La hija de la Casa Albert – Capítulo 30

Traducido por Maru

Editado por Ayanami


Los productos de la marca Dora-Gaku eran una variedad de artículos oficiales muy bien recibidos, por lo que muchos se comercializaron con éxito.

Carpetas y tarjetas con imágenes del juego, ilustraciones que posteriormente fueron utilizadas para posters y calendarios, la lista era interminable. Incluso crearon artículos no ilustrados, como correas para el móvil con los motivos de cada personaje, al igual que pendientes de la misma naturaleza. Tenían una gama amplia de estos productos, algunos de ellos se elaboraron con un diseño tan atento y refinado que apenas se distinguían como productos del juego.

Incluso dentro de esos ejemplos, el diseño detrás de esta pulsera en particular, la hizo más accesible y, por lo tanto, una de las más populares. Especialmente, las cuentas de colores, que daban la libertad a cada uno de elegir su esquema favorito. Cada color se correspondía con la protagonista y uno de los otros personajes, se vendieron como la espuma.

Solo tenías que escoger el color que estuviera alineado con el personaje que escogiste. El color dorado, que representaba a la protagonista, Alicia, podía ser fijado junto con cualquiera de los colores de tu personaje favorito, incluso podías elegir el color dorado rodeado por el resto de los colores, haciendo referencia al harem inverso del juego.

Para aquellos que disfrutaron el juego otome por lo que era pero, preferían una perspectiva diferente, era posible combinar los colores de otros personajes a su gusto y, si no eran demasiado frugales1 y estaban dispuestos, tenían la opción de comprar cada pulsera individual para luego ponerlas todas en sus muñecas en un espectáculo de orgullo más ponderado.

Junto con el diseño que les permitía usarlas en situaciones diarias y la capacidad de elegir la combinación de colores, estos productos se volvieron ridículamente populares.

Mary estaba segura de que había comprado esas cosas en su antiguo mundo. A pesar de estar segura, no pudo recordar la combinación de tonalidades que fue de su gusto, ella dudaba que tuviera sentido esforzarse en recordar sus memorias ahora.

Sin embargo, estoy segura de que este artículo no tenía los colores de Mary…

Mary giró la pulsera que Alicia colocó en su muñeca, luego inclinó la cabeza con curiosidad.

Este brazalete había sido la mayor venta de todos los artículos disponibles, hasta el punto de que se habían hecho nuevos para los diversos personajes que aparecían en los fandisc de Dora-Gaku y las novelas secuela, todo para que la historia original pudiera continuar. Esto culminó con eventos de edición limitada y colaboraciones, era bastante dudoso que hubiera alguien por ahí que lograse coleccionarlos todos.

Pero, el color reservado específicamente para Mary, el plateado, nunca estuvo a la venta. Era bastante obvio el por qué. Personaje del juego o no ella, generalmente, no le gustaba a los jugadores (de hecho, ella había sido escrita para ser odiada) y no había motivo por el que alguien fuera a comprar sus productos.

No había nada de malo en ello. Un tiempo después, uno de los fanbooks oficiales mencionó que usar el color plateado para representar a su personaje era un poco extraño. Tenían razón, la forma en la que la cuenta plateada brillaba con tanta resonancia, dejaba en claro que asociar el color a Mary había sido, de hecho, uno de los mayores errores que la compañía había cometido.

Mientras aquellas reflexiones ocupaban su mente, volvió su mirada directamente hacia el otro color, que estaba en armonía con el de Mary. No eclipsaba ni palidecía en comparación a la plata adyacente, combinando muy bien con su tonalidad rojiza…no, más bien, como colores parecidos a la herrumbre.

— ¿Mm?

Mary inclinó la cabeza hacia un lado y miró a Addie, que estaba junto a ella. Miró más de cerca el color de su cabello, luego miró de nuevo la pulsera. Los comparó una vez más, para estar segura, luego probó otra vez, esta vez, ocultando sus cejas. Una vez que ella dejó que sus ojos se movieran entre ellos por tercera vez, levantó el brazalete, dejó salir un “Ahh” y asintió con satisfacción.

—Son nuestros colores, Addie.

— ¿Realmente necesitas ir tan lejos para darte cuenta?

