Traducido por Naraiah
Editado por Chizuru
Corregido por Shiro
You XiaoMo sintió que alguien lo sostenía, y a duras penas alcanzó a ver brevemente a Ling Xiao antes de perder el conocimiento.
¿Usó en exceso su fuerza del alma?
Con solo una mirada, Ling Xiao notó que había algo mal en el estado de You XiaoMo. Frunció el ceño. No era precisamente un experto en magos ni en sus métodos, pero sabía que, por lo general, un mago era capaz de calcular cuánta fuerza del alma le quedaba tras refinar píldoras mágicas.
Por eso, cuando percibían que estaban cerca del límite, solían detenerse y tomar el descanso necesario antes de continuar. De lo contrario, existía el riesgo de sufrir efectos secundarios: agotar su fuerza del alma y no poder recuperarla durante un tiempo, caer en un estado de fatiga extrema o incluso quedar incapacitados durante días.
Y sin embargo, ese muchacho frente a él había llevado su cuerpo al límite mientras refinaba píldoras. Ling Xiao no comprendía el porqué. Aun así, lo levantó del suelo. Para su sorpresa, resultó más liviano de lo que había imaginado. Lo acomodó sobre la cama, y fue entonces cuando su mirada se posó en la píldora mágica que You XiaoMo sostenía con fuerza entre los dedos.
¿Es esta la píldora mágica que estaba refinando?
Con cuidado, le abrió los dedos uno a uno hasta que pudo tomarla. Se trataba de una simple píldora de nivel uno. A primera vista, no parecía gran cosa. La energía espiritual contenida en ella aún no podía compararse con la del lugar de donde él provenía.
Pero… esa píldora mágica era claramente distinta a las que había probado el día anterior. La energía que albergaba parecía más pura, incluso más concentrada. Y lo más sorprendente: tenía muchas menos impurezas. Aquel detalle logró asombrarlo.
¡Quién diría que este hermanito tan útil me seguiría sorprendiendo tan gratamente!
Entrecerrando los ojos con satisfacción, Ling Xiao se llevó la píldora a la boca. Tras masticarla un par de veces, la tragó sin más, enviándola directo al estómago. Así, la píldora mágica por la cual You XiaoMo había puesto en riesgo su salud —agotando hasta la última gota de su fuerza del alma— no fue más que un tentempié.
Inspirando profundamente, Ling Xiao sintió que aquella era la mejor píldora mágica que había probado. no contenía demasiada energía, esta era excepcionalmente pura. Al extenderse desde su garganta por todo su cuerpo, le dejó una sensación ligera y agradable que no experimentaba desde hacía mucho tiempo.
Al terminar de saborearla, se dirigió a la mesa de madera. Sobre la superficie se encontraban tres frascos y restos de hierbas mágicas esparcidos sin orden. Cada frasco contenía distintas píldoras, entre diez y cincuenta por botella. Ling Xiao las examinó con una mirada afilada, y tras probar una de cada frasco, no pudo evitar levantar una ceja: todas sabían distinto, pero ninguna se acercaba a la calidad de la que acaba de comer.
Una expresión enigmática asomó en su rostro.
Entonces, desvió la mirada hacia You XiaoMo, que aún yacía inconsciente en la cama.
Un cuerpo delgado y débil. Un cuello tan fino que bastaría un poco de fuerza para hacerlo desaparecer de este mundo. Y, sin embargo, ese joven, tan débil que apenas valía la pena mencionar, era capaz de refinar píldoras mágicas que se ajustaban perfectamente a su gusto. Este fenómeno no se le había presentado antes. Ni siquiera entre los magos de alto nivel. No cabía duda: su interés por él crecía con fuerza.
—Considerando tu aporte en el asunto de las píldoras mágicas —murmuró Ling Xiao—, te echaré una mano.
Se agachó. Desde atrás, parecía que todo su cuerpo se cernía sobre You XiaoMo. Le sostuvo la mandíbula con una mano y le sopló aire. Aquel aliento pareció tener un efecto milagroso: los ojos de You XiaoMo, que hasta entonces permanecían cerrados, empezaron a moverse. Diez respiraciones después, se abrieron lentamente. Lo primero que vio fue un rostro impresionante. Aunque era un rostro hermoso, el susto hizo que diera un respingo.
