estar considerando si quería seguir golpeándolo o no.
—Papá…
Deberías parar ahora. Se ve lamentable.
Al llamarlo, los ojos de Kaitel se volvieron hacia mí. Con un corto suspiro, se dejó caer junto a Ferdel. Dos chicos hicieron ejercicio juntos, pero mi padre monstruoso nunca se dio un respiro
¿No estás cansado, hombre?
—Tu ropa está sucia —dijo mi padre.
¿Uh? ¿Mi ropa?
Oh, ahora que lo pienso, me ensucié mientras gateaba en el templo. Teniendo en cuenta que no me había cambiado, el rastro de suciedad había permanecido intacto. Yo solo sonreí.
Papá, entonces, ¿vas a golpearme? ¿Realmente vas a hacerlo?
—Dámela.
Me abrazó sin decir nada. Silvia me entregó de forma gentil, pero igual lucía sorprendida.
—¿Cómo ha estado, su majestad? Dios bendiga al Evangelio —dijo la mujer de cabello rosa pálido sonriendo suavemente.
—Ha pasado un largo tiempo.
¿Eh? ¿Se conocen?
Bueno, ella es la prometida de Ferdel… Obviamente él conocería a la futura esposa de su mejor amigo. Al vernos a ambas en los brazos de Kaitel, Ferdel intervino:
—¡No trates de seducir a mi esposa! ¡Es mía! ¡Silvia, cierra tus ojos! ¡Se van a pudrir si continuas mirando a un tipo como él!
Sin embargo, incluso antes de que pudiera proteger a su futura esposa, Ferdel tuvo que esquivar la taza de té que Kaitel le arrojó.
—¡Eres tan frío! ¡Pensé que éramos amigos! ¡Tú, bastardo! —exclamó, quejándose tras evitarla.
—¿Debería simplemente matarte?
Esta era la única relación que tenía.
Creo que nunca debería desafiar a mi padre. Tengo miedo.
Entonces, Kaitel miró hacia abajo mientras me balanceaba en sus brazos. Levanté mi cabeza hacia él, observándolo con una mirada brillante.
Soy tan irresistiblemente tierna, ¿no es así? ¡Lo sé!
—Je, je, ella es tan linda —comentó Ferdel.
Actué de esa forma para mi padre, pero esas palabras me hicieron notar que los ojos del chico equivocado estaban muy abiertos, por lo que me aferré al cuello de mi papá.
Ferdel, me estás asustando un poco ahora.
Junto a él, Silvia sonreía tapándose la boca. No pensé que este era momento para estar riendo.
Kaitel sostuvo la espada, la cual estaba en su mano derecha, y Ferdel se horrorizó.
—¡Vamos! ¿Ni siquiera puedo mirarla cuando yo quiera?
Kaitel sonrió. Por supuesto, fue una sonrisa bonita, pero espantosa.
—¿Te callarás una vez que te saque los ojos?
—Lo lamento —dijo Ferdel haciendo un puchero [1].
Silvia fue a su lado y se encargó de él. Su rostro debía doler mucho, pero lucía como si no sintiera dolor.
Me pregunto qué tanto fue golpeado.
Chasqueé mi lengua con suavidad.
Aun con la ayuda de Silvia, Ferdel estaba llorando. En ese momento, Kaitel, quien estaba mirándome, desplazó su mirada hacia él.
—¿Por qué no le agradeces a los cielos que estoy dejando esto hasta aquí?
—Gracias…
¿Eh? Está siendo inusualmente tímido.
Sí, mi padre era un hombre loco. Apoyé mi mejilla contra el pecho de Kaitel y acaricié mis labios en ese momento, tuve que soltar mi aliento otra vez en la siguiente oración que dijo:
—Gracias por enviarme a este perro loco como amigo —continuó diciendo Ferdel.
Nuevamente, con un aire espantoso, Kaitel lo miró. Lo que arrojó esta vez fue el portavasos. Ugh, suspiré de forma silenciosa ante el grito que se escuchó luego.
Oh, ese idiota
—Te daré exactamente dos días para tu luna de miel.
—¿Eh?
Pensé que eran tres días.
Quizás el periodo original era una semana, y se fue haciendo cada vez más corto, pobre
El hecho de que yo lo recordara de manera inmediata significaba que Ferdel debía estar lleno de resentimiento.
—¡Caray, mira a este bastardo!
Entonces, Kaitel, quien salía del jardín conmigo en sus brazos, se detuvo. Luego se volteó lentamente y miró a Ferdel. Esa mirada hizo que su columna vertebral se estremeciera.
—Un día.
Ferdel cerró la boca como una almeja.
Ay, pobrecito.
[1] “Hacer pucheros” es una expresión utilizada para referirse al gesto que precede al llanto. Generalmente, lo hacen los niños pequeños antes de largarse a llorar.