—Ya sabes cómo es, cuanto más cerca está una persona de ti, más tardas en darte cuenta. Aunque me pregunto por qué somos tú y yo.

Addie tosió intencionadamente, aclarándose la garganta como respuesta a la misteriosa elección de palabras de Mary.

Mary no pudo evitar la sensación de que la observación de Alicia de que “le convenía” había sido intencional. Si ese fuera el caso, ella hubiera elegido los colores oro y plata, el primero representando a Alicia y el segundo a Mary.

Cuando las pulseras salieron a la venta por primera vez, algunas combinaciones que imitaban los rasgos de los personajes fueron tendencia, como el “Color del Amigo de la Infancia” y el “Color del Compañero de Clase”.

Ahora, Mary deseaba la ruina y era poco probable que pronto cayese pero, existía la posibilidad y el potencial de que esto, de alguna manera, significase un indicio hacia algún tipo de amistad entre Alicia y Mary entonces, las otras personas en cuestión deberían haber tenido una alineación de colores similar.

Sin embargo, si ese fuera el caso, ¿por qué el color no era el de Alicia sino el de Addie?

Con toda sorpresa, Mary frunció el ceño y se dirigió a Addie:

—Oye, sobre esto…

Desafortunadamente para ella, aún seguía concentrada en la pulsera y, mientras Addie se limitaba a encogerse de hombros, siguió sin percatarse de la ligera esperanza en su expresión.

—Esto significa…que ella es sólo una plebeya común de mala muerte, ¿verdad?

­— ¿Disculpa?

—Quiero decir, ¡esto suma! Si solo escogió una combinación de ambos, probablemente, ella no tenía suficiente dinero para comprar una para ti. Por eso, solo compró una pulsera, y ¡es una hecha para los dos!

Mary hinchó su pecho en un arrebato de orgullo, Addie dejó escapar al rey de todos los suspiros. El gesto le hizo caer sus hombros y, las cajas que había estado sosteniendo se tambalearon.

[Traducido por Reino de Kovel]

—Recuérdame nunca volver a tener esperanzas en ti.

— ¿Por qué te estás sintiendo decepcionado? Oh, para el carro, ¡¿qué parte de la conversación pudo hacerte sentir decepcionado?!

—Todo sobre ella, ¡hasta la última parte!

—En serio, ¿toda? No lo entiendo, ¡explícate!

— ¿Cómo se supone que haga eso?

Addie, a mitad de camino hacia la desesperación total, finalizó la conversación enojado:

— ¡Hemos terminado de hablar aquí! —y comenzó a caminar rápido.

Mary, por otro lado, era la misma imagen de la confusión, como si interrogantes pudiesen verse sobre su cabeza, aunque, sin embargo, siguió a su asistente con más prisa.

Deslizó la pulsera hasta su muñeca, luego lo pensó mejor, se la quitó y la guardó en su bolsillo.

— ¿No vas a ponértela?

—Por favor, ¿por qué debería Mary Albert llevar algo de tan baja calidad? También podría manchar de barro a toda la familia Albert, mientras lo hago.

—Así que…supongo que eso significa que no la necesitas. ¿Debo tirarlo?

—No hay manera de que Mary Albert se deshaga de algo que le fue dado por alguien de sangre común. Eso también podría afectar al legado de la  familia Albert.

—Mmmm…

Notando la contradicción en el discurso de Mary, a pesar de su tono, las comisuras de la boca de Addie se curvaron en una sonrisa. No estaba de acuerdo con la mirada de reproche que ella le envió. La forma en que ella se enfurruñaba y culpaba con una expresión tan fuera de lugar para una hija de la casa Albert, hizo que Addie pensara: “Como siempre, señorita”, antes de que perdiera el control sobre las risillas que le brotaban.

— ¿Qué pasa ahora? Si tienes algo que decir, dilo.

—Oh, no es nada. Solo pensé que podría estar bien si la guardas en tu bolsillo. Al menos, por ahora.

Mary frunció el ceño confundida e insegura de lo que quería decir con “por ahora” o cualquier otra cosa que hubiese dicho al respecto pero, aun así se llevó una mano al bolsillo.