Un estremecimiento le recorrió todo el cuerpo y, de manera instintiva, intentó esconder la cabeza bajo la almohada.
—Tú, tú… ¿qué quieres? —preguntó con voz temblorosa.
Al verlo tan asustado, los labios de Ling Xiao se curvaron con diversión.
—Te desmayaste, así que te di un respiro —respondió con calma.
—¡¿Un respiro?! —repitió You XiaoMo, alzando la voz de golpe, con los ojos desorbitados de incredulidad.
Luego se cubrió los labios, como si acabaran de aprovecharse de él, mientras miraba a Ling Xiao, que sonreía divertido.
—¿Qué clase de reacción es esa? —preguntó Ling Xiao.
—No… nada —musitó You XiaoMo, bajando la mirada con resentimiento.
Mentía, por supuesto. Y Ling Xiao podía leer en su rostro con claridad esas palabras no dichas: «¡Me estás intimidando!».
—Hermanito, los niños buenos no dicen mentiras —le advirtió con una sonrisa.
¡No soy un niño!
You XiaoMo frunció el ceño. Sin embargo, tras vacilar un momento, preguntó:
—Hermano mayor Ling, tú… ¿cómo me diste, uh, un respiro?
Apenas terminó la frase, su rostro empezó a sonrojarse. No quería pensar en nada indebido, pero esas palabras no ayudaban precisamente.
Ling Xiao lo miró fijamente, lo que hizo que se pusiera más rojo aún, casi al punto de la hiperemia. Entonces, con una sonrisa apenas perceptible, le respondió en tono suave:
—Por supuesto que fue boca a boca.
Como si lo hubiera golpeado un rayo, You XiaoMo quedó pasmado. En su cabeza resonaban las palabras «boca a boca».
¡Wuaa! ¡Así se fue mi primer beso! Y encima… ¡con un hombre!
Ling Xiao, intrigado, no pudo apartar la vista de su expresión. Era la primera vez que veía a alguien con un rostro tan expresivo.
A pesar de lo divertido que le resultaba, no olvidó lo que había venido a hacer, y retomó el asunto que le interesaba.
—Hermanito, ¿no te han dicho tus mayores lo peligroso que es abusar de tu fuerza del alma?
—¿Ah? —You XiaoMo lo miró con una mezcla de nerviosismo y reproche, como si solo le faltaran dos lágrimas corriendo por las mejillas.
Ling Xiao se enderezó y se sentó a su lado.
—Te desmayaste porque sobrepasaste el límite de tu fuerza del alma —explicó—. No me digas que no lo sabías.
Al oírlo, You XiaoMo se incorporó de golpe, alarmado.
—¡Cierto, mi píldora mágica!
Dicho esto, se levantó de la cama y corrió a buscarla. Ling Xiao no había tocado las botellas sobre la mesa. Aunque sí había tomado una de cada frasco, You XiaoMo no lo notó, porque no estaba buscando una de esas. Buscaba la última que había refinado. Pero por más que buscó, no la encontró.
Pensó un momento. Recordaba haberla sostenido con fuerza justo antes de perder el conocimiento…
Entonces, como si una conexión invisible lo guiara, se dio la vuelta… y se topó de lleno con la mirada de Ling Xiao, que brillaba con malicia.
Era esa expresión. La misma de aquella noche en la ciudad HePing, justo antes de que terminara con varias botellas de píldoras mágicas.
Al ver cómo lo miraba, You XiaoMo frunció el ceño, con una mezcla de sospecha y resignación.
Ling Xiao soltó una risa baja y dijo, con aire travieso:
—¿Buscas esa píldora mágica? Siento decírtelo… pero me la comí —y, al decirlo, se relamió el labio inferior como si aún disfrutara de su sabor.
¡Contrólate! ¡Tienes que soportarlo!, se dijo You XiaoMo, apretando los puños con desesperación.
Jajajajajajaajajaja me lo imagino como el gato chesare o como se escriba, 🤭😂
POBRECITO!!!! despues de desmayarse haciendo una unica pildora viene Ling Xiao y se la come jajajaja