Ante el pequeño sonido de dos cuentas al resonar una con la otra, Mary, aparentemente, con muy poco ánimo, hizo pucheros y torció los labios.

Un nuevo sentimiento brotó en su pecho, una extraña mezcla de vergüenza y malestar que nunca antes había sentido, algo que evitaba que sus pensamientos fluyesen con normalidad. Sentía como si una parte de ella fuera feliz, mientras que otra simplemente bullía de insatisfacción.

No pudo encontrar palabras que pudieran expresar esa sensación de inquietud y, lo único que tenía claro en su visión era que Addie reía, la única persona para quien sus salvajes gestos podrían tener algún sentido. Por otra parte, no era como si tuviera mucha gente con la que hablar.

No, si la hija de la casa Albert estaba involucrada, entonces no habría nadie que no quisiera compartir su sabiduría. Incluso las damas entre sus compañeros que ardían de envidia escuchaban a sus padres y prestaban el oído por el bien de sus propias casas.

Mary era la hija de la familia Albert. Había montones de personas que le suplicaban la oportunidad de hablar con ella, de recibir su gracia. Una vez que dieran su consejo, la casa Albert estaría en deuda con ellos, por lo que ellos estarían dispuestos a hablar y ofrecer cualquier consejo que Mary considerara necesario.

El caso era, que si la hija de la casa Albert afirmaba estar padeciendo una sensación desconocida entonces, podía echar a esas compañeras por la ventana, porque entonces, con mucha más probabilidad, los estudiosos más famosos acudirían en su ayuda.

Pero, por alguna razón, esa lógica parecía estar lejos de ser aplicable en esta ocasión.

No era una consulta médica lo que la hija Albert necesitaba pero…entonces, ¿qué era?

El malestar se acumuló aún más en el pecho de Mary, en cuanto se dio cuenta de que no tenía ni idea de lo que debía hacer, simplemente, hinchó sus mejillas e hizo que las cajas vacías en las manos de Addie se balancearan.

—Ey, por favor, ¡para! ¡Eso es peligroso!

— ¡No estoy sacudiendo esto porque sea peligroso! Wow, ¡hasta tus expresiones calmadas me están irritando!

—Esto es como su siguiente nivel de descarga de la ira… ¡Aunque diría, que estoy muy calmado, señorita! ¡Al menos en comparación contigo!

— ¡Solo cállate y deja desahogarme!

Con una llamada exasperante, Mary zarandeó las cajas con todas sus fuerzas. La parte superior comenzó a vacilar, más de lo necesario. Oh, buenas cajas vacías. Mary solo necesitó sacudir una de ellas para que todas ondularan. Al percatarse de lo grave de la situación, Addie pidió que se detuviera.

Distraído como estaba en su pánico, le proporcionó a Mary una distracción medio decente. Pero, ella siguió notando la pesadez en su pecho y dejó escapar un prolongado suspiro.

Esto es, probablemente, debido a que no llegué hasta esa deliciosa tienda de croquetas. Sí, debe ser eso.

Y así, llegó a una conclusión, increíblemente forzada.

Era un supuesto torpe, al menos para una dama de la noble casa de los Albert, pero al mismo tiempo, esa chica había…más bien, Mary Albert había…ganado una amiga, una amiga legítima por primera vez. Y eso es lo que la tenía contra las cuerdas. Siendo su conclusión un poco tosca, en este punto, no era algo en lo que podía apoyarse.

Addie, siendo el único que comprendió sus circunstancias, sin importar lo que la dejó inquieta en su interior, simplemente, continuó riendo. Luego, se volvió hacia su dama, que se aferraba a su expresión de mal humor y le dijo con una mezcla de burla en la voz que, seguramente, se sentiría mejor después de unas buenas croquetas.


  1.    Frugal: comedido, sobrio o discreto.

[Maru: ¡Hola a todos! Retomamos esta novela de nuevo y yo seré su nueva traductora a cargo. Aún soy nueva, pero espero ir mejorando poco a poco y que os divierta esta historia tanto como a mí. Un saludo y nos vemos en el siguiente episodio :)]

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5 respuestas a “La hija de la Casa Albert – Capítulo 30”

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